Arnaut Daniel
Domingo, 18 de Enero de 2015

La Maragatería de Cristina Bernis

El futuro del mundo rural reside en la agricultura familiar, sector estratégico en transformación, donde las mujeres mantienen un papel esencial que debe valorarse y apoyarse para evitar su creciente abandono del campo. Cristina Bernis es catedrática de antropología biológica y presidenta de la asociación para el estudio de la ecología humana. Interesada en comprender como los factores socioeconómicos, culturales y de género afectan a la expresión de los procesos biológicos y a la salud de las mujeres, pretende transmitir a la sociedad los resultados de la investigación, para que desde su conocimiento se modifiquen esos factores, en gran medida ideológicos, que permitirían una mejor distribución de la calidad vital entre todos los humanos.

 

La Maragatería. Pasado y futuro del mundo rural. Cristina Bernis; Catarata 2014. 318 páginas.

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Cuando en 1974 la madre de Cristina Bernis lee la tesis de su hija sobre Maragatería le comenta: “Hija, está bien, pero, ¡cuánto número! La biología es vida. ¿Por qué no escribes sobre las personas? Eso sí que interesa de verdad”. Ahora que su madre ha muerto y que dispone de tiempo, Cristina ha cumplido, sin renunciar a la minuciosidad de los datos, la promesa de abordar el tema de la manera que prefiriera su madre.


Este libro apuesta por la valoración del papel de las mujeres en el mundo rural. Si lo que se pretende es evitar el abandono del campo, se necesita de un apoyo que incorporase la exigencia de equidad, sin la cual el objetivo de situar la ‘agricultura familiar’ en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales promovido por las Naciones Unidas, no tendrá éxito. Además es absolutamente necesario tener en cuenta las singularidades de cada población; pues “el conocimiento y comprensión de problemas locales es esencial para resolver problemas globales”. Eso ahí indicado va a ser la piedra de toque para el intento de recuperación de una agricultura familiar acompañada de la revalorización y de la equiparación de la mujer en igualdad al hombre. se requiere de igual modo la recuperación del prestigio social perdido para con estas labores rurales y para quienes las realicen. 


En el prólogo de este libro, el profesor de antropología de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Varea, se leen frases esperanzadoras que disuelven la calificación de ‘maldito’ al referirse a un pueblo como el maragato.

James M. Tanner ya enunciaba la frase lapidaria: “El crecimiento como espejo de las condiciones sociales” , una visión optimista con una propuesa para la mejora del crecimiento físico, psicológico y vital; y sobre todo que consigue invertir el determinismo que justificaba las situaciones de desigualdad de hecho amparándolas en designios naturales. Al ser las diferencias entre unos humanos y otros una producción social ya no se mantiene la justificación para la dominación y explotación entre esos individuos ni entre poblaciones. “El mensaje de este hallazgo es doblemente esperanzador: que las desigualdades se puedan vencer y que la potencialidad de las aptitudes y cualidades biológicas e intelectuales que compartimos los seres humanos son esencialmente las mismas;  tan solo hemos de favorecer socialmente que ello se exprese”.


En este libro “se abordan las condiciones de vida de cinco generaciones de mujeres maragatas nacidas entre 1880 y 1980, un entrelazado de abuelas, hijas y nietas que crecieron en un mundo que paulatinamente fue transformándose de una manera radical” Y ello se aborda en una doble perspectiva; ‘Etic’: mediante un análisis de las determinantes económicas, ecológicas e histórico-sociales que condicionan  todos los aspectos vitales de esta población y sobre todo de sus mujeres e hijos a lo largo de sus vidas; y desde una perspectiva ‘Emic’: ya que ahora y como no hiciera en su tesis del 74: ‘Estudio biodemográfico de la población maragata’, se cede la voz en el apartado de cada capítulo titulado:  ‘Las mujeres tienen la palabra’, a los habitantes de la maragatería.


El libro consta así de 10 jugosos capítulos y 5 anexos que incluyen la información sobre: El número de mujeres y los datos proporcionados por las mismas en cada uno de los 5 períodos estudiados. La selección de algunas ordenanzas agrupadas por temas. Una selección de textos sobre las mujeres maragatas vistas por escritores y viajeros a la que se añaden las respuestas de María Prieto, en 1901; corresponsal en Rabanal del Camino para la encuesta del Ateneo sobre el ciclo vital en España, realizada en 1901, sobre el nacimiento, matrimonio y muerte. Un cuarto anexo incluye las leyendas bordadas en ligas de hombres y cintas de mujeres y para terminar el anexo 5 incluye la selección de vocabulario sobre la matanza recogido por Cristina Carro entre 1941 y 1943.

