¿Quién manda aquí?
Allá por los albores de la crisis, hasta los mismísimos gurús del neoliberalismo temieron por el fin del capitalismo. El propio Sarkozy trató de salir al paso en una cumbre de líderes mundiales con una propuesta tan ridícula como disparatada. Sarko propuso refundar el capitalismo para darle un rostro humano, un oxímoron. Pero eso era por aquél entonces, año 2007.
Después de siete años de crisis, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. La clase trabajadora que accedió al consumo continúa sumida en la precariedad y se proletariza cada vez más. Y al estar indefensos, al creernos el cuento de la clase media -una categoría intelectual carente de operatividad- los de abajo nos vimos indefensos ante el embate de los recortes, incapaces de defendernos y menos aun de pasar a la ofensiva, víctimas de la doctrina del shock.
Ante esta tesitura tan favorable, la oligarquía se vio fuerte y desde entonces el discurso dominante ha pasado a ser el de criminalizar a la política y señalar a los políticos como los culpables de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pues bien, creo que no existe tal clase política. Creo que existen políticos de distinta clase, políticos al servicio de una determinada clase social. Igual que creo que todos los ciudadanos somos políticos por acción o por omisión. Somos ciudadanos de la polis, depositarios de derechos conquistados que se sostienen a su vez en obligaciones. Y creo que el discurso apolítico es el discurso más reaccionario que hay. Porque en realidad, el discurso más sensato y progresivo es el que defiende la política, concretamente la política popular, la democracia más allá de como se concibe en esta civilización en grado de descomposición avanzado.
Y si se cree en la política y se quiere rehabilitar la política, en consecuencia hace falta decir la verdad. Cosa que no ocurre con demasiada frecuencia ¿Qué político se atreve a decir a las claras que el sector público es raquítico? ¿O qué el gasto público es diminuto? Es más fácil escuchar que sobran funcionarios, que se gasta demasiado (aunque seamos conscientes de que no tenemos bomberos, ni suficientes médicos, ni camas suficientes en el hospital); es más fácil decir que se gasta mucho (idea simple) que decir que se gasta poco, pero que lo poco que se gasta, se gasta muy mal (idea mucho más compleja). Es más fácil ponerse en el lugar de la clase dominante que tomar conciencia.
Pero más allá de esta cuestión con respecto al problema de la clase política en general, conviene aclarar cual es el problema sustancial ¿El problema son los políticos? ¿O el problema en realizad es de la ciudadanía que vota a determinados políticos de los que luego se desentiende? O peor aún: ¿no será que el problema consiste en que los políticos están subordinados al poder financiero y que la mayoría le sirven a este con lealtad? ¿No será que la democracia actual es tan solo una mera ficción? Seamos prácticos y pensemos en clave local: En Astorga gobernaba Perandones y ahora Alonso, pero todo el mundo es consiente de que en realidad quien ha mandado siempre es un constructor.
Por eso, salir de la crisis implica conquistar la democracia en todas sus dimensiones (cultural, institucional, económica, social…), lo cual implica politizarnos de forma creativa, crear un sistema alternativo, plural pero ordenado y que se escape de la lógica neoliberal. La otra alternativa a la democracia es la que sufrimos a diario, la que practica el Partido Popular: salarios de mierda, paro, inseguridad social, recortes…
Se puede elegir y conviene hacerlo bien, porque después de elegir carecen de sentido las lamentaciones. Y seamos conscientes de que toda elección conlleva esfuerzos, se opte por la democracia o se opte por la barbarie.
elblogdechemajanez.blogspot.com
@chemajanez
jmjanezf@gmail.com
Allá por los albores de la crisis, hasta los mismísimos gurús del neoliberalismo temieron por el fin del capitalismo. El propio Sarkozy trató de salir al paso en una cumbre de líderes mundiales con una propuesta tan ridícula como disparatada. Sarko propuso refundar el capitalismo para darle un rostro humano, un oxímoron. Pero eso era por aquél entonces, año 2007.
Después de siete años de crisis, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. La clase trabajadora que accedió al consumo continúa sumida en la precariedad y se proletariza cada vez más. Y al estar indefensos, al creernos el cuento de la clase media -una categoría intelectual carente de operatividad- los de abajo nos vimos indefensos ante el embate de los recortes, incapaces de defendernos y menos aun de pasar a la ofensiva, víctimas de la doctrina del shock.
Ante esta tesitura tan favorable, la oligarquía se vio fuerte y desde entonces el discurso dominante ha pasado a ser el de criminalizar a la política y señalar a los políticos como los culpables de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pues bien, creo que no existe tal clase política. Creo que existen políticos de distinta clase, políticos al servicio de una determinada clase social. Igual que creo que todos los ciudadanos somos políticos por acción o por omisión. Somos ciudadanos de la polis, depositarios de derechos conquistados que se sostienen a su vez en obligaciones. Y creo que el discurso apolítico es el discurso más reaccionario que hay. Porque en realidad, el discurso más sensato y progresivo es el que defiende la política, concretamente la política popular, la democracia más allá de como se concibe en esta civilización en grado de descomposición avanzado.
Y si se cree en la política y se quiere rehabilitar la política, en consecuencia hace falta decir la verdad. Cosa que no ocurre con demasiada frecuencia ¿Qué político se atreve a decir a las claras que el sector público es raquítico? ¿O qué el gasto público es diminuto? Es más fácil escuchar que sobran funcionarios, que se gasta demasiado (aunque seamos conscientes de que no tenemos bomberos, ni suficientes médicos, ni camas suficientes en el hospital); es más fácil decir que se gasta mucho (idea simple) que decir que se gasta poco, pero que lo poco que se gasta, se gasta muy mal (idea mucho más compleja). Es más fácil ponerse en el lugar de la clase dominante que tomar conciencia.
Pero más allá de esta cuestión con respecto al problema de la clase política en general, conviene aclarar cual es el problema sustancial ¿El problema son los políticos? ¿O el problema en realizad es de la ciudadanía que vota a determinados políticos de los que luego se desentiende? O peor aún: ¿no será que el problema consiste en que los políticos están subordinados al poder financiero y que la mayoría le sirven a este con lealtad? ¿No será que la democracia actual es tan solo una mera ficción? Seamos prácticos y pensemos en clave local: En Astorga gobernaba Perandones y ahora Alonso, pero todo el mundo es consiente de que en realidad quien ha mandado siempre es un constructor.
Por eso, salir de la crisis implica conquistar la democracia en todas sus dimensiones (cultural, institucional, económica, social…), lo cual implica politizarnos de forma creativa, crear un sistema alternativo, plural pero ordenado y que se escape de la lógica neoliberal. La otra alternativa a la democracia es la que sufrimos a diario, la que practica el Partido Popular: salarios de mierda, paro, inseguridad social, recortes…
Se puede elegir y conviene hacerlo bien, porque después de elegir carecen de sentido las lamentaciones. Y seamos conscientes de que toda elección conlleva esfuerzos, se opte por la democracia o se opte por la barbarie.
elblogdechemajanez.blogspot.com
@chemajanez
jmjanezf@gmail.com