Viernes, 15 de Marzo de 2013

Mohammed Aziz, el abogado Moreno y el juez Fernández Seijo

JUAN JOSÉ ALONSO PERANDONES /
 
El marroquí Mohammed Aziz no puede celebrar en su casa, pues fue desahuciado, el haber ganado un pleito al Estado Español. Sin embargo, el éxito de  su recurso ante el Tribunal de Estrasburgo abre una posibilidad de retrasar los desalojos de  miles de familias que, como la suya, un día tuvieron trabajo y firmaron una hipoteca para contar con casa propia. Los datos que nos llegan desde los bancos siempre son fríos, gélidos cuando los transmiten los responsables políticos, y ardientes para quienes se ven en la calle con sus hijos y sus enseres.  No es una solución definitiva, pero al menos permitirá a jueces sensibles con el dolor humano el poder parar un procedimiento y hacer esperar a ese buldózer que en forma de notificación envuelve y oculta el sufrimiento, la angustia y el desamparo.
Debemos indagar en la historia particular de Aziz, el marroquí con tres hijos y minusvalía, con su subsistencia en total precariedad; en la del abogado Moreno, sin dinero siquiera para presentarse en Estrasburgo, adonde tuvo que defender la causa,  y cuya  ocupación ha sido amparar precisamente a quien no le podía pagar; y en la del juez de lo mercantil Fernández Seijo, tan brillante desde su juventud y que ha vapuleado la ley hipotecaria española. Son muchas las preguntas que uno puede hacerse;  por ejemplo, cómo después de tantos años de democracia no ha habido tiempo ni interés en adecuar una ley a la normativa europea. Asimismo, la importancia de formar parte, en pleno derecho,  de las instituciones del Viejo Continente, en un momento, además,  de motivado desencanto.
Tres ciudadanos que han escrito una página de la historia con mayúsculas;  tres vidas apasionantes por su cruda realidad;  tres historias de ahora mismo con las que podemos darnos cuenta qué tiempos vivimos, de cómo se puede dar un ejemplo de solidaridad.
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