Eloy Rubio Carro
Domingo, 01 de Marzo de 2015

"Aunque las verdades sean dolorosas, recolocan a la gente en su sitio"

Luz Gabás, autora de las novelas 'Palmeras en la nieve' y 'Regreso a tu piel' reivindica para una vida verdadera la recuperación sin ambages de la memoria. No pasa por componendas. Ha sido la vainilla, el café, la fresa en el chocolate de este SICA que se acaba, pero también ha sido la negrura, el bosque espeso a latigazos; la amarga verdad a la que sabe el soconusco en las jícaras delicadas

 

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En su novela Palmeras en la nieve apenas hay referencias a Teodoro Obiang.  ¿Qué opinión le merece la actual relación de España con su antigua colonia?


Hay quien ha dicho que podía haber sido una novela denuncia; pero  yo no quería esto,  quería  que fuese una novela que mostrase la situación y que cada uno que sacase sus propias conclusiones. La respuesta a la pregunta es compleja y yo no tengo la respuesta. ¿Qué haría yo en lugar de un presidente del gobierno cuando tienes que hablar o visitar a un dictador? Si no tienes tratos con esa persona de inmediato abandonas todo trato con el país; pero tener tratos supone  estrechar la mano a un dictador. Son situaciones de alta política que a mí se me escapan. si que creo que es una pena que se hayan perdido las relaciones y que de alguna manera se tendrían que retomar, y si esto sirviera para que con el tiempo  el país pudiera ir caminando hacia una democracia real, pues algo habremos hecho.

 

El descubrimiento de Clarence al investigar el pasado de su familia le lleva a desmontar el equilibrio familiar, la historia épica familiar. Esto, en un país como España es importante si tenemos en cuenta que aún no hemos terminado de encajar los desastres de la guerra. ¿Cuál es según usted el modo conveniente de actuación ante esos sinsabores y desencuentros que nos trae la memoria?


¿Te refieres a la Recuperación de la Memoria Histórica?

 

 

Sí, claro, pero de todas las memorias. Clarence el personaje de su novela toma el toro por los cuernos, no dice, cuando va descubriendo el horror, "mejor lo dejamos, pues esto ya es historia…"


Yo creo que hay que recuperarlo todo, otra cosa es el modo en que se legisla, lo que sería ya un tema político… ¿Hasta donde tenemos que llegar? El tema de las brujas de mi segunda novela sucedió hace cuatro siglos. Yo creo que hay que recuperar siempre todo absolutamente para aprender y no repetir los errores en el futuro. Otra cosa es el legislar, ahí sí que entramos en un tema espinoso, porque tampoco puedes obligar por ley a cicatrizar unas heridas. Es que eso tiene que ser más cultural, más por la vía educativa. No creo que una ley vaya a terminar con odios.

 

 

Volviendo a la novela, ¿usted cree que la investigación que realiza la protagonista sirve para cicatrizar alguna herida?


Yo creo que sí, porque el conocimiento te hace seguir adelante de otra manera.

 

 

Sí, eso es cierto, pero…


Ella sale fortalecida, y todos. Eso es lo que se plantea en la novela. ¿Qué es mejor, vivir en la ignorancia? Yo creo que no, a mí me gustaría saber, yo soy como Clarence.

 


Sí, desde el punto de vista de ella sí, pero qué sucede con el resto de los implicados. Tal vez ellos prefirieran dejar las cosas como estaban.


Pues bueno,  su padre en la novela termina como termina, perdiendo la memoria, tal como le ocurrió a España con Guinea. Me parece que aunque las verdades sean dolorosas, recolocan a la gente en su sitio, y eso es necesario.

 

 

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En Fernando Po usted se centra en las plantaciones de cacao ¿Cómo era el modo de trabajo en ellas? ¿Quiénes eran los propietarios? ¿Cuáles eran las condiciones de esos trabajadores?

