Hermana América: Potosí de casa Sola
El fragmento que publicamos forma parte del libro 'Hermana América', un ejemplar raro e inencontrable de la historia de literatura astorgana.
Nacido en Astorga en el siglo XIX, hijo de Juan Reymóndez y Eustaquia del Campo, Jesús Reymóndez del Campo fue doctor en Derecho y tal vez en Filosofía y Letras, profesor de Francés en el instituto de Ciudad Rodrigo allá en los albores del siglo XX. Recientemente se ha digitalizado, a partir del Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 52 (1908),pp.273-286, su 'Correspondencia epistolar del P. Andrés Marcos Burriel'. A cargo de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007.
Proponemos hoy la lectura del comienzo de su otra obra, publicada con el título 'Hermana América' que contiene un pequeño ensayo sobre la conquista del continente, además de una breve obrita teatral sobre Don Lope García de Castro y Baeza de Grijalba, Virrey del Perú y Caballero de Santiago.
![[Img #21453]](upload/img/periodico/img_21453.jpg)
Totémica Potosí, ensueño de argonautas, tabú de capitanes; oro de ley y plata pura cimentan el solio gentilicio de sus sillares labrados a cincel en reto valiente al paso de los siglos; magnética, sus minas emporio irradian por doquier el encanto de sus hechizos; obsedente, propulsora, hélice y antena fue otrora que polarizó de hecho todas las expediciones a la América del Sur; talismánica, por su vellocino alucinante emproan el océano las armadas de Moguer, Solís y Gaboto y en la estela de una ruta heroica que acucia y encela su posesión y conquista, hunde también quilla de acero la mejor y más gallarda, de tres cuatralbos capitana, que comandan los róeles de Mendoza y pilota al seguro puerto argentino del famoso Real de Buenos Aires la pericia del experto portugués Gonzalo de Acosta.
“Hazte a la mar con tu flota, dijo a Mendoza el Emperador Carlos, y explora bien quedo álveo arriba del guazu Paraná o Río de la Plata, que esta vía fluvial es el camino más corto, para llegar a esa maravilla de los Andes, monte sacro de las Minas”.
Y así fue Potosí única en el mundo, la ciudad gema de Bolivia prócer, almete, florón y lambrequín heráldico de su nacional escudo; antañona, pero jocunda y lozana, siempre en flor, nueva y pujante como el benu del mastaba; infanzona, celosa guardiana de sus blasones, duerme sobre el pomo de su tizona el sueño imperial de matrona americana bajo las alas de su rico cóndor y despierta al aura matinal en recio temple de verdor campero por mágico impulso del himno de fe que a diario entona potente un gnomo eleusino de su alminar atalaya, y repiten en plectro de oro y desgrane de armonías los mil bronces de sus iglesias y las fontanas de sus recovas:
Salud a ti, región de aurora,
tierra abierta al sediento
de libertad y vida,
dinámica, creadora.
Oh barca augusta de prora
triunfante en doradas velas,
te abriste como una granada,
como una ubre te henchiste,
como una espiga te erguiste
a toda raza acongojada,
a toda humanidad triste...
“Impávidas ven tus caras caer sobre tus relieves las irisadas radiaciones de los mismos astros y la blanca luna, que es tu lámpara bautismal, arranca de tus aristas y filones los mismos efectos de luz, los mismos batientes de sombra, mientras el tiempo cobarde y sin ruido se desliza con la máscara del silencio desde tu cumbre altanera hasta la profunda soledad desértica del inmenso Atacama.”
![[Img #21454]](upload/img/periodico/img_21454.jpg)
Aristarco predilecto de la fortuna de este venero titán, hasta, rayar en la opulencia, fue don Antonio de Quiroga Reymondez, gran Mariscal. Señor y Conde de Casa Sola; Potosí le quiere y venera como al primero de sus patricios, porque a su prosperidad y engrandecimiento destinó en gran parte el fabuloso caudal de sus riquezas.
Impronta auténtica del Señorío de sus lises, ejecutoria perenne de su religiosidad y entusiasmo son la joya santuario de Pomata y la ingente catedral basílica de San Francisco, magnífico templo y casa de Dios que embellece argento de azulado rosicler en tan pródiga cantidad que tapiza el cedro de todos sus altares. Munificencia y liberalidad sin límites; baste decir que sólo por el quinto de sus minas contribuyó al esplendor de la Corona con la importante suma de veinticinco millones de pesos. Si estos servicios le arman Caballero del Toisón, también por su sangre luce en su pecho la venera florenzada de Alcántara.
