Arriería Maragata: Diligencias del Poniente de España (XIX)
Esteban Carro Celada
Algunas noticias sabrosas de la nieve del año 1854. El marisco que va asegurado para Madrid se pudre en el puerto de Manzanal. Variedad de casos chuscos, como el de aquel caballero don Manuel Feijoo que en la dependencia de Lugo, al pagar exceso de peso entregó primero una onza de oro, luego otra que se le rechazó por falta de peso y por último un duro falso, que tragaron sin más. Dos cartas que ilustran los firmes principios sobre los que se construye la empresa y la terca realidad que intenta desmentirlos día a día. De Angelita Ponte y para una Montenegro Valleinclanesca, Luisa Montenegro eran los mariscos que se retrasaron quince días por la nieve. Lástima de frigoríficos…
![[Img #9831]](upload/img/periodico/img_9831.jpg)
Luego siguen algunas noticias sabrosas de la nieve y los caminos. Tal parece que un vecino de Cubillos prestó cuatro caballerías para salir de un atasco. Luego las desengancho, las volvió a la cuadra y cuando estuvo de vuelta, la diligencia se había ido. Sí es cierto que pretenden castigar severamente al mayoral Lobo, a quien atribuyen tal sospecha. “Tengo carta de Don Sinforoso Gil, y sé que está con los coches que están enterrados en la nieve de Reinosa, sin poder salir para atrás ni para adelante”.
En el puerto de Piedrafita se organizan los mismos pases con caballerías que el año anterior. Al fin llega la noticia de la muerte del mayoral José González, ‘El Fraile’. Ello evidencia la necesidad de hurtarle a ‘Generales’ otro, Navarro. En cuanto a los asuntos de Villafranca, los viajeros no deberían de salir más allá de las tres y media de la madrugada. El 14 de enero conocemos que se han situado dos mayorales del lado de allá de Piedrafita y otros dos del lado de acá, que garantizan el servicio con un trasvase de sillas, en caballerías.
La lucha con la velocidad se topa con muros y parapetos, como es el caso de un zagal de los del trayecto de la Mudarra a Valladolid, de los que ayudan al tiro de Sinforoso Gil. “A mí lo mismo me pagan por correr poco que mucho”. Y otro de los zagales de los que acompañan al tiro de María de Coo, que había de salir de Valladolid “ha detenido los coches cinco y seis horas a la puerta de esa administración, con el pretexto de dar pienso”. La otra parada de la señora Coo ha estado mal servida, “porque cuando usted ha tenido buen ganado para correrla, los zagales siempre han sido zorros que no han querido arrear, por más que a ello les han amonestado los mayorales”.
El mal, según asegura, se corre de unos zagales a otros, y aunque se les diese más de tres horas de exceso, la correrían. Se exige una solución radical.
![[Img #9832]](upload/img/periodico/img_9832.jpg)
El negocio del paso del puerto no salió tan planchado como pensaban. Habían colocado sus efectivos sobre el puerto de Piedrafita y el que dio la lata fue el puerto de Manzanal. Se quejan de ello los directores. Y corrigen al sobrestante de la línea, ‘Lesaca’, el precio que ha dado para el transporte de marisco a Madrid. Les parece un tanto subido, por arroba y se lo pone en 36 a 40 reales “con lo que no dejarán de remesar”.Pedro Aguado les ha citado ante el Juez de Primera instancia por un cajón que no aparece. El viajero no tiene billete y ha pedido un duplicado al administrador de la Coruña, Rodríguez. Se quejan en Madrid que haya sido tan despistado, pues le ha extendido un billete en un día en que no salió góndola de La Coruña. Dígale que “en lo sucesivo sepa mejor lo que pasa en su administración”. Este mismo administrador había despachado recibos firmados por él, en los que se garantizaba la condición de no haber retrasos en la llegada de los bultos. Ahora que la nieve les ha trastocado los planes se pregunta quién pagará los mariscos. ¿Quién facultó para poner esta clausula? En Madrid, se llaman andana.
