Redacción
Sábado, 19 de Abril de 2014
El Encuentro 'naif' de San Justo de la Vega
Poco después de la ‘Carrera de San Juanín’ astorgana acaece en San Justo de la Vega el encuentro de la Virgen y San Juan. La carrera breve, pero ligera, dado que las imágenes son de poco tamaño, como de juguete; naifs.
La representación del encuentro entre la Virgen y el Nazareno se quiere tan intensa que acoplan las andas de uno y otro paso hasta el punto de que el Nazareno llegue casi a juntar su boca al oído de la madre.
Va la procesión a lo largo del pueblo hasta la casa del cabildo desde donde se predica a los fieles un escueto sermón. Las figuras tienen procedencia diversa, destacan los durmientes, bajo la fronda de los olivos, o ‘Berraquines’, trasunto del ‘Cañinas’ astorgano; parece ser que estos pasos vinieron de la cofradía de ‘los judíos’ de Astorga. Otros pasos son más actuales, pero de factura popular similar a los anteriores. En cada parada flanqueados por los ‘lanceros’, un pequeño grupo de cofrades canta un miserere latinizante, un estacazo arcaico más cercano al desgarro de ‘las Voces Búlgaras’, que a la claridad vocal de las tinieblas de Couperín.
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Poco después de la ‘Carrera de San Juanín’ astorgana acaece en San Justo de la Vega el encuentro de la Virgen y San Juan. La carrera breve, pero ligera, dado que las imágenes son de poco tamaño, como de juguete; naifs.
La representación del encuentro entre la Virgen y el Nazareno se quiere tan intensa que acoplan las andas de uno y otro paso hasta el punto de que el Nazareno llegue casi a juntar su boca al oído de la madre.
Va la procesión a lo largo del pueblo hasta la casa del cabildo desde donde se predica a los fieles un escueto sermón. Las figuras tienen procedencia diversa, destacan los durmientes, bajo la fronda de los olivos, o ‘Berraquines’, trasunto del ‘Cañinas’ astorgano; parece ser que estos pasos vinieron de la cofradía de ‘los judíos’ de Astorga. Otros pasos son más actuales, pero de factura popular similar a los anteriores. En cada parada flanqueados por los ‘lanceros’, un pequeño grupo de cofrades canta un miserere latinizante, un estacazo arcaico más cercano al desgarro de ‘las Voces Búlgaras’, que a la claridad vocal de las tinieblas de Couperín.










