También es Marca España (I)
![[Img #6907]](upload/img/periodico/img_6907.jpg)
Nunca ha sido fácil
hablar sobre las miserias propias. Los defectos que nos hacen comparables. Las
cicatrices que transforman la llana piel en el día después del terremoto. La
conversación que expone nuestros puntos fuertes, por el contrario, nos puede
provocar una ligera variación en el tono de la piel y nos distancia de la
depresión pero, al mismo tiempo, ahoga la capacidad de movimiento.
Está bien hablar de la Marca España. Está bien hablar de los
puntos fuertes (historia, tradiciones, deporte, cultura, gastronomía…) que
marcan la diferencia respecto a los países del entorno. Pero, saltando sobre la
ingenuidad del discurso patriótico, hay que poner el punto de mira sobre la
parte sombría de la expresión. La parte que actúa de tirador sobre su propia
imagen. Me voy a centrar en la economía sumergida y en la corrupción política.
Dos de los problemas que lastran la recuperación y que dificultan, dotando
al dinero del don de la invisibilidad, los buenos tiempos; cuando el sol pega
sobre nuestra piel sin protección. Porque, sí, todo esto también es Marca
España. La parte oxidada del logo.
Un
dato.
El tamaño de la economía sumergida en
España sobre el PIB oscila, según distintos estudios, entre el 18% y el 25%. La
medición no es fácil; el nombre de economía oculta no es un capricho. Tomando
como base el Informe ATKearney/VISA 2013, el que muestra un menor nivel de
economía irregular, se situaría en el 18,6%.
![[Img #6916]](upload/img/periodico/img_6916.jpg)
¿Y qué? En realidad
España está en la media de la Unión Europea. Nada preocupante, ¿no? Es
inevitable tener comida caducada en el frigorífico después de pasar unas
semanas fuera de casa. Vale, pero, sólo tenemos que mirar el mapa de Europa y
ver que la media puede estar contaminada porque incluye a países con una
economía bastante menos desarrollada que la española y con los que la
comparación sería absurda. Intentar minusvalorar el problema aludiendo a los
datos de Bulgaria (31%), Rumanía (28%), Croacia (28%) o Polonia (24%), sería
como comparar a España con Estados Unidos en el número de armas personales. La
economía española debe coger una imagen de las economías occidentales, meterse
en un centro de estética e intentar parecerse, en este aspecto, lo máximo
posible.
Reducir el tamaño de la economía sumergida a niveles de Suecia (14%),
Noruega (14%), Alemania (13%), Francia (10%), Reino Unido (10%) u Holanda (9%)
es imprescindible para que la recaudación tributaria no sea un cadáver en
descomposición en época de crisis económica como la actual.
![[Img #6917]](upload/img/periodico/img_6917.jpg)
Nueva ronda de datos.
No hace falta sacar la cartera; hoy no pagamos. Según los cálculos de F.
Schneider y el estudio de Elgin C. y Oztunali O. (2012) el tamaño de la
economía sumergida en España hace desaparecer entre 60.000 y 80.000 millones de
euros de recaudación. Mientras, el informe que he empleado desde el principio
sitúa la cifra en 72.700 millones de euros, lo que representa un 16,6% del
gasto público total y el 70,5% del gasto en salud. Dinero negro que nunca llega
a su destino porque básicamente no existe. - ¿Sin IVA o con IVA? El arte de
sacar, al estilo de mago profesional, facturas falsas del bolsillo. El
empresario (o emprendedor, como se llama ahora) que contrata trabajadores pero
no los da de alta en la Seguridad Social. Las ayudas y subvenciones
indebidamente cobradas - Cobro el paro y trabajo -¡Qué suerte!. Dinero que sale
al exterior de forma fraudulenta. El paraíso ya no es bíblico, es fiscal. Declarar
un precio de venta falso. Ocultar capitales para evitar que Hacienda pase la
lupa (y la mano) por encima. La existencia de empresas tapadera o empresas
fantasma nacidas desde el conocimiento de la no detección. El trabajador que
dice ser mileurista pero que en un sobre (Bárcenas sabe bien de lo que hablo)
encuentra por casualidad otros doscientos euros. Pues sí, en definitiva, entre
60.000 y 80.000 millones de euros que no se recaudan.
Y los últimos datos.
