La trama urbana tejida por el ferrocarril, las harineras y la industria chocolatera
El profesor de la Universidad de Salamanca Valentín Cabero Diéguez analizó la trama urbana y demográfica de Astorga en su libro 'Evolución y estructura urbana en Astorga', del que extraemos este artículo para contextualizar el momento y el lugar, el barrio de Puerta de Rey, donde el arquitecto Sánchez Eznarriaga proyectó el palacete de Magín Rubio transformado en Museo del Chocolate.
![[Img #14482]](upload/img/periodico/img_14482.jpg)
Tanto la situación y el emplazamiento de Astorga como las funciones pasadas y presentes han condicionado el crecimiento en superficie y la estructura morfológica de la ciudad, dando lugar a una fisonomía y paisaje característicos. Pero, sobre todo, han sido la marcha demográfica y la actividad económica quienes han impuesto unos ritmos al crecimiento y estructura urbana, marcando al mismo tiempo unos límites bastante precisos de diferenciación socioeconómica. En este sentido, Astorga no difiere substancialmente de otras pequeñas ciudades de Castilla y León, en las que el asentamiento en la Plaza Mayor o en la calle principal es significado de dominio económico y social. Evidentemente, el núcleo antiguo es, como dice J. García Fernández, "donde se localiza el centro de la actividad urbana y es aún el área preferida para su residencia por las clases acomodadas. El pasado ha dejado más que huellas: está todavía vivo".
Es a finales del siglo XIX cuando llegan los primeros aires de renovación a la ciudad de Astorga; se realiza la traída de aguas (1888), se instala el alumbrado eléctrico (1897), se comienza el palacio episcopal de Gaudí (1889) y se crea el actual Jardín al Sureste de la ciudad, junto a la muralla. Para comprender el crecimiento que se inicia en estas fechas, es preciso analizar el impulso y la atracción marcadas por el establecimiento del ferrocarril; en cambio, a finales del siglo XX, el desarrollo superficial vino señalado por la expansión tentacular de las vías de comunicación. La expresiva toponimia antigua como 'Bodegones' (hoy calle Lorenzo Segura) o '«Carretas' (García Prieto) desaparecerán del callejero urbano y el recinto antiguo se verá desbordado por el crecimiento urbano y por las nuevas funciones, continuándose así, desde finales del siglo XIX, una expansión exclusivamente periférica que había estado paralizada prácticamente desde la Edad Media.
El establecimiento del ferrocarril significa un cambio substancial dentro de la marcha urbana de Astorga. Será punto de atracción demográfica y comercial, dando un nuevo impulso a la vida de la ciudad. Por una parte, llegarán nuevos habitantes, empleados del ferrocarril, que fijarán su asentamiento en la ciudad, siendo un grupo socioeconómico que a partir de este momento tendrá gran importancia; por otra parte, algunos maragatos, antiguos arrieros o descendientes de aquéllos, no perdieron la ocasión de iniciar una nueva y próspera actividad comercial. Fábricas de harina y de chocolate, almacenes de productos agrarios o de abonos minerales y casas de hospedaje se montaron próximas a la estación, que nació alejada de la ciudad. En función de estos factores, la actividad constructiva se verá empujada y atraída por la vía férrea, deteniéndose ante ella. El barrio de Puerta de Rey rompe sus límites tradicionales y crece hacia el norte, camino de la estación del Noroeste; el barrio de San Andrés, aunque alejado de la estación del Oeste, talleres y pabellones ferroviarios, también ve extender sus líneas hacia el camino de hierro. Así, el establecimiento del ferrocarril se convierte en la base de transformación urbana de finales del XIX y principios del XX, como también de su crecimiento en superficie. Los efectos del ferrocarril incluso se han dejado sentir más al sur de la ciudad, en la vecina estación de Valderrey.
![[Img #14483]](upload/img/periodico/img_14483.jpg)
Este valor de atracción que en principio ha tenido el acceso a las estaciones ha venido acompañado de un cierto obstáculo a la expansión, impuesto por la vía férrea. Muy pocos establecimientos se atrevieron a rebasar sus líneas hasta mediados del siglo XX, ya que se estrechaba el área del cultivo intensivo, de un alto valor económico y de precios caros y, además, el tráfico tenía que salvar dos peligrosos pasos a nivel en un espacio muy corto. El auge experimentado con el transporte por carretera yugula la atracción del ferrocarril y cambia de signo el crecimiento, orientándolo hacia el S. y NO., siguiendo el eje de la carretera N-VI Madrid-Coruña.
