Esteban Carro Celada
Domingo, 30 de Marzo de 2014
Arriería Maragata: Empresa de Diligencias del Poniente de España (10)
Guerra contra ‘Nueva Peninsular’. La proverbial rectitud maragata. Zagales navajeros. Regreso de Gijón de su Majestad La Reina María Cristina.
Los nuevos horarios traen como consecuencia un reajuste de las comidas que los viajeros realizan en ruta. Por eso un nuevo parador es asociado a la empresa. Los viajeros han de comer en un lugar intermedio entre Lugo y Villafranca. Se piensa en Cerezal. Oigamos la versión de cómo se contrata la parada, sin mengua de una posterior visita del director: “Los mayorales han noticiado que hace un año paraba la Empresa Navarra en casa de José Neira, donde los viajeros eran muy atendidos”. El nuevo cambio de horarios cayó mal entre los viajeros de Oviedo. Antes salía a las cuatro de la mañana, ahora a las diez de la noche; “procurará hacerles entender que sobre ofrecer mayor comodidad no tendrán detención considerable en León. Para esto los mayorales deben ser activos, no entorpecedores. Y si no lo hacen así, el castigo que recaiga sobre ellos será duro e inexorable.”
La nueva empresa no debía ser del agrado de todos. Eso nos indica una carta dirigida a Bernardo Alonso en León, desenfrenado “en dichos y habladurías contra algunos individuos”. “Me enterará muy detalladamente de cuanto haya maldicho y sopesando las palabras imperiosas que haya proferido, recurriré a donde haya lugar.” Lo firma Santiago Franco.
En esa misma carta, acusan recibo de otra de Luis Franco Alonso y se hace trasvase de los 4170 reales que le deben a la casa de Santiago Alonso Cordero, en la que él es deudor.
La entrega formal de los nuevos carruajes se realiza en León. Van equipados con pertrechos de herramientas y utensilios, exceptuados el farol, los estrinques y atarruedas. Cada mayoral dará cuenta de su carruaje, en todo momento. Los mayorales que funcionan en esta travesía de León a La Coruña son Bautista Bañuls, Miguel Lola, Roque Navarro, Quintín Ansotegui, Placido Lesaca, Francisco Pacheco y Antonio González.
La competencia con otras empresas de diligencias que van a Valladolid era mucha. El 29 de julio se acusa la celeridad de “’Nueva Penínsular’, que llegó a Valladolid en 20 horas.” “Nosotros no podemos competir en el servicio con ellos, pero les haremos la guerra.” Y los coches de poniente entran estrepitosamente en Valladolid, una hora antes que ‘Nueva Peninsular’, y con los billetes más baratos.
El Chiclanero y su cuadrilla ya han regresado a Madrid. Hay una queja de que se le hayan extendido, en los billetes, los mismos excesos de equipaje que a la ida, cuando “han llenado los cofres con gomeros de ese país de Galicia.”
La dirección de Madrid, de los maragatos es justa. Lo dicen ellos en una carta a Josefa María Graña de Guiteriz, por una cuenta equivocada: “Acostumbramos a ser tan rectos y justos en nuestras cuentas que no importan que sean niños o mujeres las personas con quienes tengamos que entendernos.”
Los tiros que había establecido Antonio Gullón en el trayecto de Astorga sufren diversas incidencias. De una de ellas hace mención una carta de la primera decena del mes de agosto. Le sugiere que trate de poner remedio “cambiando algunas mulas malas que tiene en los tiros y cuidando de los zagales, que sean hombres entendidos, pues algunos días se han tenido que apear los viajeros y aún así, si los viajeros no hubieran empujado el coche, el tiro no sería suficiente para sacarlo de donde lo habían dejado”.
Las multas empiezan a circular. La dirección desea ser eficaz y ordenada. Se han practicado diferentes gestiones especialmente con Francisco Martínez de Boisán, en cuyo tiro de Montesalgueiro ha habido retrasos e incorrecciones. Ahora en Ruitelán porque el tiro es insuficiente los retrasos han sido abundantes, tanto a la ida como al regreso. La única solución son los 300 reales de daños y perjuicios. Las diferencias con Francisco se agravan. Pocos días más tarde, en carta dirigida no a Boisán, sino a Ponferrada, le comunica que “sus tiros, según declaración de los viajeros y queja de los mayorales, teniendo por ellas los coches de un modo criminal, hijo sin duda de un interés, harto significativo”. “Exigiré la debida responsabilidad del vergonzoso escándalo dado en el hecho de detener los carruajes”.
