M.A. Reinares
Martes, 12 de Noviembre de 2013

El 'checkpoint' de la Calle Zapata

Astorga no termina en la Calle Zapata, en el barrio de San Andrés, aunque ahí se acabe el asfalto y el silo parezca un 'checkpoint' fronterizo. Al otro lado de esa 'frontera', 60 personas, entre niños y adultos, viven en 10 infraviviendas donde estos días las chimeneas, ya encendidas, ayudan a reducir la humedad cuyo olor se cuela en la nariz nada más traspasar la puerta de entrada.

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Un tramo de la calle es un barrizal debido a la obstrucción de un desagüe que provoca la salida de las aguas sucias.


La hilera de casas bajas adosadas, que sirven de puerta de entrada a los pabellones de Renfe, está flanqueada por delante y por detrás por aguas sucias. En la parte trasera, el colector dejó de cumplir su función hace tres años cuando se reventó; por delante, el desagüe obstruido de una de las viviendas inunda un tramo de calle sin asfaltar provocando charcos negros, porque la huella de la carbonilla que durante décadas liberaron los trenes de la Vía de la Plata, aún pervive en la tierra de este submundo astorgano.


Las ventanas de las habitaciones y el cuarto de baño de la casa de Ismael y Fermina y sus siete hijos se encuentran sobre el colector reventado, ahora ya las pueden abrir de vez en cuando para ventilar, pero en verano "se te quitan las ganas de estar dentro de las viviendas, y en las habitaciones es insoportable el olor", indica Aniceto Machado Dos Santos, familiar del matrimonio. Esta vivienda, como buena parte de las casas de esta barriada tiene goteras y su habitabilidad es deficiente. El techo de la cocina de Fermina se está cayendo, "cada vez que siento un ruido salgo corriendo", porque las placas se están viniendo abajo una a una.

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Fermina junto a la chimenea de la cocina de su vivienda.

Los técnicos del Programa de Familia de la Diputación Provincial solicitaron en 2010 al Ayuntamiento que reparara el colector, pero "esta obra no se ha llevado a cabo, creándose en la parte trasera de las viviendas una balsa de aguas fecales que amenazan con todo tipo de infecciones a las familias y de manera muy especial a los menores residentes en el asentamiento", se señala en el estudio realizado por los responsables del programa, quienes subrayan que la competencia sobre las redes de saneamiento son municipales. La alcaldesa, Victorina Alonso, asegura que la solución a esta canalización "tiene una dificultad añadida" porque se vierte directamente al río Jerga, "les hemos pedido que colaboren para que las aguas" se lleven hacia "un pozo negro situado más abajo". Las familias aseguran que cuando plantean el caso "nos dan 'largas', nos recuerdan que ellos han invertido hace 15 o 20 años, pero nosotros seguimos teniendo el problema ahí", afirma Aniceto Machado.

A unos metros de la casa de Ismael y Fermina, el niño Abraham sobre su bicicleta roja demuestra la pericia que tiene para sortear los incontables baches de la calle. Los hay de todos los tamaños, más grandes, más pequeños, algunos son charcos, todos jalonan la calle sin asfaltar que cada día pisan los pequeños camino del colegio. Según los técnicos de la Diputación, "el Ayuntamiento a raíz de las peticiones realizadas desde el Programa de Familia, arregló de forma provisional y con zahorra esta calle que se transforma en barrizal cada vez que llueve". Victorina Alonso precisa que "todos los años arreglamos la calle, pero ellos tienen que contribuir y colaborar para que esté en buen estado". 

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Abraham con su bicicleta demuestra gran pericia sorteando baches.

Otra de las deficiencias puestas de relieve en el estudio del Programa Familia de la Diputación es la falta de alumbrado en la calle, que los residentes suplen con la colocación de focos que consumen gran cantidad de energía eléctrica. Sobre esta carencia, la regidora señala que "ellos saben que tienen que poner contadores, no parece justo que todos los ciudadanos paguen la luz y el agua que ellos consumen".

La situación del entorno en el que vive la comunidad portuguesa de Astorga ha sido motivo de controversia política. En el último pleno municipal el grupo del PP preguntó a la alcaldesa por la solución de las deficiencias en esta barriada. Victorina Alonso no entiende "que este tema se esté utilizando para atacar al equipo de gobierno, todos deberíamos implicarnos para que sean unos ciudadanos más de Astorga", argumenta.

Veinte años en la ciudad
Las familias portuguesas llegaron a Astorga hace más de 20 años, desde entonces apenas han logrado una integración efectiva, hasta el punto de que ocupan la mayor parte de las infraviviendas existentes en Astorga. Contrariamente a la política puesta en práctica durante años con las personas de etnia gitana, mediante la cual se buscaban viviendas en la ciudad para su integración, con los portugueses trasmontanos "la ciudad ha creado una política de concentración que ha dado lugar a este gueto", se destaca en el análisis realizado por los técnicos de la Diputación durante los cuatro años que llevan trabajando en la eliminación de las barreras sociales de estas familias.

El Ayuntamiento de Astorga, como recuerda la alcaldesa, interviene en este colectivo "desde hace 20 años" para mejorar sus condiciones de vida y "me siento orgullosa de lo que hemos logrado". Hoy los niños están escolarizados, y según los educadores de la Diputación que les hacen el seguimiento, los padres son los primeros en preocuparse de que no falten a clase. 

El Programa de Familia incide de manera especial en la educación, un instrumento con el que acreditar "el desarrollo de cada miembro de la comunidad, la autonomía de esta población que haga disminuir la dependencia de los servicios sociales; siempre desde el respeto al derecho irrenunciable a la diferencia y desde la búsqueda de espacios de encuentro, única vía para la convivencia pacífica y realmente transformadora", concluye el estudio de los técnicos de la institución provincial.








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