Eloy J. Rubio Carro
Viernes, 30 de Mayo de 2014

El mensaje liberador del cuento maravilloso

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Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaira, Sevilla, 1941), es un hombre afable, algo tímido y enjuto, con una sonrisa pronta, brillante, inteligente  que  merodea abundante en la conversación, sobre todo cuando al leerte un cuento de ‘La media lunita’ olfatea lo que de niño aún te queda. Autor de más de cincuenta libros, entre ellos numerosos cuentos y relatos infantiles y juveniles, particularmente los ‘Cuentos de la Media Lunita’, colección de 64 títulos, basada en los cuentos populares españoles, que se reedita constantemente desde 1985 y ha alcanzado ya los cinco millones de ejemplares.., es conocido sobre todo por su prolongada e intensa dedicación al estudio y recuperación de los cuentos populares españoles.  Fue becario de la Fundación Juan March en 1977 para investigar sobre este rico y olvidado patrimonio. Es miembro de la International Folk Narrative Research.

 

Entre los galardones recibidos figuran el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2005, por su pentalogía El bosque de los sueños. Premio Internacional "Infanta Elena" de Narrativa Juvenil, con su novela Un lugar parecido al paraíso,1991. Premio "Ateneo de Sevilla de relatos, 2004", por El hombre que se volvió relativo. Una de sus obras más conocidas, Cuentos al amor de la lumbre, I y II, compartió e l Premio Nacional de Literatura, 1985, al "mejor conjunto de elementos en un libro”. También ha recibido el I Premio Washington Irving, por una trayectoria literaria en favor del cuento.

 

Ha publicado estudios literarios centrados en la teoría de la narración y del texto poético como por ejemplo ‘Los cuentos populares o la tentativa de un texto infinito’. Su más reciente trabajo filológico ha sido la dirección del equipo que se ocupó de la edición facsimilar de los manuscritos de Antonio Machado, en diez volúmenes.

 

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Eloy Rubio Carro: ¿De qué tradición o tradiciones provienen los cuentos infantiles que se leen o escriben hoy en España? ¿En qué medida los cuentos de hoy son hijos de los cuentos populares o de las fábulas esópicas y orientales?


Antonio Rodríguez Almodóvar:  Bueno, los cuentos de tradición oral españoles están dentro de un cuerpo mucho más amplio que son los cuentos europeos, paneuropeos incluso indoeuropeos, mientras que las fábulas forman parte de otro género distinto, que nada tiene que ver con lo otro. Las fábulas son una especie de recreación literaria de los cuentos populares; el auténtico cuento popular es anterior a la fábula; y el cuento de tradición oral es anterior a cualquier forma escrita, anterior o Perrault, anterior a Grimm; y algunos tienen fama de ser cuentos milenarios, como el caso de ‘Juan el oso’ o  ‘El príncipe encantado’ o ‘La serpiente de siete cabezas’, son cuentos antiquísimos, son los que yo denomino ‘Cuentos primordiales’.

 

E.R.: Usted llega a decir en el prólogo de ‘Cuentos al amor de la lumbre’ que el cuento maravilloso proviene ya del bajo neolítico, luego con las sociedades agrarias el cuento adoptaría una forma más realista.


A. R.A.: Es el paso de la sociedad de recolectores a la sociedad de agricultores, esa ha sido la única revolución que ha tenido éxito en la historia de la humanidad; las revoluciones recientes han sido muchas de ellas tentativas. Que tuviera éxito significa que el modo de vida de la humanidad cambia por completo; pero la humanidad mantiene en su forma de concebir el mundo una cierta nostalgia del bosque, cierta nostalgia de la caza y por eso hay tantos cuentos del bosque, de príncipes que se pierden en el bosque y de niños que se pierden en el bosque.

 

E. R.C.: A menudo asombra leer la interpretación de esos cuentos de siempre. Por ejemplo sorprende leer que el mandato de exogamia y la institucionalización de la propiedad privada sean expresión fundamental de los cuentos maravillosos. ¿Por qué habrían de recurrir las culturas a esos simbolismos tan crípticos? ¿Por qué no decirlo de forma más clara? ¿Por qué los desheredados criticaron en los cuentos el nuevo sistema exogámico?


A.R.A.: Porque la exogamia es el mandato fundamental de la especie, no podemos procrear dentro de la familia. Algo tan evidente los niños no lo saben, entonces todos los cuentos de la familia de Blancanieves y Cenicienta incluyen ese mensaje contra la endogamia, más bien contra el incesto; y así en los cuentos maravillosos termina el príncipe enamorándose o casándose con una princesa muy lejana o con un príncipe muy lejano, de otra familia o incluso con un personaje de clase inferior. Hay hasta cuentos satíricos en que el pastor consigue casarse con la princesa, e incluso un paso más allá, cuando ya surge la crítica a la sociedad de  propiedad privada hereditaria, el pastor se burlará  de la princesa y no querrá casarse con ella, ya que la princesa es tonta, siendo como es fruto de una persistente relación endogámica. Hay aquí una graduación entre los cuentos maravillosos y los cuentos satíricos, ya a un pie del cuento realista, donde el pastor tiene que superar unas pruebas tal si fuera un príncipe, pero no deja de ser un pastor, incluso a veces es el tonto del pueblo, y supera unas pruebas maravillosas o fingidamente maravillosas.