Todavía hay más contra los zagales de Boisán. Sucede que los viajeros han querido exigir al zagal la continuación del viaje, especialmente en Betanzos. Oigamos el relato de la carta, que casi parece una página de bandidos, extraída de Prospero Mérimée: “El zagal en vez de guardar la compostura que todo criado está obligado a tener con sus amos, tiró de navaja y quiso acometer a un Coronel, el cual hizo que lo atasen y cuando los guardias lo iban a conducir a la cárcel, llegó el administrador de La Coruña, el que siendo amigo del citado Coronel, interpuso su influencia para que le dejaran, ofreciendo sería castigado por su amo y por esta Dirección. El indicado Coronel, en unión de otros viajeros han estado conmigo para preguntarme que se siguiera el castigo del zagal”.
Una cosa es lo que se imagina, y otra bien distinta la realidad. Con frecuentes problemas se encuentra el director, en diferentes puntos. Los tiros son su obsesión. Estas cuatrocientas caballerías que hacen posible el traslado de la góndola desde Madrid hasta La Coruña. A menudo no se enganchan los tiros completos. Los clamores de la dirección son incesantes. Propone multas a los mayorales, a los contratistas, a todos. Hasta a Ventura Franco, en Villafranca del Bierzo le anima a “que si ocurriese falta de alguna caballería, cuando se presente el coche, no tenga ningún reparo en arrendarla, sea de la Casa de Postas u otra cualquiera, sin que sirva de obstáculo el precio en que se ajuste, y que si la falta fuese de un tiro completo, porque el zagal desaparezca o se niegue a enganchar siendo su turno, entonces arrendará otro que le supla, sin reparar en el coste que pueda tener”. Y esto mismo más o menos repite a Miguel Crespo en Astorga.
Por estos días se encorajina con el administrador de La Coruña por las rebajas que hace en los billetes y diferentes actitudes que toma, para con los viajeros apropiándose indebidamente de privilegios que nadie le ha concedido. Empieza a perfilarse la vuelta de su Majestad la Reina María Cristina desde su veraneo gijonés. Habrá que interrumpir el servicio de nuevo, durante varias jornadas.
Un viajero de Vigo escribe, colaborando con Diligencias del Poniente. Se queja del servicio malo que ha recibido y lo reduce esencialmente a estas palabras a las que contesta la dirección. Han sufrido en el viaje “por el descomedimiento del Mayoral conductor, como por el trato poco satisfactorio en las paradas o casas de comidas de Astorga y Santa Isabel”. El director le da las gracias “por la finura con que se manifiesta sus sentimientos” y promete corrección de todos esos fallos, que ha notado en el traslado hasta La Coruña.
Los billetes se van a suspender hasta un día después del paso de la Reina, usando los tiros de la Empresa. No obstante, se espera que los viajeros de Oviedo especialmente lo comenten con desagrado. Las razones que desde Madrid proponen para convencer a los viajeros se reducen a hacerles ver que si “la empresa no accede a prestar ese servicio a S. M. entonces sus tiros serán embargados y que los viajeros citados no podrán tampoco emprender su viaje. En fin estoy convencido de la buena imaginación con que usted está dotado”. Estos días Rafael González Alegre tiene mucho que hacer y se pone en contacto con Felipe María Acebal, representante en Gijón, quien “asegura que su majestad verificará su salida de este punto el treinta”. El director lo deja en gran parte al arbitrio de ellos, porque ya “sabe cuán difícil es determinar y dar disposiciones de viajes sin saber los días en que quedamos libres del grave compromiso, que contraemos desde el momento en que su Majestad la Reina, que Dios guarde, emprende el suyo hasta que llega a ésta. Esto no es viaje ordinario. Su Majestad podrá, si gusta detenerse uno o dos días en las Capitales de provincia, por donde pasa, como sucedió en el viaje de ida”.
