Tomás Néstor Martínez
Domingo, 02 de Agosto de 2015

"La realidad está cada vez más inundada de libros que quieren lectores pasivos"

José María Merino, leonés de La Coruña ha acudido a la llamada de la 'Red Europea de Traductores de Castrillo de los Polvazares' para hablar sobre traducción de la novela de género, en un descanso le hemos entrevistado. Narrador, novelista, conferenciante y contador de historias en el filandón. Colaborador de la UNESCO para Hispanoamérica; ha dirigido y avivado el Centro de las Letras Españolas, del Ministerio de cultura. Miembro de la RAE donde ocupa el sillón m. Ha recibido entre otros el premio Nacional de la Crítica 1986 por 'La orilla oscura' y el premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica de Castilla y León por 'El río del Edén'. Es embajador de Hans Christian Andersen (Ministerio de Cultura de Dinamarca)

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Quiero empezar por considerar tu actividad en la RAE, eres académico de la letra 'm' minúscula, que es también la letra de Merino, la de madre, la letra de música. Siendo el académico que más conozco, aparte de Salvador y Mateo, creo que has heredado de los fundadores de la Academia esa laboriosidad, ese dinamismo que se les exigía en aquellos comienzos de los años 13, 14 y 15 del siglo XVIII.

 

Si te ofrecen ser académico y aceptas y te eligen, pues yo creo que adquieres un compromiso moral fuerte con una institución que además trata de un tema tan interesante y profundo como es la palabra en la lengua española, una lengua de 500 millones de hablantes. Si no quieres comprometerte, di no, no me elijan ustedes: Pero si vas a entrar en la Academia, tienes que participar en ella. Y ciertamente, los padres fundadores, y Ferreras fue uno de los dinamizadores, de los orígenes, establecieron un sistema de trabajo que hace que vayamos por la vigésimo segunda edición de nuestro diccionario mientras que la ‘Academie française’ que es más antigua que la nuestra va por la novena edición del suyo. Yo me siento un poco heredero y obligado con esa dinámica  establecida por los padres fundadores.

 

 

De todos los premios y reconocimientos recibidos hasta el momento: Premio Nacional de la Crítica de 1986 por ‘La orilla oscura’. Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 1993 por ‘Los trenes del verano-No soy un libro’, Premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica de Castilla y León por ‘El río del Edén’, el Novelas y Cuentos, Leonés del año, Doctor Honoris Causa por la ULE,… Pero hay un título u honor que a mí me llama especialmente la atención: Embajador de Hans Christian Andersen. ¿Qué es eso?


Un buen día se cumplía el aniversario, no sé si del nacimiento de Andersen y por lo visto, Dinamarca decidió elegir a una serie de  embajadores en diversas culturas y lenguas, como un título honorífico y para difundir más la figura del propio Andersen. Y a mí me solicitaron nombrarme embajador de Hans Christian Andersen en España; y yo que soy un admirador de Andersen, que he estudiado su obra, que he escrito algún prólogo a alguno de sus libros les dije que para mí sería un honor. Por ello cuando intervengo en las conferencias, siempre cito a Andersen con el fin de satisfacer el compromiso de difundir un poco su obra.

 

 

O sea, que estás en la carrera diplomática de la literatura.


Bueno, es que Andersen fue un hombre que tuvo mucha simpatía por España, era un muchacho paupérrimo, que vivió miserablemente su infancia, pero tuvo un recuerdo tremendo de la llegada de los españoles a Dinamarca que iban con el Marqués de la Romana en las Guerras Napoleónicas. Él estaba por lo visto en el puerto y llegó un español y le dijo, ¡Hombre chaval!, debió hacerle alguna fiesta cariñosa y él nunca olvidó ese gesto del español, nunca. Y cuando vino a España, estuvo en Canarias, visitó Málaga y conservó siempre ese cariño hacia España. Pues yo de eso, le tengo también cariño a Andersen.

