Esteban Carro Celada
Jueves, 18 de Junio de 2015

El entorno familiar del Maragato Cordero ( VII )

Como los vientos de una explosión nuclear oímos las vibraciones de la revolución del 48 en las cartas de la familia de Cordero

 

 

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Tras estas palabras añade otras dirigidas a su hija política María Antonia, en particular referentes a su hijita Eloísa. Le pide que envíe “blusas para la niña que en estas no cabe el bracito, solo, sin manga. No le cabe en ninguna. Esta es cada vez más robusta y más hermosa. Es un retrato de Bernardina (q.e.p.d.). Ya tiene dos dientes y nada se le ha sentido de enfermedad. Solo que “mi” dijo su abuela que había llorado algo al tomar el pecho, y que sin duda fue al tiempo que se le rompían. Que se haría daño en las encías, pero ya está muy risueña, y de que yo vine, nada la he dejado de los brazos, porque no sabe llorar. El domingo salimos para casa dejando Diosmediante, el grano todo encerrado”.

 

El traslado de pueblos a que se refiere en la postdata hay que interpretarlo como una ida desde Palacios hasta Santiago de Millas. 

 

Muchos favores habían de hacer. Eran ricos y se los pedían. Tenemos el caso de una carta particular de Juan Álvarez y Mendizábal que un lunes 12 envía una recomendación a Luis el yerno del Maragato para que le tenga en cuenta el pago de una renta a unos amigos. Debía ser ya con la casa nueva y sin duda a éste se debe de referir una partida que aparece en los años 50 y pico en que tratando de reajustar los problemas de la casa de Mayor, se le asegura que hay algunas que se dan sin renta. Leamos la carta de Mendizábal, el desamortizador, el expresidente del gobierno:


 “Mi querido Luis: No puedo menos que recomendar a la piedad de usted a las dadoras. Se han retrasado en el pago de la casa que dejan por casa, en razón a las circunstancias políticas y desean pagar a usted un tanto mensual por lo que les deban, contando con el sobrante que –dicen- tienen ya de la que intentan tomar. ¿No puede usted, bajo la garantía de sus muebles, hacerle este gran servicio? Yo creo que sí y espero que en mi obsequio hará usted por esas infelices cuanto más pueda. Suyo afectísimo y amigo y s.s.q.b.s.m. Juan Álvarez y Mendizábal”.

 

 

 

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Por este tiempo Don Santiago iba al pueblo, comenzaba a ir al pueblo y contaba parte de lo que había visto por sus viajes europeos y muy especialmente en Alemania e Inglaterra. En Santiago de Millas charloteaba con la gente en la cantina y con las viejucas por las calles. Miraba hacia las chimeneas que tenían cacharros en las cumbres y decía:


-Pronto ya nos alumbraremos no con pajuelas ni con ganzos como ahora, sino con luz eléctrica. Ya la he visto yo. Se aprieta un botón y zas, todo se ilumina.

 

Cuando más adelante llegó la luz eléctrica a Santiago de Millas, María Manuela Alonso Roldán comentaba:
-Ya te salió la luz de Don Santiago.

 

Y luego iba el sastre y la apagaba de nuevo.

 

Luego en la tertulia y en el filandón o bajo las serenas noches estrelladas de julio con grillos y con campana María desde Astorga, les contaba como era el tren de la frase o los otros que había por Londres.

 

En el año 48 es cuando Santiago Alonso Cordero extiende su segundo testamento. Aún habrá otro tercero.

 

 

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Desde Santander, el tío de María Amalia y Victorita, es decir el cuñado de Cordero ilumina aspectos de la vida de esta familia, pues la carta va dirigida a ambas sobrinas. Escribe en febrero a la casa de Cordero a Madrid. Ambas viven con el padre, aunque una esté casada. Sabemos ciertas noticias de la familia como la muerte de la tía Polonia: 
 

“No dudo de que habréis sabido la fatal noticia de la muerte de la tía Polonia y séale la tierra ligera. Sin embargo de sus grandes y largos padecimientos no puedo menos de sentir y llorar amargamente a nuestra querida tía, como primer tronco del árbol y rama de nuestra familia que jamás olvidaré. Pues ya sabéis, hijas mías, que fue la tía que sirvió de madre a vuestra difunta querida madre, a quien apenas conocisteis para vuestra desgracia.

 

“Es muy triste y doloroso tener que recordaros cosas desagradables, pero hay momentos, hijas mías, que no podemos disimularlo. En tales casos hay que resignarse, haciendo un esfuerzo para hacerse superior a todo.

