Viernes, 29 de Marzo de 2013

El euro, en el centro de la diana

DANIEL FRANCO / 

La crisis económica nos está demostrando que una gran parte de las decisiones importantes nacen al pasar la frontera nacional. Decisiones que se toman a cientos de kilómetros de España inciden (e incidirán) sobre el día a día de los ciudadanos independientemente del lugar en el que residan. Los discursos en torno al euro, para bien o para mal, llenan páginas de periódicos internacionales y el cuestionamiento se ha puesto en la boca de la opinión pública. El euro como centro de la diana. Los países que comparten dicha moneda no caminan solos. La soledad forma parte del pasado. 

Aunque hoy en día, imbuidos por el huracán económico que devora el metal de las monedas, pensemos que el euro nació en un minuto, la verdad es que el proceso de construcción de la moneda común abarcó más de treinta años (en el Plan Barre de1969 ya se vislumbraba la idea). El parto fue lento y no exento de críticas. La mayoría de las cuestiones que nos estamos planteando en el presente (pérdida de los tipos de cambio, falta de unión fiscal…) ya estaban puestas sobre la mesa hace quince años. Los problemas de funcionamiento han salido a la superficie con la llegada de las turbulencias. Hemos querido recoger los problemas (o retos) que presenta la eurozona. 

  • La zona euro no es vista como un todo, es vista como la suma de las partes. Con la llegada del euro se pensaba que las situaciones pasadas no se volverían a repetir. En las décadas de los ochenta y noventa se vivieron importantes tensiones en el mercado de divisas. En una Unión Europea con unión monetaria, un tipo de cambio fijo para el interior y flexible con los países externos, dichas tensiones no se volverían a repetir. La realidad nos ha demostrado que los mercados financieros siguen discriminando entre los diferentes países. El tipo de cambio ha desaparecido del escenario y el papel protagonista lo ha asumido la prima de riesgo. 

  • La lenta toma de decisiones y la falta de gobernanza están lastrando la recuperación económica. En los buenos tiempos, las flores crecen y el sol aparece en el horizonte, la embriaguez impide ver la niebla entrar por la pequeña ventana del sótano. Pequeñas y grandes decisiones que no fueron tomadas (o aceleradas) en un momento económico beneficioso, hoy en día son más difíciles de llevar a cabo. Las tensiones se han multiplicado, la divergencia entre norte y sur se ha acentuado y los comentarios altisonantes caen como lluvia fina. Las decisiones que son tomadas, tardan en implementarse y mientras, entre la ciudadanía crecen las dudas sobre el proyecto monetario. 

  • El papel del Banco Central Europeo está puesto en cuestión. La única misión del BCE es la estabilidad de precios. La frase ha sido repetida hasta la saciedad tanto por los responsables de la institución como por un gran número de líderes europeos. El BCE no se constituyó siguiendo la línea de la Reserva Federal de Estados Unidos, que tiene como objetivos la estabilidad de precios y el empleo, sino que es una copia del Bundesbank alemán. Si bien la estabilidad de precios debe ser una finalidad básica de toda unión monetaria (en caso contrario la credibilidad sería nula) en época de crisis económica como la actual un BCE con un único objetivo no es un gran instrumento de lucha para paliar problemas. Si en la receta, al ingrediente anterior añadimos que el BCE no puede actuar como prestamista de última instancia de países y bancos comerciales ya tenemos un palo más para la rueda del euro. 

  • La falta de supervisión bancaria europea es un lastre para la credibilidad. Los bancos centrales nacionales son los encargados de la supervisión de las distintas entidades financieras en los países miembros de la eurozona. Al compartir diecisiete países una misma moneda no han faltado críticas a la inexistencia de una autoridad de supervisión bancaria. En la actualidad su creación está en proceso aunque, ya se sabe, los procesos tienen dentro de sí muchos procesos diferentes y, cada uno de ellos, lleva su tiempo…

  • La falta de unión fiscal como carga en la espalda del euro. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento, impulsado por Alemania para que los países no incurriesen en un déficit superior al 3% con el fin de que los desequilibrios no se extendiesen, no ha servido para nada. Alemania fue de los primeros países que los incumplió y, excepto Luxemburgo y Finlandia, todos los países lo han incumplido al menos una vez desde 1999 hasta el año 2011. El PEC es visto con una caricatura seria, aunque quiera dar una imagen sobria, no deja de ser una caricatura.
Una debilidad importante de la eurozona es la diferencia de tipos impositivos entre los diferentes países. Chipre, con un impuesto de sociedades del 10% (ahora 12%), es un ejemplo manifiesto del trato diferenciado que las distintas economía le dan a las empresas en materia fiscal. Irlanda, donde el impuesto de sociedades es del 12,5%, es el país eternamente citado. Las empresas, como es lógico, buscan pagar menos impuestos y, la divergencia de tipos impositivos entre los distintos países hace que las cartas con las que jugar no sean las mismas. 

  • Misma moneda, distinto resultado. El caso más drástico es el de aquellos que se preguntan si la unión monetaria estaba fundada o no. En un reciente estudio del Banco de España, que aborda los diez primero años del euro, puede verse como la moneda única ha afectado de forma diferente a las distintas economías. Los países con mayor inflación siempre son los mismos (España, Portugal y Grecia). Los países que han registrado desequilibrios en la balanza por cuenta corriente también se repiten en los últimos diez años (España, Portugal y Grecia). En cuanto al crecimiento económico, las divergencias también han existido en cuanto hay países que han mantenido un reducido crecimiento (Alemania) y países que han mantenido un crecimiento considerable (España). Los críticos se preguntan si el proyecto del euro estaba bien planteado y también, si hay países que no debieron entrar a formar parte. 

Los próximos meses, como ya estamos acostumbrados a oír, serán cruciales para el futuro de la moneda única. No pensemos que el euro nunca caerá: la historia es una sucesión de finales que no estaban escritos. Chipre seguirá en el centro de la tormenta y Eslovenia puede que en breve sea una. Italia está en medio de una batalla política de la que no se atisba el final y España se mantiene a la expectativa. Cuando las decisiones lleguen, que llegarán, es importante que sean transparentes y que la eurozona se aleje de la preocupante imagen de decisiones tomadas en la secreta nocturnidad de una habitación. La eurozona se enfrenta a grandes retos y, la calidad democrática es uno de los más importantes.
 

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