El zagal Florentino, con su tiro es trasladado a los Nogales. Quizá no puede pasar y dan órdenes a Ventura Franco para que lo retenga en Villafranca sin que nadie conozca que va a sustituir al tiro de Tomás Carro. Para el 19 la línea ya está más a punto. Los tiros se han descabalado y para su arreglo y control se suspende el servicio durante un día. La independencia de Rodríguez y el pintoresco modo de solucionar muchas de sus papeletas obliga a la dirección a provocar un cambio. El nuevo administrador es Vicente María Amor.
También se sabe dar el oportuno elogio. Bien lo estaba esperando Miguel Crespo, el astorgano; y lo consigue al pasar el puerto de Manzanal el mayoral Rafael. Claro que la cuenta del mes no le ha salido bien. No aparecen los cincuenta reales del asiento del ama del Padre Cirilo a Madrid. Nos enteramos de casos chuscos, como el de aquel caballero don Manuel Feijoo que en la dependencia de Lugo, al pagar exceso de peso entregó primero una onza de oro, luego otra que se le rechazó por falta de peso y por último un duro falso, que tragaron sin más.
Una carta que es un modelo de los principios que encarnaban en la empresa, nos va a permitir la reconstitución de un hecho de este traginante mundo de las diligencias. Otra carta, dirigida al amo del infractor nos va a servir de complemento. Primero la del amo, que es el mayoral Quintín Ansótegui que dejó sustituyéndole a José Crespo. Le cuenta como el mayoral tardó en su primera salida, cuatro días en llegar a León, con el consiguiente disgusto de los viajeros. El retraso y las malas contestaciones fueron los compañeros. La reconvención del sobrestante de la línea le hizo adelantar un día en su vuelta a León: Llegó en el plazo de tres. Le ha sustituido otro que corrió en Santander y la primera tirada del viaje fue en ir dentro de la berlina tumbado. El segundo viaje tuvo un atasco de 20 horas cerca de Rioseco. Le pide que venga pronto, porque esta línea no es para mayorales primerizos, desconocedores. La otra carta viene dirigida a José Crespo, en Olmedo: “La subordinación es el principio que mejores resultados da, en toda clase de servidumbres. El que sirviendo como usted tiene que ganar su subsistencia debe reconocer amos y jefes que le manden; esto así es muy extraño el que usted desobedeciendo la orden del administrador de Valladolid haya echado a perder el servicio, entorpeciéndolo con su estancia en Olmedo, echando bravatas de hacer lo que le daba la gana, desobedeciendo también al mayoral Antonio Cerdán, que sin duda alguna es su superior. Es un principio reconocido que el más torpe, incapaz y bruto es el más tenaz y duro de cabeza en todo, que con usted ha sucedido. Y sin embargo de que estoy bien persuadido que de ninguna manera podré enmendar la falta de usted ni los graves males que con ella ha causado a la compañía, pongo en su conocimiento que no pierdo el derecho del castigo a que se haya hecho acreedor por su mala fe e índole en lo que ha hecho, pues usted debe de conocer que las empresas no están a merced de lo que quiera hacer un pillete o el primer venido que desgraciadamente sin conocerle antes, entró al servicio de ellas”. Se le impone una sanción de 200 reales más otra de 600 a su amo.
![[Img #9830]](upload/img/periodico/img_9830.jpg)
Los mayorales cambian de carruaje: Joaquín se ha encargado de uno en Valladolid y ahora ha seguido a Galicia. La enfermedad y convalecencia de José González le tendrán retirado al menos dos meses, mientras tanto se selecciona a otro nuevo que no conocen ”pero de quien tengo muy buenas referencias”.
De Angelita Ponte y para una Montenegro Valleinclanesca, Luisa Montenegro eran los mariscos que se retrasaron quince días por la nieve. Lástima de frigoríficos…
El uno de febrero, han pasado unas horas desde que el mayoral Manuel Ros volcara entre Lavajos y Villacastín. El coche de León llegó con retraso. Parece ser que sufrió dos o tres atascos en el camino.
