Domingo, 25 de Mayo de 2014

Arriería Maragata: Empresa de Diligencias del Poniente de España (XVIII)

Esteban Carro Celada

 

Rapapolvo al inspector de la línea, Ángel Íñigo Cabello, por su incompetencia. El 3 de noviembre de 1853 llovió en Madrid por la noche. Nos lo descubre este cuadro del mozo, dormido con espuelas puestas en la góndola. En Lugo, el mayoral Pacheco sigue entrampado. El yerno del maragato Cordero, subdirector de la Empresa Ponientes de España, Luis Alonso Franco, está explotando por su cuenta una línea propia que transporta viajeros al Escorial. En Astorga suceden cosas desagradables. El director ha tenido que amonestar a M. Crespo, tanto de palabra, como por carta. Nuevamente el invierno les trae tarumbas. La nieve, las interrupciones, la desorganización del servicio y ahora hay que añadir la competencia, de 'Generales' la de 'Nueva Peninsular' etc. El socio Miguel Pérez les ha amenazado con retirar el tiro que tiene entre Astorga y León.

 

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Una larga carta al inspector de la línea recuerda la nulidad de su trabajo  y su patente inactividad. Y le hace ver como no ha hecho valer los amplios poderes que le fueron concedidos para poner a raya a toda la línea junto con los diferentes servicios. Respecto a Piedrafita y sus boyeros le comunican que acuda a los tribunales si es preciso, con tal de que cumplan con su obligación contractual. Se queja contra él, porque en sus cartas solamente sabe decir que los tiros de Ruitelán o los cruces de León a Astorga están en muy mal estado. “¿Qué hizo usted para remediarlo? No se acobarde usted, razone lo que vaya a hacer, medite bien antes, pero nunca use paliativos, sea activo porque este negocio exige movimiento y actividad. No se estacione”.


No manifiestan excesiva galantería con Ventura Franco, a quien “le acompaña errar en cuanto pone mano. Él y su padre han cambiado los tiros de sus paradas y si antes se retrasaban dos horas, ahora lo hacen cuatro. Con la vuelta del director por estos días de noviembre se nota una fiebre de arreglo, de quema de etapas, de pase a la acción. Así, al habla con Ignacio Pérez de Santiago de millas, se ha cansado de tener “conferencias largas”.

Está en el momento perentorio de pasar a la acción: solo ocho días para mejorar el servicio. Para eso paga.

El 3 de noviembre de 1853 llovió en Madrid por la noche. Nos lo descubre este cuadro del mozo, dormido con espuelas puestas en la góndola. “Habiéndose hallado anoche el coche a la puerta de esta administración con el cupé caído y descubierto y mojándose el interior de la berlina, donde se hallaba también durmiendo un delantero en el portalín lleno de barro, y espuelas puestas, ensuciando y estropeando el paño del carruaje, cosa no solamente perjudicial a la empresa por los daños que causa a los carruajes, sino por la repugnancia que ponen los pasajeros al entrar en ellos, por encontrarlos sucios, y siendo esto un deber que está al cuidado de los mozos”.

 

Fue Luis Franco Alonso el que descubrió esta anomalía y mandó bajar las persianas y cubrirlo con su baca.
A veces aparecen noticias extrañas a la propia empresa, como es el caso del señor Alba de León que escribe sobre la negativa de recomposición de las bacas por parte de Vilar. Al contestarle le dice el director sobre los vuelcos que han tenido últimamente los coches de ‘Generales’: “No habiendo ninguna desgracia que lamentar, es muy conveniente que vuelquen de cuando en cuando, pero es necesario que nuestros coches no imiten aquellos, pues esto sería fatal”.


En Lugo, el mayoral Pacheco sigue entrampado. Desde Madrid escriben los directores al juez y fiscal de los tribunales para que surta efecto favorable a Pacheco. Se le ofrecen para ayudarle en el sumario abierto y “en todo lo que desde aquí pueda conducir por buen camino”.


Se le envía un zagal en sustitución, que habrá de cobrar, mientras permanezca por Lugo, el sueldo de mayoral de las Diligencias del Poniente de España.


