Maragato Cordero: Asunto Mendizábal IV
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Posteriormente recibí unas cartas del 23, 24 y 26 de agosto: en ella me hablaba de los apuros, en que se veía para hacer frente a las obligaciones pendientes, no bastando ni las facilidades que de un modo indirecto le había yo proporcionado, previendo cuanto podría ocurrir, ni tampoco el arbitrio de girar sobre Londres; pero en ninguna de ellas me participaba el haber alterado lo que yo convine con Gullón en los primeros días de agosto dos meses más a sus respectivos vencimientos las compras pendientes del 3% ni tampoco hubiese sacrificado entre el precio del 21 7/l6 y 21 11/16 hasta 37 millones de reales que vendió desde el 19 al 26 de agosto, ambos inclusive(s), como aparece de la citada cuenta que acompaña su carta de 6 de febrero último. Nada estaba más lejos de mí suponer el que usted, sin previo acuerdo, se hubiese precipitado a liquidar el resto de lo comprado, cerrando las puertas a poderse uno redimir más tarde como la experiencia ha venido a demostrarlo que podía haber tenido lugar, con grandes creces la horrorosa pérdida que usted sabe que yo, por mi parte, no podía soportar.
Desde el 26 de agosto no volví a tener carta de usted hasta la suya que recibí en los Pirineos, la que se reducía a manifestarme haber aceptado el giro que de mi cuenta hicieron los señores Fould de tres mil trescientas. Y después recibí la suya del 11 del mismo mes, que por haberla dirigido a París no la recibí sino a principios de septiembre en los Pirineos, en la que por vez primera después de mi ausencia me dice usted:
"actualmente ya estoy fuera de todas las operaciones, pues solo tenemos ocho millones cuatrocientos mil reales comprados pendientes”.
Aseguro a Usted, mi amigo Don Santiago, que en tres días no pude yo tranquilizarme de la sorpresa que esta noticia me había causado y del contenido de su citada carta del 11 de septiembre. Como que cuando yo me propuse contestar a su citada carta supe por mi primo Don José que había llegado a esa el 20 de dicho mes, la necesidad que había tenido de ausentarse de su casa hacía dos días, me dirigí a su dependiente principal Gullón, por conducto de Mesa en los términos que aparece de la carta que debe conservar y a la que jamás me ha contestado, aunque ha ofrecido hacerlo repetidamente; y dos días después lo hice a mi primo José para que procurara penetrar a usted de las razones que yo satisfacía algunos de los cargos amistosos, pero infundados de los que usted me dirigía; y al mismo tiempo manifestándole de que yo no podía de modo alguno estar conforme con la quema que se había hecho del 3% comprado, máxime, cuando asistían los medios de la combinación propuesta para asegurar los diez semestres: mi primo a quien yo le decía que iba a escribir a usted por su conducto me manifestó y me rogó que lo suspendiera, porque habiendo hablado con Gullón éste le manifestó lo conveniente que sería en que, en aquellos momentos, cuando nos estábamos auxiliando los unos a los otros, cuando no podía dudarse de que esta mutua cooperación continuase, y cuando se estaba tratando de combinaciones de tanta cuantía, el que se entrase en cuestiones y disputas, que podrían alterar la amistad y buena armonía que reinaba entre usted y yo; que además debía tenerse presente, que no era oportuna esta polémica en los momentos que se hacía a usted la persecución más horrorosa y que yo hubiera querido redimir a toda costa. Por estas razones yo no escribí a usted entonces, y es sensible y no creo que usted pretenda ahora de que nada tenga que ver con que yo escribiese o no a Gullón, ni a mi primo Don José, que por si este argumento hubiera de valer, fácilmente convencerá a usted que caería por su base todo cuanto tiene relación con estas operaciones desde un principio: no creo que deba extenderme a alguna de las muchas reflexiones y cargos que pudiera hacer; tanto más cuanto que creo que de letra del mismo Gullón está escrita la citada carta de usted de 6 de Febrero en la que he leído el siguiente párrafo:
"Si hubiera de contestar punto por punto a varios pormenores de la de usted, sería cosa de nunca acabar, pero le diré, aunque sea de paso que si escribió a su primo y a Gullón en contestación a mi carta del 11 de setiembre, ni uno ni otro me han dicho nada, ni por eso valiera más".
