Esteban Carro Celada
Domingo, 14 de Junio de 2015

El entorno familiar del Maragato Cordero ( VI )

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De París llega una nueva carta del Maragato por los cortos días de final de febrero:


“He recibido vuestra cartita del 23 del anterior y por ella veo que María Antonia padece mucho en su mala salud. Que se cuide mucho, que no coja frío y que procure ir sorteando el invierno hasta ver si, a la primavera se mejora con las aguas y mi presencia.


“Mucho me satisface que Victoria adelante mucho en sus estudios: cuando yo la vea le daré muchos abrazos para recompensarla.


“No os podéis figurar lo que me atrista la situación del primo Santiago; sí da esperanzas de curar, menos mal; pero si no, será un muchacho perdido. ¡Qué lástima!.


“Luis me preguntaba en una carta si queríamos que se amueblase la sala que está empapelada para recibir las visitas primeras, cuando lleguemos a esa. Sobre este asunto, dice tu madre que si llegamos a ir, lo cual va retardando indefinidamente, entonces se verá si arreglarlo para el pronto aunque sea con un alquilador de muebles, a fin de que después se pueda hacer despacio y a gusto, si es que no hay bastante con los buenos muebles que había en la otra casa.


“Decidme si las niñas están adelantaditas y si se aplican. Allá va una carta de sus hermanos los viajeros, que están holgando a sus anchas.


“Adiós, queridos hijos míos: mamá y los niños os escriben mil cariños y yo un abrazo muy apretado de vuestro papá que os quiere mucho, Santiago”.

 

 

 

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Ya en junio el tío Gabriel Rodríguez, es decir el hermano de mamá María Antonia, ya muerta, escribe a su sobrina. Ellas están en Santiago de Millas por las vísperas de San Pedro y el tío escribe desde su casa de Santander:


“Por Luisito y papá he sabido que salisteis de Madrid para esa el 18, acompañados del amigo Vázquez, que supongo habréis llegado sin novedad y con felicidad allá do de nuestras familias, en Santiago de Millas, de lo que me alegraré halléis buenos, a quienes daréis mis afectos, como también al amigo Vázquez y su amable familia y demás de los amigos.


“Santiago Pío se halla muy contento en este país, anda a la escuela por la mañana y tarde, y a las seis de la tarde toma lección de piano en casa con su correspondiente piano que alquilamos, interín viene uno que encargué en Londres.


“Procurar venir lo antes posible a esta, avisando con anticipación que debéis salir para Valladolid, a donde saldré yo con dos días también de anticipación, porque tengo que detenerme dos días a la ida en Palencia, de modo que vosotras me diréis cuando estéis dispuestas a salir, día arriba, día abajo; esto es, cuando estéis próximas a salir, y me escribiréis con tiempo, cuando dispongáis salir.


“Mil afectos a la familia toda, con besos a los niños y vosotras podéis disponer el cariño que os profesa de corazón vuestro tío Gabriel Rodríguez”.

 

 

 

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A esta carta que nos habla cómo las hijas de Cordero también veraneaban en Santander, hemos de añadir que el Santiago Pío al que se refiere la carta y se le compra un piano en Londres, es el hijo primogénito del segundo matrimonio de Cordero.


Cuatro días más tarde reciben en Santiago de Millas una carta del padre. Cordero ya está en Madrid. Acaban de llegar a Santiago de Millas y todo es una peregrinación de visitas del pueblo, de Astorga. No diremos lo que sería la vuelta del Maragato, después de varios años de ausencia y de persecuciones, tal como se desvela por las palabras que dirige a su propia madre María Antonia Cordero, la hermana del brigadier muerto en Uclés en la guerra de la independencia: 


Mis queridas hijas: Nada os digo por vuestra tardanza en escribirme, porque ya me ha dicho el amigo Don Ramón  que las visitas no os dejan respirar libres un momento.