La expansión tentacular fijada por las carreteras es un hecho que se enlaza con un fenómeno más amplio ocurrido a escala nacional, en este caso, concretamente, con el desarrollo activo y regular del transporte en automóvil entre la Meseta, principalmente Madrid, y la periferia gallega. Toda una serie de centros intermedios, agrícolas, mineros o industriales, contribuyen a un intenso ritmo de tráfico e intercambio a lo largo del eje Madrid-Coruña del que Astorga es paso obligado. La consecuencia fundamental de este hecho es la vigorización y renovación de Astorga como núcleo urbano. La ciudad ha salido de su apretado recinto y se ha extendido siguiendo las arterias principales de comunicación. Los espacios vacíos existentes desde el cuartel hasta el arrabal de San Andrés se han ido rellenando progresivamente de garajes, viviendas, restaurantes, almacenes y otros servicios; lo mismo ha ocurrido a lo largo de la carretera de León, en la parte septentrional de la ciudad. Este es un hecho que arranca de la década de 1950 pero cuyo desarrollo no tuvo efectos acumulados hasta muy entrada la década del 60. [...]
Puerta de Rey, formado a partir de esta salida hacia León, se ha ramificado enormemente siguiendo la Avenida de la Estación y la carretera de León, en los que se asientan buen número de comercios, almacenes y talleres. La morfología a que ha dado lugar este crecimiento es una especie de abanico, muy denso al pie de la muralla y a su salida, y más enrarecido a medida que las líneas de comunicación se alejan de la ciudad. Como testimonio de un pasado no solamente permanece la advocación de su parroquia, Santa Colomba, nombre tradicional del arrabal, sino también la plaza de Santo Domingo y la Calle del Convento, nombres que prolongan su pasado histórico. Hacia este sector, una serie de edificios tradicionales se entremezclan con construcciones de finales del XIX, principios del XX, y otros modernos. Entre los brazos de crecimiento del arrabal o líneas de mayor densidad, queda una zona de huertos y de agricultura intensiva, cortada por el núcleo de la estación y la vía férrea. Transpasado el límite del ferrocarril nos encontramos con la Moldería Real y la fértil vega de Astorga. [...]
Tanto la situación y el emplazamiento de Astorga como las funciones pasadas y presentes han condicionado el crecimiento en superficie y la estructura morfológica de la ciudad, dando lugar a una fisonomía y paisaje característicos. Pero, sobre todo, han sido la marcha demográfica y la actividad económica quienes han impuesto unos ritmos al crecimiento y estructura urbana, marcando al mismo tiempo unos límites bastante precisos de diferenciación socioeconómica. En este sentido, Astorga no difiere substancialmente de otras pequeñas ciudades de Castilla y León, en las que el asentamiento en la Plaza Mayor o en la calle principal es significado de dominio económico y social. Evidentemente, el núcleo antiguo es, como dice J. García Fernández, "donde se localiza el centro de la actividad urbana y es aún el área preferida para su residencia por las clases acomodadas. El pasado ha dejado más que huellas: está todavía vivo".
Es a finales del siglo XIX cuando llegan los primeros aires de renovación a la ciudad de Astorga; se realiza la traída de aguas (1888), se instala el alumbrado eléctrico (1897), se comienza el palacio episcopal de Gaudí (1889) y se crea el actual Jardín al Sureste de la ciudad, junto a la muralla. Para comprender el crecimiento que se inicia en estas fechas, es preciso analizar el impulso y la atracción marcadas por el establecimiento del ferrocarril; en cambio, a finales del siglo XX, el desarrollo superficial vino señalado por la expansión tentacular de las vías de comunicación. La expresiva toponimia antigua como 'Bodegones' (hoy calle Lorenzo Segura) o '«Carretas' (García Prieto) desaparecerán del callejero urbano y el recinto antiguo se verá desbordado por el crecimiento urbano y por las nuevas funciones, continuándose así, desde finales del siglo XIX, una expansión exclusivamente periférica que había estado paralizada prácticamente desde la Edad Media.
