Un olvido llamado Alzehimer
Desde la estepa oscura y gris de las neuronas dormidas por los disturbios del olvido, viajan raídos recuerdos que solo asoman en momentos indecisos. Son recuerdos que tiemblan un segundo y luego desparecen como humo, como nube de polvo que se aposenta en los caminos.
En los caminos del tiempo, se oyen lamentos discontinuos y sucios, como retortijones de fracasos. La memoria es un camino de tiempo horadada por el cauce le la vida, pero… ¿qué sucede si la memoria borra el camino y el tiempo y la vida?
Si la memoria enferma y se va muriendo antes que la vida, la persona se seca, se pudre comida por el moho oscuro y lineal del tedio.
La memoria, esa fuente de misterios, que nos juega muy malas pasadas cuando menos lo esperamos, es nuestra aliada para nadar a favor y contracorriente en el río que nos lleva hacia el inicio. Si ella nos niega su fluir, estamos conminados a ahogarnos en el profundo istmo del caos antes de morir.
Si la memoria enferma y se va muriendo antes que la vida, la persona se convierte en desierto, en ceniza de sus propios átomos. La persona sin memoria, pierde sus pensamientos, se ve abocada a la piedad de los otros, deja de ser útil, se convierte en fantasma de su propia imagen.
Me estoy poniendo trágica, aunque nunca lo suficiente ante una enfermedad que se come a las personas y les deja sus vísceras para mantener a un muñeco que no se acuerda de su nombre.
El Alzheimer es una terrible, poderosa y destructiva enfermedad ante la que aún tenemos que hincar nuestros cuerpos si nos roza. Parece que están investigando la forma de saber “a tiempo” si lo vas a padecer, al menos así, con un tratamiento precoz, se podrán paliar los feroces y oscuros senderos por los que los enfermos tienen que transitar actualmente. También será un descanso para los familiares, ya que esta enfermedad, puede con la persona que la padece y con los que tiene alrededor, sus tentáculos son tan poderosos que desarman todo lo que tocan.
Mordida existencial: Más que mordida un ósculo de emoción a todos los que dedican su tiempo a estos enfermos desahuciados de su memoria, y por ende de su vida. Para ellos toda gratitud es poca, máxime sabiendo que por muy sanos que estemos hoy, mañana podemos ser pasto del lado oscuro de los recuerdos.
Desde la estepa oscura y gris de las neuronas dormidas por los disturbios del olvido, viajan raídos recuerdos que solo asoman en momentos indecisos. Son recuerdos que tiemblan un segundo y luego desparecen como humo, como nube de polvo que se aposenta en los caminos.
En los caminos del tiempo, se oyen lamentos discontinuos y sucios, como retortijones de fracasos. La memoria es un camino de tiempo horadada por el cauce le la vida, pero… ¿qué sucede si la memoria borra el camino y el tiempo y la vida?
Si la memoria enferma y se va muriendo antes que la vida, la persona se seca, se pudre comida por el moho oscuro y lineal del tedio.
La memoria, esa fuente de misterios, que nos juega muy malas pasadas cuando menos lo esperamos, es nuestra aliada para nadar a favor y contracorriente en el río que nos lleva hacia el inicio. Si ella nos niega su fluir, estamos conminados a ahogarnos en el profundo istmo del caos antes de morir.
Si la memoria enferma y se va muriendo antes que la vida, la persona se convierte en desierto, en ceniza de sus propios átomos. La persona sin memoria, pierde sus pensamientos, se ve abocada a la piedad de los otros, deja de ser útil, se convierte en fantasma de su propia imagen.
Me estoy poniendo trágica, aunque nunca lo suficiente ante una enfermedad que se come a las personas y les deja sus vísceras para mantener a un muñeco que no se acuerda de su nombre.
El Alzheimer es una terrible, poderosa y destructiva enfermedad ante la que aún tenemos que hincar nuestros cuerpos si nos roza. Parece que están investigando la forma de saber “a tiempo” si lo vas a padecer, al menos así, con un tratamiento precoz, se podrán paliar los feroces y oscuros senderos por los que los enfermos tienen que transitar actualmente. También será un descanso para los familiares, ya que esta enfermedad, puede con la persona que la padece y con los que tiene alrededor, sus tentáculos son tan poderosos que desarman todo lo que tocan.
Mordida existencial: Más que mordida un ósculo de emoción a todos los que dedican su tiempo a estos enfermos desahuciados de su memoria, y por ende de su vida. Para ellos toda gratitud es poca, máxime sabiendo que por muy sanos que estemos hoy, mañana podemos ser pasto del lado oscuro de los recuerdos.




