Esteban Carro Celada
Domingo, 11 de Octubre de 2015

El entorno familiar del Maragato Cordero (XIV)

Donde se manifiesta el astorganismo del Maragato entre otras cosas por el cajoncito de mantecadas que envía a su nietecilla Eloísa, que no ha podido salir del colegio de las Salesas para celebrar el onomástico del abuelo; también su inveterada costumbre de visitar a los nietos esparcidos por internados y colegios, como en el caso de Eloísa, o el de Clotilde residiendo en Marsella o el de Luisito en Burdeos. Para la celebración de su 'santo y enseña' bien le dolió no contar a su lado con Eloísa, pero el gozo de tener a los “dos francesitos” le recompensa de su ausencia. En torno al hogar del Maragato había un clan casi, al menos una familia feliz haciendo piña.

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Pocos meses después, el 18 de septiembre, tenemos otra carta que nos da noticia de cómo pasan las horas hasta el punto de que son excusa sus labores para no escribir: bordaba delantal y pañuelo para la boda de la prima Manolita. La madre y la bordadora han hablado tanto de Clotilde que es como si la hubieran tenido con ellas. La madre le pregunta por la distribución de las horas de su hija. Desea saber en cada momento qué estará haciendo. La nieta le manda al Maragato, su abuelo, una alfombra francesa: “a tu abuelito le ha gustado mucho la alfombra”. Respecto de las cartas quiere que rompa a escribir en francés: “Amalia no dejes de contestarla, si no puedes en francés en español y para que te vayas acostumbrando a escribir en Francés, me escribes alguna cartita corta”. A Luisito la madre no le escribe porque es un perezoso. Y Eloísa hace esfuerzos en el colegio por romper a escribir.

 

Nueva carta el 30 de septiembre. La francesita es muy aplicada y a su madre se le cae la baba por las notas. La niña es devota de la ‘milagrosa Virgen de Guardo’. La madre la alienta porque es más religiosa aún. Con el eufemismo de que ha escrito a la abuela diciendo que su hermana Elena esta gravísimamente enferma, le comunica la muerte de ésta. Bernardino está soltándose a andar. Este Bernardino, que más adelante, cuando sea mozo será el secretario de la sociedad ‘Minas de Sabero’. Como postdata firma Melitón que no olvida a Clotilde.

 

El 22 de noviembre conciertan madre e hija la escritura de dos cartas por mes. A la vez siguiente es Luis Franco Alonso, su padre quien toma la pluma para quejarse de que los muchos deberes del colegio le vayan a impedir en adelante el menudeo de la correspondencia. Confirma la muerte de Elenita: “Ya sabes que Dios llamó para su gloria a tu hermana Elenita: mucho, muchísimo hemos sentido esta pérdida y aún nos sería más sensible sin la presencia de Bernardinito que con sus gracias distrae algún tanto este y otros pesares, como sabes, nos cercan”. Debe continuar aplicándose por su propio bien y para reducir cuanto antes la ausencia de sus padres. Le promete el escapulario que ha pedido a su madre y es su padre Luis quien le escribe estas líneas: “Tu mamá te recomienda mucho la devoción a la Virgen, encargándote la rueges aleje de nosotros los días de tribulación, reemplazándolos por otros más serenos y apacibles”. El señor Alba en todo este tiempo ha sido como el tutor de los niños en la Riviera francesa.

 

Corramos un velo sobre esta nieta de Cordero, porque en las Salesas acaba de entrar Eloísa. Sabemos el ajuar que ha tenido que llevar al interior del monasterio: seis camisas, ocho enaguas, dos almillas, ocho cuellos, dos refajos, tres zagalejos, seis servilletas, seis toallas, dos peinadores, dos bolsas de peinas, cuatro delantales, doce pañuelos, seis sábanas, seis almohadas, cinco velos, nueve medias, dos colchones, una bayeta, tres vestidos, dos mantas, diez libros y manteleta de seda, de paño, cola, esclavina, cartapacios, almohadilla, cepillos, cubierto y vaso de plato, cruz de plata.

