Spotlight: La madurez del género de investigación periodística
Dirección: Tom McCarthy.
Intérpretes: Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, Liev Schreiber, Stanley Tucci.
Género: Drama. EE UU, 2015.
Duración: 128 minutos.
![[Img #21460]](upload/img/periodico/img_21460.jpg)
Fue finalmente galardonada con el Óscar a la mejor película y también al mejor guión original, escrito junto a Josh Singer (El ala oeste de la Casa Blanca, El quinto poder). Por fin Hollywood se sacudía parte de los prejuicios forjados por un rancio conservadurismo al premiar la madurez de una obra que consolida el subgénero de investigación periodística con un evidente trasfondo de denuncia social, cuyo punto de partida o carta de naturaleza se acuñara en los años setenta con 'Todos los hombres del presidente' de Alan J. Pakula, película emblemática que inmortalizó a Bernstein y a Woodward en la piel de Dustin Hoffman y Robert Redford. No en vano el primer actor seguiría la línea de investigación crítica en películas como 'Quiz Show' o la más reciente 'Leones por corderos'.
Tampoco fueron las únicas excepciones, aunque sí escasas dentro de las predilecciones del espectador mayoritario. No debemos olvidar producciones como la coetánea a la de Pakula en los años setenta, 'Network', de Sidney Lumet, sobre las manipulaciones del medio televisivo, o la más contemporánea aunque no en la época retratada ' Buenas noches, y buena suerte' de George Clooney, en torno a las concesiones y ventas por mecenazgo de las marcas comerciales en el periodismo radiofónico y la aparición del McCarthismo o la 'caza de brujas' como telón de fondo (a tal fin debemos asimismo evocar el film 'La tapadera' con un desconocido Woody Allen en papel dramático). La película trata así de encontrar una tercera vía frente a la recreación del clamor social que pudo provocar el escándalo aludido para concentrarse en el proceso de investigación y de esta forma situarse en la línea de producciones como 'Veredicto final' del propio Sidney Lumet, 'Acción civil' de Steven Zaillan o la más reciente 'Contagio' de Steven Soderbergh, que ya había rodado un vigoroso alegato social con 'Erin Brockovich'; o en la obra maestra de David Fincher 'Zodiac', película con la que se han establecido notorias comparaciones y aunque carezca de “ese principio de incertidumbre que golpeaba el ánimo de los personajes y enriquecía la experiencia del espectador, hay algo en la sutil recreación histórica y en el trabajo del equipo de actores que hace pensar en la obra de Fincher”.
Resulta todo un alegato a favor de la prensa libre que no obedece a los intereses de sus dueños o patrocinadores, aunque permanece una crítica implícita por existir autocensura años atrás, en el seno del propio medio independiente, cuando podía haber salido a la luz todo lo acontecido… 'Spotlight' es el nombre que recibe la unidad de investigación del periódico The Boston Globe, que en 2003 ganó el Premio Pulitzer al Mejor Servicio Público por sacar a la luz una amplia trama de encubrimiento de casos de pederastia en la archidiócesis de Boston.
Nos adentra en la aventura de los periodistas que formaban parte de este equipo de investigación cuyos reportajes estaban auspiciados por el editor jefe Ben Bradlee Jr. (John Slattery), cuyo padre fue el legendario editor del Washington Post de 'Todos los hombres del presidente'. El equipo 'Spotlight' dirigido por Walter Robinson (Michael Keaton) estaba acostumbrado a elegir sus investigaciones con total independencia pero en el momento en que irrumpe un recién nombrado editor jefe de Miami (Liev Schreiber), llamado a inspeccionar lo ocurrido con esa investigación iniciada años atrás, un Robinson más convencido decide retomar y concentrarse de nuevo en las alegaciones de acoso, un tema espinoso del que el Globe parecía haberse desentendido o al menos renunciado a un seguimiento con el suficiente rigor. Esta situación logra espolear de nuevo a todos los periodistas que realmente creyeron que aquello se había archivado sin suficiente motivo, o cerrado en falso, y gracias a éste nuevo impulso y valor de los audaces reporteros pudo al fin desvelarse en el 2002 el sistemático ocultamiento de la iglesia católica que impidió sacar a la luz noventa casos de sacerdotes de Massachussets implicados en cientos abusos sexuales cometidos durante décadas, en este caso a través de la propia archidiócesis de Boston.