Esteban Carro Celada
Algunas noticias sabrosas de la nieve del año 1854. El marisco que va asegurado para Madrid se pudre en el puerto de Manzanal. Variedad de casos chuscos, como el de aquel caballero don Manuel Feijoo que en la dependencia de Lugo, al pagar exceso de peso entregó primero una onza de oro, luego otra que se le rechazó por falta de peso y por último un duro falso, que tragaron sin más. Dos cartas que ilustran los firmes principios sobre los que se construye la empresa y la terca realidad que intenta desmentirlos día a día. De Angelita Ponte y para una Montenegro Valleinclanesca, Luisa Montenegro eran los mariscos que se retrasaron quince días por la nieve. Lástima de frigoríficos…
Luego siguen algunas noticias sabrosas de la nieve y los caminos. Tal parece que un vecino de Cubillos prestó cuatro caballerías para salir de un atasco. Luego las desengancho, las volvió a la cuadra y cuando estuvo de vuelta, la diligencia se había ido. Sí es cierto que pretenden castigar severamente al mayoral Lobo, a quien atribuyen tal sospecha. “Tengo carta de Don Sinforoso Gil, y sé que está con los coches que están enterrados en la nieve de Reinosa, sin poder salir para atrás ni para adelante”.
En el puerto de Piedrafita se organizan los mismos pases con caballerías que el año anterior. Al fin llega la noticia de la muerte del mayoral José González, ‘El Fraile’. Ello evidencia la necesidad de hurtarle a ‘Generales’ otro, Navarro. En cuanto a los asuntos de Villafranca, los viajeros no deberían de salir más allá de las tres y media de la madrugada. El 14 de enero conocemos que se han situado dos mayorales del lado de allá de Piedrafita y otros dos del lado de acá, que garantizan el servicio con un trasvase de sillas, en caballerías.
La lucha con la velocidad se topa con muros y parapetos, como es el caso de un zagal de los del trayecto de la Mudarra a Valladolid, de los que ayudan al tiro de Sinforoso Gil. “A mí lo mismo me pagan por correr poco que mucho”. Y otro de los zagales de los que acompañan al tiro de María de Coo, que había de salir de Valladolid “ha detenido los coches cinco y seis horas a la puerta de esa administración, con el pretexto de dar pienso”. La otra parada de la señora Coo ha estado mal servida, “porque cuando usted ha tenido buen ganado para correrla, los zagales siempre han sido zorros que no han querido arrear, por más que a ello les han amonestado los mayorales”.
El mal, según asegura, se corre de unos zagales a otros, y aunque se les diese más de tres horas de exceso, la correrían. Se exige una solución radical.
El negocio del paso del puerto no salió tan planchado como pensaban. Habían colocado sus efectivos sobre el puerto de Piedrafita y el que dio la lata fue el puerto de Manzanal. Se quejan de ello los directores. Y corrigen al sobrestante de la línea, ‘Lesaca’, el precio que ha dado para el transporte de marisco a Madrid. Les parece un tanto subido, por arroba y se lo pone en 36 a 40 reales “con lo que no dejarán de remesar”.Pedro Aguado les ha citado ante el Juez de Primera instancia por un cajón que no aparece. El viajero no tiene billete y ha pedido un duplicado al administrador de la Coruña, Rodríguez. Se quejan en Madrid que haya sido tan despistado, pues le ha extendido un billete en un día en que no salió góndola de La Coruña. Dígale que “en lo sucesivo sepa mejor lo que pasa en su administración”. Este mismo administrador había despachado recibos firmados por él, en los que se garantizaba la condición de no haber retrasos en la llegada de los bultos. Ahora que la nieve les ha trastocado los planes se pregunta quién pagará los mariscos. ¿Quién facultó para poner esta clausula? En Madrid, se llaman andana.
