Esteban Carro Celada
Domingo, 16 de Marzo de 2014

Arriería Maragata: Empresa de Diligencias del Poniente de España (8)

EL VUELO DE LA REINA
 
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El incidente de la rotura del eje tuvo por consecuencia la destitución del administrador de León, si bien al cabo de poco tiempo se le había restablecido en su lugar, aunque solo se mantendrá hasta final del año, por fallecimiento. El 13 de julio, ‘Diligencias del Poniente’ envía una carta a Oviedo al Excelentísimo señor Marqués de Pidal, en la que entre otras cosas le añaden lo siguiente: “Con el mayor sentimiento he sabido la desagradable ocurrencia acaecida en su tránsito de León, suceso que no podía esperarse, en que solamente la mala inteligencia y torpeza del administrador ha podido causarla, haciendo marchar un coche, que se hallaba en León para la recomposición, sin haberse verificado; pero siendo imposible evitar lo sucedido se ha impuesto por esta dirección y su junta el merecido castigo separándole, para que no vuelva a poner en compromiso a la sociedad. Esta empresa que todo su afán y desvelo es ver si puede llegar a organizar un servicio tanto en celeridad, como en buenos carruajes y que está continuamente recomendando el agrado y complacencia para con el público, por ver si consigue su objeto, la primera en crédito y nombre, se encuentra con este suceso y Vuestra Excelencia podrá conocer el mal efecto que le habrá causado, pero sin embargo confío en que Vuestra Excelencia, conocedor bien de que es muy general el que los dependientes falten, se persuadirá de que no ha sido culpa de la empresa, y espero como director de ella, que disimulando la falta, la considerará en el concepto a que se cree acreedora, bien seguro como estoy de que podrá hacer ver, en otra ocasión, sus desvelos y buenos deseos. Tengo la mayor satisfacción de que por un suceso desagradable se me proporcione la ocasión de ofrecerle mis respetos”.

Estos deseos de hacer la mejor empresa de carruajes se encuentran con la obstinación de algunos de los zagales como el de Sobrado, que no ha querido enganchar, por cuyo motivo escribe a Antonio Rosón, que es a quién pertenece el tiro en cuestión, en la línea de Galicia.

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                            Imagen: Francisco Quirós Linares. 'Las ciudades españolas en el siglo XIX'. 


El precio fijo no es inconmovible, especialmente cuando hay competencia. Aún sin haberla se pueden hacer viajes desde Madrid a Valladolid, ‘al paso’. en estas oportunidades los administradores están facultados para admitir clientes a bajo precio, ya que la tardanza es mucho mayor. Estos carruajes no utilizan el sistema de tiros, que se turnan, después del trote, sino de pacientes grupos de mulas que desarrollan su paso normal, como en el 17 de julio de 1852.

Aunque por poco tiempo, sustituye Manuel Alba a Gabriel Franco, como administrador leonés. Exactamente hasta que el Marqués de Pidal se siente plenamente satisfecho. El nuevo administrador cuida, dentro de su distrito, de los socios, los contratistas, los dueños de paradores, los mayorales y delanteros; toda una fauna pintoresca y complicada que era necesaria para llevar a cabo esta empresa de los viajes, en la época romántica del siglo XIX.

Como hasta Valladolid corrían otras empresas de diligencias, se establece una competencia. Se rebajan los billetes, hasta el punto de crearse la picaresca de sacar billete desde La Coruña a Valladolid y pedir continuación hasta Madrid, situación que solucionan a base de no reservar el asiento y poner en la presunción de que se quedasen sin billete los que desde lejos iban a la Corte, con el señuelo de la rebaja en el trayecto directo Valladolid-Madrid.

El mayoral era el conductor del coche, el que los transportaba de punta a punta de la carrera. Pero se podían hacer cambios sobre la marcha. Un ejemplo: “El mayoral Sola, que corre de León a Oviedo y viceversa, le entregará la orden de la dirección de venir a Madrid, agregado al mayoral que le toque por turno. En reemplazo de Sola hará correr a cualquier otro mayoral que se halle en esa, y si ha corrido antes de ahora y conoce el camino, tanto mejor para que lo destine a la carrera de León-Oviedo hasta nueva orden” (22 de junio de 1852)

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             Francisco Quirós Linares; 'Las ciudades españolas en el siglo XIX'

Un suceso va a conmover a la empresa de diligencias maragata. Y es que la reina madre, Doña Cristina va a hacer uso de su organización para trasladarse a Gijón y Oviedo, lo mismo que la vuelta después de un mes de veraneo. Tal acontecimiento les derrite de buen sabor. Es el no va más, que la reina les elija a ellos para su traslado a la costa. De la copiosa correspondencia que se conserva de este hecho podemos elegir las instrucciones que recibe Rafael González Alegre en Oviedo: “El día 30 de junio saldrá de Madrid su majestad la reina, Doña María Cristina, en carruaje propio, pero éste será arrastrado por los tiros pertenecientes a ‘Diligencias del Poniente de España’. En el viaje de Madrid a León empleará hasta el día dos de julio, por la mañana temprano y en León descansará todo el día”.

