Pedro Martínez
Sábado, 29 de Noviembre de 2014

El Muro (9 de Noviembre)

[Img #13149]

 


Se ha pasado la tarde amenazando lluvia y así ha llegado la noche. Mañana, desde luego, será otro día. Los medios hablan hoy, han hablado toda la semana, de la caída del muro de Berlín, de la que se cumplen nada menos que veinticinco años. A los ciudadanos todo este tiempo nos ha llevado a perder el respeto al poder o, quizás, a pensar que cuando este proceso se culmine estaremos en tablas y será posible, mucho más posible que ahora, tener confianza en los gestores políticos de la vida pública. Todo está en entredicho, desde las religiones a la vida municipal. Aunque parezca esto una blasfemia puede pensarse que estamos en medio de una verdadera revolución que carece, para bien de todos, de héroes y de dogmas. Comienza otro tiempo.

 

Hace veinticinco años la reunificación alemana producía miedo, dicen los medios, miedo al renacimiento de otra gran Alemania, pero a los ciudadanos no nos dan miedo los alemanes, los que nos dan pavor son los predicadores que surgen en los conflictos, capaces de crear entusiasmo primero, odio después, crueldad e inútil heroísmo, para que al final una guerra acabe con todo. Entonces, vencedores y vencidos, avergonzados, ocultarán en silencio las  lágrimas más amargas. La historia del siglo que ya va quedando atrás lo cuenta y el día que la conozcamos tal y como fue descubriremos los engaños que una vez tras otra nos han ido  convirtiendo en víctimas.


     
Esta noche será como todas y ni siquiera nos darán miedo las sorpresas que pueda traer la madrugada. Si sonara el piano de Mompou, se nos encharcaría la mirada de nostalgia, como quien se despide necesariamente de un paisaje familiar que no se quiere olvidar.

 

La experiencia familiar de la mayoría de nosotros, una generación tras otra, está unida a lo de buscarse la vida allá donde mejor ocasión se presentara; razón por la que un hermano de nuestro abuelo partió hacia Cuba y otro hacia Argentina; de nuestra madre una hermana se fue al norte y otro hermano al sur y allí han quedado. Estamos tan dispersos que ser de un sitio es ya un sentimiento íntimo sin teoría alguna. Somos de una tierra, de un pueblo, de una casa que nos trae durante toda la vida recuerdos de la infancia con nuestros hermanos alrededor de nuestros padres. Relacionar esto con sentimientos heroicos carece de sentido. Se siente uno feliz cuando el sol dorado del atardecer atraviesa la habitación hasta el lugar en el que te sueles sentar, cuando recorre después muy lentamente unas fotos familiares y les devuelve la vida a los que ya no están aquí, cuando se hunde en el horizonte y deja que la última luz amoratada se prenda en unas flores traídas del campo. Estamos unidos a gestos sencillos que arropan y entrelazan nuestro pasado con nuestro presente en un ovillo para llenar la memoria con todo aquello que inesperadamente y sin conocer las razones tiene sentido. Nuestra verdadera ligazón es íntima y no se puede compartir porque está hecha de imágenes y de sonidos que no están de ese modo en ninguna otra memoria, solamente en la nuestra, y ese es nuestro sitio. Aunque el horizonte que vimos siempre de niños y el río de nuestro pueblo, que se seca en verano, formen parte de esa zona escondida de la felicidad, lo que nos une con nuestro pasado es el deseo de no perder lo que íntimamente poseemos y que no sabemos siquiera por qué tiene valor. Eso que verdaderamente poseemos no está en ningún sitio y es, sin embargo, nuestro sitio.

 

Las notas del piano de Mompou caminan por algún lugar que conocemos, andan sin prisa, con la sensación de que mañana volverán por allí e irán acompañadas de recuerdos y  deseos, de los días memorables y de las tristezas que también queremos que nos acompañen. Son los sonidos de la memoria.

 

Han pasado desde esa noche del 9 los días suficientes para que el olvido se pose sobre nosotros. Que suene Mompou otra vez y que quede pisada la última tecla temblando en el aire.            



Noviembre de 2014 desde Córdoba.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.