El establecimiento del ferrocarril significa un cambio substancial dentro de la marcha urbana de Astorga. Será punto de atracción demográfica y comercial, dando un nuevo impulso a la vida de la ciudad. Por una parte, llegarán nuevos habitantes, empleados del ferrocarril, que fijarán su asentamiento en la ciudad, siendo un grupo socioeconómico que a partir de este momento tendrá gran importancia; por otra parte, algunos maragatos, antiguos arrieros o descendientes de aquéllos, no perdieron la ocasión de iniciar una nueva y próspera actividad comercial. Fábricas de harina y de chocolate, almacenes de productos agrarios o de abonos minerales y casas de hospedaje se montaron próximas a la estación, que nació alejada de la ciudad. En función de estos factores, la actividad constructiva se verá empujada y atraída por la vía férrea, deteniéndose ante ella. El barrio de Puerta de Rey rompe sus límites tradicionales y crece hacia el norte, camino de la estación del Noroeste; el barrio de San Andrés, aunque alejado de la estación del Oeste, talleres y pabellones ferroviarios, también ve extender sus líneas hacia el camino de hierro. Así, el establecimiento del ferrocarril se convierte en la base de transformación urbana de finales del XIX y principios del XX, como también de su crecimiento en superficie. Los efectos del ferrocarril incluso se han dejado sentir más al sur de la ciudad, en la vecina estación de Valderrey.
Este valor de atracción que en principio ha tenido el acceso a las estaciones ha venido acompañado de un cierto obstáculo a la expansión, impuesto por la vía férrea. Muy pocos establecimientos se atrevieron a rebasar sus líneas hasta mediados del siglo XX, ya que se estrechaba el área del cultivo intensivo, de un alto valor económico y de precios caros y, además, el tráfico tenía que salvar dos peligrosos pasos a nivel en un espacio muy corto. El auge experimentado con el transporte por carretera yugula la atracción del ferrocarril y cambia de signo el crecimiento, orientándolo hacia el S. y NO., siguiendo el eje de la carretera N-VI Madrid-Coruña.
La expansión tentacular fijada por las carreteras es un hecho que se enlaza con un fenómeno más amplio ocurrido a escala nacional, en este caso, concretamente, con el desarrollo activo y regular del transporte en automóvil entre la Meseta, principalmente Madrid, y la periferia gallega. Toda una serie de centros intermedios, agrícolas, mineros o industriales, contribuyen a un intenso ritmo de tráfico e intercambio a lo largo del eje Madrid-Coruña del que Astorga es paso obligado. La consecuencia fundamental de este hecho es la vigorización y renovación de Astorga como núcleo urbano. La ciudad ha salido de su apretado recinto y se ha extendido siguiendo las arterias principales de comunicación. Los espacios vacíos existentes desde el cuartel hasta el arrabal de San Andrés se han ido rellenando progresivamente de garajes, viviendas, restaurantes, almacenes y otros servicios; lo mismo ha ocurrido a lo largo de la carretera de León, en la parte septentrional de la ciudad. Este es un hecho que arranca de la década de 1950 pero cuyo desarrollo no tuvo efectos acumulados hasta muy entrada la década del 60. [...]
Puerta de Rey, formado a partir de esta salida hacia León, se ha ramificado enormemente siguiendo la Avenida de la Estación y la carretera de León, en los que se asientan buen número de comercios, almacenes y talleres. La morfología a que ha dado lugar este crecimiento es una especie de abanico, muy denso al pie de la muralla y a su salida, y más enrarecido a medida que las líneas de comunicación se alejan de la ciudad. Como testimonio de un pasado no solamente permanece la advocación de su parroquia, Santa Colomba, nombre tradicional del arrabal, sino también la plaza de Santo Domingo y la Calle del Convento, nombres que prolongan su pasado histórico. Hacia este sector, una serie de edificios tradicionales se entremezclan con construcciones de finales del XIX, principios del XX, y otros modernos. Entre los brazos de crecimiento del arrabal o líneas de mayor densidad, queda una zona de huertos y de agricultura intensiva, cortada por el núcleo de la estación y la vía férrea. Transpasado el límite del ferrocarril nos encontramos con la Moldería Real y la fértil vega de Astorga. [...]