El zagal Florentino, con su tiro es trasladado a los Nogales. Quizá no puede pasar y dan órdenes a Ventura Franco para que lo retenga en Villafranca sin que nadie conozca que va a sustituir al tiro de Tomás Carro. Para el 19 la línea ya está más a punto. Los tiros se han descabalado y para su arreglo y control se suspende el servicio durante un día. La independencia de Rodríguez y el pintoresco modo de solucionar muchas de sus papeletas obliga a la dirección a provocar un cambio. El nuevo administrador es Vicente María Amor.
También se sabe dar el oportuno elogio. Bien lo estaba esperando Miguel Crespo, el astorgano; y lo consigue al pasar el puerto de Manzanal el mayoral Rafael. Claro que la cuenta del mes no le ha salido bien. No aparecen los cincuenta reales del asiento del ama del Padre Cirilo a Madrid. Nos enteramos de casos chuscos, como el de aquel caballero don Manuel Feijoo que en la dependencia de Lugo, al pagar exceso de peso entregó primero una onza de oro, luego otra que se le rechazó por falta de peso y por último un duro falso, que tragaron sin más.
Una carta que es un modelo de los principios que encarnaban en la empresa, nos va a permitir la reconstitución de un hecho de este traginante mundo de las diligencias. Otra carta, dirigida al amo del infractor nos va a servir de complemento. Primero la del amo, que es el mayoral Quintín Ansótegui que dejó sustituyéndole a José Crespo. Le cuenta como el mayoral tardó en su primera salida, cuatro días en llegar a León, con el consiguiente disgusto de los viajeros. El retraso y las malas contestaciones fueron los compañeros. La reconvención del sobrestante de la línea le hizo adelantar un día en su vuelta a León: Llegó en el plazo de tres. Le ha sustituido otro que corrió en Santander y la primera tirada del viaje fue en ir dentro de la berlina tumbado. El segundo viaje tuvo un atasco de 20 horas cerca de Rioseco. Le pide que venga pronto, porque esta línea no es para mayorales primerizos, desconocedores. La otra carta viene dirigida a José Crespo, en Olmedo: “La subordinación es el principio que mejores resultados da, en toda clase de servidumbres. El que sirviendo como usted tiene que ganar su subsistencia debe reconocer amos y jefes que le manden; esto así es muy extraño el que usted desobedeciendo la orden del administrador de Valladolid haya echado a perder el servicio, entorpeciéndolo con su estancia en Olmedo, echando bravatas de hacer lo que le daba la gana, desobedeciendo también al mayoral Antonio Cerdán, que sin duda alguna es su superior. Es un principio reconocido que el más torpe, incapaz y bruto es el más tenaz y duro de cabeza en todo, que con usted ha sucedido. Y sin embargo de que estoy bien persuadido que de ninguna manera podré enmendar la falta de usted ni los graves males que con ella ha causado a la compañía, pongo en su conocimiento que no pierdo el derecho del castigo a que se haya hecho acreedor por su mala fe e índole en lo que ha hecho, pues usted debe de conocer que las empresas no están a merced de lo que quiera hacer un pillete o el primer venido que desgraciadamente sin conocerle antes, entró al servicio de ellas”. Se le impone una sanción de 200 reales más otra de 600 a su amo.
Los mayorales cambian de carruaje: Joaquín se ha encargado de uno en Valladolid y ahora ha seguido a Galicia. La enfermedad y convalecencia de José González le tendrán retirado al menos dos meses, mientras tanto se selecciona a otro nuevo que no conocen ”pero de quien tengo muy buenas referencias”.
De Angelita Ponte y para una Montenegro Valleinclanesca, Luisa Montenegro eran los mariscos que se retrasaron quince días por la nieve. Lástima de frigoríficos…
El uno de febrero, han pasado unas horas desde que el mayoral Manuel Ros volcara entre Lavajos y Villacastín. El coche de León llegó con retraso. Parece ser que sufrió dos o tres atascos en el camino.