Sábado, 16 de Marzo de 2013

Salir en la foto

NICOLÁS PÉREZ HIDALGO /

En breve empezarán a escucharse los trinos de los pájaros y los aleteos de los insectos. También se desperezarán las plantas para salir de su letargo y llenar de colorido y olores todos los rincones de esta bien regada primavera. Sin embargo, nos equivocaremos si observamos todo ello como simples animales racionales' con un punto 'biolírico' y pensamos antropocéntricamente que estos seres lo hacen para llenar de alegría nuestras vidas. Nada más lejos de la realidad.

El pequeño y entrañable petirrojo, por ejemplo, se desgañita para marcar territorio y atraer a las hembras y expulsa de él muy violentamente a todos sus rivales ¡quién lo diría! Lo mismo sucede, por poner otro ejemplo, con las flores del cerezo japonés, que serán de las primeras que nos impacten esta primavera. No salen porque sí, sino para atraer a los insectos con sus colores y olores y así garantizar que con la visita de las abejas de turno se asegura la polinización y tener frutos. Resumiendo, se trata 'de salir en la foto'. Cantar más y mejor para que se te vea más y tener más pretendientes femeninas que tus rivales (y más y mejor territorio) y tener mejor aroma y más color que las demás flores de las demás especies para ser más visitada.

Así tenemos que en los últimos tiempos en la política no se vive para otra cosa que no sea 'salir en la foto'. Cuantas más veces mejor. Aunque lo que se haga sea ridículo o esperpéntico. No es infrecuente ver al cargo público de turno embutido en un antiestético traje de plástico visitando una fábrica, pedaleando en bicicleta o agarrando una pala vestido de traje y con tacones de aguja. Todo por salir en la foto y más visible. Todo ello perfectamente medido y estudiado por un gabinete de prensa que cuesta un dineral y que es pagado con los impuestos de todos nosotros.

Y hasta aquí casi podríamos decir que es biológicamente normal. Se trata de que se nos vea, porque eso implicará que mañana nos voten. No queremos que nos voten por lo hacemos bien, sino por las veces que hemos salido en los medios diciendo que lo hacíamos bien. Pero también hay que contar que las administraciones se dejan una buena parte de su presupuesto en pagar a los medios para que los saquen en la foto, y hablen bien de ellos. La cosa no es tan burda y descarada, claro. Se hace a través de lo que se llama 'publicidad institucional', que consiste en pagar para que se cuente qué se hace en tu pueblo o lo que hace la institución o que nos saquen guapos en las fiestas.

Pero todo tiene un precio y más en estos tiempos que corren, en los que las formas de comunicarnos se quedan de día en día obsoletas. Ya no vale con plantarse por el motivo que sea y exhibirse en la tradicional prensa escrita (periódicos de papel), hablada (radios) y vista (televisiones). Ahora lo que se lleva es la red de redes. Y quien no 'tuitea' no es nadie (aunque no diga nada) o quien no tiene un 'feisbuk' no está en la onda. 

Sin embargo, a nuestros políticos los está arrastrando (y no lo ven) el tsunami de su incompetencia y falta de formación. Hoy todos somos unos periodistas en potencia y la amplificación 'a golpe de tecla' de la noticia hace temblar los cimientos de la gran mentira político-mediática creada en estas últimas décadas a base del dinero del contribuyente.

Más le valdría ya pensar al futuro candidato a alcalde, diputado, senador o presidente, que los votantes de dentro de un par de años, ya no van a volver a votar pensando en el número de veces que lo han visto en los medios inaugurando un curso, haciendo que plantaba un árbol, encabezando una procesión… o diciendo sandeces y perogrulladas. ¡Mintiendo a fin y al cabo!



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