“Veo que habéis encontrado muy buena a mi madre y que desea  mucho ver pronto a su nietecita, pero decidla que tenga un poco de paciencia y que ya se la lograrla este gusto. Yo también tengo vivas ansias de abrazarla y ya es razón de que al cabo de tantos años y de tan largas ausencias, la haga una visita. Lo cumpliré después que Mariquita salga con felicidad de su estado y de que dispongamos nuestra salida de Madrid.


“Comunicad nuestros afectos a mi madre, a Antonia Bernardina y demás familia, recibiendo muchos besos de los niños para Clotilde y Luisín, con el cariño de vuestro padre, Santiago Alonso Cordero”.

 


En septiembre Bernardino Franco Alonso escribe a María Amalia, casada con su hijo Luis. Reside en Palacios  y le dice, por entonces ya en Santander:


“Deseo tu buena salud en compañía de todos los de esa, incluso mis queridos nietos; por Cayetano Alonso que sale hoy para Santander, te remito unos jamones y las dos cajas de mantecadas grandes, que disfrutaréis en mi nombre; ha llegado Antonio con la mula y el carrito que conducía lleno de bacalao y de truchas, que todo es bueno. La niña sigue gorda y tiene los dos dientes que dije. Muerde la teta y cuando la riñe el ama se echa a reír. Está hermosa y llora cuando está comiendo el ama y no la da. Dentro de poco la vamos a enseñar a comer. Consérvate buena y disponéis todos del fino afecto que os profesa tu padre, Bernardino Franco Alonso. P.D. Va el porte pagado”.

 

 

 

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Es una carta de abuelo a hija en la que se habla de Eloísa, la tercera hija de María Amalia, el tercer nieto del Maragato.


Por cierto que este abuelo paterno había escrito a los Rodríguez Agueros un mes antes, también fechada en Palacios y dirigida a Gabriel Rodríguez. Es 26 de agosto y contesta una carta santanderina del 10. Contesta a lo que dice sobre su nietecillo. Veamos:


“Debo decirle que su sobrino Luisín, mi querido e inolvidable nieto, en medio de sus padecimientos siempre fue muy valiente, pues con las medicinas más crueles que aquí tomó nunca fue posible hacerle tomar azúcar para quitar el mal gusto, como dirá a usted la Polonia.
“Los otros sobrinos tanto Joaquín como el famoso Pío, tiene usted razón que lo son de pico, pero al efectuarlo, son algo cobardes, cosa de niños. Nada me dice usted de mi inolvidable Clotilde que deseo se halle robusta como siempre.


“siento mucho que María Antonia se haya puesto en los baños tan desazonada y me alegro que se restablezca enteramente porque es una imaginación tan viva, que es lo que la mata y a nadie como a ella le deben probar. Mucho siento que la mula se haya inutilizado, pues era suficiente para llevar la familia de casa, por el mucho valor que tiene y los buenos brazos para bajar  y subir y no digo con los 14 o 15 que usted dice, pero si con los de casa que quiere decir la familia; deseo le prueben bien a todos, dándole afectos de mi parte, incluso mi esposa que se los da, para todos con un millón de besos a mis queridos nietos y sobrinos, lo mismo que a las doncellas.


“Yo acabo de llegar hoy de mis baños perfectamente bien y me encuentro a mi esposa encenagada con sus criados en la recolección de los granos, que ya me echó una fanfurriña: que tenía 58 cargas de trigo en la panera y que le faltaban 30, pero no me ha dicho los ‘solbitantes’ (por exorbitantes) gastos que se han hecho para dichos granos, porque eso no lo dicen a nadie; deseo que hayan concluido aguas y baños sin la menor novedad como lo desea el que más desea la salud de todos ustedes, mandando con ‘franqueza’ a su afectísimo Bernardino Franco Alonso.


P.D. Dígame usted que ha tenido la mula, pues en esta también llegó entrepechada y sanó aquí bien”.

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