 

 

Volviendo a los orígenes, tú recuerdas en multitud de declaraciones que cuando aún no tenías un metro de estatura, en tu casa se recitaba a Federico García Lorca, se leían cuentos, disponías de una biblioteca interesantísima…Poco después ya fuiste lector de colecciones como ‘Nueva Dimensión’, tebeos, las grandes novelas de aventura y de los diccionarios. Es saludable, es necesario y obligado por ley retomar esa costumbre de escuchar cuentos, leyendas, fantasías…desde bien pequeños, ¿lo proponemos a los legisladores?


Yo he dicho que la implicación de la familia en la iniciación a los niños en el mundo de la ficción debería ser algo acordado en el Parlamento. Si ha tenido un gran éxito la reforma de la educación en Finlandia es gracias a la implicación familiar. Es que el sistema educativo no puede hacerse cargo de todo, y aquí tenemos la idea de que el sistema educativo es una especie de comodín al cual le cargamos con todo lo que la sociedad no hace. Es que el profesorado debería decir: “mire usted, los niños tienen que venir con la ficción puesta, igual que con la educación. Yo no tengo la obligación de educar a los niños, la familia es la que tiene que hacer esa labor”. Y dentro de la educación de los niños, está el abrirles al mundo de la ficción, leerles cuentos, contarles cuentos; si no tiene capacidad la familia para hacerlo, pues que busquen algún sistema como de ‘acuerdos interfamiliares’; pero lo que no puede ser es que la familia se desentienda, coloque al niño delante del televisor, -por lo visto el 40% de los niños españoles tienen televisión en su propia habitación- y se desentienda de algo fundamental como es la iniciación al mundo de la ficción, al mundo de la poesía, al mundo del cuento…Pero sí, esto debiera ser obligatorio; naturalmente que soy partidario de una legislación en este sentido.

 

 

Pues habrá que proponérselo a los legisladores en los distintos parlamentos.


Implicación de la familia, primero en la educación y en la relación de la educación con la ficción, que no es una asignatura más sino que es algo constitutivo de lo que somos los seres humanos.

 

 

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¿Tú crees que un diccionario es una buena colección de nanorrelatos? ¿Por qué tenemos que leer el diccionario como libro de lectura? 


El diccionario, a mí por ejemplo de niño me abrió infinitas puertas, además, aunque me maneje muy bien en internet, porque estoy muy bien formado porque leía muy bien los diccionarios. Con los diccionarios me lo pasaba mejor que con internet, pues una palabra me llevaba a otra; era un mundo realmente fascinante, cada palabra te abría un mundo, te explicaba cosas que  no te contaban tal vez en el colegio. A mí el diccionario me parecía una especie de máquina de navegar por el mundo de las palabras que no tenía igual en nada.

 


Creo recordar que en el discurso público de la toma de posesión del sillón en la Real Academia, una de las cosas que dijiste es que “Cada palabra esconde una historia y un peligro”. ¿Dónde está el peligro de la palabra?


Muchas veces el peligro de la palabra está en que la denominación correcta de lo que lleva consigo se acabe transformando en algo que no tiene sentido. Las palabras a veces pierden la fuerza o el interés que tuvieron y se van convirtiendo en otra cosa, o se van  muriendo o las dejamos morir; por ejemplo, ahora la introducción de anglicismos cada vez más brutal está haciendo que palabras castizas y palabras muy hermosas de nuestro vocabulario se estén perdiendo. Las palabras tienen esa capacidad de definición y ese  peligro también de extinción, de contaminación, pero seguramente esto es algo contra lo cual es muy difícil luchar.

 

 

Tus primeros escritos fueron poemas, más o menos; luego vinieron los años de Claraboya y tú participación con Agustín Delgado, Luis Mateo Díez y en los años 70 el ‘Parnasillo provincial de poetas apócrifos’. 


Es ahí donde empieza mi colaboración con ellos, en el ‘Parnasillo’, porque antes apenas nos conocíamos.

 

 

Y en alguna ocasión has afirmado: “para mí la poesía fue el taller de aprendizaje de la escritura” La poesía enseña a sopesar el lenguaje. ¿Te abandonó aparentemente  o arrinconaste tú la poesía y te quedaste a vivir en la narrativa?


No, no; la poesía he dicho reiteradamente que me dejó, me abandonó ella, me dejó tirado. Ella dijo: Adiós Merino, y se fue con otras y con otros.

