¡A las 11 en Taxis!
Llegó el momento de abandonar mi ciudad, que no pueblo Astorga. Como la mayoría de los astorganos de mi edad que es relativamente poca, tengo que irme a otra ciudad en busca de estudios, nuevos amigos y experiencias. Me siento en deuda con esa mi ciudad de la que me siento tan orgulloso cuando me preguntan: “¿De dónde eres?” (Aunque a veces tenga que decirles donde está). En Astorga nos conocemos todos, sabemos dónde ir para encontrar a éste o aquel. Mucha gente piensa que esto es un problema, pero acaso ¿Todo lo que no sea nuevo es malo? Yo creo que no. Nuestra ciudad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, cada uno sabrá lo que le gusta más y menos, pero ¿Hay alguien que no eche de menos Astorga viviendo por cualquier motivo en otra ciudad? Sinceramente lo dudo.
Los años que he pasado allí no los cambio por nada del mundo. Como todos, empecé en un colegio en el que nos metíamos con las Escolapias. Un colegio en el que un señor en preescolar nos estiraba las orejas y luego en clase nos ponía vídeos de Muzzy, un monstruo muy 'majete' que nos enseñaba inglés comiendo relojes. Entras en primaria y te encuentras con Don Juan y sus 'Juanolas', el que para muchos es el mejor profesor que hemos tenido, gracias. Sigues pasando de curso haciendo todos los años la temible voltereta en la espaldera y los malabares con Encarna, sin olvidarnos de cantar el 'Buenos días melodías' en clase de música. Cuando te quieres dar cuenta estás en sexto escuchando de nuevo las historias de Isabel en Inglaterra.
Sin previo aviso llega el instituto, ay el instituto, el momento de conocer a niños de otros colegios que también se metían con las Escolapias, el momento de una pequeña independencia. En el instituto seguramente conocemos a los que ahora son nuestros amigos, pero entonces no lo sabíamos, yo las primeras semanas solo quería que pasase rápido el fin de semana, llamadme raro. Poco a poco vas cogiendo confianza, lo que se traduce en hablar más y en hacer más 'gamberradas'. Llegas a segundo, a tercero, a cuarto y aparte de pensar en que llegue pronto el fin de semana, piensas lo lejos que queda el colegio, echas un vistazo a tu alrededor y de aquella clase en la que a todos nos tiraban de las orejas quedamos cuatro, por decir algo. Suerte que hay amigos que nunca se pierden.
A la vez que estás en el instituto comienzas a descubrir la noche astorgana y su fiesta. Fiesta que siempre comienza con un: ¡a las once en taxis! Caracterizada la mayoría de las veces por su escasez, eso sí, cuando hay fiesta, hay fiesta. GPS, Cuadros, el K… y cuando pasas los 30 aprox. la calle del Ovalle (es broma). Llega el verano y julio, y con julio 'Astures' (para los Astures) y 'Romanos' (para los romanos) o lo que viene a ser lo mismo, cuatro días o más que hacen que necesites la primera semana de agosto para descansar. Con agosto llegan 'las fiestas', en las que hay días grandes, días flojos y la mierda de 'Noche Larga'. Esta última es la típica noche en las que nos solemos llevar más decepciones que alegrías, ese día en la que casi ninguno de los forasteros que recibimos sacan el metro, es porque no saben que cuando no hay que sacarlo es el lunes (martes, miércoles y jueves a gusto del consumidor). San Román y vuelta a la rutina.
Acabada la ESO comienza Bachillerato. Después de estar todo el verano despreocupándote de qué optativas vas a elegir, llegas y lo decides la última semana como buen estudiante. Pues bien, tras esto comienza el curso y aparentemente no hay novedades significativas… Salvo una: que llegan los de las Escolapias. Es ahí cuando piensas lo tonto que eras mientras te haces amigo de ellos, buenos amigos. En bachillerato ya no tienes miedo a los partes, ya solo a los exámenes. Un alto para hablar de los profesores que como en todo los hay buenos y malos, a todos hay que respetarles obviamente, pero los hay mejores y peores. Ahora he visto gente que se va a León a estudiar solo por motivos académicos. Yo precisamente no he sido un estudiante modelo, pero sí sé que si estudias apruebas, independientemente del instituto, del profesor y de cualquier otro motivo. Si a algún hijo le ha dicho a su padres que no aprueba por culpa del profesor o instituto miente, os lo aseguro (que a lo mejor ni lo hay, pero por si acaso) salvo si es química con Estrella y lengua con Marce el primer trimestre o en su defecto el segundo si has aprobado el primero, son las únicas excepciones. El instituto se echa de menos, aún miro a los lados al salir al pasillo de mi casa y aún veo en ocasiones a JC en la puerta con las manos en los bolsillos. Perdónanos Juan Carlos por hacerte sufrir tanto, en el fondo sabemos que eres un buen tío.
Se podrían escribir cientos y cientos de páginas con anécdotas y sucesos astorganos pero éstos son los primeros que se me han ocurrido, será porque son los más importantes espero. Con esto a parte de aburriros con mi vida quería hacer mi pequeño homenaje a mi ciudad, no con el fin de ser reconocido o compartido si no para recordaros de dónde somos. No debemos abandonarla, sobre todo los jóvenes pues en el momento en que alguno comparta algunas de las cosas que he dicho que seguro que alguien habrá, se dará cuenta de que echa de menos Astorga, si no lo hace ya. Gracias Astorga y Astorganos.