Las sociedades exogámicas incluyen varias cosas que son absolutamente revolucionarias, la propiedad privada de la tierra, la propiedad privada hereditaria y la propiedad privada hereditaria a través de hijas legítimas. (La mujer es la garantía de la herencia legítima en hijos propios, de ahí viene todo el sometimiento de la mujer, que tiene que estar recluida  con las consiguientes deformaciones mentales). El varón tiene que tener absoluta seguridad de que los hijos son suyos, que su mujer no ha cohabitado con nadie más, porque lo que transmite a través de las mujeres es la propiedad privada de la tierra o del ganado o de lo que haya ido acumulando, y ello porque el bosque ha sido parcelado y luego ha sido concedido en propiedad a aquellos individuos más audaces, tal el guerrero, el conquistador, el caballero, etc… Y los pobres lo único que pueden aprovechar del bosque es la leña; el príncipe tan solo les deja penetrar en el bosque a recoger leña y nada más. Un rasgo muy curioso este que aparece en la mayoría de los cuentos. 


El cuento realista es el paso siguiente al cuento satírico; y el cuento de animales es a menudo una metáfora del cuento maravilloso y otras veces es metáfora del cuento realista.

 

E.R. C.: Bruno Bettelheim, era partidario de una lectura de los cuentos maravillosos, sin ninguna amputación, ya que decía que el cuento completo supondría una ayuda en la maduración del infante, un aumento de la confianza en sí mismo para superar ciertas situaciones. ¿Siguen siendo eficaces para un niño/a de hoy los efectos balsámicos de los cuentos de tradición oral?


A.R.A.: Naturalmente, el niño percibe el arquetipo aunque no sea capaz de racionalizarlo, ni falta que le hace. El cuento tan conocido de ‘Pulgarcito’  es un cuento de dos niños que son abandonados por sus padres porque, dada su pobreza, no los pueden alimentar; cosa que ha sucedido a lo largo de la historia en muchísimas ocasiones; y ha existido incluso el infanticidio y el infanticidio femenino selectivo, cuando había demasiadas niñas. En España se llama ‘Miguelín el valiente’ o ‘Periquín’. El niño tiene que saber con ese mensaje que los padres que tiene actualmente, que no lo abandonan, son digamos unos padres excelentes. Que existe el peligro de que alguna vez pudieran ser abandonados. Que pueden caer en las garras de la bruja, es decir del peligro exterior no controlado, frente ante el cual se sienten impotentes. Que más tarde o más temprano tendrán que abandonar el hogar familiar y buscarse la vida por si mismos, con la confianza de que esto puede tener exito y que la bruja será derrotada. La cosa es bien sencilla: tú cuentas el cuento, no tienes que interpretarlo ni nada, el niño lo va asimilando, le va dando vueltas y vueltas, y eso queda ahí en el fondo de la conciencia.

 

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E.R. C.: En relación con lo anterior, cuando habla del cuento de ‘la hormiguita’ (la Ratita Presumida, donde la protagonista se come a su marido, tras un descuido, justo al día siguiente de la boda) señala el ‘hambre’ como el ingrediente principal de este cuento. Este episodio ya ha desaparecido de las ediciones comerciales; lo que suele suceder también con la ‘Segunda Secuencia’  de los cuentos de costumbres, de animales etc. ¿Se ha modificado entonces la función de los cuentos. Han devenido estos en mero pasatiempo?


A.R.A.: De todos los cuentos populares de animales, el hambre es el motor principal. Se trata de comer o ser comido.  En las versiones literarias que son las fábulas ya  van a la cuestión moral; pero el cuento popular es fundamentalmente un mensaje de la lucha por la vida…


Con respecto a la función de los  cuentos, claro que se ha modificado su función. La burguesía, al adaptar los cuentos populares los conforma a su manera de ver las cosas, que es ideológica, partidaria y que tiene sus propios valores, que no son coincidentes con los valores de la humanidad en general. Entonces cortan la segunda parte que es donde radica la virtud del cuento; el caso más claro es el de ‘la Bella Durmiente’, cuya segunda parte es el cuento de una mujer emancipada, que tiene que valerse por sí misma; el marido se va a la guerra y  es ella quien pelea por sacar sus hijos adelante. Esa segunda parte como no interesaba, desapareció. Era un cuento feminista; pero claro, le amputan la segunda parte y se te queda convertido en un cuento machista. 