 

 

Pero aquellos años  de Claraboya, poetas apócrifos y todo aquello debieron de ser de  lo más divertido.

 

No, pero Claraboya vino después. Conocí primero a Luis Mateo a través de Javier Alfalla que interesadísimo por Agustín Delgado, me dijo: "oye cómo puedo yo contactar con Agustín Delgado"? Entonces conocí a Luis Mateo y de ahí vino la amistad con todos ellos que se conserva, salvo con los fallecidos desgraciadamente. Para mí esa primera relación con la poesía fue una escuela de aprendizaje de la escritura; el valorar las palabras, el saber que un sinónimo no significa lo mismo que otro, el tender a la concisión expresiva, el juego de las imágenes  que despierten el interés lector; todo esto me viene de la poesía.

 

 

 Luego volveremos al tema de la poesía sobre todo al tratar el cuento y el microrrelato que de algún modo entiendes como una extensión de la poesía.
‘Cumpleaños lejos de casa’ reúne toda tu obra en verso y recibe muy buena crítica. Recuerdo ahora las de Luis Alberto de Cuenca, Clara Janés. ¿No te animó todo esto a retomar la poesía?


Mi poesía era ya una poesía muy narrativa, que contaba cosas y de una manera natural yo me encontré metido en la narrativa, fue como una derivación natural. No es que yo dijese no, a partir de ahora no escribo poesía. Dejaron de ocurrírseme poemas; de pronto  no soy capaz de pensar un poema, sin embargo puedo hacerlo en un cuento. Fue así; del modo más natural del mundo.

 

 

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Pues vamos a saltar a la prosa. Yo creo que era Menéndez Pidal quién decía que lo fantástico no es español. ¿Tú destacarías ese rasgo como definitorio de nuestra literatura?

 

No, yo, con todos los respetos a don Ramón Menéndez Pidal estoy en desacuerdo con ello; creo que lo fantástico está ya hasta en el primero de los libros del español, Calila e Dymna, del que acabo de hacer una versión en español contemporáneo, porque  el castellano del siglo XIII no se entiende y ya en Calila e Dymna hay cuentos fantásticos; luego, en El conde Lucanor hay cuentos fantásticos y algunos inmortales como Don Illán, el deán de Santiago. Lo fantástico es recurrente. Lope de Vega tiene cuentos fantásticos, Tirso de Molina tiene cuentos fantásticos; en el Quijote tenemos el episodio de la cueva de Montesinos y todo el Quijote está lleno de metaliteratura; lo que pasa es que en la literatura española yo siempre he pensado que hubo una persecución por parte de la Santa Inquisición acerca de lo fantástico porque competía con lo sobrenatural; por eso prohíben el ‘Jardín de flores curiosas’ de Antonio de Torquemada, la Silva de Varia Lección de Pedro de Mexía. Todo lo fantástico era algo peligroso que no debía de tratarse, y por eso se pierde un poco la tradición fantástica en  España; pero es falso que no haya habido tradición fantástica en España.

 

Pues… ¡anda que no hay fantasía en la Biblia! pero está bendecida o revelada.


Bendecida o revelada, pero el problema de lo fantástico es que en cierto modo compite con lo sobrenatural, entonces intolerable para la Inquisición.

 

 

"La ficción es la base profunda del ser humano, de la realidad –señalas en ocasiones- y es consustancial a lo que somos". ¿Se puede fingir algo real y algo fantástico?


A mí me gusta decir: la realidad no necesita ser verosímil mientras que la literatura tiene que ser siempre verosímil. Y tiene que ser verosímil una novela realista y  una novela o un cuento fantástico. Tenemos que suspender la incredulidad para aceptar las propuestas imposibles de lo fantástico; por lo tanto claro que cabe que lo fantástico conviva a la perfección con lo real siempre que sea verosímil.

 


O sea que la verosimilitud…


Es la ley básica de la narrativa.

 

 

Recuerdas aquellos martes del programa que tenías en Radio Voz, ‘Viva la radio’ en los que participabas creativamente. Te dabas un espacio de tiempo y  a partir de una concreta noticia creabas un relato.