El 24 de agosto el señor Acebal ya ha preguntado “si conservan los tiros la misma fuerza que cuando su Majestad la Reina Madre hizo su viaje, si se hallan en los mismos puntos y si a dichos tiros le falta alguna caballería”. La contestación de la dirección era enviar a un comisionado especial. Que es a quién se transmiten estas noticias. Nos referimos a Sinforoso Gil. Sin embargo le pareció poco al director este refuerzo y lo encontramos el 27 en León. Por el auditor de guerra de Valladolid se enteran extraoficialmente de la salida de la Reina. Un día más y tenemos ya el itinerario completo de los carruajes de su Majestad, tirados por las caballerías de Poniente de España. “A las doce de la noche se engancha en Conternuces, el 30 se amanece en Oviedo, a almorzar en La Pola de Lena y a comer y dormir en León. Día 31, descanso. Día 1, salida de León, tarde para llegar al anochecer a Valladolid, a las 11 de la mañana para llegar a comer a Villacastín tarde. Se pasa el puerto a medianoche para llegar a Madrid temprano y se pasa sin detención en Tarancón”. Esta es la versión oficial de Felipe María Acebal, porque la de Sinforoso Gil es diferente, en el sentido de que a la llegada a Villacastín “espera a Su Majestad un coche para conducirla a La Granja y la comitiva sigue a Aranjuez”.
A partir del 29 de Agosto se suspende la salida de coches, de acuerdo con Luis Franco Alonso, hermano del director santiagomillés que ha quedado en funciones. Pero es importante no trastocar la posición de los tiros que están todos en el extremo de la parada, según se viene de León. Esta vez Luis Franco Alonso ha situado sus cinco tiros, para el viaje de la Reina, dos entre Las Rozas y Madrid, otros dos en Galapagar y uno en San Cristobal.
A los zagales se les pide corrección y presentación de traje, “cuidando de los atalajes y bien acondicionados, como asimismo hacerles observar la compostura y decoro que se debe a la augusta persona”. Cuando después de la llegada de Su Majestad a Madrid sale un nuevo coche, este va ocupado todo él por el Marqués de Avendaño y sus servidores. Uno de los tiros que entra en Madrid con la Reina sale la misma tarde con el Marqués de Avendaño. Se van dando instrucciones a las diferentes ciudades, para que el señor capellán del Marqués de Avendaño pueda celebrar el Santo Sacrificio de la misa en una iglesia, para lo cual habrá hablado previamente el administrador. Así en Valladolid, en Villacastín, León y Lugo. En Astorga, Don Miguel Crespo le entrega a cuenta 2000 reales.
![[Img #8538]](upload/img/periodico/img_8538.jpg)
Los nuevos horarios traen como consecuencia un reajuste de las comidas que los viajeros realizan en ruta. Por eso un nuevo parador es asociado a la empresa. Los viajeros han de comer en un lugar intermedio entre Lugo y Villafranca. Se piensa en Cerezal. Oigamos la versión de cómo se contrata la parada, sin mengua de una posterior visita del director: “Los mayorales han noticiado que hace un año paraba la Empresa Navarra en casa de José Neira, donde los viajeros eran muy atendidos”. El nuevo cambio de horarios cayó mal entre los viajeros de Oviedo. Antes salía a las cuatro de la mañana, ahora a las diez de la noche; “procurará hacerles entender que sobre ofrecer mayor comodidad no tendrán detención considerable en León. Para esto los mayorales deben ser activos, no entorpecedores. Y si no lo hacen así, el castigo que recaiga sobre ellos será duro e inexorable.”
La nueva empresa no debía ser del agrado de todos. Eso nos indica una carta dirigida a Bernardo Alonso en León, desenfrenado “en dichos y habladurías contra algunos individuos”. “Me enterará muy detalladamente de cuanto haya maldicho y sopesando las palabras imperiosas que haya proferido, recurriré a donde haya lugar.” Lo firma Santiago Franco.
En esa misma carta, acusan recibo de otra de Luis Franco Alonso y se hace trasvase de los 4170 reales que le deben a la casa de Santiago Alonso Cordero, en la que él es deudor.
![[Img #8541]](upload/img/periodico/img_8541.jpg)
La entrega formal de los nuevos carruajes se realiza en León. Van equipados con pertrechos de herramientas y utensilios, exceptuados el farol, los estrinques y atarruedas. Cada mayoral dará cuenta de su carruaje, en todo momento. Los mayorales que funcionan en esta travesía de León a La Coruña son Bautista Bañuls, Miguel Lola, Roque Navarro, Quintín Ansotegui, Placido Lesaca, Francisco Pacheco y Antonio González.
