José luis López
Sábado, 14 de Febrero de 2015

Esencias de un Museo. Por José Luis López

Reproducimos este artículo de José Luis López publicado en la revista Argutorio de noviembre de 1998, donde daba cuenta de la fundación en Astorga del primer Museo del Chocolate de España, creado oficialmente en 1994. Nada más entrar a la nueva sede nos encontramos a la izquierda de la escalera, antes de entrar en la sala de exposiciones, con un recordatorio cuyo título dice así: 'José Luis López, fundador del Museo del chocolate de Astorga'. Sirva este texto como ese merecido homenaje al que nos sumamos.

 

 

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Las esencias del Museo del Chocolate de Astorga surgen, desde hace siglos, de la propia ciudad. Intentaré explicarlo: el primer Museo del Chocolate de España está en Astorga y no precisamente por el afán de un coleccionista o por la preconcebida idea de unos fabricantes. El Museo emana de una historia comenzada en los albores del siglo XVI, cuando Hernán Cortés y sus hombres conquistan México. Es a partir de entonces cuando van llegando a la Península, de aquellas lejanas Indias, unos frutos que habían de alimentación de la vieja Europa. Ciñéndonos a lo que es de nuestro interés, de México nos llega el chocolate.


¿Astorga, ciudad pionera en Europa de su elaboración? Se ha dicho y escrito que fue en el Monasterio de Piedra, en Aragón, donde se inició la fabricación del chocolate en España y no vamos a entrar en polémica por esta referencia. Pero es nuestra obligación expresar los razonamientos que invitan a creer que Astorga fue la primera ciudad en Europa en fabricar y exportar tan sabroso producto.


Hemos de regresar mentalmente al siglo XVI y posteriores y situarnos en una ciudad episcopal –que lo es todavía-, capital de una Diócesis extensísima, con jurisdicción en varias provincias y con muchos monasterios en su territorio. Una ciudad residencia de nobles y de un Marquesado influyente en la Corte real. Una ciudad en cuyos lindes se asentaba la mayor red de transportes –los arrieros maragatos- del Noroeste de España que traían el cacao de los puertos de Sevilla, Cádiz o La Coruña y, una vez transformado en libras del chocolate lo llevaban a Galicia, Asturias, Castilla y otros puntos de España. Una ciudad, en fin, con un clima frío y seco, ideal para la solidificación de la pasta del chocolate.


El Catastro del Marqués de la Ensenada (1753) cita la existencia, con sus nombres, de ocho fabricantes de chocolate, existiendo de tiempos anteriores la costumbre de rematar los acontecimientos ciudadanos con una chocolatada.


Desde aquellos lejanos tiempos, no dejó nunca de fabricarse chocolate en Astorga, alcanzando su cénit, en cuanto a número de fabricantes se refiere, en 1914, cuando se censan cuarenta y nueve en la misma ciudad, además de los establecidos en pueblos próximos como San Justo o San Román de la Vega.

 

Reflejar en este breve trabajo los nombres de los más de doscientos fabricantes que han existido en Astorga sería tal vez aburrido y, desde luego, no necesario. Es justo, sin embargo, dejar constancia de que con sus iniciativas dieron vida a la ciudad llevando la fama de sus chocolates al resto de España e incluso a otros países, como lo prueban los premios obtenidos en varias exposiciones: Londres, Milán, Alejandría o Barcelona, entre otras, otorgaron diplomas y medallas a los chocolates de Astorga.

 

 

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Está claro, y los hechos siguen demostrándolo, que los chocolates de Astorga necesitaron de un apoyo publicitario para incentivar sus ventas. Los más poderosos utilizaron los mejores medios que el mercado ponía a su alcance, tanto en la confección de las envolturas para el chocolate (había en Astorga varias empresas gráficas para elegir aunque, en algunos casos, acudieron a otras de Asturias y Galicia), como en la adquisición de carteles, cromos, cartas, facturas y envases metálicos u objetos para regalo, traídos de Valencia, Barcelona, Santander, o países de Europa, especialmente Alemania, nación especializada en la fabricación de cromos y carteles.


Y hemos de añadir a todo esto los restos del material utilizado en las imprentas astorganas, así como la existencia de máquinas para la fabricación del chocolate construidas en la ciudad.


Una parte de todo este material ha sido recuperada en el Museo del Chocolate. En él se recogen donaciones de personas dadivosas, tanto de Astorga como de otras ciudades, así como las adquisiciones que el propio Museo ha incorporado.


Ésta es, en síntesis, la esencia del Museo del Chocolate de Astorga, que no sería una realidad tangible sin otro tipo de circunstancias: la primera que ese trío de jóvenes artistas conocidos en el mundo como IMAGEN MAS, tuvo la feliz idea, en el año 1993, de lanzar, con la colaboración de La Crónica de León, una colección de libros -18 en total- con los Museos de León. Ellos bautizaron unos escasos fondos mal colocados en un altillo del local, en la calle José María Goy, 5 de Astorga, con el nombre de 'Museo del Chocolate'. Aunque su gestación llevara años, es en ese momento cuando comienza su andadura, teniendo también la suerte de la visita de Don Julio Caro Baroja y su hermano Pío, primeros firmantes del libro de visitas.


El bautismo oficial se realizó por el alcalde de la ciudad el día 13 de diciembre de 1994 y desde entonces ha ido creciendo día a día y ampliando sus fondos que superan el ámbito ciudadano y comarcal, con piezas y documentos procedentes de diversas provincias españolas, así como del resto del mundo.


Las esencias del Museo son de Astorga, son de sus chocolateros y, afortunadamente, pueden degustarse en la calle José María Goy nº 5.

 

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