El desajuste entre contratistas y la dirección es notable. Aquellos piden puntualidad. La empresa también, pero al no verificarse se boicotea de otra manera. ¿Para qué sirven los contratos firmados?, exclaman desde Madrid. Y a Pedro Sanz que se les engalla, le aseguran que en su parada tarda la góndola cinco horas y que su zagal, ¿Cómo no?, de mala fe, “tarda una hora en aparejar y contesta a los viajeros con palabras groseras y solo dignas de un presidiario”.


En fin, el 18 de noviembre, se cumplen todos los presentimientos de quienes aseguraban que el inspector Ángel Íñigo Cabello, iba a cesar en su puesto. Así se le comunica en oficio, a la par que se envía una circular a los administradores.


Se acuerda el despido de la empresa de Diligencias del Poniente de España del  mayoral José González, apodado el Rojo, mientras se hace la sustitución de Pascual Gros. El mayoral Lobo es llamado para que devuelva un cobertor de Palencia. Parece que un viajero, al ir lleno el coche pidió al mayoral que lo dejase montar en la delantera. Se ve que como era el 25 de noviembre, el mayoral tenía frío y pidió que le prestase un cobertor a cambio del asiento. Al término del viaje en Madrid, no se lo devuelve y el director pregunta por él en La Coruña. Al administrador de Valladolid en cambio se le sube el sueldo en 1200 reales más al año. Ya venía ganando siete mil. Las razones son la sobrecarga de preocupaciones, al ser el responsable de la concurrencia de los coches de 'la Burgalesa' y de 'Santander'.

 

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La empresa, mensualmente paga a todos los maragatos que tienen tiros en la línea. Y por la línea está circulando ahora el director a partir del 29 de noviembre.


Una nueva refundición de empresas está por suceder. El yerno del maragato Cordero, subdirector de la Empresa Ponientes de España, Luis Alonso Franco, está explotando por su cuenta una línea propia que transporta viajeros al Escorial. Pide que los billetes se despachen en la administración de ‘Poniente’ y que su dependiente administrativo, Manuel Lacaba, y los dos mozos que tiene pasen a ‘Poniente’. En adelante todos trabajarán conjuntamente, y alternarán todos en el servicio del coche más próximo a salir. La intervención de los fondos se hará sin embargo por separado. Una circular se ha confeccionado para que llegue a todos los puntos de absorción de la línea. Estamos en vísperas de navidad. Y se desea evitar los entorpecimientos de envío de otros años. Por otra parte la competencia hace que la organización haya de efectuarse de modo más perfecto. En cuatro apartados se reduce la circular: atraer los encargos, que “los precios sean los mismos que ‘Generales’ o  muy bien a cambio de atraer los efectos, alguna insignificante gracia para no dar lugar a que se los lleven”, no equivocarse al extender los recibos y buen peso de los artículos facturados. 


Uno de los mozos de Madrid recibe la suspensión durante seis días, por insubordinación a sus jefes y  no le habrán hecho mucha gracia al santiagomillés Ignacio Pérez los 20 reales que le han impuesto a su zagal, pero que ha de satisfacer él personalmente. La cosa no era para menos. Leamos: “Al llegar a Mojados el coche que llegó a esta corte, anoche -5 de diciembre-, su zagal tenía enteramente desguarnecido, y reprendido por el mayoral, con buenos modos, no solamente le insultó y faltó al respeto, sino que el posadero en donde está el tiro se entrometió a insultar y provocar al mayoral, cuando ningún motivo iba con él”.


En Astorga suceden cosas desagradables. El director ha tenido que amonestar a M. Crespo, tanto de palabra, como por carta. No envía un encargo que debía de hacer, por ‘Generales’. No se traslada a Bembibre, con el mayoral Gros, como se le solicita, aunque dice lo contrario. Por estos días el tiro de la viuda de Tomás Carro de Santa Colomba de Somoza queda libre. Al sobrestante de la Compañía se le dan instrucciones por si pudiera compararlo. se le propone un precio tope, del que no ha de pasar: siete mil reales.


Nuevamente el invierno les trae tarumbas. Solicitan información de León, Lugo y Astorga, el mismo día de Navidad: “Hace seis días que no viene el coche ni tengo noticias de los obstáculos o causas que puedan impedir su venida”, por lo que está “fastidiado y aburrido”.

