La pintura sensible y doliente con un halo de erotismo de Alicia Nistal
![[Img #9617]](upload/img/periodico/img_9617.jpg)
Poco más de tres años lleva Alicia Nistal pintando; y eso se ve enseguida, pues se le conoce la procedencia, se le adivina la progenie. Declara admiración por Frida Kahlo, Nicoletta Tomás (Amantes), Dalí (Se ve en la fantasía de la niña en la ventana), Magritte (los amantes), Benjamin Lacombe (en la inocencia desolada) y Remedios Varo etc.
Quisiera jugar a adivinar el orden en que fueron pintados los cuadros de esta primera exposición de Alicia Nistal que podemos visitar en el Restaurante Serrano, tal vez haya un orden en los sentimientos, aunque no descarto que este orden fuera pendular y en el reflujo los pasos se desandaran. Siempre son de mujeres sus pinturas, y cuando se trata de un hombre, a excepción de su primera pintura, es un hombre sin identidad, absorto en el beso, oculto en el amor; en otros casos vemos sus manos endurecidas, pesadas, anudado de zarzas y los árboles, protegiendo un tibio cuerpo de muchacha… Las chicas de estas pinturas cumplen la pauta del amor, que es distancia del mundo, recogimiento, desidentificación. Pero en otras ocasiones, pienso que antes o después u otra vez antes, muestran su dolor, su distancia con el mundo ahora a solas, una soledad doliente, reflexiva, pasaje a una identidad diferente. Es el caso del titulado ‘Negro como los ángeles de Machín’, en el que a decir de la autora “la iluminación viene de la parte superior del cuadro como un símbolo de luz en medio de toda esa oscuridad. Eso denota esa esperanza de la que hablo. El pelo, que distingo con el tono marrón, significa que a pesar del mal momento que atraviesa ella, está llena de vida y dispuesta a volver a dar todo de ella misma”. Otras veces la mujer ya se solaza en una playa, o la vemos de cuerpo entero, desnuda, pero de espaldas. Un estado de ánimo levitante (‘frágile’), le rezuma el alma en un revuelo de mariposas. Un equilibrio para la forja de identidad. Por fin una mujer tiene su cara apunto, mantiene una espera activa en la barra de un bar. En ‘Cambio de dirección’ sentimos el cambio de aliento, ya solo el hemicristal de una ventanilla de un tren secciona la cara de una mujer que habiendo sufrido, expresa con determinación su porvenir.
![[Img #9616]](upload/img/periodico/img_9616.jpg)
Tal vez al asomar la cara, surja en este proceso una identidad pictórica, un estilo propio, resolutivo. Una expresión desatada de sus procedencias. A punto de resolverse la pintura sensible y doliente con un halo de erotismo de Alicia Nistal.
Poco más de tres años lleva Alicia Nistal pintando; y eso se ve enseguida, pues se le conoce la procedencia, se le adivina la progenie. Declara admiración por Frida Kahlo, Nicoletta Tomás (Amantes), Dalí (Se ve en la fantasía de la niña en la ventana), Magritte (los amantes), Benjamin Lacombe (en la inocencia desolada) y Remedios Varo etc.
Quisiera jugar a adivinar el orden en que fueron pintados los cuadros de esta primera exposición de Alicia Nistal que podemos visitar en el Restaurante Serrano, tal vez haya un orden en los sentimientos, aunque no descarto que este orden fuera pendular y en el reflujo los pasos se desandaran. Siempre son de mujeres sus pinturas, y cuando se trata de un hombre, a excepción de su primera pintura, es un hombre sin identidad, absorto en el beso, oculto en el amor; en otros casos vemos sus manos endurecidas, pesadas, anudado de zarzas y los árboles, protegiendo un tibio cuerpo de muchacha… Las chicas de estas pinturas cumplen la pauta del amor, que es distancia del mundo, recogimiento, desidentificación. Pero en otras ocasiones, pienso que antes o después u otra vez antes, muestran su dolor, su distancia con el mundo ahora a solas, una soledad doliente, reflexiva, pasaje a una identidad diferente. Es el caso del titulado ‘Negro como los ángeles de Machín’, en el que a decir de la autora “la iluminación viene de la parte superior del cuadro como un símbolo de luz en medio de toda esa oscuridad. Eso denota esa esperanza de la que hablo. El pelo, que distingo con el tono marrón, significa que a pesar del mal momento que atraviesa ella, está llena de vida y dispuesta a volver a dar todo de ella misma”. Otras veces la mujer ya se solaza en una playa, o la vemos de cuerpo entero, desnuda, pero de espaldas. Un estado de ánimo levitante (‘frágile’), le rezuma el alma en un revuelo de mariposas. Un equilibrio para la forja de identidad. Por fin una mujer tiene su cara apunto, mantiene una espera activa en la barra de un bar. En ‘Cambio de dirección’ sentimos el cambio de aliento, ya solo el hemicristal de una ventanilla de un tren secciona la cara de una mujer que habiendo sufrido, expresa con determinación su porvenir.
Tal vez al asomar la cara, surja en este proceso una identidad pictórica, un estilo propio, resolutivo. Una expresión desatada de sus procedencias. A punto de resolverse la pintura sensible y doliente con un halo de erotismo de Alicia Nistal.