De todo corazón, muchas gracias
En algún momento, de estos últimos años, escribí una frase que dice: hay que dar gracias cuando todo nos va bien y no debemos suprimirlas si nos va un poco peor. Por ello y con lo ocurrido a lo largo de este tiempo de lucha, al lado de mi hermano José Fernández Terrón, hasta su reciente fallecimiento, deseo expresar mi infinita gratitud a mucha gente. Aunque lo haga de una manera sencilla, espero que en ella se vean reflejadas todas las personas que nos han trasmitido su cercanía y apoyo.
Deseo iniciar este agradecimiento con todo el personal del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, a donde acudimos tantas veces. Continúo con el del Hospital de El Bierzo, el del Equipo de Paliativos de Atención Domiciliaria de León, el del Hospital Monte San Isidro y el del Hospital de León, incluido el señor gerente, don Juan Luis Burón, que respondió con prontitud a una llamada que le hice.
También y nunca olvidaré, a todas las personas queridas de mi tierra natal, Lillo del Bierzo y de otras de distintas zonas de la comarca berciana. Tampoco se me borrarán las muestras tan sinceras de condolencia de la gente de Astorga y comarca, además de la de otros puntos de la provincia y fuera de ella.
Gracias a los compañeros del Centro de Salud de Astorga, al Obispado de esta querida Diócesis, a la Parroquia de mi barrio y a los representantes de distintas ONG y asociaciones.
Y ya finalizo con uno de mis poemas, titulado alma, que dice:
Toda la energía no piensa
y no imagina la materia.
Aflora una sentida estela
que sin verla llamamos alma
y la inteligencia desvela.
No solo nos dice y cuenta,
también perpetúa la existencia.
Pues desde esa estela o alma de mi hermano José y desde lo más profundo de mi corazón y el de mi familia, muchas gracias por vuestro apoyo y cariño.
En algún momento, de estos últimos años, escribí una frase que dice: hay que dar gracias cuando todo nos va bien y no debemos suprimirlas si nos va un poco peor. Por ello y con lo ocurrido a lo largo de este tiempo de lucha, al lado de mi hermano José Fernández Terrón, hasta su reciente fallecimiento, deseo expresar mi infinita gratitud a mucha gente. Aunque lo haga de una manera sencilla, espero que en ella se vean reflejadas todas las personas que nos han trasmitido su cercanía y apoyo.
Deseo iniciar este agradecimiento con todo el personal del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, a donde acudimos tantas veces. Continúo con el del Hospital de El Bierzo, el del Equipo de Paliativos de Atención Domiciliaria de León, el del Hospital Monte San Isidro y el del Hospital de León, incluido el señor gerente, don Juan Luis Burón, que respondió con prontitud a una llamada que le hice.
También y nunca olvidaré, a todas las personas queridas de mi tierra natal, Lillo del Bierzo y de otras de distintas zonas de la comarca berciana. Tampoco se me borrarán las muestras tan sinceras de condolencia de la gente de Astorga y comarca, además de la de otros puntos de la provincia y fuera de ella.
Gracias a los compañeros del Centro de Salud de Astorga, al Obispado de esta querida Diócesis, a la Parroquia de mi barrio y a los representantes de distintas ONG y asociaciones.
Y ya finalizo con uno de mis poemas, titulado alma, que dice:
Toda la energía no piensa
y no imagina la materia.
Aflora una sentida estela
que sin verla llamamos alma
y la inteligencia desvela.
No solo nos dice y cuenta,
también perpetúa la existencia.
Pues desde esa estela o alma de mi hermano José y desde lo más profundo de mi corazón y el de mi familia, muchas gracias por vuestro apoyo y cariño.