Ahí empezó mi afición a los microrrelatos, porque yo sobre una noticia del día tenía que  escribir un cuento. Entonces nunca sucedía nada ese día, entre las siete de la mañana y las once que es cuando tenía que escribir el cuento para llevarlo a la emisora: pero esa relación de convertir un suceso de la realidad, sacarle la sustancia de lo que pudiese jugar en una ficción, fue para mí un ejercicio interesantísimo y que me abrió mucho el campo de la minificción.

 

 

Desde 'Los invisibles' publicado en el año 2000 interpretas la realidad de modo más fantástico fue experiencial o todo es más bien, la realidad , la fantasía, como en aquel cuento chino de Chuan Tzu? 


Tal vez no sepamos muy bien si estamos despiertos, si estamos soñando dentro de un sueño, y ese es un gran mito español que antes no lo cité, dentro de la tradición fantástica, un mito acuñado por Calderón de la Barca  y la vida como sueño. Pero en esto no soy dogmático, pues en mi literatura he utilizado lo fantástico y he utilizado lo realista, creo que depende de cómo se plantee el tema.

 

 

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Además del profesor Souto recuerdo que en algún momento te preguntas si es el hombre quien inventa la ficción o si es la ficción la que crea al hombre.


Yo creo que la ficción tiene mucho que ver con lo que es el ‘Homo sapiens’, el pensamiento simbólico es lo que nos convierte en homo sapiens y el pensamiento no se puede entender sin los constructos ficticios. Es así, el pensamiento simbólico es un pensamiento hecho de ficciones continuamente.

 

 

¿Viene de Oriente la fantasía más creativa? ¿Aún conservas sobre tu mesa  la imagen  de Shiva?


Hombre, desde luego oriente, la India y China, nos nutrió de objetos como paraguas, carretillas, papel. A España llegaron las primeras celestinas y los primero pícaros a través de Calila e Dymna. Y aunque afortunadamente la ficción es internacional a quien se le debe hay que reconocérselo.

 

 

Además tenemos `Las mil y una noches´


Que también se cuentan ahí muchas cosas del Panchatantra; que de Oriente llega cantidad de riqueza imaginativa.

 

 

Con ‘Novela de Andrés Choz’ (1976) ¿entras en la metaliteratura, en la novela literaria según la opinión de algunos, o más bien en la fantasía científica?


En los dos sitios; a mí la novela de Andrés Choz me sirvió para hacer un juego metaliterario del hombre que escribe la novela donde él es un personaje sin saberlo y para jugar con el mundo de la  ficción científica que es un mundo que me apasiona, también he escrito luego cuentos distópicos… No elijo uno u otro camino.

 

 

A partir de ahí ya empiezas a moverte en tus novelas por los laberintos de la identidad, por ejemplo ‘El heredero’ (2003), de la memoria –“la memoria es el sostén de lo que somos”-, de lo real imaginado, del mito y del tiempo, ‘El caldero de oro’ (1981)… ¿Debe la literatura descifrarnos o desvelar lo que no muestra la apariencia más externa?


Yo creo que la literatura es el instrumento  más interesante que los seres humanos hemos inventado para interpretar la realidad. No hay otro mejor; es más, la psicología es hija de la literatura. Todo el mundo de los análisis del alma, del psicoanálisis de Freud son hijos de la literatura. La literatura es el instrumento perfecto para conocer lo mejor posible lo que es el corazón humano.

 

 

Y qué papel le damos al lector, también creador, recreador o simplemente el lector es un ser pasivo que cree y se deja llevar.


La realidad está cada vez más inundada de libros que quieren lectores pasivos, pero el verdadero lector interactúa con el libro. Para mí, mis lecturas son lo que me ha dinamizado como lector y como persona. Creo que el contacto creativo es el verdadero contacto lector.

 

 

En tu novela 'El río del Edén' (2012) el jurado que le concede el premio Nacional de Narrativa 2013 destaca que se trata de una obra “en la que el autor adopta una segunda voz reflexiva para dar vida a un microcosmos familiar que gira en torno a un niño con discapacidad y a las crisis que su aparición provoca en la vida familiar”. Añade que es una obra técnicamente arriesgada pero bien resuelta. ¿Tal vez sea la obra más compleja técnicamente por su confluencia de voces narrativas, por la función lírico-dramática del entorno, por el niñodáun…?


