Ana Isabel Martínez Martínez
Sábado, 03 de Mayo de 2014

"Los celos son una expresión de amor"

“Acababa de llegar a casa después de una mañana de compras con mi mejor amiga. Saqué todo lo que tenía en la bolsa y decidí arreglarme para la cita con mi novio. Decidí ponerme mi nueva minifalda vaquera y pintarme los labios de rojo. Me sentía hermosa, muy hermosa. Gonzalo me recogió en casa a las siete en punto y salí corriendo. Ahí estaba, con sus amigos, guapo como siempre. Todos alabaron mi aspecto. Él me dijo que estaba preciosa, pero que no le gustaba que sus amigos me piropearan, yo debía ser sólo para él… ¡Me sentí pletórica! Gonzalo me quería tanto que se había puesto celoso al ver cómo otros me miraban.”

¿Por qué una amplia mayoría de los adolescentes continúan considerando el ser celoso y sufrir celos una expresión de amor? El 73% de los jóvenes se lo ha oído decir a sus mayores (según un estudio realizado por María José Díaz- Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense) . La educación es la clave para terminar con esta lacra.

La violencia de género, entendida como el maltrato psicológico o físico hacia la mujer por parte de un hombre, es un problema social de primer orden en España. Pero la violencia no nace de un día para otro, la violencia de género es herencia de una educación sexista desde la infancia, herencia de la sociedad patriarcal caduca.

No damos importancia a los juguetes que compramos a nuestros hijos e hijas, al lenguaje que utilizamos con ellos y ellas o al rol que le inculcamos ya antes de su nacimiento al comprar una u otra ropita dependiendo del sexo.

Este problema se magnifica en la adolescencia, momento clave en la formación de la identidad de las personas. Se define qué somos y quiénes somos, es una etapa de profundos cambios y refuerzo de roles. Por la inseguridad y los cambios es posible que se intenten adoptar los roles más tradicionales para cada sexo: la chica sumisa y complaciente; el chico fuerte y decidido. Por tanto, en esta etapa la educación afectivo- sexual es crucial en el proceso de adquisición de roles adecuados.
No podemos continuar cruzados de brazos ante esta situación. En las familias se sigue educando a los niños para ser fuertes, valientes, salir a trabajar y cuidar de su familia; a las niñas en la delicadeza, la sumisión, la crianza de los hijos y la sensibilidad. Al llegar a la adolescencia los chicos continúan siendo “los héroes salvadores de las indefensas damas” y éstas se sienten halagadas por ello, en deuda con ellos y por tanto hacen a veces cosas que no desean realmente y sólo como forma de complacer a la parte más fuerte.

Es necesario olvidar la tradición y comenzar a educar en la igualdad, en la tolerancia, en el respeto, en el amor. Y no en el amor como cárcel sino en el amor como símbolo de libertad.
Como dijera el gran Gabo: “Si amas a una flor no la levantes, pues si la levantas morirá y dejará de ser lo que amas. Si amas a una flor déjala ser, pues el amor no es cuestión de posesión, el amor es cuestión de apreciación”.
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