Pureza Vega Fernández
Domingo, 04 de Diciembre de 2016

Vegetales y tribus del Apure

Continuamos merodeando por el libro 'Relación del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco, por Fray Jacinto de Carvajal, de la orden de los predicadores'. En esta quinta entrega, están presentes las tribus, de las que se sienten rodeados, observados y a pesar de hallar rastros humanos por todas partes, todavía no han visto un alma, solo un fuego fatuo.

 

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Los vegetales del Apure


“De la dulzura de músicas, de pescas abundantes, de la infinidad de volatería, de las continuas cazas, muchedumbre de varios animales, de ganado de cerda y baquiras que los montes producen, de infinita miel de abejas, de maices, yucas, cañas dulces, plátanos, con diversidad de raíces y comestibles yerbas, con sazonadísimas frutas.” (189)


Más adelante compara la fertilidad del Apure con el Potosí riquísimo, con Aranjuez y con el Retiro de San Jerónimo en la filípica corte, para continuar contándonos  las cosas que apreció en sus riberas fértiles:
“…Y cultivan tierras tan fértiles y pingues, como en todo tan abundantes y agradescidas que les sobran a los naturales maíces, yucas y lo demás comestible de raíces, como v.g. cañas dulces, plátanos, batatas, yames y frutas diversas que, aunque montesinas, son de sazonadísimo gusto, y otras hierbas de su uso y raíces que conoscen…”(190)


Ya nos ha contado su fracaso bautismal. Desconoce el nombre de los pájaros que ve. No ha podido anotar el que le dan los indios. Cuando apresa un nombre de estos ensancha su sabiduría y en sus apuntes  se inflama y se regodea en la descripción del animal. En la Jornada náutica y sexta decima la fascinación será con los Vricotos: “Contemplando lo espejado de sus playas, la elección de sus rancherías, las eminencias de sus puestos, constituidos en muy empinadas barrancas, limpias, frescas y airosas, y que les servían de cuidadosas centinelas, pues no se les podían escapar de sus ojos así gente como canoas, por oculta que aquella navegue y por pequeñas que sean estas, admirábamos lo hermoso de sus márgenes, pues las que besa el río por el uno y otro margen representan jardines muy vistosos, hermoseados con muy frondosas arboledas y boscajes cuyas esparcidas ramas y hojas suyas, acotadas de un blando céfiro, paresce que quieren las unas a las otras darse abrazos amorosos, si ya no se gallardean por verse reducidas a sagrados seguros de parlerillas aves que juntas componen una muy acorde música, con sus ternos de voces muy cumplidos, no faltando sonoros contrabajos que aquestos llevaban muy acordes unos pajarillos de color fusco y tan pequeños que desdice lo pigmeo suyo de lo abultado y grueso de sus voces y sonoros cantos: antes de verles los consideré con corpulencia de avestruces, causándome admiración después que lo vi la tenuidad suya”. En nota aclaratoria al margen de la página escribe fray Jacinto de Carvajal que estos “Pajarillos muy pequeños, de cotos muy abultados y muy gruesos, y son de color fusco, y en lenguaje indico se llaman Vricotos”. No le ha dolido nada la noticia del nombre como si se hubiera asomado al momento bautismal en que Dios lo ideara. Casi la palabra le suena tan enorme como el canto, como la corpulencia del avestruz, que si no fuera un ave hubiera sido por ese grito, mamut.

 

 

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Nombres de las tribus de indios que habitan en las tierras del Apure


Según descienden el Apure se encuentran en varias ocasiones con rastros humanos, aldeas desairadas. Ya en la ‘jornada duodécima’ cuenta: “Y sucedió que la misma tarde, saliendo la gente de servicio a solicitar leña para los ranchos, halló entre unas matas de alisos, de que estaban guarnecidos sus márgenes y la playa toda, cantidad de maíz cariaco, uno desgranado, como otro con sus tuzas y hojas, y el uno y el otro constituido en unos cañizos  de cañas bravas, si prolongadas por parejo como muy tejidas, y juntos los extremos y amarrados con crisnejas de damahaguas, que son cortezas de árboles, venían a conservarse estos cañizos a dos y a tres fanegas en cada uno, tejidos los extremos o puntas de ambas partes con la misma damahagua."


"Halláronse también muchas guirnaldas tejidas con primores tales y tan sutiles que causaron admiración los primores suyos, porque su tejido era de una cucuiza  tan subtil que casi repetía a imperceptible, guarnecido con plumería de matices varios y con figuras demoníacas y romanos al uso índico, y tales que pudieran lucir entre las mayores galas de la filípica corte."

 
"Hallóse cantidad de macanas labradas con curiosidad grande, y entre otros trastes, muchedumbre de loza curiosísima, y vidriada la pequeña con perfección tanta que pudiera aprender de sus lindezas la que se labra en la China, como de las múcuras, embaques, cazuelas y otras vasijas la que se obra en Estremoz, no suponiendo con aquestas lo terso y sazonado de las alcarrazas de Sevilla. Tienen reservada esta loza para la celebración de sus asiduos convites y borracheras, como las guirnaldas y macanas para sus bailes, aretos y fiestas, si el maíz para sus ordinarias chichas, mazatos y otras bebidas de que usan, de cuyas curiosidades se aprovecharon los soldados, como del maíz de que lastraron las canoas y les duró el viaje todo hasta la Cantabria, si bien la cantidad mucha de matalotajes que nuestro capitán llevaba no dio lugar al consumo de él, y así le llevaron con lo demás, mas por un trofeo que por necesidad…”

 

En esa ocasión primera los restos de los indios son de los preparativos para una fiesta, una especie de Potlatch. No pierde ocasión el fraile de ponderar la hechura de los materiales, de las porcelanas etc; aunque tampoco se cuida de valorar negativamente el sentido de la fiesta, así como de criticar las borracheras, pues desde su punto de vista les pervierten de la razón, les ausentan de Dios.