Hijo preclaro de la ciudad de Vigo, ondas de mar y vergeles de pinos mecieron su ilustre cuna, de noble y linajuda estirpe, emparentado por línea materna con las casas solariegas de Castelo(Sarria) y Lemos, elige la carrera de las Armas y, todavía adolescente es Capitán de Guardias Reales; amigo de don Pedro de Toledo, Virrey del Perú y Conde de Oropesa, decide acompañarle en su viaje a Lima; por sus dotes excepcionales de mando, merece del Rey el bastón de Mariscal, se avecinda en Potosí, su mansión señorial es siempre y en todo momento un hogar cristiano, en ella vive y en ella muere el año 1710, alcanzando una edad milagrosa y longeva; cayó centenario, como cae el tronco de una encina, sólo al peso de los años.
Egregia figura que preside desde entonces la Municipalidad de Potosí. Un día fausto Bolívar victorioso quiso honrar su memoria, y así lo hizo ante Sucre, San Martín y Belgrano, seguido de la élite de sus héroes, con todo el valor y empuje de sus guerreros. Un cronista coetáneo pone en boca del Libertador estas palabras augustales:
“Ayer fue Ayacucho, cóndores de la libertad, y hoy flamean triunfadoras en la blanca cima del coloso Potosí las banderas nacionales de la independencia americana, pero escucho con religioso silencio la voz santa de mi conciencia y acato sumiso la or¬den imperiosa, ineludible de la ley inexorable de mi sangre.
Compañeros de armas, amigos, descubrámonos con respeto y cariño ante esta radiante, honorable y esclarecida figura del patricio ilustre don Antonio de Quiroga, oriundo de España como nuestros progenitores, vivió y murió en esta ciudad del Potosí, conquistó, civilizó, cristianizó y nos legó con idioma y sangre la ejemplarísima ejecutoria de su honradez, liberalidad, de su valor, de su civismo, de sus virtudes.
![[Img #21455]](upload/img/periodico/img_21455.jpg)
Rindamos un justo y fervoroso homenaje al viejo y venerable solar hispano, hontanar de hontanares de nuestro racial abolengo, saludemos entusiastas a la España inmortal, eterna, hagamos votos por su boyanza y grandeza en el porvenir de sus destinos.”
Efemérides de feliz recordación y gloria inmarchita que tanto enaltece a Bolívar y nimba su frente con la aureola de inspirado vate y profeta augur de aquel dulce canto y saludo virgiliano que más tarde llegó también de América y nos trajo por amor el numen divino de un bardo tropical:
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de España fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, salve:
………………………………………………………………………………………………
Herederos somos del mismo dolor
y caballeros también de la misma promesa.
Nacido en Astorga en el siglo XIX, hijo de Juan Reymóndez y Eustaquia del Campo, Jesús Reymóndez del Campo fue doctor en Derecho y tal vez en Filosofía y Letras, profesor de Francés en el instituto de Ciudad Rodrigo allá en los albores del siglo XX. Recientemente se ha digitalizado, a partir del Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 52 (1908),pp.273-286, su 'Correspondencia epistolar del P. Andrés Marcos Burriel'. A cargo de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007.
Proponemos hoy la lectura del comienzo de su otra obra, publicada con el título 'Hermana América' que contiene un pequeño ensayo sobre la conquista del continente, además de una breve obrita teatral sobre Don Lope García de Castro y Baeza de Grijalba, Virrey del Perú y Caballero de Santiago.
Totémica Potosí, ensueño de argonautas, tabú de capitanes; oro de ley y plata pura cimentan el solio gentilicio de sus sillares labrados a cincel en reto valiente al paso de los siglos; magnética, sus minas emporio irradian por doquier el encanto de sus hechizos; obsedente, propulsora, hélice y antena fue otrora que polarizó de hecho todas las expediciones a la América del Sur; talismánica, por su vellocino alucinante emproan el océano las armadas de Moguer, Solís y Gaboto y en la estela de una ruta heroica que acucia y encela su posesión y conquista, hunde también quilla de acero la mejor y más gallarda, de tres cuatralbos capitana, que comandan los róeles de Mendoza y pilota al seguro puerto argentino del famoso Real de Buenos Aires la pericia del experto portugués Gonzalo de Acosta.
“Hazte a la mar con tu flota, dijo a Mendoza el Emperador Carlos, y explora bien quedo álveo arriba del guazu Paraná o Río de la Plata, que esta vía fluvial es el camino más corto, para llegar a esa maravilla de los Andes, monte sacro de las Minas”.
