Laura Suárez Cuervo (*)
Martes, 08 de Abril de 2014
Más ruido que verdades
Dice la ministra Báñez que la bajada de paro del pasado mes de marzo es síntoma claro de mejora y un inicio de la recuperación económica. Cualquier variación positiva de las cifras de empleo es utilizada por el gobierno para reprochar la falta de confianza en su gestión. Lejos de entrar a valorar la situación actual, las claves de su comunicación se centran en convencernos de que este proyecto político funciona. Dicen que no hay nada que temer. Mienten.
La gran verdad es que aumenta la precarización del mercado laboral, en forma de contratos temporales y a tiempo parcial. Mes a mes sube el paro juvenil. Las mujeres cada vez tenemos menos garantías en el empleo. Nada se dice sobre los datos de emigración, ni del aumento de parados sin prestaciones. Sus tendencias macroeconómicas no hablan de la situación de emergencia en que se encuentra esta sociedad. Ni sobre las consecuencias que esto tendrá en varias generaciones de personas sin futuro. No hay nada que celebrar.
Esto es resultado de anteponer los intereses de la casta política y económica que hemos rescatado con nuestros impuestos, en vez de invertirlos en un tejido industrial sostenible. Quienes consolidan su riqueza a costa del esfuerzo colectivo, mientras privatizan servicios básicos como sanidad, educación, transportes, energía o infraestructuras de riego y drenaje. Aplauden la bajada del paro, pero no les interesa cambiar la realidad social.
Pocas alternativas ofrecen cuando sus privilegios están en juego. Existe el legítimo derecho de intervenir en la vida pública, mientras eliminan competencias a los ayuntamientos, alejando la política de las personas. Podremos protestar, pero nos reprimen acusándonos de alterar el orden público. Exigen sacrificios y seguidamente dicen que lo público es malo, que genera corrupción. Que podríamos estar peor, dicen.
Vemos un pueblo servir al estado, cuando debería haber un estado al servicio del pueblo. Ese es el verdadero sentido de la política, tener en cuenta las diferentes necesidades de las personas para gestionar nuestros recursos. Alejar los intereses individuales y partidistas de las decisiones públicas en nuestros pueblos y ciudades. Consiste en administrar el futuro teniendo en cuenta el pasado. Generar justicia social. En Astorga también esperamos que se salgan del esquema y empecemos a hacer política.
(*) Politóloga por la Univesidad de Santiago de Compostela
Dice la ministra Báñez que la bajada de paro del pasado mes de marzo es síntoma claro de mejora y un inicio de la recuperación económica. Cualquier variación positiva de las cifras de empleo es utilizada por el gobierno para reprochar la falta de confianza en su gestión. Lejos de entrar a valorar la situación actual, las claves de su comunicación se centran en convencernos de que este proyecto político funciona. Dicen que no hay nada que temer. Mienten.
La gran verdad es que aumenta la precarización del mercado laboral, en forma de contratos temporales y a tiempo parcial. Mes a mes sube el paro juvenil. Las mujeres cada vez tenemos menos garantías en el empleo. Nada se dice sobre los datos de emigración, ni del aumento de parados sin prestaciones. Sus tendencias macroeconómicas no hablan de la situación de emergencia en que se encuentra esta sociedad. Ni sobre las consecuencias que esto tendrá en varias generaciones de personas sin futuro. No hay nada que celebrar.
Esto es resultado de anteponer los intereses de la casta política y económica que hemos rescatado con nuestros impuestos, en vez de invertirlos en un tejido industrial sostenible. Quienes consolidan su riqueza a costa del esfuerzo colectivo, mientras privatizan servicios básicos como sanidad, educación, transportes, energía o infraestructuras de riego y drenaje. Aplauden la bajada del paro, pero no les interesa cambiar la realidad social.
Pocas alternativas ofrecen cuando sus privilegios están en juego. Existe el legítimo derecho de intervenir en la vida pública, mientras eliminan competencias a los ayuntamientos, alejando la política de las personas. Podremos protestar, pero nos reprimen acusándonos de alterar el orden público. Exigen sacrificios y seguidamente dicen que lo público es malo, que genera corrupción. Que podríamos estar peor, dicen.
Vemos un pueblo servir al estado, cuando debería haber un estado al servicio del pueblo. Ese es el verdadero sentido de la política, tener en cuenta las diferentes necesidades de las personas para gestionar nuestros recursos. Alejar los intereses individuales y partidistas de las decisiones públicas en nuestros pueblos y ciudades. Consiste en administrar el futuro teniendo en cuenta el pasado. Generar justicia social. En Astorga también esperamos que se salgan del esquema y empecemos a hacer política.
(*) Politóloga por la Univesidad de Santiago de Compostela