“Y preguntando yo la causa por que se ocultaron en playa tan escueta y sola curiosidades tantas, satisficieron los más baquianos a mi pregunta, diciendo: que cada nación índica de por sí estila el continuar las pesquerías suyas en los veranos todos, para lo cual previenen el matalotaje de su uso, llevándose consigo lo más precioso de sus alhajas y menaje, y que habiendo salido alguna con la prevención dicha a su pesca se divertió desde aquella playa por el ingreso de algún zanjón o caño, y llevándose el matalotaje necesario para los días que se retardasen en su pesca, reservaron para la vuelta suya en aquella playa el que he dicho y hallaron los soldados y demás sirvientes: a unos y a otros salteó la noche, celebrando como admirando tan repentino hallazgo y solicitaron el sueño a pausas por lo que pedía así el paraje adonde nos hallábamos…”

 

 

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Las explicaciones de los baquianos son de ocasión, para salir del paso, ven la francachela desde fuera como si fuera regocijo de la soldadesca.


Esto ocurría martes de carnaval un cinco de marzo. Río abajo el miércoles de ceniza, una vez dicha la misa, y recordando a los confesados lo que somos y en lo que habremos de parar, “dándonos con la ceniza en los ojos y diciéndonos a cada uno ‘per se’ aquel ‘pulvis est el in pulverem reverteris’…”, comienza su periplo bautismal playero. a esta la denomina  la del Socorro, ”por el que en ella hallaron los soldados”…Siguen río abajo ese mismo día hasta arribar a otra playa, “donde nos rancheamos temprano, que por abicar en ella nuestras canoas aquella tarde y ser víspera de nuestro padre Santo Tomás de Aquino, la llamé de su nombre: celebrose nuestra dormida en ella aquella noche hacia la banda de los llanos de Apure, y por los de Guanaguanare, continuados con los que corren hacia la ciudad de Barinas, descubrimos tres grandes fuegos, que son con que los indios se dan avisos ciertos de las novedades que tienen: discursose por ellos que si bien no habíamos dado alcance con nuestra vista a ninguno de los indios que continúan aquellas playas, era cierto el habernos visto ellos; y por esta razón daban aviso a los indios que se explayaban  el río abajo y llanos de la una y otra banda de él, con los fuegos dichos”.


Han descubierto el miedo de los indios en la hoguera que enciende el miedo propio. Ahora el río abajo va a ser más silencioso y los desembarques con más cautela. Las armas de fuego siguen siendo una ventaja en caso de encontronazo, pero ya han dejado de ser el rayo jupiterino del primer descubrimiento, ahora las cartas estaban ya boca arriba.


“Amanecimos jueves segundo día de cuaresma, día de nuestro padre Santo Tomás y siete de marzo, y después de haber navegado media legua río abajo dimos de improviso al doblar una punta con una muy prolongada ranchería de indios quaquaros, con su chusma: danle este nombre a las indias y niños, que reducida a número cierto ocuparían el de quinientas almas, ella y los gandules, que así llaman a los indios de pelea”.


“Huyeron todos sin que el temple de sus arcos les valiese, y por celebrar su fuga con más presteza dejaron sus canoas aproadas en tierra, ocupando todos la inculta espesura de los más cerrados arcabucos. De las canoas que dejaron…se conocieron algunas de haber sido de el capitán Juan Gómez Chica, con algunas rodelas que les hallaron, o por mejor decir dejaron los indios en el retiro suyo.”


Aquella noche durmieron en una playa colindante al zanjón de el Canalete “el cual bebe los cristales de el de las Vacas, y los de ambos juntos insaciable el celebrado Apure. En una de sus playas, vecina al zanjón dicho, hicimos noche y antes que lo oscuro y lóbrego de aquesta nos salteara, hallamos fresco rastro de tres indios que poco antes habían paseado el puesto de nuestra ranchería,…”


Prosigue el fraile con su bautismo de playitas e ínsulas del Apure, a un promedio de tres por día: “Viernes y ocho del presente, habiendo estado la noche antes en cuidadosa vigía por el rastro de los tres indios que dije atrás habíamos visto, salimos del zanjón del Canalete, y habiendo navegado aqueste día seis leguas, fuimos a hacer noche a una isla que antes le llamaban la de la Mata Redonda, y que yo le llamé la isla de de la Concepción de la Virgen Santísima, sin pecado original concebida”.

 

 

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En ello continúa, en esta prolífica jornada bautismal en la que aún dará nombre de pila a seis islitas más: Isla de nuestra señora del Pilar de Zaragoza, patrona de la ciudad de Barinas, isla de Santa Justa y Rufina, isla de San Juan Evangelista, isla de Santa Olalla. Y el sábado primero de cuaresma hacen noche en una isla que bautizará con el nombre de las Palomas; “por dos que en ella se hallaron y me dieron, que fui criando en la canoa muy mansas, y tanto que se venían a comer a mi mano, y por estar algo la mía diestra enfadada con la pluma quise solicitarle agrados, con disposición para la que sigue”. (Continuará)

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