Ahora bien, por su citada carta de 11 de setiembre aparece que estaban existentes en aquel día ocho millones cuatrocientos mil reales, cuando de la cuenta aparece que el 10 del mismo septiembre se había vendido el último millón de reales: aquí se encuentra otra contradicción; aun suponiendo por un momento que yo pudiese considerarme responsable del total de las compras que se hicieron contra mis instrucciones, y sin mi consentimiento, y que ya que no se hicieron las ventas, cuando yo terminantemente lo previne, ni tampoco se hubieran pasado a otros plazos los vencimientos de lo comprado, resultaría que los ocho millones cuatrocientos mil reales debían estar existentes; y que esta misma existencia por los valores que han tomado los fondos públicos habría casi lo suficiente para enjugar la pérdida que figura en la cuenta, que me acompaña con su citada carta.
Por hoy debo concluir: en el curso de esta semana mandaré a usted parte de mis cálculos, con nuevas observaciones, entre tanto medite usted cuanto queda dicho, seguro de que por mi parte no habrá sacrificio que estando a mi alcance, yo no haga para conciliar que quede intacta nuestra antigua amistad, en el concepto de que si no nos podemos comprender yo por mi parte estoy dispuesto a someterme en último caso a lo que decidan los amigos, en quienes no tendrá reparo alguno a someter nuestras amistosas querellas.
Con mis expresiones a esa familia queda usted atento amigo y servidor que besa su mano.
Juan Alvarez y Mendizábal
![[Img #14529]](upload/img/periodico/img_14529.jpg)
La carta de Cordero a Mendizábal, fecha 26 de mayo, dando sus poderesa Gullón para este arreglo que a la letra dice así:
Sr. D. Juan Álvarez y Mendizábal. París
Madrid 26 de mayo de 1844:
Muy señor mío y apreciable amigo:
Supuesto que el contenido de su carta del 27 de marzo último para ser contestado punto por punto, cual ellos en sí lo requieren, ocasionaría un trabajo largo que me absorbería un tiempo que necesito para otras cosas y considerando por otra parte que tal vez mi contestación a su citada podría producir otra y otras, sin que acaso lográsemos entendernos para venir a un ultimátum, he determinado que salga hoy para esa mi dependiente Don Alonso Gullón a quien usted conoce y sabe que ha entendido en el asunto que motiva hace tiempo nuestras desavenencias amistosas, para que las arregle amigablemente con usted para lo cual le he dado y le concedo por la presente todo mi poder amplio y facultativo, dando yo por bien hecho cuanto acordaran ustedes y firme él en mi nombre para liquidar todas las cuentas pendientes entre nosotros, saldándolas en una suma y para convenir y fijar como deba yo percibir el saldo.
Espero de la amistad y consideración de usted que reconocerá a Gullón como representante de mi persona y que nuestras relaciones quedarán amigables, y en la misma clase de confianza que siempre han estado.
Con expresiones de esta familia queda de usted afectísimo amigo y servidor que besa su mano.
Santiago Alonso Cordero
![[Img #14531]](upload/img/periodico/img_14531.jpg)
La Carta de Gullón, fecha del 10 del actual, que es como sigue:
Excmo. SR. D. Juan Álvarez y Mendizábal. París, 10 de junio de 1844.
Muy señor mío de toda consideración y respeto:
Conociendo usted el objeto de mi venida a ésta, por las conferencias que entre nosotros han mediado, desde el día de mi llegada y reservándome presentar a usted una carta de mi principal, el señor Don Santiago Alonso Cordero de Madrid, que me autoriza competentemente para arreglar las cuentas pendientes entre usted y su casa que represento aquí, según autorización que traje de dicho señor, y que no he podido poner en manos de usted, por habérseme traspapelado, voy a emitir mi opinión con la franqueza y sinceridad que me permite la amistad muy honrosa que usted me dispensa y cumpliendo al mismo tiempo lealmente con los deberes que me impone mi carácter de representante de dicho señor.
Oblígame a dar este paso, sin aguardar la citada carta poder, la necesidad en que me encuentro de regresar a Madrid lo más pronto posible en donde me reclaman asuntos muy serios y me alienta también a ello tanto el conocimiento que usted tiene ya de mi misión adquirido por mi simple presencia, y por comunicaciones que ha recibido anteriores a mi venida, cuanto que en las explicaciones que sobre este asunto han mediado verbalmente entre usted y yo, me ha considerado desde luego, como tal representante.