 

En los santos del abuelo y de los papás envía caligrafías primorosas que hacen las monjas con textos como éste: “Mi querido abuelo Santiago: con muchísimo gusto tomo la pluma para felicitar a usted los días y en obsequio de estos le envío una mariposita que pienso será de su gusto por haberla hecho su queridísima nieta que le quiere mucho. Eloísa Franco”. Otras veces el obsequio colegial es un pajarito bordado. Y siempre detrás como postdata las monjas salesas: “Nuestra respetable Madre, mi querida Maestra y hermana Victoria felicitan a usted los días”.

 

Al llegar el santo de la hermana Victoria, el abuelo le dicta una carta en la que le desea sobre todo que la Comunidad lo pase bien con el Nacimiento que le regalan. Otro día Eloísa quiere hacer unas florecillas. La madre no puede esperar mucho en el torno. Y el explicárselo detrás del torno o con la puerta excesivamente abierta no le parece lo correcto. En este sentido llegan a un acuerdo la Hermana Victoria y María Antonia. En una carta le explica el bordado: las hebras de seda amarilla, el bordar a muestra después, las flores al aire con canutillo mate, las otras de canutillo lustre, las seis clases de lentejuelas que terminan en filetón. Termina su carta o apuntamiento: “Los tronquitos mate. Las hojas  de canutillo mate y una lustre. Creo está todo. No puedo decirte toda la cantidad, pero pide la que te diré y si falta, compras más”.

 

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Mientras tanto, ya en abril, carta marsellesa a Julián Alba (1857). Por medio de este le envía dos cartas para su hermano Santiago que está en Atenas. De paso le ruega que visite a sus dos hijos para que escriban más a menudo a sus padres. Y como siempre María Antonia, detrás. Este 12 de agosto de 1857 la Clotilde contesta a su madre y a su abuelo. Pero la del abuelo la ha escrito en francés felicitándole el onomástico. También concreta que ofreció la comunión por el abuelo, pidiendo “a la divina providencia por su salud y felicidad”. Unos días antes ha estado toda la parentela en Marsella. Por aquellos días hace su primera comunión y ha sido recibida “congregacionista”. Se afirma hija de María: “El señor de Gravier ha venido a verme con su señora y me ha dicho que estuvo en Santiago de Millas. Y que también ha ido a ver a Luisito”. La colegiala no quiere pormenorizar más porque tiene  porque tiene prisa por asistir a la clase de dibujo.

 

Aprovecha Clotilde cualquier circunstancia para enviarles noticias. Puede ser como en el caso presente, una carta, pero en la carta comunica otros métodos de comunicación que ha utilizado anteriormente. Con Clotilde hay algunas españolas en el colegio de Marsella. Es el caso de Francisca de Abaurrea  que  ha ido al internado a por su sobrina María Gaité. Siente pena por que se vaya, pero a la par alegría porque podrá comunicarse con sus padres a través de personas conocidas. Les va a decir que se encuentra bien, que la que suscribe está buena y gruesa y que saca notas excelentes.

 

El caso es que María Jesús Gaité y Abaurrea se recuerda con mucho fervor del colegio marsellés y en un francés aceptable escribe a Clotilde rogándola que no pierda la amistad: tienen la misma formación y hasta idéntica manera de pensar. Se dan noticias de quien es la superiora general a causa de una muerte sucedida. Y como vive en Sevilla le ruega que vaya a la capital hispalense a pasar la Semana Santa y los días de la feria de la Pascua florida. Vive Gaité de Abaurrea en calle Laguna 16. Le hace referencia a su madre a quien ha conocido a su paso por Madrid camino de Sevilla.

 

Hay una carta del 27 de noviembre de 1857 que se envía al caballero Palanca en Marsella para que este la remita al señor Gravier quien la hará llegar a Clotilde. Como postdata tras la firma de María Antonia se felicita respetuosamente a Doña Rosita Agüero y Alba. El contenido de la carta se centra en el viaje que prepara Luis Franco Alonso con objeto de traer a su hijo a España una vez terminados sus estudios. Se trata de tomar “alguna resolución sobre vuestro regreso, principalmente en el de Luisito, en el caso de que tú aún no te halles bien impuesta en el idioma francés y demás que constituye tu enseñanza”. Muchos negocios y problemas se han interceptado. Quiere saber el verdadero pensamiento de ambos sobre sus progresos en el idioma y en la educación. A vueltas de otras cosas más anodinas le contesta a su hija que ella también hace sus ejercicios espirituales y “religiosos y desde ahora, o mejor dicho, del siete de diciembre en adelante será más, con motivo de la novena de la Inmaculada Concepción, en la cual predican los hombres más notables y sobre todo el R. P. Claret, arzobispo de Cuba, a quien se le considera como el apóstol del siglo. Es un sabio en toda la extensión de la palabra, reuniendo a la vez el precioso don de la santidad”.

