Redacción
Jueves, 03 de Julio de 2014

Ildefonso Rodríguez abre la VII edición de 'Poesía a orillas del Órbigo'

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La VII Edición de 'Poesía a orillas del Órbigo' comenzará este viernes 4 de julio y se prolongará durante los siguientes viernes de este mes. Durante las seis ediciones anteriores, esta iniciativa ha permitido a los amantes de la poesía escuchar en directo versos al caer la tarde en la orilla del río Órbigo, fuente de inspiración de muchos poetas, como Elena Santiago, la primera autora con la que se abrió en el año 2008 este ciclo.

 

 A lo largo de estos años se ha disfrutado de autores de reconocido prestigio en el panorama literario actual y que han sido galardonados a lo largo de su carrera artística con diversos premios literarios:  Elena Santiago, Juan Carlos Mestre, Antonio Colinas, Antonio Merayo, Cecilia Quílez, Raquel Lanseros, Marifé Santiago Bolaños, Pilar Blanco, Ángel Curiel, Alexandra Domínguez, Javier Lostalé, Ester Folgueral, Miguel Ángel Muñoz Sanjuan, Jesús Losada, Carmen Busmayor, María José Cordero y las autoras locales: Loli Bodas, Lucía Rubio, Pilar Sánchez y Manuela Rejas. También se ha escuchado la voz de Luis Artigue, José Luis Puerto, Rafael Saravia ,Fermín López Costero, Tomás Sánchez Santiago, Eloísa Otero, Olga Mansilla, con su “Poesía para Marionetas” y Víctor M. Díez.  

La cita de este año será a las 20 horas, en el Polideportivo de Veguellina de Órbigo, con los siguientes poetas:  

Día 4: Ildefonso Rodríguez

Día 11: Laura Giordani

Día 18: Julia Conejo

Día 25: Juan Carlos Abril.

 

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Ildefonso Rodríguez

El ciclo 'Poesía a orillas del Órbigo' comienza con Idelfonso Rodríguez. El escritor vive en la localidad leonesa de Villabalter y se dedica profesionalmente al jazz y a la música improvisada como saxofonista. Es profesor de saxo en la escuela municipal de música de León y dirige allí un taller de improvisación.

 

Fue miembro fundacional de dos revistas literarias (Cuadernos leoneses de poesía y El signo del gorrión) y colaborador de otras publicaciones. Su obra lírica comprende 'Mantras de Lisboa' (1986), 'Libre volado'r (1988), 'La triste estación de las vendimias' (1988), 'Mis animales obligatorios' (1995, premio Rafael Alberti)… Todos ellos tienen en común el fragmentarismo, la acumulación de imágenes y la renuncia a la sintaxis lógica; son versos que reclaman la colaboración cómplice para dotarles de un sentido completo. En 'Coplas del amo' (1997), libro compuesto por más de doscientos bloques de prosa poética, se vuelve a huir de cualquier desarrollo narrativo y se persigue la instantánea, las impresiones dispersas.

 

En su último poemario, 'Política de los encuentro's (2003), según el también poeta Víctor M. Díez, el autor aúna las características más sobresalientes de su obra anterior, “el fraseo rítmico de Coplas del amo, la densidad surrealista de Mis animales obligatorios, la capacidad de generar imágenes en la fabulación de Son del sueño o la inquietante relación de todo autor con su doble en Contrario y semejante. Y todo ello, sin perder el rigor vanguardista ni el vigor imaginativo del que siempre ha hecho gala; añadiendo, eso sí, elementos novedosos que moldean su escritura hasta procurarle una respiración nueva, una música de tensiones menos violentas pero, quizás, más profundas”

 

También participó, junto con Antonio de las Moras, Eladio de Pablo, Luis Javier Álvarez, «Yako» y Miguel Suárez, en el libro de poemas titulado Escrituras materiales (1972). Aparece incluido, entre otras, en las antologías Esto era y no era (Ámbito, 1985) y La prueba del nueve (Cátedra, 1994).

 

La música, tan importante y decisiva en la vida del autor, podría decirse que es también algo inmanente a su poesía, pues de una u otra forma está presente en ella, determinando no sólo su configuración, sino la mecánica de la composición e intelección poética. También la insinuación y la sutil sugerencia, la referencia velada o mediata, la asociación o evocación existencial caracterizan y conforman la articulación de su obra lírica, acerca de al cual ha escrito Miguel Casado: “Sus imágenes abiertamente irreductibles complican su lectura al sucederse vertiginosamente y convierten cada texto en un conjunto de mínimos fragmentos encadenados”.

 

En 2007, publicó El jazz en la boca, un libro almanaque, cajón de sastre, sopa de letras… Como resumió José María Guelbenzu, “El jazz en la boca es una especie de diario que recoge reflexiones, sensaciones, intuiciones, proposiciones ceñidas al arte y la vida… Son apuntes muy diversos aunque de tronco común y por ellos caminan músicos de jazz y no sólo de jazz, consideraciones vitales, revelaciones poéticas, imágenes, poetas, aforismos y hasta pequeños ensayos, que siguen el ritmo de los días”.

 

 

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