Creo de mi deber convencer a usted de que tanto el más grande deseo de mi principal cuanto el interés de ambas casas consiste en que no se altera en lo más pequeño la cordial y estrecha amistad que de antiguo las une, y con cuyo rompimiento, además del escándalo que produciría, se irrogaría un daño considerable a sus mutuos intereses; y buena prueba de que este es el pensamiento que anima a mi principal, es el haberme apoderado para tratar verbalmente con usted este asunto, que ventilado por escrito pudiera promover contestaciones más o menos causticas, siempre desagradables, puesto que solo conducirían a entibiar en gran manera las relaciones, cuando no alcanzasen a quebrantarlas del todo.
Así pues y toda vez que entre usted y yo han mediado ya explicaciones suficientes sobre la operación del 3 por ciento, hecha por cuenta y mitad de ambas casas desde el 20 de mayo al 10 de setiembre de 1843, y cuya cuenta remitida a usted en carta fecha 6 de febrero último es la que ha dado lugar a las desavenencias que han mediado, me parece que ha llegado el caso de ultimar este negocio avisándome la conformidad de dicha cuenta y del extracto general de la corriente que con la misma se remitió a V. una vez que uno y otro estamos convencidos de que si bien, por una parte, no se han seguido las instrucciones dadas por usted para la dirección de la operación, ni ha habido la formalidad debida en los avisos y demás que usted refiere en su carta del 27 de marzo último, también ha producido usted varias omisiones, pero que todo ha sido por la ilimitada confianza que mutuamente ha reinado y procediendo con el mejor deseo.
Si contra el cálculo y la intención de ambas partes la operación ha arrojado un resultado funesto, preciso es confesar que ni una ni otra pueden desnudarse por completo de la culpabilidad que caberles pueda; por consiguiente, fuerza es conformarse con la desgracia y procurar reparar sus malos efectos estrechando cuanto se pueda los lazos que unen ambas casas sobre los cuales puedan basarse nuevos negocios que compensen las pérdidas sufridas.
Ruego a usted pues que para que proceda al desempeño de mi misión la debida formalidad se sirva comunicarme su conformidad con dichas cuentas, como dejó dicho arriba, citándome al mismo tiempo como usted gusta, para continuarla y saldarla hasta la fecha y convenir el modo más obvio de arreglar la solvencia del saldo que resulta a favor de la casa que represento de la manera mejor posible a los intereses de ambos.
Se despide de usted con la mayor consideración muy atento seguro servidor que besa su mano.
Alonso Gullón
Posteriormente recibí unas cartas del 23, 24 y 26 de agosto: en ella me hablaba de los apuros, en que se veía para hacer frente a las obligaciones pendientes, no bastando ni las facilidades que de un modo indirecto le había yo proporcionado, previendo cuanto podría ocurrir, ni tampoco el arbitrio de girar sobre Londres; pero en ninguna de ellas me participaba el haber alterado lo que yo convine con Gullón en los primeros días de agosto dos meses más a sus respectivos vencimientos las compras pendientes del 3% ni tampoco hubiese sacrificado entre el precio del 21 7/l6 y 21 11/16 hasta 37 millones de reales que vendió desde el 19 al 26 de agosto, ambos inclusive(s), como aparece de la citada cuenta que acompaña su carta de 6 de febrero último. Nada estaba más lejos de mí suponer el que usted, sin previo acuerdo, se hubiese precipitado a liquidar el resto de lo comprado, cerrando las puertas a poderse uno redimir más tarde como la experiencia ha venido a demostrarlo que podía haber tenido lugar, con grandes creces la horrorosa pérdida que usted sabe que yo, por mi parte, no podía soportar.
Desde el 26 de agosto no volví a tener carta de usted hasta la suya que recibí en los Pirineos, la que se reducía a manifestarme haber aceptado el giro que de mi cuenta hicieron los señores Fould de tres mil trescientas. Y después recibí la suya del 11 del mismo mes, que por haberla dirigido a París no la recibí sino a principios de septiembre en los Pirineos, en la que por vez primera después de mi ausencia me dice usted:
"actualmente ya estoy fuera de todas las operaciones, pues solo tenemos ocho millones cuatrocientos mil reales comprados pendientes”.