 

Desde España le escribe Clara Durb, su amiga, pero el 23 de junio del año siguiente le escribe al pensionado de ‘Notre Dame’, B. Raynand  que vive en casa de madame Mille, en la calle de Mercaderes de Toulon  y le manda como ‘souvenir’  un pequeño ‘bijou’. Entre los papeles de Clotilde aparecen algunos ingenuos versos o ‘Chant des enfants’, escritos para la fiesta de la superiora: un coro y dos ‘couplet’.

 

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En junio, un día después de la llegada de Luis a Marsella, padre e hijos escriben a la madre. Aquel dándole cuenta del viaje, éstos prometiéndose felices de poder abrazar bien pronto al abuelito Santiago y mamá María Antonia. Está fechada el 30 de junio: “Amada esposa, en este momento que son las tres de la tarde, estoy en compañía de tus hijos, en el Hotel de América, en Marsella, habiendo hecho el viaje con toda felicidad y encontrado igualmente a sus hijos, pues estamos buenos y la Clotilde ha crecido mucho; adjunta es la medida y la pequeña de Luisito (dentro de la carta hay unos bramantes enrollados); yo he salido ayer de Burdeos a las 11 de la mañana y he llegado a esta a las seis y media de la misma; esto es volar y aprovechar el tiempo; yo me alegro que tú estés buena y establecida del todo cuando lleguemos que, por mi cuenta, debe der el siete o el ocho, pero ya te escribiré desde Burdeos, donde pararé dos días, por estar en compañía de los tres de Fagoaga, pues según te decía en las dos letras que te puse desde Burdeos, sabrás que llegué con Rosita a casa de sus hermanos y les dije que yo me iba a un Hotel y don Juan me dijo que bien, que no tenían casa a donde dormir y que a comer iría a hacerlo con ellos, como así fue; me fui al Hotel que él me dijo y al entrar al cuarto me encuentro a Don Joaquín Fagoaga que abre la puerta de al lado y con mucha alegría llamó a la señora, la que me recibió bien, encargándome que a la vuelta me detuviera un día para acompañar a Clotilde, a la que di palabra de hacerlo, por cuya razón me detendré un día; ya te escribiré; entretanto cuídate mucho a fin de que a la llegada estés buena”.

 

El año aquel Santiago Alonso Cordero celebró su santo con toda pompa en Madrid. Tenemos un testimonio fehaciente. Al día siguiente de su onomástico contesta desde Madrid mismo a Eloísa que le ha mandado como recuerdo una mariposa bordada: “Mi querida nietecita: con el mayor placer he recibido la mariposa que me has obsequiado y al mismo tiempo tu apreciable cartita felicitándome los días, que he pasado alegremente en compañía de tus hermanitos Clotilde y Luis. Mucho me hubiera alegrado que tú hubieras podido venir también, pero ya que no se me ha logrado este gusto, remito a la señora Superiora un cajoncito de mantecadas de Astorga para que en su compañía y de las demás las disfrutes a la memoria de tu abuelito que tendrá la satisfacción de verte cualquier día que sus ocupaciones se lo permitan. Interín, cuídate y aplícate mucho con lo que estará satisfecho tu abuelito, Santiago Alonso Cordero”. Su astorganismo está patente. También su costumbre de visitar a los nietos esparcidos por internados y colegios, como en el caso de Eloísa, metida en las Salesas. El gozo de tener a los “dos francesitos” le recompensa de esta ausencia. En torno al hogar del Maragato había un clan casi, al menos una familia feliz haciendo piña.

 

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