 

“Mucho le debíamos a la tía que acabamos de perder para siempre; yo lo digo, mezclada por mi parte, mezclada con la vuestra por creeros dignas de iguales sentimientos; ya veis que la difunta tía siempre nos tuvo presentes a nosotros, con mucha preferencia a la demás familia, sin desatender a los segundos; esto mismo lo demuestra su testamento que creo que ya estaréis interesadas. Sin embargo os diré que la tía dejó para vosotros y para mí la tercera parte de los bienes y demás; otra tercera parte entre nosotros también a partir con Manuel y Pepa, hijos del tío Fernando Rodríguez y otra tercera parte a dos hijos del tío Blas Rodríguez e hijos de su hermana Ana María, de Valdespino; de modo que de las tres terceras partes en que está dividida su herencia nos corresponden dos terceras partes, entrando a partir en una tercera parte con Pepa y María. Creo ya comprenderéis. Además a mí me dejó en manda la casa. Yo hijas mías soy demasiado agradecido y demasiado sensible, aunque no lo manifiesto, por cuya razón agradezco mucho más la intención y buena voluntad de las personas que los intereses materiales. Yo agradezco la buena voluntad de la tía por haberme mandado la casa, que varas veces repudié, pero ella lo quiso así voluntariamente. Ya os he dicho en otras ocasiones que no tenía el más pequeño interés por lo que me podía dejar y que no tenía inconveniente aplicasen todo a las casas de beneficencia o un legado a los pobres de nuestro pueblo, pero ya que lo deja así dispuesto la tía en su testamento, cúmplase su voluntad.

 

“No os he escrito antes por hacer la visita a Doña Margarita a quien se la hice, que agradeció mucho, y me dice os dé muchas expresiones. Victorita, dime como estamos de lecciones de dibujo, francés y piano como todo lo demás que ocurra. Mil besos a los niños para que vengáis a pasar a esta de Santander, el verano. Mil afectos a toda la familia y vosotras disponed de vuestro tío que os quiere de verdad, Gabriel Rodríguez”.

 


Antonia Alonso Cordero, consuegra del Maragato Cordero escribe a la hija mayor de Santiago y sobrina suya, comenta el cinco de mayo de este año que la niña está muy crecida  "Pues abuela no para de mandar que se la lleve para verla y no para de preguntar”. Le manda la medida de la cabeza de la niña Eloísa para que le compre un gorro. Incluso incluye una carta para Santiago, su hijo en Londres. Como no sabe poner las señas, se las pondrá María Antonia. El estudiante del colegio londinense, Santiaguito Franco Alonso escribe a su madre. Esta protesta de su morriña, de sus quejas continuas del colegio, con la ortografía elemental de quien malamente ha ido a la escuela, pero ha tenido y tiene hijos de muchas letras. Ella contesta que no se olvida de él:

 

“Antes me olvidaría de mí misma. No lo dudes, hijo mío y convéncete que solo la ausencia quebranta mi corazón que halla algún alivio al considerar, como espera, que serán fieles a Dios sobre todo, y a los hombres. Yo creo no olvidarás los cristianísimos consejos de tus padres y abuela, que como yo al leer tu carta desfalleció de amor, sigue con poca diferencia de cómo la dejaste, te envía el pequeño resto de su existenciador. El todo de esta amorosa madre que antes se olvidaría de su diestra que de su amante hijo a quien entrega su alma  en mi dolor por su ausencia”.


 Como postdata añade los afectos de la abuela en que le encarece que vuelva cuanto antes de Londres:
 “Que tiene ganas de verte, que ya tienes bastante estudio; y tú manda a esta madre que en el corazón te tiene y no te aparta del pensamiento por estar tan largo como estás. En lo que me dices en la tuya que te diga lo que en este país, ya lo sabrás por los papeles”.

 

 

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El sobrino de Cordero conocía a Marx. Escuchaba revoluciones y problemas obreros en las ciudades fabriles de Inglaterra. Era el año de la gran revolución. También a España tocó algo. Y en buena medida los acontecimientos del 7 de mayo de 1848 debieron afectar a la Casa Cordero, pues sus hijas escriben una carta sobre ello al tío de Santander, al santiagomillés Gabriel Rodríguez. La contestación solo se hace esperar muy pocos días. Les escribe a sus sobrinas, a la casa de Cordero, según reza el sobre:
 

“Es en mi poder vuestra grata 8 del corriente en la que dais noticias de las ocurrencias del día 7 y de que no hay novedad por casa, a pesar de que los ‘malevulos’ no dejan tranquilo a ninguna persona que no piensen tan pérfidamente como ellos; pues a papá también le han perseguido y afortunadamente no se hallaba en casa; es necesario vivir con toda la precaución necesaria y toda ella aún es poco a todo buen liberal.

 

“Ya podéis ir preparando para venir a pasar la temporada de verano a este país fresco y bueno para la salud y sobre todo el más tranquilo del mundo”.

 

Les sugiere el tío que vayan antes y que aprovechen las dos tandas de baños, la de junio-julio y la de agosto-septiembre. Les asegura que le vienen bien los baños de mar y que es su amigo el médico Botín, marido de Doña Mariquita Dóriga, que es el más afamado en toda Castilla. Consulta ese médico en Santander, pues Álvarez está enfermo. Después añade textualmente:
 

“No descuidéis esto que os digo, pues a Luisín también le conviene mucho, a la Vitorita para la buena conservación. Este año se ponen dos ómnibus que se están haciendo en Vitoria para la empresa de esta”. Firma Gabriel Rodríguez.

 

 

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