La verdad es que fue una novela que me planteó bastantes problemas de la voz, del escenario, la atmósfera, los personajes; es una novela que cuidé especialmente ya que quería  que tuviese importancia, que fuese un poco la pérdida del Edén y reflejara ese mito a través de esta situación con la intervención de ese niñodáun, personaje difícil. En El río del Edén  tuve mucho trabajo de  campo, tanto de los escenarios, como de la relación con un síndrome de Down. Me exigió mucho esfuerzo.

 

 

Me fascina en esta novela cómo se logran encajar los tiempos, con tan pocos personajes, con cuatro personajes; y cómo es posible manejar ese niñodáun que se hace querer.
¿Qué es eso de reposar la realidad antes de escribir de ella?


Cuando ya tienes un tema, tienes que pensar sobre él y dejar que se pose, que establezca su coherencia material o estructural y luego ya comienzas a investigar, ya entras a hacer la excursión.

 

 

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Sí, porque si no la realidad tal cual, cruda, pura y dura.


La realidad es la realidad y la realidad como ya dije es inverosímil, no necesita ser verosímil y se produce de la manera más anárquica y absurda del mundo, es la literatura la que le da un orden y nos permite comprenderla.

 

 

Dices que “la novela es un viaje de exploración a un territorio que se conoce vagamente y cuyos horizontes se ensanchan al adentrarnos. El cuento procede, como el poema, de una iluminación. En el minicuento la instantaneidad de la iluminación está llevada al límite”. ¡Qué recorrido tan amplio y complejo en estas líneas! Parece muy fácil ¿verdad?


Lo que ocurre es que yo no tenía teoría cuando empecé a escribir y pensaba que no era necesaria, pero con los años  tras escribir unos cuantos libros, ya tiene uno una cierta teoría sobre lo que es la literatura. Además partí de lo que es la poesía y terminé en el minicuento, con un recorrido bastante peculiar.

 

 

‘Cuentos del reino secreto’ (1982) ‘50 cuentos y una fábula’ (1897), ‘Cuentos de los días raros’ (2004), Cuentos del libro de la noche (2005)…La trama oculta (2014) ¿De dónde le llega la iluminación, de la curiosidad, de la extrañeza?


Pues de ambas cosas. Soy muy curioso, no fisgón pero curioso; todo despierta mi curiosidad y esa curiosidad me gusta que tenga que ver con la extrañeza ante las cosas, lo raro; a mí lo raro me interesa mucho y entonces la curiosidad y el sentido de lo raro suelen provocar que se iluminen  esos cuentos y me pongo a escribirlos.

 

 

“En un lugar de la Mancha vivió un ingenioso hidalgo y caballero que estuvo a punto de derrotar a la realidad”. Este cuentín miniatura, por ejemplo, ¿es el colmo de la síntesis expresiva?


Bueno, es que la gracia si es que tiene alguna del minicuento es que en muy pocas palabras consiga sin embargo comunicar una posibilidad que nos permita pensar en una larga historia.

 

 

¿Y el insomnio produce sueños?


Desgraciadamente ya tomo ‘Lexatín’ para el insomnio y ya no sueño. Solo que a veces dejo de tomarlo por soñar algo, aunque duerma peor.

 

 

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¿A quién has escuchado más a Sabino Ordás o al profesor Souto?


Bueno, la verdad es que los dos se llevan muy bien, el profesor Souto respeta mucho a Don Sabino.

 

 

¿Es un poco puñetero el profesor Souto?


Con el profesor Souto hay que tener cuidado pero en el fondo no es mala persona. 

 

 

Lo tienes controlado.


Lo tengo controlado en lo que puedo.

 

 

Novelas cuentos, microcuentos, nanocuentos, ensayo, poemas, memorias…Una forma de relativizar las verdades absolutas, acaso una mirada ‘subersiva’ hacia la realidad o, como tituló su discurso el 14 de abril de 2009 en su recepción pública en la Real Academia Española, ‘Ficción de verdad’.

 

Pues sí; yo creo que las verdades absolutas nunca nos ayudan y la ficción nos ayuda a entender un poquito la realidad.

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