Hay que ser realistas. Es imposible no pasar frío la noche de fin de año si nos
dedicamos a beber champán en la calle. Pero, al menos, podemos recurrir al
abrigo y a la bufanda. Lo mismo sucede con la economía sumergida; eliminarla es
una quimera. La clave está en converger con el nivel promedio de las economías
europeas más desarrolladas. Si la economía irregular se redujese en España
hasta el 13,1% (la media de Alemania, Francia, Reino Unido y España), es decir,
estamos hablando de una reducción de 5,5 puntos, la recaudación aumentaría
entre 18.000 y 20.000 millones de euros. El déficit público, famoso concepto
que se pasea por la alfombra roja de esta interminable película, se reduciría
alrededor de dos puntos. No haría falta recortar determinadas partidas
presupuestarias que de tan intocables que parecían se han convertido en
expertas en perder peso. Y, no pasa nada, somos soñadores, si la economía
sumergida se redujese en 10 puntos (nos convertiríamos en serios austriacos) el
Estado recaudaría 36.000 millones de euros más (38.000 según las estimaciones
de GESTHA). Ahora que las pensiones son las protagonistas de multitud de
informes, hay que decir que reduciendo la economía irregular a la mitad se
recaudarían 13.000 millones de euros únicamente de cotizaciones sociales; lo
que equivale al 11,44% del gasto total anual en pensiones.
Los
estudios hablan, y así lo hemos comprobado en los últimos meses, que los
españoles ya nos hemos tatuado el Estado de Bienestar en la piel. Pero, hay
contrapartida, para su sostenimiento hace falta concienciación. Según un
estudio del Instituto de Estudios Fiscales (2011), en el año 2007, aún nos
creíamos las promesas políticas, sólo la mitad de los españoles opinaba que el
fraude fiscal no tenía justificación. En 2011, últimos datos, el porcentaje
había subido hasta el 67%. Las vacas flacas, con su deprimente imagen, nos hacen
meter la mano en el bolsillo para comprobar si los cinco euros que metimos ayer
siguen en él. Es curioso como al mismo tiempo que aumenta la concienciación,
gracias a la economía sumergida no hemos estallado. Andamio. Sí. La economía
sumergida, teniendo en cuenta el alarmante nivel de desempleo, está haciendo
que las calles no estén cubiertas por una gigante pancarta movida a ritmo de
megáfono. El tiempo dirá si nos acostumbramos al dinero negro o si asumimos que
nosotros sostenemos dicho sistema. A largo plazo mantener
las dos posturas es como dispararse en el pie mientras nos miramos en el
espejo. Si tiras un papel al suelo…tus impuestos contribuyen a su recogida. La
papelera…está a quince metros.
Nota: En la siguiente
parte, no me he olvidado, hablaré de los bolsillos de los que sale más del 70%
del fraude y de la corrupción política. Aquí no se salva ni Dios.
Nunca ha sido fácil hablar sobre las miserias propias. Los defectos que nos hacen comparables. Las cicatrices que transforman la llana piel en el día después del terremoto. La conversación que expone nuestros puntos fuertes, por el contrario, nos puede provocar una ligera variación en el tono de la piel y nos distancia de la depresión pero, al mismo tiempo, ahoga la capacidad de movimiento.
Está bien hablar de la Marca España. Está bien hablar de los puntos fuertes (historia, tradiciones, deporte, cultura, gastronomía…) que marcan la diferencia respecto a los países del entorno. Pero, saltando sobre la ingenuidad del discurso patriótico, hay que poner el punto de mira sobre la parte sombría de la expresión. La parte que actúa de tirador sobre su propia imagen. Me voy a centrar en la economía sumergida y en la corrupción política. Dos de los problemas que lastran la recuperación y que dificultan, dotando al dinero del don de la invisibilidad, los buenos tiempos; cuando el sol pega sobre nuestra piel sin protección. Porque, sí, todo esto también es Marca España. La parte oxidada del logo.
Un dato. El tamaño de la economía sumergida en España sobre el PIB oscila, según distintos estudios, entre el 18% y el 25%. La medición no es fácil; el nombre de economía oculta no es un capricho. Tomando como base el Informe ATKearney/VISA 2013, el que muestra un menor nivel de economía irregular, se situaría en el 18,6%.
¿Y qué? En realidad España está en la media de la Unión Europea. Nada preocupante, ¿no? Es inevitable tener comida caducada en el frigorífico después de pasar unas semanas fuera de casa. Vale, pero, sólo tenemos que mirar el mapa de Europa y ver que la media puede estar contaminada porque incluye a países con una economía bastante menos desarrollada que la española y con los que la comparación sería absurda. Intentar minusvalorar el problema aludiendo a los datos de Bulgaria (31%), Rumanía (28%), Croacia (28%) o Polonia (24%), sería como comparar a España con Estados Unidos en el número de armas personales. La economía española debe coger una imagen de las economías occidentales, meterse en un centro de estética e intentar parecerse, en este aspecto, lo máximo posible.
