Nuestro último verano en Escocia
Ficha técnica
Directores y Guionistas: Andy Hamilton y Guy Jenkin
Producción: David M. Thompson y Dan Winch
Fotografçia: Martin Hawkins
Música: Alex Heffes
Reino Unido. 2014. Comedia. 95 minutos.
![[Img #14532]](upload/img/periodico/img_14532.jpg)
En contadas ocasiones podemos apreciar en nuestra cartelera una comedia con la gracia, sutileza y sensibilidad aderezada convenientemente por ligeros aunque contundentes toques de humor negro, con una dosificación y composición de personajes tal que resulta apreciada en sus múltiples niveles de comprensión. Y a su mayor honra, la película se nos muestra investida por esa mágica estela que alumbra a aquellas producciones capaces de conectar con una extensa variedad de espectadores con diversas aspiraciones y de todas las edades. Dirigida por el tándem de realizadores londinenses Andy Hamilton y Guy Jenkin, responsables de variopintas TV-movies y series televisivas, con títulos tan célebres como Outnumbered, esta película representa su 'ópera prima'.
Se halla protagonizada por la actriz británica Rosamund Pike, a quien podemos reconocer en títulos como 'Muere otro día', 'An Education', 'El mundo según Barney', 'Jack Reacher', 'Mejor otro día' o 'Perdida', junto al actor escocés David Tennant, que encarnó al Doctor Who en la mítica y longeva serie de la BBC, y asimismo protagonista de la serie 'Broadchurch' que podemos presenciar en Antena 3.
Ambos dan vida a Doug y Abie, jóvenes padres azorados que tratan de educar y contemporizar a un tiempo con sus tres hijos encantadores, hábiles y ocurrentes aunque en ocasiones también dejen entrever un carácter marcadamente excéntrico e hiperactivo. Este caldo de cultivo unido a la llamativa mezcolanza de personalidades preexistentes, a las que se añaden los condicionamientos del mundo adulto frente a la constante necesidad de libertad e incluso anarquía anhelada por el imaginativo mundo infantil, dará lugar a una serie de situaciones hilarantes, admirablemente inspiradas a pie de guión, elaborado con excelencia, cuidadosamente equilibrado, trazado incluso con tiralíneas, que transpone e incorpora los momentos más laureados de la mejor comedia británica de los 80 y 90, nacida en las propias series televisivas como inmejorable cantera para el campo del largometraje.
El primer punto de giro surge con la aparición del inevitable estrés en la pareja, provocado por sus mutuas ocupaciones laborales junto a la sobresaltada convivencia familiar. Este ritmo sobreacelerado, impuesto por las circunstancias y artificial, comienza a poner en peligro no splo su propio matrimonio sino incluso la estabilidad mental de ambos.
![[Img #14533]](upload/img/periodico/img_14533.jpg)
Ante este complejo panorama deciden realizar un viaje a Escocia con sus hijos que promete desembocar en unas entretenidas vacaciones familiares prolijas en momentos de tranquilidad aptos para la reflexión. Allí participarán en una gran reunión con sus allegados, caracterizada por la irrupción del hermano mayor, típico triunfador cuyo éxito se halla cimentado en la especulación financiera y cuyo sistema de valores se pone en cuestión mediante las continuas puyas, preguntas inquisitivas y sorna de los niños, en busca de constantes explicaciones sobre lo que parece un gran sinsentido: el extraño sistema sobre el que se asienta y genera su riqueza económica.
Aquí reside precisamente una de las mayores grandezas del filme, en la capacidad para sugerir el debate en torno a los más relevantes temas de la actualidad mediante lo que inicialmente aparece revestido como una historia de reivindicación del universo de la infancia; en el retrato de este candente momento histórico que estamos presenciando ahora bajo la mirada transparente e impávida de los infantes que parecen despertar a una realidad en muchas ocasiones escasa de respuestas, difícil de comprender; la apertura de sus frágiles y permeables conciencias hacia una nueva época en la que tan solo parecen encontrar un único punto de contacto con el mundo adulto, o más bien un amplio y extenso puente que ostenta el lado más amable y lúdico de éste, encarnado en ese estrafalario aliado septuagenario Gordie, el padre de Doug, amante de la vida y del sarcasmo, de acerada e irrepetible personalidad aunque considerado como un ser extravagante por parte de los sectores más convencionales de su propia estirpe.