Y así fue Potosí única en el mundo, la ciudad gema de Bolivia prócer, almete, florón y lambrequín heráldico de su nacional escudo; antañona, pero jocunda y lozana, siempre en flor, nueva y pujante como el benu del mastaba; infanzona, celosa guardiana de sus blasones, duerme sobre el pomo de su tizona el sueño imperial de matrona americana bajo las alas de su rico cóndor y despierta al aura matinal en recio temple de verdor campero por mágico impulso del himno de fe que a diario entona potente un gnomo eleusino de su alminar atalaya, y repiten en plectro de oro y desgrane de armonías los mil bronces de sus iglesias y las fontanas de sus recovas:
Salud a ti, región de aurora,
tierra abierta al sediento
de libertad y vida,
dinámica, creadora.
Oh barca augusta de prora
triunfante en doradas velas,
te abriste como una granada,
como una ubre te henchiste,
como una espiga te erguiste
a toda raza acongojada,
a toda humanidad triste...
“Impávidas ven tus caras caer sobre tus relieves las irisadas radiaciones de los mismos astros y la blanca luna, que es tu lámpara bautismal, arranca de tus aristas y filones los mismos efectos de luz, los mismos batientes de sombra, mientras el tiempo cobarde y sin ruido se desliza con la máscara del silencio desde tu cumbre altanera hasta la profunda soledad desértica del inmenso Atacama.”
Aristarco predilecto de la fortuna de este venero titán, hasta, rayar en la opulencia, fue don Antonio de Quiroga Reymondez, gran Mariscal. Señor y Conde de Casa Sola; Potosí le quiere y venera como al primero de sus patricios, porque a su prosperidad y engrandecimiento destinó en gran parte el fabuloso caudal de sus riquezas.
Impronta auténtica del Señorío de sus lises, ejecutoria perenne de su religiosidad y entusiasmo son la joya santuario de Pomata y la ingente catedral basílica de San Francisco, magnífico templo y casa de Dios que embellece argento de azulado rosicler en tan pródiga cantidad que tapiza el cedro de todos sus altares. Munificencia y liberalidad sin límites; baste decir que sólo por el quinto de sus minas contribuyó al esplendor de la Corona con la importante suma de veinticinco millones de pesos. Si estos servicios le arman Caballero del Toisón, también por su sangre luce en su pecho la venera florenzada de Alcántara.
Hijo preclaro de la ciudad de Vigo, ondas de mar y vergeles de pinos mecieron su ilustre cuna, de noble y linajuda estirpe, emparentado por línea materna con las casas solariegas de Castelo(Sarria) y Lemos, elige la carrera de las Armas y, todavía adolescente es Capitán de Guardias Reales; amigo de don Pedro de Toledo, Virrey del Perú y Conde de Oropesa, decide acompañarle en su viaje a Lima; por sus dotes excepcionales de mando, merece del Rey el bastón de Mariscal, se avecinda en Potosí, su mansión señorial es siempre y en todo momento un hogar cristiano, en ella vive y en ella muere el año 1710, alcanzando una edad milagrosa y longeva; cayó centenario, como cae el tronco de una encina, sólo al peso de los años.
Egregia figura que preside desde entonces la Municipalidad de Potosí. Un día fausto Bolívar victorioso quiso honrar su memoria, y así lo hizo ante Sucre, San Martín y Belgrano, seguido de la élite de sus héroes, con todo el valor y empuje de sus guerreros. Un cronista coetáneo pone en boca del Libertador estas palabras augustales:
“Ayer fue Ayacucho, cóndores de la libertad, y hoy flamean triunfadoras en la blanca cima del coloso Potosí las banderas nacionales de la independencia americana, pero escucho con religioso silencio la voz santa de mi conciencia y acato sumiso la or¬den imperiosa, ineludible de la ley inexorable de mi sangre.
Compañeros de armas, amigos, descubrámonos con respeto y cariño ante esta radiante, honorable y esclarecida figura del patricio ilustre don Antonio de Quiroga, oriundo de España como nuestros progenitores, vivió y murió en esta ciudad del Potosí, conquistó, civilizó, cristianizó y nos legó con idioma y sangre la ejemplarísima ejecutoria de su honradez, liberalidad, de su valor, de su civismo, de sus virtudes.
Rindamos un justo y fervoroso homenaje al viejo y venerable solar hispano, hontanar de hontanares de nuestro racial abolengo, saludemos entusiastas a la España inmortal, eterna, hagamos votos por su boyanza y grandeza en el porvenir de sus destinos.”
Efemérides de feliz recordación y gloria inmarchita que tanto enaltece a Bolívar y nimba su frente con la aureola de inspirado vate y profeta augur de aquel dulce canto y saludo virgiliano que más tarde llegó también de América y nos trajo por amor el numen divino de un bardo tropical:
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de España fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, salve:
………………………………………………………………………………………………
Herederos somos del mismo dolor
y caballeros también de la misma promesa.