Aseguro a Usted, mi amigo Don Santiago, que en tres días no pude yo tranquilizarme de la sorpresa que esta noticia me había causado y del contenido de su citada carta del 11 de septiembre. Como que cuando yo me propuse contestar a su citada carta supe por mi primo Don José que había llegado a esa el 20 de dicho mes, la necesidad que había tenido de ausentarse de su casa hacía dos días, me dirigí a su dependiente principal Gullón, por conducto de Mesa en los términos que aparece de la carta que debe conservar y a la que jamás me ha contestado, aunque ha ofrecido hacerlo repetidamente; y dos días después lo hice a mi primo José para que procurara penetrar a usted de las razones que yo satisfacía algunos de los cargos amistosos, pero infundados de los que usted me dirigía; y al mismo tiempo manifestándole de que yo no podía de modo alguno estar conforme con la quema que se había hecho del 3% comprado, máxime, cuando asistían los medios de la combinación propuesta para asegurar los diez semestres: mi primo a quien yo le decía que iba a escribir a usted por su conducto me manifestó y me rogó que lo suspendiera, porque habiendo hablado con Gullón éste le manifestó lo conveniente que sería en que, en aquellos momentos, cuando nos estábamos auxiliando los unos a los otros, cuando no podía dudarse de que esta mutua cooperación continuase, y cuando se estaba tratando de combinaciones de tanta cuantía, el que se entrase en cuestiones y disputas, que podrían alterar la amistad y buena armonía que reinaba entre usted y yo; que además debía tenerse presente, que no era oportuna esta polémica en los momentos que se hacía a usted la persecución más horrorosa y que yo hubiera querido redimir a toda costa. Por estas razones yo no escribí a usted entonces, y es sensible y no creo que usted pretenda ahora de que nada tenga que ver con que yo escribiese o no a Gullón, ni a mi primo Don José, que por si este argumento hubiera de valer, fácilmente convencerá a usted que caería por su base todo cuanto tiene relación con estas operaciones desde un principio: no creo que deba extenderme a alguna de las muchas reflexiones y cargos que pudiera hacer; tanto más cuanto que creo que de letra del mismo Gullón está escrita la citada carta de usted de 6 de Febrero en la que he leído el siguiente párrafo:
"Si hubiera de contestar punto por punto a varios pormenores de la de usted, sería cosa de nunca acabar, pero le diré, aunque sea de paso que si escribió a su primo y a Gullón en contestación a mi carta del 11 de setiembre, ni uno ni otro me han dicho nada, ni por eso valiera más".
Ahora bien, por su citada carta de 11 de setiembre aparece que estaban existentes en aquel día ocho millones cuatrocientos mil reales, cuando de la cuenta aparece que el 10 del mismo septiembre se había vendido el último millón de reales: aquí se encuentra otra contradicción; aun suponiendo por un momento que yo pudiese considerarme responsable del total de las compras que se hicieron contra mis instrucciones, y sin mi consentimiento, y que ya que no se hicieron las ventas, cuando yo terminantemente lo previne, ni tampoco se hubieran pasado a otros plazos los vencimientos de lo comprado, resultaría que los ocho millones cuatrocientos mil reales debían estar existentes; y que esta misma existencia por los valores que han tomado los fondos públicos habría casi lo suficiente para enjugar la pérdida que figura en la cuenta, que me acompaña con su citada carta.
Por hoy debo concluir: en el curso de esta semana mandaré a usted parte de mis cálculos, con nuevas observaciones, entre tanto medite usted cuanto queda dicho, seguro de que por mi parte no habrá sacrificio que estando a mi alcance, yo no haga para conciliar que quede intacta nuestra antigua amistad, en el concepto de que si no nos podemos comprender yo por mi parte estoy dispuesto a someterme en último caso a lo que decidan los amigos, en quienes no tendrá reparo alguno a someter nuestras amistosas querellas.
Con mis expresiones a esa familia queda usted atento amigo y servidor que besa su mano.
Juan Alvarez y Mendizábal
La carta de Cordero a Mendizábal, fecha 26 de mayo, dando sus poderesa Gullón para este arreglo que a la letra dice así:
Sr. D. Juan Álvarez y Mendizábal. París
Madrid 26 de mayo de 1844:
Muy señor mío y apreciable amigo:
Supuesto que el contenido de su carta del 27 de marzo último para ser contestado punto por punto, cual ellos en sí lo requieren, ocasionaría un trabajo largo que me absorbería un tiempo que necesito para otras cosas y considerando por otra parte que tal vez mi contestación a su citada podría producir otra y otras, sin que acaso lográsemos entendernos para venir a un ultimátum, he determinado que salga hoy para esa mi dependiente Don Alonso Gullón a quien usted conoce y sabe que ha entendido en el asunto que motiva hace tiempo nuestras desavenencias amistosas, para que las arregle amigablemente con usted para lo cual le he dado y le concedo por la presente todo mi poder amplio y facultativo, dando yo por bien hecho cuanto acordaran ustedes y firme él en mi nombre para liquidar todas las cuentas pendientes entre nosotros, saldándolas en una suma y para convenir y fijar como deba yo percibir el saldo.
