Mauricio Peña o el 'ojo percutor'
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Los astorganos y el público en general tienen la ocasión de contemplar una selección de las cientos de miles de fotografías que Mauricio ha realizado a lo largo de 30 años en su recorrido como reportero gráfico. La Nueva Crónica está publicando con separata, láminas que compondrán un gran libro 'León entre dos siglos' que recorre 30 años de fotoperiodismo.
Son grandes fotografías de la vida diaria en la provincia de León. Fotos con una gran carga expresiva que atesoran un instante de nuestra historia. El ojo que ha congelado ese momento y que, con el paso del tiempo, crea una historia en cada secuencia. Personas anónimas y menos desconocidas se muestran con la cruda naturaleza del momento.
Hoy todo dios hace fotos y al momento pierden la paternidad porque la era digital enseguida las adopta; pero la característica de las fotos de Mauricio llevan el sello de una mirada persuasiva que dialoga con el espectador. Todas sus fotos dicen algo más de lo que a simple vista vemos allí; muchas de éllas son crónicas de acontecimientos sociales que marcarían un futuro insospechado y Mauricio estuvo allí con su “ojo percutor” para dejar constancia.
La estética es un referente en todas sus composiciones. La luz y la atmósfera juegan un papel exquisito, sobre todo, cuando trabaja con el blanco y negro. Las fotos que retratan movimientos sociales o manifestaciones me recuerdan a los estadounidenses Charles Moore o Don McCullin de los años 50.
Fotografías como la del Renault 4L de la benemérita con el pionero sistema de radar que llena todo el encuadre.La foto del pícaro niño, futuro peso pesado de la Lucha Leonesa. O el minero que se dispone para ir a la ducha, parece una secuencia arrancada de las series de Mudbridge.
Las fotos costumbristas que, fugazmente, me trasladan a la obra de C. García Rodero.
La muestra de Mauricio es un recital sin desperdicio. Niépcè, Daguerre y Talbot abrieron un camino para la historia. Mauricio Peña nos ha dejado un trozo de nuestra historia en instantáneas que nunca se repetirán.
Merece la pena.
Los astorganos y el público en general tienen la ocasión de contemplar una selección de las cientos de miles de fotografías que Mauricio ha realizado a lo largo de 30 años en su recorrido como reportero gráfico. La Nueva Crónica está publicando con separata, láminas que compondrán un gran libro 'León entre dos siglos' que recorre 30 años de fotoperiodismo.
Son grandes fotografías de la vida diaria en la provincia de León. Fotos con una gran carga expresiva que atesoran un instante de nuestra historia. El ojo que ha congelado ese momento y que, con el paso del tiempo, crea una historia en cada secuencia. Personas anónimas y menos desconocidas se muestran con la cruda naturaleza del momento.
Hoy todo dios hace fotos y al momento pierden la paternidad porque la era digital enseguida las adopta; pero la característica de las fotos de Mauricio llevan el sello de una mirada persuasiva que dialoga con el espectador. Todas sus fotos dicen algo más de lo que a simple vista vemos allí; muchas de éllas son crónicas de acontecimientos sociales que marcarían un futuro insospechado y Mauricio estuvo allí con su “ojo percutor” para dejar constancia.
La estética es un referente en todas sus composiciones. La luz y la atmósfera juegan un papel exquisito, sobre todo, cuando trabaja con el blanco y negro. Las fotos que retratan movimientos sociales o manifestaciones me recuerdan a los estadounidenses Charles Moore o Don McCullin de los años 50.
Fotografías como la del Renault 4L de la benemérita con el pionero sistema de radar que llena todo el encuadre.La foto del pícaro niño, futuro peso pesado de la Lucha Leonesa. O el minero que se dispone para ir a la ducha, parece una secuencia arrancada de las series de Mudbridge.
Las fotos costumbristas que, fugazmente, me trasladan a la obra de C. García Rodero.
La muestra de Mauricio es un recital sin desperdicio. Niépcè, Daguerre y Talbot abrieron un camino para la historia. Mauricio Peña nos ha dejado un trozo de nuestra historia en instantáneas que nunca se repetirán.
Merece la pena.