Atlético Astorga. Los años difíciles. Crisis institucional y deportiva (1993-2001)
Tercera parte de esta breve historia del fútbol en Astorga, resumen de Manuel Jesús Álvarez, del texto del libro del que es autor 'Historia del fútbol en Astorga (1910-2014), que puede adquirirse en las librerías o a través del correo electrónico info@atleticoastorga.com o del teléfono 639824432.
VI) Atlético Astorga. Los años difíciles. Crisis institucional y deportiva (1993-2001)
![[Img #14097]](upload/img/periodico/img_14097.jpg)
Tras el doloroso, y anunciado, descenso a Regional Preferente –el Atlético militaría en el Grupo B de los dos que conformaban la Comunidad jugando con escuadras de las provincias de León, Zamora, Salamanca y Valladolid– después de trece cursos en Tercera División se inició un periodo caracterizado por los graves problemas institucionales del club que amenazaron con su desaparición. En su base se encontraban gestiones económicas calamitosas, acumulándose las pérdidas año tras año –hasta diez millones de las antiguas pesetas– que hicieron que se sucedieran los impagos a los jugadores. Por su parte, en el apartado deportivo el equipo militó, en decursos bastante anodinos, a caballo de las dos competiciones –tres temporadas en Regional Preferente y cinco en Tercera División–.
En estos años presidieron el club Enrique Criado, Emiliano Blanco, Manrique Huergo, Baltasar Carro –quien volvía a regir los destinos del club– Antonio Álvarez y Emilio “Jaillo”. La dirección técnica correspondió a Pedrín –por última vez–, Roberto, Canelas, Pedro Blanco, Tejerina, Yagüe, Villanueva –en su segunda etapa en el Atlético– y José Díaz.
En la temporada 1994-95, después de dos cursos en Regional Preferente un equipo entrenado por Canelas –ocupando la presidencia Emiliano Blanco– conseguía ascender a Tercera División en un brillante curso en el que se obtuvo el subcampeonato después de pugnarse, hasta la última jornada, por alcanzar el título con el CD Benavente. El máximo goleador de la competición resultó ser el delantero Jarero, 26 goles, quien firmó cinco dianas en el encuentro disputado frente al Canto Blanco, 6–0, la mayor marca de un jugador atlético.
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En los dos cursos siguientes el equipo, en el que continuó como entrenador Canelas, se mantuvo , con mucho sufrimiento pero de forma digna, en la categoría –ocupando los puestos 15º y 13º respectivamente–. En aquella formación descollaban, entre otros, Jarero, Dito, Miguel Ángel Miñambres, Alberto, Carlos, Cabello, etc. Para la historia quedó un recordado triunfo en la temporada 1995-96 en La Llanera bañezana, 1–5 con goles de Quique, Isma y Jarero (3), el más contundente a domicilio en un “clásico”. Por su parte, en el partido que cerró la temporada 1996-97 se produjo una épica victoria en La Eragudina ante la Arandina CF por 8–4 (el partido con más goles disputado a lo largo del decurso del club, doce en total) que se perdía por 2–3 al final del primer acto. Jarero se convertía, con 21 goles, en el máximo artillero del Grupo VIII de Tercera División. Sin embargo, a nivel institucional se produjo una importante fractura en la entidad que se sustanció en diversas huelgas de los jugadores, en la marcha de Emiliano Blanco de la presidencia y en tensas asambleas de socios en las que sucedieron los enfrentamientos y las acusaciones y descalificaciones personales, en relación a importantes partidas económicas sin justificar. Nunca la institución había visto su imagen tan dañada.
En la temporada 1997-98 retornaba a la presidencia Baltasar Carro tras recibir el aval de los socios en un proceso electoral –por primera, y última, vez se celebraron elecciones– en el que derrotó a la candidatura encabezada por el ex jugador, ex directico y ex entrenador Ramón de Arriba “Ramonchu”. Con la dirección de Pedro Blanco –luego sustituido por Roberto Tejerina– se volvía a descender a Regional Ordinaria Aficionados –la tradicional, y popular, nominación de Preferente desparecía– produciéndose, en el partido que ponía punto final a la primera vuelta, una dolorosa derrota, 0–6 frente al CD Béjar Industrial, que se convirtió en la mayor goleada recibida por el Atlético en La Eragudina en su historia.
En la temporada 1998-99 se firmó un decepcionante curso, el equipo era dirigido por Yagüe, ocupándose el cuarto puesto en Regional Ordinaria Aficionados. Sin embargo una sorprendente y celebrada carambola –los cuatro equipos de la Comunidad lograron el ascenso de Tercera División a Segunda División B– posibilitó un nuevo, e inimaginado, ascenso –el tercero en la historia del Club–.
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El equipo se mantuvo tan sólo dos campañas en la categoría, temporadas 1999-2000 y 2000-2001 –direcciones deportivas de Manolo Villanueva y José Díaz– descendiendo el último curso citado después de una pésima campaña en la que sólo se ganaron siete partidos, perdiéndose la mitad de los encuentros disputados, en concreto diez y nueve. Siendo grave la marcha deportiva, lo fue aún más el hecho de que en el mes de marzo el club se quedaba sin directiva, tras proceder la Gestora que regía el club a entregar las llaves del campo al Ayuntamiento. Un Atlético descabezado, con una menguada masa social –menos de 200 socios– y asfixiado por las deudas –diez millones largos de pesetas– caminaba a pasos agigantados hacía su disolución que parecía, en aquella desoladora coyuntura, la única alternativa viable.
