¡Tócala otra vez, Rula!
El escritor asturiano, afincado en la localidad de Villamediana de la Vega, Alfonso Martínez, escribe este emotivo texto con motivo de la muerte de Ángel Alija, 'Rula', carbonero y tamboritero que alegró las tardes en el Hogar del Jubilado de Astorga donde durante tres lustros pinchó discos en los bailes. Perteneciente al grupo Tornadera, Rula supo ganarse el afecto del sector de la cultura leonesa, la que siempre pregonó con su música, y que ha dejado en el recuerdo de la sociedad leonesa momentos irreptibles.
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Tío Lin ha sido uno de esos hombre que aparecen de muy tarde en tarde, que van pasado por la vida como de puntillas, sin esparavanes, casi sin mover al aire a su alrededor, como una mariposa; pero que en cada huella hecha al caminar, ha ido dejando lo mejor de su sentir por la tierra en la que nació y por la que caminó. Hizo de la flauta, el tamboril y la taja las herramientas para que las vivencias de sus antepasados perduraran para gozo y disfrute de quienes tuvimos la oportunidad de conocerle y oírle. De humildad y generosidad colmó la Naturaleza su corazón y ¡vive Dios! que bien supo acreditar tales virtudes.
Tío Lin ha dejado este mundo, seguro que muy a su pesar, pero no ha muerto para siempre, pues está y estará en la memoria y el corazón de todos los que le conocieron, en el de aquellos que compartieron música y actuaciones con él, en el de los que, al margen de la música, tuvimos la oportunidad de charlar en muchas, aunque insuficientes, ocasiones sobre las cosas de la vida. Pocos son los afortunados que pueden presumir de haber escrito una página del libro de la Historia de la música y tradiciones maragatas tan extensa y tan rica como la que ha dejado escrita 'Rula'.
Yo no soy creyente, pero si lo fuera, no me costaría imaginar en estos momentos a Tio Lin enseñando a los querubines a tocar la flauta y el tamborin y … Pero ¡callad! ¡silencio! Pues me parece oír ahora, entre las nubes, el sonido de la taja y la voz de Lin cantando La Molinera. ¡Shitt!
¡Que tengas buen viaje, Tio Lin, por esos nuevos mundos del espíritu!
¡Tócala otra vez, Rula!
Tío Lin ha sido uno de esos hombre que aparecen de muy tarde en tarde, que van pasado por la vida como de puntillas, sin esparavanes, casi sin mover al aire a su alrededor, como una mariposa; pero que en cada huella hecha al caminar, ha ido dejando lo mejor de su sentir por la tierra en la que nació y por la que caminó. Hizo de la flauta, el tamboril y la taja las herramientas para que las vivencias de sus antepasados perduraran para gozo y disfrute de quienes tuvimos la oportunidad de conocerle y oírle. De humildad y generosidad colmó la Naturaleza su corazón y ¡vive Dios! que bien supo acreditar tales virtudes.
Tío Lin ha dejado este mundo, seguro que muy a su pesar, pero no ha muerto para siempre, pues está y estará en la memoria y el corazón de todos los que le conocieron, en el de aquellos que compartieron música y actuaciones con él, en el de los que, al margen de la música, tuvimos la oportunidad de charlar en muchas, aunque insuficientes, ocasiones sobre las cosas de la vida. Pocos son los afortunados que pueden presumir de haber escrito una página del libro de la Historia de la música y tradiciones maragatas tan extensa y tan rica como la que ha dejado escrita 'Rula'.
Yo no soy creyente, pero si lo fuera, no me costaría imaginar en estos momentos a Tio Lin enseñando a los querubines a tocar la flauta y el tamborin y … Pero ¡callad! ¡silencio! Pues me parece oír ahora, entre las nubes, el sonido de la taja y la voz de Lin cantando La Molinera. ¡Shitt!
¡Que tengas buen viaje, Tio Lin, por esos nuevos mundos del espíritu!
¡Tócala otra vez, Rula!