Llegó el momento de abandonar mi ciudad, que no pueblo Astorga. Como la mayoría de los astorganos de mi edad que es relativamente poca, tengo que irme a otra ciudad en busca de estudios, nuevos amigos y experiencias. Me siento en deuda con esa mi ciudad de la que me siento tan orgulloso cuando me preguntan: “¿De dónde eres?” (Aunque a veces tenga que decirles donde está). En Astorga nos conocemos todos, sabemos dónde ir para encontrar a éste o aquel. Mucha gente piensa que esto es un problema, pero acaso ¿Todo lo que no sea nuevo es malo? Yo creo que no. Nuestra ciudad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, cada uno sabrá lo que le gusta más y menos, pero ¿Hay alguien que no eche de menos Astorga viviendo por cualquier motivo en otra ciudad? Sinceramente lo dudo.
Los años que he pasado allí no los cambio por nada del mundo. Como todos, empecé en un colegio en el que nos metíamos con las Escolapias. Un colegio en el que un señor en preescolar nos estiraba las orejas y luego en clase nos ponía vídeos de Muzzy, un monstruo muy 'majete' que nos enseñaba inglés comiendo relojes. Entras en primaria y te encuentras con Don Juan y sus 'Juanolas', el que para muchos es el mejor profesor que hemos tenido, gracias. Sigues pasando de curso haciendo todos los años la temible voltereta en la espaldera y los malabares con Encarna, sin olvidarnos de cantar el 'Buenos días melodías' en clase de música. Cuando te quieres dar cuenta estás en sexto escuchando de nuevo las historias de Isabel en Inglaterra.
Sin previo aviso llega el instituto, ay el instituto, el momento de conocer a niños de otros colegios que también se metían con las Escolapias, el momento de una pequeña independencia. En el instituto seguramente conocemos a los que ahora son nuestros amigos, pero entonces no lo sabíamos, yo las primeras semanas solo quería que pasase rápido el fin de semana, llamadme raro. Poco a poco vas cogiendo confianza, lo que se traduce en hablar más y en hacer más 'gamberradas'. Llegas a segundo, a tercero, a cuarto y aparte de pensar en que llegue pronto el fin de semana, piensas lo lejos que queda el colegio, echas un vistazo a tu alrededor y de aquella clase en la que a todos nos tiraban de las orejas quedamos cuatro, por decir algo. Suerte que hay amigos que nunca se pierden.
A la vez que estás en el instituto comienzas a descubrir la noche astorgana y su fiesta. Fiesta que siempre comienza con un: ¡a las once en taxis! Caracterizada la mayoría de las veces por su escasez, eso sí, cuando hay fiesta, hay fiesta. GPS, Cuadros, el K… y cuando pasas los 30 aprox. la calle del Ovalle (es broma). Llega el verano y julio, y con julio 'Astures' (para los Astures) y 'Romanos' (para los romanos) o lo que viene a ser lo mismo, cuatro días o más que hacen que necesites la primera semana de agosto para descansar. Con agosto llegan 'las fiestas', en las que hay días grandes, días flojos y la mierda de 'Noche Larga'. Esta última es la típica noche en las que nos solemos llevar más decepciones que alegrías, ese día en la que casi ninguno de los forasteros que recibimos sacan el metro, es porque no saben que cuando no hay que sacarlo es el lunes (martes, miércoles y jueves a gusto del consumidor). San Román y vuelta a la rutina.
Acabada la ESO comienza Bachillerato. Después de estar todo el verano despreocupándote de qué optativas vas a elegir, llegas y lo decides la última semana como buen estudiante. Pues bien, tras esto comienza el curso y aparentemente no hay novedades significativas… Salvo una: que llegan los de las Escolapias. Es ahí cuando piensas lo tonto que eras mientras te haces amigo de ellos, buenos amigos. En bachillerato ya no tienes miedo a los partes, ya solo a los exámenes. Un alto para hablar de los profesores que como en todo los hay buenos y malos, a todos hay que respetarles obviamente, pero los hay mejores y peores. Ahora he visto gente que se va a León a estudiar solo por motivos académicos. Yo precisamente no he sido un estudiante modelo, pero sí sé que si estudias apruebas, independientemente del instituto, del profesor y de cualquier otro motivo. Si a algún hijo le ha dicho a su padres que no aprueba por culpa del profesor o instituto miente, os lo aseguro (que a lo mejor ni lo hay, pero por si acaso) salvo si es química con Estrella y lengua con Marce el primer trimestre o en su defecto el segundo si has aprobado el primero, son las únicas excepciones. El instituto se echa de menos, aún miro a los lados al salir al pasillo de mi casa y aún veo en ocasiones a JC en la puerta con las manos en los bolsillos. Perdónanos Juan Carlos por hacerte sufrir tanto, en el fondo sabemos que eres un buen tío.
Se podrían escribir cientos y cientos de páginas con anécdotas y sucesos astorganos pero éstos son los primeros que se me han ocurrido, será porque son los más importantes espero. Con esto a parte de aburriros con mi vida quería hacer mi pequeño homenaje a mi ciudad, no con el fin de ser reconocido o compartido si no para recordaros de dónde somos. No debemos abandonarla, sobre todo los jóvenes pues en el momento en que alguno comparta algunas de las cosas que he dicho que seguro que alguien habrá, se dará cuenta de que echa de menos Astorga, si no lo hace ya. Gracias Astorga y Astorganos.