VI) Atlético Astorga. Los años difíciles. Crisis institucional y deportiva (1993-2001)
Tras el doloroso, y anunciado, descenso a Regional Preferente –el Atlético militaría en el Grupo B de los dos que conformaban la Comunidad jugando con escuadras de las provincias de León, Zamora, Salamanca y Valladolid– después de trece cursos en Tercera División se inició un periodo caracterizado por los graves problemas institucionales del club que amenazaron con su desaparición. En su base se encontraban gestiones económicas calamitosas, acumulándose las pérdidas año tras año –hasta diez millones de las antiguas pesetas– que hicieron que se sucedieran los impagos a los jugadores. Por su parte, en el apartado deportivo el equipo militó, en decursos bastante anodinos, a caballo de las dos competiciones –tres temporadas en Regional Preferente y cinco en Tercera División–.
En estos años presidieron el club Enrique Criado, Emiliano Blanco, Manrique Huergo, Baltasar Carro –quien volvía a regir los destinos del club– Antonio Álvarez y Emilio “Jaillo”. La dirección técnica correspondió a Pedrín –por última vez–, Roberto, Canelas, Pedro Blanco, Tejerina, Yagüe, Villanueva –en su segunda etapa en el Atlético– y José Díaz.
En la temporada 1994-95, después de dos cursos en Regional Preferente un equipo entrenado por Canelas –ocupando la presidencia Emiliano Blanco– conseguía ascender a Tercera División en un brillante curso en el que se obtuvo el subcampeonato después de pugnarse, hasta la última jornada, por alcanzar el título con el CD Benavente. El máximo goleador de la competición resultó ser el delantero Jarero, 26 goles, quien firmó cinco dianas en el encuentro disputado frente al Canto Blanco, 6–0, la mayor marca de un jugador atlético.
En los dos cursos siguientes el equipo, en el que continuó como entrenador Canelas, se mantuvo , con mucho sufrimiento pero de forma digna, en la categoría –ocupando los puestos 15º y 13º respectivamente–. En aquella formación descollaban, entre otros, Jarero, Dito, Miguel Ángel Miñambres, Alberto, Carlos, Cabello, etc. Para la historia quedó un recordado triunfo en la temporada 1995-96 en La Llanera bañezana, 1–5 con goles de Quique, Isma y Jarero (3), el más contundente a domicilio en un “clásico”. Por su parte, en el partido que cerró la temporada 1996-97 se produjo una épica victoria en La Eragudina ante la Arandina CF por 8–4 (el partido con más goles disputado a lo largo del decurso del club, doce en total) que se perdía por 2–3 al final del primer acto. Jarero se convertía, con 21 goles, en el máximo artillero del Grupo VIII de Tercera División. Sin embargo, a nivel institucional se produjo una importante fractura en la entidad que se sustanció en diversas huelgas de los jugadores, en la marcha de Emiliano Blanco de la presidencia y en tensas asambleas de socios en las que sucedieron los enfrentamientos y las acusaciones y descalificaciones personales, en relación a importantes partidas económicas sin justificar. Nunca la institución había visto su imagen tan dañada.
En la temporada 1997-98 retornaba a la presidencia Baltasar Carro tras recibir el aval de los socios en un proceso electoral –por primera, y última, vez se celebraron elecciones– en el que derrotó a la candidatura encabezada por el ex jugador, ex directico y ex entrenador Ramón de Arriba “Ramonchu”. Con la dirección de Pedro Blanco –luego sustituido por Roberto Tejerina– se volvía a descender a Regional Ordinaria Aficionados –la tradicional, y popular, nominación de Preferente desparecía– produciéndose, en el partido que ponía punto final a la primera vuelta, una dolorosa derrota, 0–6 frente al CD Béjar Industrial, que se convirtió en la mayor goleada recibida por el Atlético en La Eragudina en su historia.
En la temporada 1998-99 se firmó un decepcionante curso, el equipo era dirigido por Yagüe, ocupándose el cuarto puesto en Regional Ordinaria Aficionados. Sin embargo una sorprendente y celebrada carambola –los cuatro equipos de la Comunidad lograron el ascenso de Tercera División a Segunda División B– posibilitó un nuevo, e inimaginado, ascenso –el tercero en la historia del Club–.
El equipo se mantuvo tan sólo dos campañas en la categoría, temporadas 1999-2000 y 2000-2001 –direcciones deportivas de Manolo Villanueva y José Díaz– descendiendo el último curso citado después de una pésima campaña en la que sólo se ganaron siete partidos, perdiéndose la mitad de los encuentros disputados, en concreto diez y nueve. Siendo grave la marcha deportiva, lo fue aún más el hecho de que en el mes de marzo el club se quedaba sin directiva, tras proceder la Gestora que regía el club a entregar las llaves del campo al Ayuntamiento. Un Atlético descabezado, con una menguada masa social –menos de 200 socios– y asfixiado por las deudas –diez millones largos de pesetas– caminaba a pasos agigantados hacía su disolución que parecía, en aquella desoladora coyuntura, la única alternativa viable.