Un libro para sorber las minucias del Camino de Santiago
![[Img #11485]](upload/img/periodico/img_11485.jpg)
La presentación del libro ’Pasos. Diario lírico del Camino de Santiago’, cuyo autor es Emilio Pedro Gómez, corrió a cargo de José del Río, quien destacó que la singularidad de este libro es la de cómo responde a la pregunta ¿A dónde Voy?: “A sorber las minucias que cada etapa me ofrezca, a recobrar una conciencia milenaria, a ser camino, a darle otra oportunidad a la gran costumbre de la vida”. La geografía por la que discurre el caminante es más anímica que cartográfica. En ‘Pasos’ “el tiempo no transcurre, solo se mueve el espacio, cambian los pueblos, los paisajes, las personas que Emilio convierte en experiencias del alma, emociones intelectuales”…
Tras una breve disertación por parte del autor se proyectó un ‘diaporama’ muy trabajado para acompañar la lectura de una selección de haikus extraídos del libro. Algunos de los cuales eran contra esa gran costumbre, un puñado de pájaros.
Se trata de un diario del Camino de Santiago diferente de los libros al uso, pues no narra, no describe las anécdotas cotidianas, sino que recoge vivencias, reflexiones, chispazos, recoge momentos especiales, fulgores de belleza, aerolitos mentales, instantes de una carga poética considerable, de ahí el subtítulo de ‘Diario lírico del Camino de Santiago’.
![[Img #11484]](upload/img/periodico/img_11484.jpg)
Emilio Pedro Gómez mientras hacía el camino tomaba notas, -enseñó el modelo de libreta diminuta, la que fue su última libreta y su último bolígrafo-, de lo que le estaba sucediendo, de lo que pensaba sobre lo que le estaba sucediendo y de las evocaciones que le sugerían pasajes de algún autor que -pensaba él- hubiera considerado ya ese pensamiento. Tomaba nota del autor, a veces recordaba la cita o parte de la cita, de manera que luego en casa empleó a partir de esas notas, mucho tiempo en escribir el libro.
En el prólogo de José Jiménez Corbatón se señala: ‘La vida es una constante fuga. El encuentro es no encontrarse, ni siquiera al cruzar su villa natal. Astorga: “cuando vuelva al que fui, confiesa yo ya me he ido…”’ Astorga ocupa un poco más en el libro y eso a pesar de la extrañeza o a causa de ella, de no conseguir verla como una ciudad más del camino siendo eso también lo que es para el peregrino que era a Santiago.
Cuando Pedro Gómez hizo el camino, intentó buscar un libro como éste que ha escrito y los únicos que encontró de reflexiones breves que le ayudasen a ahondar en el camino eran todos de carácter religioso, meditaciones de tufillo confesional. El libro contiene haikus, tal vez no vaya a estar ese monumento que siempre aparece en las guías, pero refleja el fulgor del instante, la luz durmiente de las cosas.
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La presentación del libro ’Pasos. Diario lírico del Camino de Santiago’, cuyo autor es Emilio Pedro Gómez, corrió a cargo de José del Río, quien destacó que la singularidad de este libro es la de cómo responde a la pregunta ¿A dónde Voy?: “A sorber las minucias que cada etapa me ofrezca, a recobrar una conciencia milenaria, a ser camino, a darle otra oportunidad a la gran costumbre de la vida”. La geografía por la que discurre el caminante es más anímica que cartográfica. En ‘Pasos’ “el tiempo no transcurre, solo se mueve el espacio, cambian los pueblos, los paisajes, las personas que Emilio convierte en experiencias del alma, emociones intelectuales”…
Tras una breve disertación por parte del autor se proyectó un ‘diaporama’ muy trabajado para acompañar la lectura de una selección de haikus extraídos del libro. Algunos de los cuales eran contra esa gran costumbre, un puñado de pájaros.
Se trata de un diario del Camino de Santiago diferente de los libros al uso, pues no narra, no describe las anécdotas cotidianas, sino que recoge vivencias, reflexiones, chispazos, recoge momentos especiales, fulgores de belleza, aerolitos mentales, instantes de una carga poética considerable, de ahí el subtítulo de ‘Diario lírico del Camino de Santiago’.
![[Img #11484]](upload/img/periodico/img_11484.jpg)
Emilio Pedro Gómez mientras hacía el camino tomaba notas, -enseñó el modelo de libreta diminuta, la que fue su última libreta y su último bolígrafo-, de lo que le estaba sucediendo, de lo que pensaba sobre lo que le estaba sucediendo y de las evocaciones que le sugerían pasajes de algún autor que -pensaba él- hubiera considerado ya ese pensamiento. Tomaba nota del autor, a veces recordaba la cita o parte de la cita, de manera que luego en casa empleó a partir de esas notas, mucho tiempo en escribir el libro.
En el prólogo de José Jiménez Corbatón se señala: ‘La vida es una constante fuga. El encuentro es no encontrarse, ni siquiera al cruzar su villa natal. Astorga: “cuando vuelva al que fui, confiesa yo ya me he ido…”’ Astorga ocupa un poco más en el libro y eso a pesar de la extrañeza o a causa de ella, de no conseguir verla como una ciudad más del camino siendo eso también lo que es para el peregrino que era a Santiago.
Cuando Pedro Gómez hizo el camino, intentó buscar un libro como éste que ha escrito y los únicos que encontró de reflexiones breves que le ayudasen a ahondar en el camino eran todos de carácter religioso, meditaciones de tufillo confesional. El libro contiene haikus, tal vez no vaya a estar ese monumento que siempre aparece en las guías, pero refleja el fulgor del instante, la luz durmiente de las cosas.