![[Img #21459]](upload/img/periodico/img_21459.jpg)
Comienzan a conocer que la mayor parte de las alegaciones han sido archivadas por la iglesia fuera del sistema legal y aquellas que se habían tramitado finalmente fueron sobreseídas por los jueces, lo que implica una injerencia abusiva del poderoso cardenal en las instancias judiciales.
No existe una única 'garganta profunda' en esta búsqueda de 'todos los hombres del cardenal', sino las postreras e inevitables confesiones paradójicas de algún pastor próximo al jerarca (Jamey Sheridan), capaz de llegar a acuerdos confidenciales con los coaccionados abogados (Stanley Tucci y Billy Crudup). De esta forma el equipo Spotlight se topa con su mejor fuente de información cuando descubre la serie de olvidados directorios anuales que la propia archidiócesis había publicado y que les permite completar la base de datos de los casi noventa clérigos acusados y que simplemente han sido trasladados de una parroquia a otra o de uno a otro programa de rehabilitación -aunque un psicólogo que coordinaba tales programas (Richard Jenkins) reconocía en una entrevista telefónica cómo al menos un seis por ciento de los curas que los seguían podían estar involucrados en nuevos abusos-. Al final el Globe publicaría más de seiscientos artículos, lo que obligaría al Vaticano a revisar las leyes cardenalicias y a impulsar las investigaciones internacionales en torno a la ocultación de abusos por parte de la Iglesia relacionados con miles de sacerdotes.
El propio director, McCarthy, quien se confiesa católico no practicante, ha asegurado en diferentes medios que, pese a lo que parece, lo que menos le interesa de su película es la lectura que pueda convertirla en la más amarga de las críticas a la Iglesia. Según sus propias palabras: “Se protegió a los curas pederastas porque se decidió que eso era lo mejor para todos, para la sociedad. Y ahí colaboraron todos: desde los medios de comunicación a cada una de las instituciones pasando, claro está, por la propia Iglesia".
Para el realizador, la idea era, como en su anterior película, 'The visitor', situar el foco en torno a las injusticias cometidas desde diversas instancias (en sus primeros filmes con la inmigración, algo que ahora cobra máxima actualidad). McCarthy siempre ha tratado de “…aproximar el cine a la urgencia de lo que hace daño…”
La película en todo momento se aproxima al exclusivo Olimpo que detentan las obras maestras, debido a un sólido guión capaz de sintetizar en sus dos horas de duración toda un proceso de investigación de años, a las contenidas y magníficas interpretaciones de Mark Ruffalo, en calidad de inspector del equipo periodístico (un Michael Keaton consagrado tras la oscarizada 'Birdman' de Iñárritu), Stanley Tucci y Rachel McAdams, que componen una “pieza de cámara” basada en un guión trazado como con tiralíneas. El crítico Luís Martínez lo definía como "Un guión tan brillante como preciso. Y el resultado, en efecto, se antoja irrefutable en su sencillez y efectividad (...) convence y, por momentos, entusiasma."
McCarthy, para dar credibilidad, se decanta por una realización pragmática con una puesta en escena clásica: planos generales para trabajar la dinámica entre personajes y primeros planos que acentúan los clímax dramáticos. De esta forma consigue gestionar con eficiencia el 'tempo' narrativo que exige la propia historia acontecida: desde la lenta cadencia de apertura al ritmo allegro que recupera la película 'in crescendo' cuando los diferentes cabos de la investigación van confluyendo.
Tampoco hay que olvidar cómo Marty Baron, ex director del Miami Herald, entró en The Boston Globe en 2001, al mismo tiempo que la llamada 'crisis de la prensa escrita'. En una de las primeras secuencias de Spotligh Michael Keaton, el jefe del equipo de investigación que da título a la película, se entrevista con Baron (Schrieber), recién llegado al puesto, y le tantea sobre la posibilidad de nuevos despidos en la plantilla: “Creo que será inevitable porque la tirada cada vez es menor e Internet es una dura competencia, pero de momento lo importante para mí es saber cómo conseguir que este periódico sea esencial para sus lectores”. Fue una época histórica caracterizada por la claudicación de los periódicos al "click fácil, al copia-pega y a la pseudoinformación banal”.