Espero de la amistad y consideración de usted que reconocerá a Gullón como representante de mi persona y que nuestras relaciones quedarán amigables, y en la misma clase de confianza que siempre han estado.
Con expresiones de esta familia queda de usted afectísimo amigo y servidor que besa su mano.
Santiago Alonso Cordero
La Carta de Gullón, fecha del 10 del actual, que es como sigue:
Excmo. SR. D. Juan Álvarez y Mendizábal. París, 10 de junio de 1844.
Muy señor mío de toda consideración y respeto:
Conociendo usted el objeto de mi venida a ésta, por las conferencias que entre nosotros han mediado, desde el día de mi llegada y reservándome presentar a usted una carta de mi principal, el señor Don Santiago Alonso Cordero de Madrid, que me autoriza competentemente para arreglar las cuentas pendientes entre usted y su casa que represento aquí, según autorización que traje de dicho señor, y que no he podido poner en manos de usted, por habérseme traspapelado, voy a emitir mi opinión con la franqueza y sinceridad que me permite la amistad muy honrosa que usted me dispensa y cumpliendo al mismo tiempo lealmente con los deberes que me impone mi carácter de representante de dicho señor.
Oblígame a dar este paso, sin aguardar la citada carta poder, la necesidad en que me encuentro de regresar a Madrid lo más pronto posible en donde me reclaman asuntos muy serios y me alienta también a ello tanto el conocimiento que usted tiene ya de mi misión adquirido por mi simple presencia, y por comunicaciones que ha recibido anteriores a mi venida, cuanto que en las explicaciones que sobre este asunto han mediado verbalmente entre usted y yo, me ha considerado desde luego, como tal representante.
Creo de mi deber convencer a usted de que tanto el más grande deseo de mi principal cuanto el interés de ambas casas consiste en que no se altera en lo más pequeño la cordial y estrecha amistad que de antiguo las une, y con cuyo rompimiento, además del escándalo que produciría, se irrogaría un daño considerable a sus mutuos intereses; y buena prueba de que este es el pensamiento que anima a mi principal, es el haberme apoderado para tratar verbalmente con usted este asunto, que ventilado por escrito pudiera promover contestaciones más o menos causticas, siempre desagradables, puesto que solo conducirían a entibiar en gran manera las relaciones, cuando no alcanzasen a quebrantarlas del todo.
Así pues y toda vez que entre usted y yo han mediado ya explicaciones suficientes sobre la operación del 3 por ciento, hecha por cuenta y mitad de ambas casas desde el 20 de mayo al 10 de setiembre de 1843, y cuya cuenta remitida a usted en carta fecha 6 de febrero último es la que ha dado lugar a las desavenencias que han mediado, me parece que ha llegado el caso de ultimar este negocio avisándome la conformidad de dicha cuenta y del extracto general de la corriente que con la misma se remitió a V. una vez que uno y otro estamos convencidos de que si bien, por una parte, no se han seguido las instrucciones dadas por usted para la dirección de la operación, ni ha habido la formalidad debida en los avisos y demás que usted refiere en su carta del 27 de marzo último, también ha producido usted varias omisiones, pero que todo ha sido por la ilimitada confianza que mutuamente ha reinado y procediendo con el mejor deseo.
Si contra el cálculo y la intención de ambas partes la operación ha arrojado un resultado funesto, preciso es confesar que ni una ni otra pueden desnudarse por completo de la culpabilidad que caberles pueda; por consiguiente, fuerza es conformarse con la desgracia y procurar reparar sus malos efectos estrechando cuanto se pueda los lazos que unen ambas casas sobre los cuales puedan basarse nuevos negocios que compensen las pérdidas sufridas.
Ruego a usted pues que para que proceda al desempeño de mi misión la debida formalidad se sirva comunicarme su conformidad con dichas cuentas, como dejó dicho arriba, citándome al mismo tiempo como usted gusta, para continuarla y saldarla hasta la fecha y convenir el modo más obvio de arreglar la solvencia del saldo que resulta a favor de la casa que represento de la manera mejor posible a los intereses de ambos.
Se despide de usted con la mayor consideración muy atento seguro servidor que besa su mano.
Alonso Gullón