 

E.R.C.: No serán hoy en día otros los instrumentos que se encargan de cumplir las funciones que antes haría el cuento; puedo pensar en el cine, la televisión etc.


A.R.A.: Claro que sí. Todos estos cuentos lo que están transmitiendo son los valores básicos de la humanidad, entre los cuales está la lucha por la vida; es decir: aquí tienes que espabilarte, no confiéis en que los demás te vayan a salvar. Has de valerte por ti mismo. Es un mensaje de libertad. Lo que ocurre es que eso no le interesa a determinadas clases sociales las cuales confían más en lo grupal y en los valores de la clase. 


El mensaje del cuento realista, que es el cuento de costumbres, es que ‘el pícaro’ se burla del rico y le hurta las propiedades. Es un mensaje molesto para la sociedad ‘bienpensante’, por lo que los cuentos de pícaros han desaparecido casi en su totalidad.

 

E.R.C.: ¿Por qué el cuento de 'Juan el Oso' es único en su especie?


A.R.A.: Porque es el cuento más primitivo al que hemos podido llegar. No está ya en circulación. La razón es muy sencilla, porque Juan el Oso es hijo de una mujer y un oso, lo cual es una cosa muy violenta para un pensamiento digamos convencional. Esto simboliza que Juan el Oso tiene que salir el solo desde un estadío inferior, tiene que progresar hasta llegar a ser un ser libre, independiente; habiendo conseguido lo más difícil de todo que es rescatar a la princesa del fondo del abismo en que estaba secuestrada por el demonio. Ese tránsito de lo primitivo a la sociedad donde la clase dominante depende de una clase dominada, necesita de un héroe como Juan el Oso capaz de transitar de abajo a arriba, capaz de resolver el problema de la endogamia y del matrimonio concertado; un ser inferior que consigue casarse con otro del nivel superior.  Sirviendo así, además de viático de unión entre las clases, la clave para erradicar la costumbre autodestructiva de la endogamia y difundiendo la buena nueva de que alguien es capaz de triunfar por sí solo y volar desde los estratos más inferiores. 

 

José Manuel Carrizo: Entonces en los cuentos populares hay una crítica a una moral determinada a una estructura social…


A.R.A.: Claro, el cuento realista es una crítica al cuento maravilloso; porque en el cuento realista ya desapareció el objeto mágico  y desaparece todo el arquetipo del cuento maravilloso. 


Lo que transita el cuento maravilloso son los mensajes fundamentales para que la especie progrese, para que la humanidad no se encierre en una cápsula en la que estarían los poderosos, para que cuenten con los otros;  y al final lo que ocurre es que efectivamente el caballero, el héroe, el que rompe la barrera de la aristocracia, el que es el más bajo de los nobles pero con un pie también entre los plebeyos, desanda la distancia que separa a unos y otros y esto a menudo se articula en el matrimonio exogámico. 

 

E.R.C. : Pero ¿Cuál es la confrontación entre la cultura nómada cazadora y la cultura agraria?


A.R.A.: La sociedad de cazadores es una sociedad de hombres libres.

 

E.R.C.: ¿Era más endogámica?


A.R.A.: No, la sociedad de cazadores llega un momento en que establece el tabú del incesto. Como dice Levy Strauss. “La sociedad nace cuando se establece el tabú del incesto”. Mire usted: con mi padre no tengo nada que hacer; con mis hermanos, nada. Eso no lo saben los niños. Ahí viene la articulación en el cuento maravilloso, del mensaje social con el mensaje psicológico. Y ¿por qué a los niños les gustan tanto estos cuentos? Es una cosa fascinante. Porque necesitan adquirir los arquetipos, los fundamentos de la sociedad.


En mi libro ‘El bosque de los sueños’ realizo una interpretación psicologista del cuento maravilloso. Se trata de cinco historias maravillosas en las que realizo una recreación hacia lo psicológico, porque pienso también que el cuento maravilloso contiene un mensaje de liberación para el ser humano, pues le despierta la necesidad de independencia y de lucha contra el poder de lo establecido.

 

E.R.C.: ¿Por qué en el mundo agrario se hace otro tipo de cuentos?


A.R.A.: El descubrimiento de la agricultura y del ganado estabulado rompe por completo el esquema de la sociedad solidaria preagrícola. Durante un tiempo se hicieron cuentos maravillosos y cuando ya la sociedad se ha convertido en ‘Sociedad Estamental’, aparece el cuento realista que es un cuento crítico  con el mensaje del cuento maravilloso. El cuento maravilloso no deja de  suponer una configuración del mundo que está más cerca de lo ideal que de lo real. Y claro, el que esta desposeído, el que no tiene nada se hace muy crítico de esas historias fantasiosas de los cuentos de hadas; aunque estos cuentos no dejen nunca de tener un atractivo poderosísimo.  

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