El lugar de Leopoldo María Panero
Eloy Rubio Carro
![[Img #11421]](upload/img/periodico/img_11421.jpg)
Una vez dormí en una cama que olía a hogueras, me abrasé en ella. Contra toda intención volví por la trasera a la misma pensión de la que huía, a aquel cuarto oscuro, al olor fétido en el sueño. Ni siquiera lo habían limpiado; las mismas sábanas arrugadas de la noche con su aroma de podredumbre, los periódicos que dejara bajo el lavabo para no ensuciarme permanecían tal cual. A esa cama a morir regreso, siendo un miserable que lleva su propio olor de hoguera.
Desde aquel entonces el olor iba conmigo, pegado a mí, de cada cama que salía venía una vaharada de humo, de pobreza, de cada día hurgando para encontrar un mendrugo.
Soñé entonces que me decía ¿Quién soy yo? Me lo sigo diciendo desde entonces, pues yo ya no era. Sentía extrañeza para conmigo mismo, para con eso que fuera ahora; para lo que hubiera sido antes también tuve extrañeza. Era siempre otro; pero ¿quién otro? Un yo cercado, herido. Era no siendo. 'Aquel que no es'. He ahí la extrañeza, mi ‘negación de mí’ para ser el ‘no ser’. Una forma de la que escaparía ‘quienfuese’.
Yo era Johannes de Silentio. ¿Quién?: un ser oscurecido que llevaba el silencio en su pregunta; que por no ser oído no dejaba de hablar ya sin remedio. Tan callando se me venía oyendo…
Tal vez, padre, a ese silencio que Tú conoces y ya no puede dejar de hablar, pudieras preguntarle, padre, ¿quién soy yo? Tal vez, padre Tú sepas bien quién fuiste y me sepas dar la palabra a mi pregunta, para que pudiera hablar y se escuchara mi palabra.
Si supiera quién fuiste, tal vez Yo pudiera ser yo, tal vez pudiera decir con nitidez esas voces tomadas de los otros, y me afirme en el silencio virgen de los otros, en el silenciamiento virgen, y viéramos lo nunca dicho y se revelara el esplendor sin ser dicho/a.
Entonces padre, ‘Tuyyó’, que permaneces asido de esa sombra ahí abajo, en esa confusión, en esa oscuridad de oír las sombras: ‘Yoytú’. Tan grande amor que nos tuvo confundidos, y la dicha en la palabra y su poema nos haría el ser.
Tal vez, padre, otra vez Yo ya no sea y sea Tú.
Eloy Rubio Carro
Una vez dormí en una cama que olía a hogueras, me abrasé en ella. Contra toda intención volví por la trasera a la misma pensión de la que huía, a aquel cuarto oscuro, al olor fétido en el sueño. Ni siquiera lo habían limpiado; las mismas sábanas arrugadas de la noche con su aroma de podredumbre, los periódicos que dejara bajo el lavabo para no ensuciarme permanecían tal cual. A esa cama a morir regreso, siendo un miserable que lleva su propio olor de hoguera.
Desde aquel entonces el olor iba conmigo, pegado a mí, de cada cama que salía venía una vaharada de humo, de pobreza, de cada día hurgando para encontrar un mendrugo.
Soñé entonces que me decía ¿Quién soy yo? Me lo sigo diciendo desde entonces, pues yo ya no era. Sentía extrañeza para conmigo mismo, para con eso que fuera ahora; para lo que hubiera sido antes también tuve extrañeza. Era siempre otro; pero ¿quién otro? Un yo cercado, herido. Era no siendo. 'Aquel que no es'. He ahí la extrañeza, mi ‘negación de mí’ para ser el ‘no ser’. Una forma de la que escaparía ‘quienfuese’.
Yo era Johannes de Silentio. ¿Quién?: un ser oscurecido que llevaba el silencio en su pregunta; que por no ser oído no dejaba de hablar ya sin remedio. Tan callando se me venía oyendo…
Tal vez, padre, a ese silencio que Tú conoces y ya no puede dejar de hablar, pudieras preguntarle, padre, ¿quién soy yo? Tal vez, padre Tú sepas bien quién fuiste y me sepas dar la palabra a mi pregunta, para que pudiera hablar y se escuchara mi palabra.
Si supiera quién fuiste, tal vez Yo pudiera ser yo, tal vez pudiera decir con nitidez esas voces tomadas de los otros, y me afirme en el silencio virgen de los otros, en el silenciamiento virgen, y viéramos lo nunca dicho y se revelara el esplendor sin ser dicho/a.
Entonces padre, ‘Tuyyó’, que permaneces asido de esa sombra ahí abajo, en esa confusión, en esa oscuridad de oír las sombras: ‘Yoytú’. Tan grande amor que nos tuvo confundidos, y la dicha en la palabra y su poema nos haría el ser.
Tal vez, padre, otra vez Yo ya no sea y sea Tú.