![[Img #21461]](upload/img/periodico/img_21461.jpg)
Sin embargo, The Boston Globe, con Marty Baron al frente, apostó por cuidar su valor más preciado, el periodismo de calidad, firmemente asentado en el sótano de la redacción donde trabajaba el equipo de Spotlight, la división de periodismo investigativo más antigua de EE UU. Gracias a ello, este equipo de cuatro periodistas sacó a la luz los cientos de casos aludidos sobre curas pederastas que la Iglesia Católica había intentado tapar durante dos décadas. Pocos premios Pulitzer se han entregado tan bien como el que ganó el Boston Globe un par de años después…
Asimismo, se pueden detectar influencias en Aaron Sorkin, autor de 'The Newsroom', o incluso de David Simon, 'showrunner' de 'The Wire', donde ofreció la oportunidad a McCarthy de mostrar su talento como actor en la última temporada de la serie, dedicada al oficio periodístico. No obstante, la tendencia marcada por Aaron Sorkin, reconocible dentro de ese peculiar estilo desplegado tanto por el cine como por la ficción televisiva protagonizada por periodistas, políticos o empresarios a raíz de sus guiones repletos de vertiginosas batallas dialogadas, aparece en esta película notablemente atenuada: Los periodistas del Boston Globe no exhiben un discurso acelerado salvo en contadas ocasiones y cuando es preciso, merodean meditabundos, reflexivos, sin estentóreas demostraciones atléticas o apresuramiento desbocado. Incluso algunos personajes como Michael Keaton dejan entrever calmados y sedosos movimientos propios de la edad madura como si se tratara de una especie en extinción del periodismo a la antigua usanza. Los cambios en los medios de comunicación de masas de la última década han sido tantos y tan veloces que a pesar de ambientarse hace una década, la redacción propia de una era previa a Internet parece de un siglo remoto. Estos periodistas tratan por todos los medios de recuperar el periodismo tradicional de investigación, aquel que trabaja con fuentes y datos en lugar de especulaciones.
El incisivo guión de McCarthy y Josh Singer nos muestra cómo la redacción de un periódico en el 2001 resultaba asombrosamente similar a la de los años setenta pero la introducción de Internet como banco de datos de las principales noticias también ha ido terminando con la valoración crítica del periodista en aras de una supuesta objetividad, aunque el uso de esta información estereotipada, unida a las presiones ejercidas sobre los medios, ha sido lo que más ha transformado la forma de ejercer dicha profesión. En el caso del 'Boston Globe' éste fue finalmente adquirido por el New York Times en 1993. Según Manu Yáñez "El gran reto del director de 'The Station Agent' es escapar de una nostalgia cegadora. Un objetivo cumplido gracias al genuino compromiso del film con la tarea profesional de sus protagonistas”.
La propia temática del filme marca desde su inicio la interpretación de los actores: se puede decir que Michael Keaton y Mark Ruffalo bordean la perfección en su encarnación de personajes obstinados, comprometidos con su misión profesional eludiendo toda egolatría que puede suponer el avance en el descubrimiento de semejantes atentados contra la moralidad, aunque buena parte de la crítica apunta a Brian d'Arcy James como el actor secundario con cuya actuación determina los destinos del resto de la 'troupe' y se consolida como la presencia definitiva, capaz de fascinar y arrebatar al espectador desde su reducido papel. Según la crítica internacional y el propio Manu Yáñez,“con su acercamiento a la verdad culmina así una oda a la integridad, profesionalidad y valentía de unos periodistas enfrentados no solo a la Iglesia, sino a un sistema corrupto que se extiende por todos los recovecos del entramado social.”
![[Img #21458]](upload/img/periodico/img_21458.jpg)
Sin embargo, los detractores de Spotlight la acusan de una cierta frontalidad o estatismo en su planificación que la asocia con el formato de telefilme, aunque este tipo de filmación, a su vez, libera a la película de toda tentación de exhibicionismo.
Otro de los mayores problemas nacidos de las películas de investigación social o política basadas en hechos reales es el de las transiciones que subyacen en el tejido de la propia narración, es decir, en la existencia de prolongados 'momentos de lapso' hasta que se alcanza el subtexto o la tensión que late bajo las palabras, lo que conduce a la emoción y a la reflexión tras complejos capítulos basados, en este caso, en los nombres de los presuntos acosadores.
Tampoco debemos olvidar cómo, según este tipo de cine, en ocasiones se sacrifica la vida personal de sus protagonistas en aras de la investigación que emprenden, de los hechos y consecuencias de lo investigado, en este caso tanto los casos de pederastia como el encubrimiento de las altas esferas. Se evita por tanto incidir en ésta parte para evitar todo efecto melodramático al margen de los acontecimientos fundamentales, lo que al final propone una oblicua reflexión en torno al poder. Y aquí se justifican las decisiones en torno al clasicismo de su puesta en escena y de su guión.