 

Los dueños de las plantaciones solían ser empresarios españoles que hacían ofertas de  trabajo en España. Personas normales y corrientes, sobre todo hombres iban de capataces a las plantaciones de cacao. Iban con un contrato firmado desde España, con unas condiciones laborales que a ellos para aquella época les resultaban atractivas; porque como las campañas eran duras, de dos años de duración, seis meses eran de vacaciones pagadas, algo fantástico para ellos. Antes de los años cincuenta los contratos tanto para españoles como para los nigerianos eran de jornadas laborales muy largas; pero a mitad de siglo eran ya de ocho horas. El trabajo lo recordaban como muy duro, físicamente duro, estaban todo el día pendientes de los árboles de cacao, pero les enganchaba, sobre todo la parte del tueste, que lo recordaban con especial cariño; tal vez fuera por el olor, por el calor… Esto les quedo muy grabado.

 

 

En un mundo colonizado como el que usted describe, la mujer parece ser tan solo objeto de deseo. En el mejor de los casos como es el de Killian y Bisila también de amor. ¿Qué otros papeles ha descubierto usted que tenían las mujeres que vivían en torno a una plantación de cacao como la que se escribe en Palmeras en la nieve?


Bueno, había un perfil de mujer variado. Las mujeres españolas cuyos maridos trabajaban en las plantaciones y ellas estaban allí con ellos, estas son las que sufrieron la vida más dura; no estaban en la ciudad, no disfrutaban de la diversión del casino, no vivían en un ambiente sofisticado; estas mujeres tuvieron sus hijos en la plantación y trabajaron muy duro, pero eran más bien escasas, porque al final muchos trabajadores preferían que sus mujeres se quedaran en España y ellos pasar la temporada de trabajo y volver los seis meses de vacaciones. Por otro lado estaban las españolas, como el personaje de Julia, que eran muy avanzadas para su tiempo y que llevaban una vida mucho con menos ataduras que en España; estudiaban en los institutos, iban al colegio y muchas veces se ponían al frente de los negocios familiares. Y un tercer tipo sería la típica 'señora de…', es decir mujeres de españoles, que no tenían que trabajar y que disponían de cocinera, de criados y que vivían como reinas y marquesas; estas fueron las que al volver a España más se resintieron, pues su nivel de vida tuvo que normalizarse. Y ya por último estarían las mujeres de los empresarios,  que no siempre vivía en Guinea.

 

 

¿Y las nativas?


En cuanto a las nativas. En la novela aparecen con su fuerza, Bisila es una mujer muy fuerte, hubo muchas que tuvieron ocasión de estudiar, sí que es verdad que el sistema colonial que se había montado las educaba como servidumbre; Bisila en la novela es enfermera, una profesión que le va muy bien a su carácter entregado, pero coincide con ese perfil de mujer negra que en la época colonial estudió y pudo salir adelante. Otras tipo de mujer es representado por Sade en mi novela;  tenía que salir como era, una muchacha que trabaja en un club, les llamaban las ‘milindas’ y quienes iban allí las consideraban como sus amigas; nunca se refirieron a ellas como prostitutas. Ellos matizaban y era como otro concepto de mantener las relaciones, algo más propio de la amistad que de la prostitución. Me gusta el personaje de Sade porque ella sí es un personaje hecho a sí mismo; trabaja en lo que sea y como sea para salir adelante. Las nativas de la novela son personajes fuertes y en el presente también.

 

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Tras la presentación este jueves de su novela ‘Palmeras en la nieve’, busqué en internet 'Anita Guau' y encontré una fotografía en la que estaban un joven con una niña, era una niña bailando.

 

¿Pero la foto era años cincuenta o era actual?

 

 

Se trataba de una fotografía en blanco y negro, pues sería de los años cincuenta o sesenta.


Cuando  justo después de la independencia, algunos españoles acudieron a montar la televisión; comentaban que había mujeres muy jóvenes que a cambio de algún favor, regalos, dinero mantenían relaciones con los foráneos. Eso es un problema desde cualquier punto de vista, aunque desde el de las chicas se viera de otra manera. Estoy muy convencida de no debiera de ser así; pero no estoy yo por dar ahora lecciones de moral.

 

 

No, ni yo tampoco, se trataba de una niña muy bella, tal vez tuviera trece o doce años, no más. 


Sí, aún cuesta comprenderlo.

 

 

Su novela se inspira en las experiencias de sus antecesores en plantaciones de cacao en Sampaka. Mucha gente del valle de Benasque también habían ido a trabajar. Se encuentran una vida social mucho más laxa que la que se estilaba entonces en España, aderezada además por las relaciones de poder/sumisión que contaminaban la isla. Esto convierte casi todo en inauténtico; unas relaciones falaces, impostadas, unos amores falseados. Solo quieren salvarse por un instante de la vorágine Killian y Bisila para luego a su vuelta al mundo infectarse en la misma epidemia. ¿Tan presos estaban cada uno de los dos de sus respectivos ambientes o culturas como para arruinar un amor tan hermoso e intenso?