La competencia con otras empresas de diligencias que van a Valladolid era mucha. El 29 de julio se acusa la celeridad de “’Nueva Penínsular’, que llegó a Valladolid en 20 horas.” “Nosotros no podemos competir en el servicio con ellos, pero les haremos la guerra.” Y los coches de poniente entran estrepitosamente en Valladolid, una hora antes que ‘Nueva Peninsular’, y con los billetes más baratos.
El Chiclanero y su cuadrilla ya han regresado a Madrid. Hay una queja de que se le hayan extendido, en los billetes, los mismos excesos de equipaje que a la ida, cuando “han llenado los cofres con gomeros de ese país de Galicia.”
La dirección de Madrid, de los maragatos es justa. Lo dicen ellos en una carta a Josefa María Graña de Guiteriz, por una cuenta equivocada: “Acostumbramos a ser tan rectos y justos en nuestras cuentas que no importan que sean niños o mujeres las personas con quienes tengamos que entendernos.”
Los tiros que había establecido Antonio Gullón en el trayecto de Astorga sufren diversas incidencias. De una de ellas hace mención una carta de la primera decena del mes de agosto. Le sugiere que trate de poner remedio “cambiando algunas mulas malas que tiene en los tiros y cuidando de los zagales, que sean hombres entendidos, pues algunos días se han tenido que apear los viajeros y aún así, si los viajeros no hubieran empujado el coche, el tiro no sería suficiente para sacarlo de donde lo habían dejado”.
![[Img #8542]](upload/img/periodico/img_8542.jpg)
Las multas empiezan a circular. La dirección desea ser eficaz y ordenada. Se han practicado diferentes gestiones especialmente con Francisco Martínez de Boisán, en cuyo tiro de Montesalgueiro ha habido retrasos e incorrecciones. Ahora en Ruitelán porque el tiro es insuficiente los retrasos han sido abundantes, tanto a la ida como al regreso. La única solución son los 300 reales de daños y perjuicios. Las diferencias con Francisco se agravan. Pocos días más tarde, en carta dirigida no a Boisán, sino a Ponferrada, le comunica que “sus tiros, según declaración de los viajeros y queja de los mayorales, teniendo por ellas los coches de un modo criminal, hijo sin duda de un interés, harto significativo”. “Exigiré la debida responsabilidad del vergonzoso escándalo dado en el hecho de detener los carruajes”.
Todavía hay más contra los zagales de Boisán. Sucede que los viajeros han querido exigir al zagal la continuación del viaje, especialmente en Betanzos. Oigamos el relato de la carta, que casi parece una página de bandidos, extraída de Prospero Mérimée: “El zagal en vez de guardar la compostura que todo criado está obligado a tener con sus amos, tiró de navaja y quiso acometer a un Coronel, el cual hizo que lo atasen y cuando los guardias lo iban a conducir a la cárcel, llegó el administrador de La Coruña, el que siendo amigo del citado Coronel, interpuso su influencia para que le dejaran, ofreciendo sería castigado por su amo y por esta Dirección. El indicado Coronel, en unión de otros viajeros han estado conmigo para preguntarme que se siguiera el castigo del zagal”.
Una cosa es lo que se imagina, y otra bien distinta la realidad. Con frecuentes problemas se encuentra el director, en diferentes puntos. Los tiros son su obsesión. Estas cuatrocientas caballerías que hacen posible el traslado de la góndola desde Madrid hasta La Coruña. A menudo no se enganchan los tiros completos. Los clamores de la dirección son incesantes. Propone multas a los mayorales, a los contratistas, a todos. Hasta a Ventura Franco, en Villafranca del Bierzo le anima a “que si ocurriese falta de alguna caballería, cuando se presente el coche, no tenga ningún reparo en arrendarla, sea de la Casa de Postas u otra cualquiera, sin que sirva de obstáculo el precio en que se ajuste, y que si la falta fuese de un tiro completo, porque el zagal desaparezca o se niegue a enganchar siendo su turno, entonces arrendará otro que le supla, sin reparar en el coste que pueda tener”. Y esto mismo más o menos repite a Miguel Crespo en Astorga.
![[Img #8540]](upload/img/periodico/img_8540.jpg)
Por estos días se encorajina con el administrador de La Coruña por las rebajas que hace en los billetes y diferentes actitudes que toma, para con los viajeros apropiándose indebidamente de privilegios que nadie le ha concedido. Empieza a perfilarse la vuelta de su Majestad la Reina María Cristina desde su veraneo gijonés. Habrá que interrumpir el servicio de nuevo, durante varias jornadas.