Dirección: Tom McCarthy.
Intérpretes: Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, Liev Schreiber, Stanley Tucci.
Género: Drama. EE UU, 2015.
Duración: 128 minutos.
Fue finalmente galardonada con el Óscar a la mejor película y también al mejor guión original, escrito junto a Josh Singer (El ala oeste de la Casa Blanca, El quinto poder). Por fin Hollywood se sacudía parte de los prejuicios forjados por un rancio conservadurismo al premiar la madurez de una obra que consolida el subgénero de investigación periodística con un evidente trasfondo de denuncia social, cuyo punto de partida o carta de naturaleza se acuñara en los años setenta con 'Todos los hombres del presidente' de Alan J. Pakula, película emblemática que inmortalizó a Bernstein y a Woodward en la piel de Dustin Hoffman y Robert Redford. No en vano el primer actor seguiría la línea de investigación crítica en películas como 'Quiz Show' o la más reciente 'Leones por corderos'.
Tampoco fueron las únicas excepciones, aunque sí escasas dentro de las predilecciones del espectador mayoritario. No debemos olvidar producciones como la coetánea a la de Pakula en los años setenta, 'Network', de Sidney Lumet, sobre las manipulaciones del medio televisivo, o la más contemporánea aunque no en la época retratada ' Buenas noches, y buena suerte' de George Clooney, en torno a las concesiones y ventas por mecenazgo de las marcas comerciales en el periodismo radiofónico y la aparición del McCarthismo o la 'caza de brujas' como telón de fondo (a tal fin debemos asimismo evocar el film 'La tapadera' con un desconocido Woody Allen en papel dramático). La película trata así de encontrar una tercera vía frente a la recreación del clamor social que pudo provocar el escándalo aludido para concentrarse en el proceso de investigación y de esta forma situarse en la línea de producciones como 'Veredicto final' del propio Sidney Lumet, 'Acción civil' de Steven Zaillan o la más reciente 'Contagio' de Steven Soderbergh, que ya había rodado un vigoroso alegato social con 'Erin Brockovich'; o en la obra maestra de David Fincher 'Zodiac', película con la que se han establecido notorias comparaciones y aunque carezca de “ese principio de incertidumbre que golpeaba el ánimo de los personajes y enriquecía la experiencia del espectador, hay algo en la sutil recreación histórica y en el trabajo del equipo de actores que hace pensar en la obra de Fincher”.
Resulta todo un alegato a favor de la prensa libre que no obedece a los intereses de sus dueños o patrocinadores, aunque permanece una crítica implícita por existir autocensura años atrás, en el seno del propio medio independiente, cuando podía haber salido a la luz todo lo acontecido… 'Spotlight' es el nombre que recibe la unidad de investigación del periódico The Boston Globe, que en 2003 ganó el Premio Pulitzer al Mejor Servicio Público por sacar a la luz una amplia trama de encubrimiento de casos de pederastia en la archidiócesis de Boston.
Nos adentra en la aventura de los periodistas que formaban parte de este equipo de investigación cuyos reportajes estaban auspiciados por el editor jefe Ben Bradlee Jr. (John Slattery), cuyo padre fue el legendario editor del Washington Post de 'Todos los hombres del presidente'. El equipo 'Spotlight' dirigido por Walter Robinson (Michael Keaton) estaba acostumbrado a elegir sus investigaciones con total independencia pero en el momento en que irrumpe un recién nombrado editor jefe de Miami (Liev Schreiber), llamado a inspeccionar lo ocurrido con esa investigación iniciada años atrás, un Robinson más convencido decide retomar y concentrarse de nuevo en las alegaciones de acoso, un tema espinoso del que el Globe parecía haberse desentendido o al menos renunciado a un seguimiento con el suficiente rigor. Esta situación logra espolear de nuevo a todos los periodistas que realmente creyeron que aquello se había archivado sin suficiente motivo, o cerrado en falso, y gracias a éste nuevo impulso y valor de los audaces reporteros pudo al fin desvelarse en el 2002 el sistemático ocultamiento de la iglesia católica que impidió sacar a la luz noventa casos de sacerdotes de Massachussets implicados en cientos abusos sexuales cometidos durante décadas, en este caso a través de la propia archidiócesis de Boston.