 

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El mal estado de los caminos y de los puertos ha desorganizado el servicio. El 29 de diciembre solicita que se comience de nuevo en el momento de la expedición suspendida. Solicita a las administraciones de Valladolid, León, Astorga, Villafranca, Lugo, La Coruña y Oviedo dado que “el mal estado de los caminos y de los puertos me hace ignorar la colocación de los tiros que prestan servicio a la empresa, y que están en el distrito de su administración. Esto asimismo hace que los coches lleguen a estar con retraso, y a fin de que el servicio se organice, he determinado suspender la expedición que tocaba salir mañana de esta, lo que participo a usted, para que conocedor del estado de los referidos tiros, dé las órdenes convenientes en el distrito de su administración, para que colocándose estos con conocimiento de la expedición suspendida, en el lugar que les correspondiese, empiecen de nuevo el servicio que hoy está desorganizado”.


Una llamada de alerta se les hace casi en postdata. Es la última carta del año 1953: “El momento es precioso y que una vez pasado no podrá volverse a presentar tan fácilmente otro, pues soy enemigo de suspender expediciones”.


La primera carta del año nuevo 1854 se halla dirigida a Plácido Francisco Quintana. Cuando vuelvan a Valladolid las caballerías del tiro de la línea  de Santander que corren de Barana a Barros, las enviará  usted con el zagal a “desempeñar una parada en Galicia”. Los de la línea de Santander están un poco preocupados. Los fallos habidos con motivo de la nieve han perjudicado su servicio, pero los días que no lo han realizado por Valladolid, los del ‘Poniente’ han pagado billetes a los santanderinos en ‘Generales’. La filial ha celebrado junta, a la que no pudo asistir el director de ‘Poniente’, quien promete hacerlo para la del ocho de enero.


No olvidemos que el director, que ahora anda entre manos con una línea especial de Valladolid a Madrid, que va a tener un horario muy semejante al de ‘Nueva Penínsular’, pide colaboración.

 

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Respecto del tiro que pasa de la línea de Santander a la de Galicia, conocemos detalles curiosos, como nombres y edad de cada animal del tiro: macho Peregrino, cuatro años; macho Moro, diez años; caballo Jerezano, de nueve años; macho Zabala, nueve años; macho Monzón, con diez años; mula Coronela, de seis años; macho Navarro de cuatro y macho Galguito de seis.


A pesar de que la nieve es la obsesión, se interesan por los barnices del coche. Es vergonzoso que anden así,, siendo cosa de tan poco dinero, vienen a exclamar.


El socio Miguel Pérez les ha amenazado con retirar el tiro que tiene entre Astorga y León. En este caso solo habría dos. se tramitan instrucciones para que entre los dos hagan, como en el caso de ‘Diligencias Generales’, el camino a León de ida, un tiro; el de vuelta otro tiro, ya que este es el tramo de crucero de toda la línea.


Es el 3 de enero y se dan instrucciones acerca del cuidado que hay que tener para el servicio de Asturias: “Si el puerto se cierra” se debe prestar como el año anterior un servicio de paso de viajeros, con sillas y arreos, situando a cada parte del puerto un carruaje. “Deben prestar así mejor servicio que cruzando el puerto, pues será regular y dará mejores resultados, ya que solo nosotros podremos hacerlo por haberlo así previsto en la contrata”.


Y ahora, media vuelta hacia las bacas: “Parece imposible que a un hombre tan práctico como usted –Vilar- en negocios de carruaje, tengan que enseñarle que las bacas que los cubren no pueden pasar medio año sin ser untadas, si es que han de conservar su elasticidad y el servicio para el que han sido destinadas”.


Los nuevos horarios que los dos Plácidos, el administrador de Valladolid y el sobrestante de la línea han marcado con destino a Madrid no son del agrado de la dirección, aunque los acepte, porque piensa que habrán sopesado pros y contras. La razón básica que encuentra para cuestionarlos es que “deben de llegar a puerto antes del amanecer y no es hora para poder luchar con obstáculos y dificultades, añadiendo a estos se encuentran muchas veces antes del puerto, tres leguas”.

 

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