José María Jáñez Franco
Martes, 29 de Abril de 2014
Austeridad
Recordaba recientemente Julio Anguita en una entrevista televisada su fama de tacaño durante sus mandatos al frente de la alcaldía cordobesa. Presumía de lo que le costaba soltar la pasta. Gestionaba dinero de todos sus vecinos y ello entrañaba una gran responsabilidad que asumía con austeridad.
Más tarde, en 1992, el mismo 'Califa' abanderaría el 'No' al Tratado de Maastricht. El Tratado de la Unión Europea (TUE) firmado en Maastricht daba un giro de 180º a la Europa Social surgida de las cenizas de la II Guerra Mundial, de la que resultaron vencedores los demócratas. En este tratado se diseñó el neoliberalismo europeo al imponer como nuevos requisitos a los Estados miembros el límite del 3 % de déficit y el 60 % de deuda pública. Todo ello sin existir una previa unión fiscal ni monetaria, despojando a los Bancos Nacionales de sus herramientas tradicionales y guiándose el Banco Central Europeo por el único criterio rector del control de la inflación (a diferencia del FED en Estados Unidos que también tiene como objetivo la creación de empleo). Al amparo del Tratado de Maastricht surgió la necesidad de implementar lo que en el argot del 'establishment' europeo se vinieron en denominar políticas de austeridad.
Julio Anguita, quien fuera adalid de la austeridad al frente de la alcaldía de Córdoba, se convertía después en el único líder político nacional de cierta relevancia en oponerse a las políticas de austeridad made in UE.
En realidad no se trata de ninguna paradoja. Julio Anguita no había cambiado de criterio. La idea de austeridad de Anguita es la de una concepción radicalmente democrática y netamente republicana, en la que la dignidad del mandato público deriva de la virtud que emana del ejemplo. La austeridad así entendida es sobriedad en lo accesorio y abundancia de recursos bien administrados para las necesidades. La austeridad así entendida debe ser sinónimo de racionalidad y sintonía entre necesidades sociales y aportaciones presupuestarias y de infraestructuras necesarias.
Por el contrario, la austeridad de la que nos hablan la Troika, el PSOE y el PP conforme a la que se propugna el denominado Déficit 0, no se cuestiona el derroche y el mal gasto de la riqueza de propiedad colectiva. Muy por el contrario, marca como objetivo fundamental la necesidad de dejar de entender como objetivo público prioritario el abastecimiento de las necesidades sociales básicas. En el fondo, lo que trata la austeridad así entendida es perpetuar los privilegios de una casta política y económica aun a pesar del sufrimiento de los de abajo.
En Conil de la Frontera, municipio costero gaditano que suelo poner como referencia de buen municipalismo (siento tener que irme tan lejos, aunque irse a Cádiz siempre resulta agradable), se practica una austeridad como la que propugna Don Julio. Conil es un municipio saneado, que presta sus servicios públicos esenciales de forma pública, que planifica y que interviene en la economía, especialmente en la vivienda y el empleo. Con democracia participativa. Y por si fuera poco, en esta última legislatura han reducido el tipo impositivo de los tributos municipales al mínimo que le permite la ley reguladora de las Haciendas Locales. Por si fuera poco, tiene en marcha un proceso de promoción interna para que sus auxiliares administrativos asciendan a la categoría de administrativos, valorando así el buen trabajo que desempeñan por el bien común. Además, han llevado a cabo una política de recuperación de patrimonio privado a manos públicas, accesible y para el disfrute de la mayoría. Pueden indagar, bucear por Internet, investigar y comprobar que lo que digo es cierto.
¿Qué teoría puede explicar este círculo virtuoso de las políticas municipales? Es más sencillo que cualquier teoría: la clave está en el sentido común y en el sentido de lo común. En entender la austeridad como la entendía Anguita. Como humildemente creo que entendemos la mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, en Astorga, con unas cuentas también saneadas se han eliminado servicios, se han recortado y encarecido otros. Los servicios públicos básicos se prestan con fórmulas de gestión privadas, de modo que los beneficios van a parar a manos ajenas por completo a la ciudad, por lo que no repercute en el bienestar de los ciudadanos. Astorga no planifica, no interviene en la vivienda a pesar de declaraciones retóricas. Tampoco interviene prácticamente en el empleo de forma directa ni dinamiza prácticamente el comercio y la economía local en general. Y el patrimonio privado que ha recuperado a manos públicas no ha repercutido prácticamente en el disfrute de la ciudad (un ejemplo clamoroso es la antigua harinera de la Brecha, que hasta la fecha es un gasto y no una inversión. Hay muchos más ejemplos por desgracia).
Por eso se me ocurre que nos deberíamos plantear cuál es el criterio de austeridad que rige en el gobierno de Astorga ¿Acaso este criterio no se debería cambiar?