Comienzan a conocer que la mayor parte de las alegaciones han sido archivadas por la iglesia fuera del sistema legal y aquellas que se habían tramitado finalmente fueron sobreseídas por los jueces, lo que implica una injerencia abusiva del poderoso cardenal en las instancias judiciales.
No existe una única 'garganta profunda' en esta búsqueda de 'todos los hombres del cardenal', sino las postreras e inevitables confesiones paradójicas de algún pastor próximo al jerarca (Jamey Sheridan), capaz de llegar a acuerdos confidenciales con los coaccionados abogados (Stanley Tucci y Billy Crudup). De esta forma el equipo Spotlight se topa con su mejor fuente de información cuando descubre la serie de olvidados directorios anuales que la propia archidiócesis había publicado y que les permite completar la base de datos de los casi noventa clérigos acusados y que simplemente han sido trasladados de una parroquia a otra o de uno a otro programa de rehabilitación -aunque un psicólogo que coordinaba tales programas (Richard Jenkins) reconocía en una entrevista telefónica cómo al menos un seis por ciento de los curas que los seguían podían estar involucrados en nuevos abusos-. Al final el Globe publicaría más de seiscientos artículos, lo que obligaría al Vaticano a revisar las leyes cardenalicias y a impulsar las investigaciones internacionales en torno a la ocultación de abusos por parte de la Iglesia relacionados con miles de sacerdotes.
El propio director, McCarthy, quien se confiesa católico no practicante, ha asegurado en diferentes medios que, pese a lo que parece, lo que menos le interesa de su película es la lectura que pueda convertirla en la más amarga de las críticas a la Iglesia. Según sus propias palabras: “Se protegió a los curas pederastas porque se decidió que eso era lo mejor para todos, para la sociedad. Y ahí colaboraron todos: desde los medios de comunicación a cada una de las instituciones pasando, claro está, por la propia Iglesia".
Para el realizador, la idea era, como en su anterior película, 'The visitor', situar el foco en torno a las injusticias cometidas desde diversas instancias (en sus primeros filmes con la inmigración, algo que ahora cobra máxima actualidad). McCarthy siempre ha tratado de “…aproximar el cine a la urgencia de lo que hace daño…”
La película en todo momento se aproxima al exclusivo Olimpo que detentan las obras maestras, debido a un sólido guión capaz de sintetizar en sus dos horas de duración toda un proceso de investigación de años, a las contenidas y magníficas interpretaciones de Mark Ruffalo, en calidad de inspector del equipo periodístico (un Michael Keaton consagrado tras la oscarizada 'Birdman' de Iñárritu), Stanley Tucci y Rachel McAdams, que componen una “pieza de cámara” basada en un guión trazado como con tiralíneas. El crítico Luís Martínez lo definía como "Un guión tan brillante como preciso. Y el resultado, en efecto, se antoja irrefutable en su sencillez y efectividad (...) convence y, por momentos, entusiasma."
McCarthy, para dar credibilidad, se decanta por una realización pragmática con una puesta en escena clásica: planos generales para trabajar la dinámica entre personajes y primeros planos que acentúan los clímax dramáticos. De esta forma consigue gestionar con eficiencia el 'tempo' narrativo que exige la propia historia acontecida: desde la lenta cadencia de apertura al ritmo allegro que recupera la película 'in crescendo' cuando los diferentes cabos de la investigación van confluyendo.
Tampoco hay que olvidar cómo Marty Baron, ex director del Miami Herald, entró en The Boston Globe en 2001, al mismo tiempo que la llamada 'crisis de la prensa escrita'. En una de las primeras secuencias de Spotligh Michael Keaton, el jefe del equipo de investigación que da título a la película, se entrevista con Baron (Schrieber), recién llegado al puesto, y le tantea sobre la posibilidad de nuevos despidos en la plantilla: “Creo que será inevitable porque la tirada cada vez es menor e Internet es una dura competencia, pero de momento lo importante para mí es saber cómo conseguir que este periódico sea esencial para sus lectores”. Fue una época histórica caracterizada por la claudicación de los periódicos al "click fácil, al copia-pega y a la pseudoinformación banal”.