Inesperadamente, lo que todos esperaban como unas vacaciones para la reconciliación se transformará en un campo de batalla aún más propicio para el surgimiento de nuevas situaciones cómicas alentadas por una extemporánea excursión de los pequeños con el abuelo hacia la playa, merced a un desenlace supuestamente dramático aunque reconvertido en última voluntad del abuelo en su búsqueda infatigable de nuevas ocasiones para la chanza, como supervisando esta vez los destinos de sus sucesores más allá de la propia vida, en un jocoso y aleccionador testamento capaz de inhibir los rencores familiares, malentendidos y egos maltrechos que se interponen y terminan formando parte de todas sus rutinas sin solución de continuidad; mitigando e incluso neutralizando los verdaderos designios malignos que han terminado por configurar una realidad en la que apenas se reconocen las individualidades, la personalidad y el factor humano, por culpa de la servidumbre a la autarquía de las apariencias, una realidad sin duda ajena a todas sus naturales pulsiones.
Siguiendo los preceptos y consignas del abuelo, que evoca y rescata los legendarios funerales vikingos, los niños, con la mejor de sus voluntades, terminarán provocando todo un aluvión de reacciones que abocan a sus progéneres en unos casos a perder los estribos, a claudicar al reciente secreto que amenaza su intimidad con la invasión de los medios informativos en busca de la noticia morbosa, hasta terminar comprendiendo cómo un ritual en apariencia macabro puede significar el comienzo de la reconciliación y alentar en ellos la necesidad de conservar a su lado sus mayores afectos, los seres a quienes más estiman.
![[Img #14534]](upload/img/periodico/img_14534.jpg)
El discurso honesto y espontáneo finalmente acaba fluyendo; el sugerido silencio y autocensura que tradicionalmente deben gestionar los abogados ante la existencia de este secreto de familia que sus miembros deben conservar para no faltar a las supuestas reglas del decoro, un recurso habitual que en la mayor parte de las ocasiones deviene absurdo e incluso grotesco, aquí termina dando paso a la confesión ante los propios reporteros, a quienes primero se les acusa de actuar como secuaces de ese mundo mediático regido por una audiencia ávida de escándalos sociales para acordar al final su complicidad apelando a la propia condición humana o materno/paternofilial de los reporteros.
Celebrada por la crítica británica del momento y distribuida por Lionsgate con 448 copias iniciales, la película superó los 2,7 millones de euros de recaudación apenas cumplidos diez días en cartelera, lo que consolida una inmejorable alianza entre el cine independiente y el afortunado encuentro con un público cada vez más consciente de la calidad de sus productos independientemente del glamour de sus estrellas, de sus elevadas inversiones o lo abultado de sus presupuestos.
Ficha técnica
Directores y Guionistas: Andy Hamilton y Guy Jenkin
Producción: David M. Thompson y Dan Winch
Fotografçia: Martin Hawkins
Música: Alex Heffes
Reino Unido. 2014. Comedia. 95 minutos.
En contadas ocasiones podemos apreciar en nuestra cartelera una comedia con la gracia, sutileza y sensibilidad aderezada convenientemente por ligeros aunque contundentes toques de humor negro, con una dosificación y composición de personajes tal que resulta apreciada en sus múltiples niveles de comprensión. Y a su mayor honra, la película se nos muestra investida por esa mágica estela que alumbra a aquellas producciones capaces de conectar con una extensa variedad de espectadores con diversas aspiraciones y de todas las edades. Dirigida por el tándem de realizadores londinenses Andy Hamilton y Guy Jenkin, responsables de variopintas TV-movies y series televisivas, con títulos tan célebres como Outnumbered, esta película representa su 'ópera prima'.
Se halla protagonizada por la actriz británica Rosamund Pike, a quien podemos reconocer en títulos como 'Muere otro día', 'An Education', 'El mundo según Barney', 'Jack Reacher', 'Mejor otro día' o 'Perdida', junto al actor escocés David Tennant, que encarnó al Doctor Who en la mítica y longeva serie de la BBC, y asimismo protagonista de la serie 'Broadchurch' que podemos presenciar en Antena 3.
Ambos dan vida a Doug y Abie, jóvenes padres azorados que tratan de educar y contemporizar a un tiempo con sus tres hijos encantadores, hábiles y ocurrentes aunque en ocasiones también dejen entrever un carácter marcadamente excéntrico e hiperactivo. Este caldo de cultivo unido a la llamativa mezcolanza de personalidades preexistentes, a las que se añaden los condicionamientos del mundo adulto frente a la constante necesidad de libertad e incluso anarquía anhelada por el imaginativo mundo infantil, dará lugar a una serie de situaciones hilarantes, admirablemente inspiradas a pie de guión, elaborado con excelencia, cuidadosamente equilibrado, trazado incluso con tiralíneas, que transpone e incorpora los momentos más laureados de la mejor comedia británica de los 80 y 90, nacida en las propias series televisivas como inmejorable cantera para el campo del largometraje.