Reducir el tamaño de la economía sumergida a niveles de Suecia (14%), Noruega (14%), Alemania (13%), Francia (10%), Reino Unido (10%) u Holanda (9%) es imprescindible para que la recaudación tributaria no sea un cadáver en descomposición en época de crisis económica como la actual.
Nueva ronda de datos. No hace falta sacar la cartera; hoy no pagamos. Según los cálculos de F. Schneider y el estudio de Elgin C. y Oztunali O. (2012) el tamaño de la economía sumergida en España hace desaparecer entre 60.000 y 80.000 millones de euros de recaudación. Mientras, el informe que he empleado desde el principio sitúa la cifra en 72.700 millones de euros, lo que representa un 16,6% del gasto público total y el 70,5% del gasto en salud. Dinero negro que nunca llega a su destino porque básicamente no existe. - ¿Sin IVA o con IVA? El arte de sacar, al estilo de mago profesional, facturas falsas del bolsillo. El empresario (o emprendedor, como se llama ahora) que contrata trabajadores pero no los da de alta en la Seguridad Social. Las ayudas y subvenciones indebidamente cobradas - Cobro el paro y trabajo -¡Qué suerte!. Dinero que sale al exterior de forma fraudulenta. El paraíso ya no es bíblico, es fiscal. Declarar un precio de venta falso. Ocultar capitales para evitar que Hacienda pase la lupa (y la mano) por encima. La existencia de empresas tapadera o empresas fantasma nacidas desde el conocimiento de la no detección. El trabajador que dice ser mileurista pero que en un sobre (Bárcenas sabe bien de lo que hablo) encuentra por casualidad otros doscientos euros. Pues sí, en definitiva, entre 60.000 y 80.000 millones de euros que no se recaudan.
Y los últimos datos. Hay que ser realistas. Es imposible no pasar frío la noche de fin de año si nos dedicamos a beber champán en la calle. Pero, al menos, podemos recurrir al abrigo y a la bufanda. Lo mismo sucede con la economía sumergida; eliminarla es una quimera. La clave está en converger con el nivel promedio de las economías europeas más desarrolladas. Si la economía irregular se redujese en España hasta el 13,1% (la media de Alemania, Francia, Reino Unido y España), es decir, estamos hablando de una reducción de 5,5 puntos, la recaudación aumentaría entre 18.000 y 20.000 millones de euros. El déficit público, famoso concepto que se pasea por la alfombra roja de esta interminable película, se reduciría alrededor de dos puntos. No haría falta recortar determinadas partidas presupuestarias que de tan intocables que parecían se han convertido en expertas en perder peso. Y, no pasa nada, somos soñadores, si la economía sumergida se redujese en 10 puntos (nos convertiríamos en serios austriacos) el Estado recaudaría 36.000 millones de euros más (38.000 según las estimaciones de GESTHA). Ahora que las pensiones son las protagonistas de multitud de informes, hay que decir que reduciendo la economía irregular a la mitad se recaudarían 13.000 millones de euros únicamente de cotizaciones sociales; lo que equivale al 11,44% del gasto total anual en pensiones.
Los estudios hablan, y así lo hemos comprobado en los últimos meses, que los españoles ya nos hemos tatuado el Estado de Bienestar en la piel. Pero, hay contrapartida, para su sostenimiento hace falta concienciación. Según un estudio del Instituto de Estudios Fiscales (2011), en el año 2007, aún nos creíamos las promesas políticas, sólo la mitad de los españoles opinaba que el fraude fiscal no tenía justificación. En 2011, últimos datos, el porcentaje había subido hasta el 67%. Las vacas flacas, con su deprimente imagen, nos hacen meter la mano en el bolsillo para comprobar si los cinco euros que metimos ayer siguen en él. Es curioso como al mismo tiempo que aumenta la concienciación, gracias a la economía sumergida no hemos estallado. Andamio. Sí. La economía sumergida, teniendo en cuenta el alarmante nivel de desempleo, está haciendo que las calles no estén cubiertas por una gigante pancarta movida a ritmo de megáfono. El tiempo dirá si nos acostumbramos al dinero negro o si asumimos que nosotros sostenemos dicho sistema. A largo plazo mantener las dos posturas es como dispararse en el pie mientras nos miramos en el espejo. Si tiras un papel al suelo…tus impuestos contribuyen a su recogida. La papelera…está a quince metros.
Nota: En la siguiente parte, no me he olvidado, hablaré de los bolsillos de los que sale más del 70% del fraude y de la corrupción política. Aquí no se salva ni Dios.