Sin embargo, The Boston Globe, con Marty Baron al frente, apostó por cuidar su valor más preciado, el periodismo de calidad, firmemente asentado en el sótano de la redacción donde trabajaba el equipo de Spotlight, la división de periodismo investigativo más antigua de EE UU. Gracias a ello, este equipo de cuatro periodistas sacó a la luz los cientos de casos aludidos sobre curas pederastas que la Iglesia Católica había intentado tapar durante dos décadas. Pocos premios Pulitzer se han entregado tan bien como el que ganó el Boston Globe un par de años después…
Asimismo, se pueden detectar influencias en Aaron Sorkin, autor de 'The Newsroom', o incluso de David Simon, 'showrunner' de 'The Wire', donde ofreció la oportunidad a McCarthy de mostrar su talento como actor en la última temporada de la serie, dedicada al oficio periodístico. No obstante, la tendencia marcada por Aaron Sorkin, reconocible dentro de ese peculiar estilo desplegado tanto por el cine como por la ficción televisiva protagonizada por periodistas, políticos o empresarios a raíz de sus guiones repletos de vertiginosas batallas dialogadas, aparece en esta película notablemente atenuada: Los periodistas del Boston Globe no exhiben un discurso acelerado salvo en contadas ocasiones y cuando es preciso, merodean meditabundos, reflexivos, sin estentóreas demostraciones atléticas o apresuramiento desbocado. Incluso algunos personajes como Michael Keaton dejan entrever calmados y sedosos movimientos propios de la edad madura como si se tratara de una especie en extinción del periodismo a la antigua usanza. Los cambios en los medios de comunicación de masas de la última década han sido tantos y tan veloces que a pesar de ambientarse hace una década, la redacción propia de una era previa a Internet parece de un siglo remoto. Estos periodistas tratan por todos los medios de recuperar el periodismo tradicional de investigación, aquel que trabaja con fuentes y datos en lugar de especulaciones.
El incisivo guión de McCarthy y Josh Singer nos muestra cómo la redacción de un periódico en el 2001 resultaba asombrosamente similar a la de los años setenta pero la introducción de Internet como banco de datos de las principales noticias también ha ido terminando con la valoración crítica del periodista en aras de una supuesta objetividad, aunque el uso de esta información estereotipada, unida a las presiones ejercidas sobre los medios, ha sido lo que más ha transformado la forma de ejercer dicha profesión. En el caso del 'Boston Globe' éste fue finalmente adquirido por el New York Times en 1993. Según Manu Yáñez "El gran reto del director de 'The Station Agent' es escapar de una nostalgia cegadora. Un objetivo cumplido gracias al genuino compromiso del film con la tarea profesional de sus protagonistas”.
La propia temática del filme marca desde su inicio la interpretación de los actores: se puede decir que Michael Keaton y Mark Ruffalo bordean la perfección en su encarnación de personajes obstinados, comprometidos con su misión profesional eludiendo toda egolatría que puede suponer el avance en el descubrimiento de semejantes atentados contra la moralidad, aunque buena parte de la crítica apunta a Brian d'Arcy James como el actor secundario con cuya actuación determina los destinos del resto de la 'troupe' y se consolida como la presencia definitiva, capaz de fascinar y arrebatar al espectador desde su reducido papel. Según la crítica internacional y el propio Manu Yáñez,“con su acercamiento a la verdad culmina así una oda a la integridad, profesionalidad y valentía de unos periodistas enfrentados no solo a la Iglesia, sino a un sistema corrupto que se extiende por todos los recovecos del entramado social.”
Sin embargo, los detractores de Spotlight la acusan de una cierta frontalidad o estatismo en su planificación que la asocia con el formato de telefilme, aunque este tipo de filmación, a su vez, libera a la película de toda tentación de exhibicionismo.
Otro de los mayores problemas nacidos de las películas de investigación social o política basadas en hechos reales es el de las transiciones que subyacen en el tejido de la propia narración, es decir, en la existencia de prolongados 'momentos de lapso' hasta que se alcanza el subtexto o la tensión que late bajo las palabras, lo que conduce a la emoción y a la reflexión tras complejos capítulos basados, en este caso, en los nombres de los presuntos acosadores.
Tampoco debemos olvidar cómo, según este tipo de cine, en ocasiones se sacrifica la vida personal de sus protagonistas en aras de la investigación que emprenden, de los hechos y consecuencias de lo investigado, en este caso tanto los casos de pederastia como el encubrimiento de las altas esferas. Se evita por tanto incidir en ésta parte para evitar todo efecto melodramático al margen de los acontecimientos fundamentales, lo que al final propone una oblicua reflexión en torno al poder. Y aquí se justifican las decisiones en torno al clasicismo de su puesta en escena y de su guión.