El primer punto de giro surge con la aparición del inevitable estrés en la pareja, provocado por sus mutuas ocupaciones laborales junto a la sobresaltada convivencia familiar. Este ritmo sobreacelerado, impuesto por las circunstancias y artificial, comienza a poner en peligro no splo su propio matrimonio sino incluso la estabilidad mental de ambos.
Ante este complejo panorama deciden realizar un viaje a Escocia con sus hijos que promete desembocar en unas entretenidas vacaciones familiares prolijas en momentos de tranquilidad aptos para la reflexión. Allí participarán en una gran reunión con sus allegados, caracterizada por la irrupción del hermano mayor, típico triunfador cuyo éxito se halla cimentado en la especulación financiera y cuyo sistema de valores se pone en cuestión mediante las continuas puyas, preguntas inquisitivas y sorna de los niños, en busca de constantes explicaciones sobre lo que parece un gran sinsentido: el extraño sistema sobre el que se asienta y genera su riqueza económica.
Aquí reside precisamente una de las mayores grandezas del filme, en la capacidad para sugerir el debate en torno a los más relevantes temas de la actualidad mediante lo que inicialmente aparece revestido como una historia de reivindicación del universo de la infancia; en el retrato de este candente momento histórico que estamos presenciando ahora bajo la mirada transparente e impávida de los infantes que parecen despertar a una realidad en muchas ocasiones escasa de respuestas, difícil de comprender; la apertura de sus frágiles y permeables conciencias hacia una nueva época en la que tan solo parecen encontrar un único punto de contacto con el mundo adulto, o más bien un amplio y extenso puente que ostenta el lado más amable y lúdico de éste, encarnado en ese estrafalario aliado septuagenario Gordie, el padre de Doug, amante de la vida y del sarcasmo, de acerada e irrepetible personalidad aunque considerado como un ser extravagante por parte de los sectores más convencionales de su propia estirpe.
Inesperadamente, lo que todos esperaban como unas vacaciones para la reconciliación se transformará en un campo de batalla aún más propicio para el surgimiento de nuevas situaciones cómicas alentadas por una extemporánea excursión de los pequeños con el abuelo hacia la playa, merced a un desenlace supuestamente dramático aunque reconvertido en última voluntad del abuelo en su búsqueda infatigable de nuevas ocasiones para la chanza, como supervisando esta vez los destinos de sus sucesores más allá de la propia vida, en un jocoso y aleccionador testamento capaz de inhibir los rencores familiares, malentendidos y egos maltrechos que se interponen y terminan formando parte de todas sus rutinas sin solución de continuidad; mitigando e incluso neutralizando los verdaderos designios malignos que han terminado por configurar una realidad en la que apenas se reconocen las individualidades, la personalidad y el factor humano, por culpa de la servidumbre a la autarquía de las apariencias, una realidad sin duda ajena a todas sus naturales pulsiones.
Siguiendo los preceptos y consignas del abuelo, que evoca y rescata los legendarios funerales vikingos, los niños, con la mejor de sus voluntades, terminarán provocando todo un aluvión de reacciones que abocan a sus progéneres en unos casos a perder los estribos, a claudicar al reciente secreto que amenaza su intimidad con la invasión de los medios informativos en busca de la noticia morbosa, hasta terminar comprendiendo cómo un ritual en apariencia macabro puede significar el comienzo de la reconciliación y alentar en ellos la necesidad de conservar a su lado sus mayores afectos, los seres a quienes más estiman.
El discurso honesto y espontáneo finalmente acaba fluyendo; el sugerido silencio y autocensura que tradicionalmente deben gestionar los abogados ante la existencia de este secreto de familia que sus miembros deben conservar para no faltar a las supuestas reglas del decoro, un recurso habitual que en la mayor parte de las ocasiones deviene absurdo e incluso grotesco, aquí termina dando paso a la confesión ante los propios reporteros, a quienes primero se les acusa de actuar como secuaces de ese mundo mediático regido por una audiencia ávida de escándalos sociales para acordar al final su complicidad apelando a la propia condición humana o materno/paternofilial de los reporteros.
Celebrada por la crítica británica del momento y distribuida por Lionsgate con 448 copias iniciales, la película superó los 2,7 millones de euros de recaudación apenas cumplidos diez días en cartelera, lo que consolida una inmejorable alianza entre el cine independiente y el afortunado encuentro con un público cada vez más consciente de la calidad de sus productos independientemente del glamour de sus estrellas, de sus elevadas inversiones o lo abultado de sus presupuestos.