La empresa de Poniente interrumpe el servicio mientras pasa el carruaje de la reina. El 27 será el último que salga de Oviedo para llegar a las cinco de la mañana a Madrid. Durante los tres últimos días del mes de junio y el primero de julio solo despachará los billetes en los carruajes que van a León, “diciéndole a los viajeros que por el viaje de su Majestad la Reina no puede darlos hasta Madrid y sí solo hasta León, donde ellos podrán tomarlos, pues desde este punto saldrá coche para Madrid después de que la reina haya llegado a dicho punto. El día dos, tres y cuatro de julio, los tiros dobles, que están reservados de León a Oviedo se emplearán para el servicio del carruaje de su Majestad la reina a Oviedo a comer y en la misma tarde saldrá para Gijón”.

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    Francisco Quirós Linares; 'Las ciudades españolas en el siglo XIX'



La expedición de billetes directos de La Coruña a Madrid, por León se interrumpe, en la misma medida que sucede desde Oviedo.

La previsión de ‘Diligencias del poniente’ ha seleccionado ya los doce tiros de seis caballos que conducirán a la reina. Previene a los zagales que acompañan a los tiros: “que se presente bien vestido, con su tiro limpio y bien arreglado, teniendo sumo cuidado en que el servicio no experimente la menor detención en el camino. Y para cumplir el itinerario, que se ha marcado, porque en una ocasión como esta gane honor y crédito la Empresa y Usted mismo”.

Los dueños de los tiros elegidos para cubrir la carrera fueron Antonio Olmos de Villacastín, igual que Agustín López; Isidoro de la Cruz, de Arévalo; José Dionisio Díez, de Guadarrama; Cipriano Martínez, de Galapagar; Sebastián Benito Cort, de Valladolid; Sinforoso Gil, Luis Roldán, José González, de León; N. Espeso, de Pajares y Dionisio Díez de Oviedo.


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En esta euforia los problemas del hombre siguen, y el conocimiento más íntimo de las incidencias de este capítulo de la arriería. Era costumbre despachar tan solo los billetes para el interior de la diligencia, pero a veces llegaba el coche atestado, pleno y pletórico, y determinados viajeros con la absoluta precisión de viajar eran llevados a ‘delantera’. Allí viajaban con el zagal y aun le quitaban su sitio más preferente. Pues bien, un zagal de Sebastián Benito Cort se queja de que los viajeros que allí suben no le dan ni siquiera una peseta. La dirección estima que la queja se hace “con términos poco decorosos”, y puesto que paga a los contratistas de tiro, nada tienen  que exigirle sus zagales.

El viaje de la Reina ocupa otra larga carta de Sinforoso Gil de León. Sacamos en conclusión que los tiros dobles de la compañía van a tirar por dos carruajes de la reina. Los mayorales que la empresa ha designado son los experimentados en caminos y tempestades, Placido Lesaca y Francisco Pérez: “Mañana (28 de junio de 1852) haré salir con el carruaje a una persona autorizada para que recorriendo la línea y enterándose del arreglo que ha hecho el inspector de correos, nombrado para este fin, y que por nuestra parte haga que los tiros vengan de mulas sueltas a ocupar el lugar que a cada uno le corresponde. Espero que usted organizará el servicio de León a Oviedo, pues que ya se habrá visto con usted el señor inspector, señor Acebal, en unión de quien no dudo ustedes habrán organizado el medio de que lleguen los carruajes de su Majestad a Oviedo, teniendo presente que nosotros solo nos hemos comprometido a ayudarle en las paradas que tenemos marcada, con el número de caballerías (6) que hay en cada una reuniendo los dos servicios (12)”.

Se aprovecha esta interrupción del servicio para que Vilar recomponga las góndolas de ‘La Gallega’, es decir de Canellas y Ferrer.

Con ‘La Burgalesa de Diligencias' han firmado un contrato, por el que el cuatro por ciento de su recaudación ha de pasar a ‘Ponientes de España’, según se desprende de una extensa carta al vallisoletano Don Plácido Francisco Quintana.

Un nuevo negocio se pone a punto para la empresa 'del poniente’. El traslado del equipaje de la reina Doña María Cristina desde Oviedo a Gijón. Como no hay seguridad de que no se extravíe algo, el director de Madrid le concede amplios poderes al administrador de Oviedo, si es que se pone de acuerdo con el administrador particular de su majestad. Por último le da este consejo, que ya es excitación a formalizar el negocio: "creo pues que hallando usted carros a propósito y personas de su confianza, demos a su Majestad una prueba  del celo y actividad que debe caracterizarnos".

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