P.S.: Creo que esta reflexión también se debería tener muy en cuenta a la hora de tomar una decisión de cara a las próximas elecciones al Parlamento europeo del 25 de mayo.
jmjanezf@gmail.com
elblogdechemajanez.blogspot.com
Recordaba recientemente Julio Anguita en una entrevista televisada su fama de tacaño durante sus mandatos al frente de la alcaldía cordobesa. Presumía de lo que le costaba soltar la pasta. Gestionaba dinero de todos sus vecinos y ello entrañaba una gran responsabilidad que asumía con austeridad.
Más tarde, en 1992, el mismo 'Califa' abanderaría el 'No' al Tratado de Maastricht. El Tratado de la Unión Europea (TUE) firmado en Maastricht daba un giro de 180º a la Europa Social surgida de las cenizas de la II Guerra Mundial, de la que resultaron vencedores los demócratas. En este tratado se diseñó el neoliberalismo europeo al imponer como nuevos requisitos a los Estados miembros el límite del 3 % de déficit y el 60 % de deuda pública. Todo ello sin existir una previa unión fiscal ni monetaria, despojando a los Bancos Nacionales de sus herramientas tradicionales y guiándose el Banco Central Europeo por el único criterio rector del control de la inflación (a diferencia del FED en Estados Unidos que también tiene como objetivo la creación de empleo). Al amparo del Tratado de Maastricht surgió la necesidad de implementar lo que en el argot del 'establishment' europeo se vinieron en denominar políticas de austeridad.
Julio Anguita, quien fuera adalid de la austeridad al frente de la alcaldía de Córdoba, se convertía después en el único líder político nacional de cierta relevancia en oponerse a las políticas de austeridad made in UE.
En realidad no se trata de ninguna paradoja. Julio Anguita no había cambiado de criterio. La idea de austeridad de Anguita es la de una concepción radicalmente democrática y netamente republicana, en la que la dignidad del mandato público deriva de la virtud que emana del ejemplo. La austeridad así entendida es sobriedad en lo accesorio y abundancia de recursos bien administrados para las necesidades. La austeridad así entendida debe ser sinónimo de racionalidad y sintonía entre necesidades sociales y aportaciones presupuestarias y de infraestructuras necesarias.
Por el contrario, la austeridad de la que nos hablan la Troika, el PSOE y el PP conforme a la que se propugna el denominado Déficit 0, no se cuestiona el derroche y el mal gasto de la riqueza de propiedad colectiva. Muy por el contrario, marca como objetivo fundamental la necesidad de dejar de entender como objetivo público prioritario el abastecimiento de las necesidades sociales básicas. En el fondo, lo que trata la austeridad así entendida es perpetuar los privilegios de una casta política y económica aun a pesar del sufrimiento de los de abajo.
En Conil de la Frontera, municipio costero gaditano que suelo poner como referencia de buen municipalismo (siento tener que irme tan lejos, aunque irse a Cádiz siempre resulta agradable), se practica una austeridad como la que propugna Don Julio. Conil es un municipio saneado, que presta sus servicios públicos esenciales de forma pública, que planifica y que interviene en la economía, especialmente en la vivienda y el empleo. Con democracia participativa. Y por si fuera poco, en esta última legislatura han reducido el tipo impositivo de los tributos municipales al mínimo que le permite la ley reguladora de las Haciendas Locales. Por si fuera poco, tiene en marcha un proceso de promoción interna para que sus auxiliares administrativos asciendan a la categoría de administrativos, valorando así el buen trabajo que desempeñan por el bien común. Además, han llevado a cabo una política de recuperación de patrimonio privado a manos públicas, accesible y para el disfrute de la mayoría. Pueden indagar, bucear por Internet, investigar y comprobar que lo que digo es cierto.
¿Qué teoría puede explicar este círculo virtuoso de las políticas municipales? Es más sencillo que cualquier teoría: la clave está en el sentido común y en el sentido de lo común. En entender la austeridad como la entendía Anguita. Como humildemente creo que entendemos la mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, en Astorga, con unas cuentas también saneadas se han eliminado servicios, se han recortado y encarecido otros. Los servicios públicos básicos se prestan con fórmulas de gestión privadas, de modo que los beneficios van a parar a manos ajenas por completo a la ciudad, por lo que no repercute en el bienestar de los ciudadanos. Astorga no planifica, no interviene en la vivienda a pesar de declaraciones retóricas. Tampoco interviene prácticamente en el empleo de forma directa ni dinamiza prácticamente el comercio y la economía local en general. Y el patrimonio privado que ha recuperado a manos públicas no ha repercutido prácticamente en el disfrute de la ciudad (un ejemplo clamoroso es la antigua harinera de la Brecha, que hasta la fecha es un gasto y no una inversión. Hay muchos más ejemplos por desgracia).
Por eso se me ocurre que nos deberíamos plantear cuál es el criterio de austeridad que rige en el gobierno de Astorga ¿Acaso este criterio no se debería cambiar?
P.S.: Creo que esta reflexión también se debería tener muy en cuenta a la hora de tomar una decisión de cara a las próximas elecciones al Parlamento europeo del 25 de mayo.
jmjanezf@gmail.com
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