Un viajero de Vigo escribe, colaborando con Diligencias del Poniente. Se queja del servicio malo que ha recibido y lo reduce esencialmente a estas palabras a las que contesta la dirección. Han sufrido en el viaje “por el descomedimiento del Mayoral conductor, como por el trato poco satisfactorio en las paradas o casas de comidas de Astorga y Santa Isabel”. El director le da las gracias “por la finura con que se manifiesta sus sentimientos” y promete corrección de todos esos fallos, que ha notado en el traslado hasta La Coruña.
Los billetes se van a suspender hasta un día después del paso de la Reina, usando los tiros de la Empresa. No obstante, se espera que los viajeros de Oviedo especialmente lo comenten con desagrado. Las razones que desde Madrid proponen para convencer a los viajeros se reducen a hacerles ver que si “la empresa no accede a prestar ese servicio a S. M. entonces sus tiros serán embargados y que los viajeros citados no podrán tampoco emprender su viaje. En fin estoy convencido de la buena imaginación con que usted está dotado”. Estos días Rafael González Alegre tiene mucho que hacer y se pone en contacto con Felipe María Acebal, representante en Gijón, quien “asegura que su majestad verificará su salida de este punto el treinta”. El director lo deja en gran parte al arbitrio de ellos, porque ya “sabe cuán difícil es determinar y dar disposiciones de viajes sin saber los días en que quedamos libres del grave compromiso, que contraemos desde el momento en que su Majestad la Reina, que Dios guarde, emprende el suyo hasta que llega a ésta. Esto no es viaje ordinario. Su Majestad podrá, si gusta detenerse uno o dos días en las Capitales de provincia, por donde pasa, como sucedió en el viaje de ida”.
![[Img #8539]](upload/img/periodico/img_8539.jpg)
El 24 de agosto el señor Acebal ya ha preguntado “si conservan los tiros la misma fuerza que cuando su Majestad la Reina Madre hizo su viaje, si se hallan en los mismos puntos y si a dichos tiros le falta alguna caballería”. La contestación de la dirección era enviar a un comisionado especial. Que es a quién se transmiten estas noticias. Nos referimos a Sinforoso Gil. Sin embargo le pareció poco al director este refuerzo y lo encontramos el 27 en León. Por el auditor de guerra de Valladolid se enteran extraoficialmente de la salida de la Reina. Un día más y tenemos ya el itinerario completo de los carruajes de su Majestad, tirados por las caballerías de Poniente de España. “A las doce de la noche se engancha en Conternuces, el 30 se amanece en Oviedo, a almorzar en La Pola de Lena y a comer y dormir en León. Día 31, descanso. Día 1, salida de León, tarde para llegar al anochecer a Valladolid, a las 11 de la mañana para llegar a comer a Villacastín tarde. Se pasa el puerto a medianoche para llegar a Madrid temprano y se pasa sin detención en Tarancón”. Esta es la versión oficial de Felipe María Acebal, porque la de Sinforoso Gil es diferente, en el sentido de que a la llegada a Villacastín “espera a Su Majestad un coche para conducirla a La Granja y la comitiva sigue a Aranjuez”.
A partir del 29 de Agosto se suspende la salida de coches, de acuerdo con Luis Franco Alonso, hermano del director santiagomillés que ha quedado en funciones. Pero es importante no trastocar la posición de los tiros que están todos en el extremo de la parada, según se viene de León. Esta vez Luis Franco Alonso ha situado sus cinco tiros, para el viaje de la Reina, dos entre Las Rozas y Madrid, otros dos en Galapagar y uno en San Cristobal.
A los zagales se les pide corrección y presentación de traje, “cuidando de los atalajes y bien acondicionados, como asimismo hacerles observar la compostura y decoro que se debe a la augusta persona”. Cuando después de la llegada de Su Majestad a Madrid sale un nuevo coche, este va ocupado todo él por el Marqués de Avendaño y sus servidores. Uno de los tiros que entra en Madrid con la Reina sale la misma tarde con el Marqués de Avendaño. Se van dando instrucciones a las diferentes ciudades, para que el señor capellán del Marqués de Avendaño pueda celebrar el Santo Sacrificio de la misa en una iglesia, para lo cual habrá hablado previamente el administrador. Así en Valladolid, en Villacastín, León y Lugo. En Astorga, Don Miguel Crespo le entrega a cuenta 2000 reales.