Yo pensaba esos amantes como símbolos de ambos países. Bisila representa a Guinea y Killian representa a España y lo que hizo España y su cobardía al no reaccionar como tenía que haberlo hecho. No quería ceñirme a un perfil estricto de novela romántica en la que todo acabara bien. Tendría que haber forzado mucho la peripecia, porque la realidad fue la que fue. Fue que no las dejaban salir, que hubo muchas separaciones forzadas y  muchos dramas. Mucha gente volvió aquí con sus recuerdos. Yo quería mostrar que si  empiezas a dejar que el tiempo pase, -y que tal vez Killian no fue lo suficientemente fuerte para pelear por su amor verdadero, el que le marca para toda su vida-  al final la distancia es insalvable y ya no puedes volver; eran personas normales y corrientes con una mentalidad quizás más práctica que sentimental, y hay que entenderlo en ese contexto.

 

 

¿Qué grado de actividad tiene en España la cultura guineana?


Hay bastante más actividad de la que pudiera pensarse y eso se percibe al final del libro donde cito toda la bibliografía. En Madrid hay una asociación bubi con más de 800 miembros; algunos de los cuales son políticos en el exilio, historiadores, poetas. Y gente que han hecho una labor que ahora muchos de los jóvenes no podrían hacer, porque ellos vivieron la época de la transición a la independencia y el exilio, y tuvieron cargos políticos. Estuve con ellos antes de publicar 'Palmeras en la Nieve' y quise saber su opinión, no fuera que hubiese metido la pata en mi novela en cuestiones fundamentales.

 

 

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'Regreso a tu piel' es su última novela ¿Sigue considerándola novela de género?
Se dice que aprovecha unos legajos que encontró el cura de Laspaules en donde se cuenta el ajusticiamiento de unas mujeres acusadas de brujería. También se ha dicho que algunas hojas aparecieron revoloteando en un día ventoso mientras repicaban las campanas de la iglesia ¿Será su novela de ahora como la anterior en que parecíamos viajar en la escoba de una bruja?

 

Es cierto que aparecieron mil papeles antiguos al arreglar una pared de una torre de la iglesia, pero que  solo en dos de los legajos se habla de las ejecuciones de las mujeres por causa de brujería.


Para mí era otra parte de nuestro pasado muy desconocida, porque la manera en que hemos ido recuperando la memoria histórica de las brujas ha sido muy frívola. Ahora mismo cuando pienso la palabra bruja me respondo con 'mujer injustamente asesinada'. Me interesa muchísimo el contexto político que permitió eso y reconstruirlo me pareció fascinante. Qué casualidad que fuera un momento de transición de señores feudales y los deseos de Felipe II de apoderarse de las tierras fronterizas con Francia. Así sembró la semilla de la discordia y jugaron muy sucio, el rey jugó muy sucio; todo esto no fue por casualidad paralelo a las alteraciones de Aragón. Coinciden la entrada del ejercito real de Felipe II en Aragón, cuando se pierden los fueros, con las ejecuciones de brujas en la zona más conflictiva del norte.

 

 

¿Qué era lo que se quería transmitir con esas ejecuciones?


Se trataba de ejecuciones ejemplares, políticas. La diferencia con las otras ejecuciones de la Inquisición es que aquí como en muchos otros pueblos de Europa estaban aderezadas con una gran carga política local.


La asociación acostumbrada entre brujería e Inquisición se desvanece. El 90% habían sido ejecuciones civiles.
Evidentemente, fueron los chivos expiatorios de una situación política muy concreta. Ahora, como a mí me va el género histótico-romántico, echo al pote de la bruja todos estos ingredientes y añado mis encantamientos; no tanto por la cuestión de la brujería sino por ese deseo de que esta vida no fuera la única y de que yo pudiera reencontrarme con mis seres queridos en el más allá. El encanto de la novela está en ese punto de irracionalidad que viene o va del lado del deseo, incluso contra mi propia racionalidad…

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