 

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El grueso del libro cabe en esos diez capítulos. Tras su declaración de intenciones de que se va a centrar en el modo de vida de las mujeres y en la manera en que ha repercutido ese modo de vida en sus comportamientos y decisiones, en sus procesos biológicos, en su salud y en su percepción del presente y del futuro; se aborda el papel socioeconómico, ambiental y cultural de las mujeres en aquellos aspectos de la vida cotidiana que podrían aportar soluciones a una sociedad en crisis, ya que estas mantienen y producen y elaboran alimentos tradicionales que contribuyen al mantenimiento de la biodiversidad y al uso sostenible de los recursos. Toda una característica de la  población rural, que podemos interpretar como preadaptación al mundo emergente; una gran oportunidad para las economías locales siempre que se revalorice ese trabajo como empleo y consiga la mujer una posición equiparable a la del hombre. (En otro caso no habrá 'agricultura familiar', ni serán aprovechadas esas nuevas oportunidades)


También se reflexiona en este libro sobre las disciplinas de la ‘Antropología Biológica’ y la ‘Ecología Humana’, se abordan ciertos determinismos en relación al tipo de territorio y de ahí los condicionantes en la organización socioeconómica maragata; el tamaño de las poblaciones y de las propiedades agrícolas, la situación laboral y familiar y hasta las exigencias productivas y reproductivas.


En cuanto a los matrimonios  fueron reos de las normas del concejo, -que parecían velar por el mantenimiento del patrimonio comunal- y de las herencias y dotes igualitarias entre hijas e hijos, causa de la intensa endogamia, similar a la de los linajes tribales de computación patrilineal, aunque de facto lo que regía era un ‘paradójico matriarcado’ regulado a distancia por un patriarcado (esta situación de matriarcado supervisado se percibe con nitidez en las ordenanzas concejiles maragatas.)


En el apartado que trata de los concejos aboga por la suspensión del proyecto de Ley de Racionalización y Sostenibilidad de los Pueblos, pues al transferir a las Diputaciones Provinciales las competencias y obligaciones de los ayuntamientos, podría suponer la muerte definitiva de los pueblos de pequeño tamaño. “También podría acabar con el concejo como institución”.


A lo largo del libro, al albur de distintos aspectos, como las formas matrimoniales, el número de hijos, la edad del primer parto, la alimentación en la infancia etc, se insiste en las repercusiones fenotípicas, (aquellas que no vienen en el gen, sino que  dependen del agasajo que este gen reciba de su medio vital, de que se coma bien o no, de que se reciba alimento espiritual o quede ayuno etc) que producen los diferentes ambientes sociales, económicos o políticos. La antropología biológica puede contribuir a una mejora de esos fenotipos, proporciona los recursos intelectuales, pero estos necesitan ser apoyados por una acción social o una intención política para que lleguen a ser efectivos.

 

En fin son otros tantos capítulos del libro: Los trabajos y los días, la enorme diferencia entre trabajo y empleo, que no es una diferencia únicamente semántica, con grandes consecuencias en la economía y también en las pequeñas economías de las familias rurales. Las mujeres enraizadas en la tierra, los hombres por los caminos. La importancia de nacer, crecer, reproducirse y envejecer en buenas condiciones ambientales.

 

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El último capítulo, “Sin mujeres no hay futuro ¿Despoblación sin retorno?", se plantea ¿Cuáles serían las estrategias necesarias para asentar la población en el medio rural? Entre ellas estarían el aumento de oportunidades laborales y una modificación positiva de la percepción de este mundo y de la mujer que lo habita. De esta capacidad de atraer a las mujeres y a los jóvenes al mundo campesino dependerá que este sobreviva o termine por morir.


El mundo actual presenta una buena oportunidad en parte porque han desaparecido las grandes diferencias entre el medio rural y el urbano debido al desarrollo de las tecnologías de la comunicación, además de las nuevas oportunidades laborales que ofrece la agricultura familiar contemporánea.


Para acabar; transcribimos dos testimonios del libro de los incluidos en los apartados 'Hablan las mujeres':


Difícil lo veo (1937, B. F.; 75 años) “El futuro va a ser difícil, venir si vendrán los fines de semana y vacaciones, pero a vivir, terminando esta generación nuestra, pues yo creo que no, aunque a lo mejor tienen que venir a la fuerza, claro, porque con los tiempos que vivimos, con esto de la crisis no les queda otra…”

 

Un futuro que permita vivir con dignidad (1980, L.N. 32 años) “Lo que es el Camino de Santiago ha revitalizado un montón la zona. por ejemplo, en Foncebadón…Ahora es un pueblo que tiene mucho movimiento y llegó a vivir una sola persona…Entonces tenemos proyectos para hacer cosas…Porque Maragatería es mucho más que el cocido y creo que debo de moverme, buscando que se puede hacer para dar a conocer la zona y hacerla atractiva…Aquí lo que es viable es que la gente se autoemplee”

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