David Gustavo López
Lunes, 03 de Marzo de 2014
Un año más, el toro de Villamor de Órbigo visita a las vecinas
La verdad es que el 'toro' impone.
Villamor de Órbigo es la más meridional de las localidades de la Ribera Alta del Órbigo que aún no ha perdido su tradicional Antruejo, celebrado actualmente el Sábado Frisolero, hacia las ocho de la tarde, a fin de facilitar la asistencia de cuantos mozos y vecinos están fuera.
Dispuesta para el ritual del 'toro'.
Los quintos de este año, no demasiados, y cuantos mozos –actualmente también las mozas- se prestaron para ayudar, salieron a la calle con el 'toro', armazón cubierto con tela blanca y cuernos sujetos en su extremo delantero, cuyo tamaño es mayor que los habituales en los antruejos de otras localidades riberanas. Todos van vestidos con ropa informal, pero ellos se cubren con capa y sombrero y ellas echan a su espalda el famoso zurrungallo o pañuelo estampado riberano. Acompañados por estridentes trompetas -este año debió de ser la crisis la que nos privó de la tradicional dulzaina-, la comitiva y su toro fueron recorriendo todas las casas donde habitaba alguna mujer para, nada más que ésta abría la puerta, asestarle las tres embestidas que la tradición impone, cumpliendo un rito que, probablemente, esté vinculado con el antiquísimo culto al toro, símbolo de procreación y de fertilidad. También los coches que transitaban por la calle principal fueron, uno tras otro, obligados a detenerse y a que sus ocupantes femeninas, cuando las había, pusieran pie en tierra para ser sometidas a las rituales embestidas, todo con buen humor y satisfacción por ambas partes.
La ceremonia concluyó, como todos los años, con cena y juerga de la juventud participante.
Las hay que prefieren salir corriendo.
![[Img #8068]](upload/img/periodico/img_8068.jpg)
La verdad es que el 'toro' impone.
Villamor de Órbigo es la más meridional de las localidades de la Ribera Alta del Órbigo que aún no ha perdido su tradicional Antruejo, celebrado actualmente el Sábado Frisolero, hacia las ocho de la tarde, a fin de facilitar la asistencia de cuantos mozos y vecinos están fuera.
![[Img #8067]](upload/img/periodico/img_8067.jpg)
Dispuesta para el ritual del 'toro'.
Los quintos de este año, no demasiados, y cuantos mozos –actualmente también las mozas- se prestaron para ayudar, salieron a la calle con el 'toro', armazón cubierto con tela blanca y cuernos sujetos en su extremo delantero, cuyo tamaño es mayor que los habituales en los antruejos de otras localidades riberanas. Todos van vestidos con ropa informal, pero ellos se cubren con capa y sombrero y ellas echan a su espalda el famoso zurrungallo o pañuelo estampado riberano. Acompañados por estridentes trompetas -este año debió de ser la crisis la que nos privó de la tradicional dulzaina-, la comitiva y su toro fueron recorriendo todas las casas donde habitaba alguna mujer para, nada más que ésta abría la puerta, asestarle las tres embestidas que la tradición impone, cumpliendo un rito que, probablemente, esté vinculado con el antiquísimo culto al toro, símbolo de procreación y de fertilidad. También los coches que transitaban por la calle principal fueron, uno tras otro, obligados a detenerse y a que sus ocupantes femeninas, cuando las había, pusieran pie en tierra para ser sometidas a las rituales embestidas, todo con buen humor y satisfacción por ambas partes.
La ceremonia concluyó, como todos los años, con cena y juerga de la juventud participante.
![[Img #8065]](upload/img/periodico/img_8065.jpg)
Las hay que prefieren salir corriendo.