Fernando Barriales: "La fiesta de Astures y Romanos creció mucho porque hicimos un esfuerzo colectivo tremendo y maravilloso"
Fernando Barriales lo ha sido todo para la recreación histórica, desde el sastre que confeccionaba los trajes a los astures cuando muy pocos entendían por qué los indígenas debían entrar a formar parte de la fiesta, hasta encarnar los personajes del augur, el gramático, el druida o el mantenedor de las jornadas gastronómicas. Este domingo recibe el merecido reconocimiento con el nombramiento de Socio de Honor de la Asociación de Astures y Romanos.
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Todos asociamos el inicio de la recreación histórica a Juan Pablo Álvarez Villalibre, aquel concejal que nos cambió la manera de divertinos en las fiestas. Sin embargo, Astures y Romanos no se podría entender sin todo el trabajo que realizó usted.
Sin mí y sin tantos otros. La fiesta comenzó a gestarse en la comisión del Bimilenario de Astorga (1986), en la que por cierto estaba casi todo el claustro del Seminario y la gente de la cultura. Yo de aquellas era profesor de Biología en el Seminario y sabía mucho de folclore. Me dijo Juanjo (Alonso Perandones) que había que hacer algo de folclore y yo tenía todos los contactos, era el vicepresidente de la federación de las agrupaciones de folclore.
Todo comenzó en las fiestas patronales cuando se hizo un guiño a la romanidad con el circo y una cena en el Jardín de Sinagoga que no murieron todos de milagro, comieron pollo asado y bebieron generosamente en el césped recién regado y al día siguiente estaban todos en Urgencias. Por la cena había apostado un loco maravilloso que se llamaba Pepín Ortiz; en su casa todavía están las dos cabezas de gigantes que hizo para entonces. Yo como casi todos los astorganos me puse una sábana y me fui a colaborar y disfrutar de aquel fin de semana. Aquello empezó a crecer, se implicaron personas como Carlos García Cidón que organizaba unas comidas y cenas en las que los comensales se tumbaban en triclinium, tocaba la banda de Astorga, aquello no se ha hecho jamás en ninguna recreación española. Cidón preparaba con mucha antelación los vinos, los emulsionaba, les iba añadiendo esencias... Cuando Carlos se fue de Astorga, la parte gastronómica se quedó coja hasta que cogió el testigo la Asociación Gastronómica 'El Borrallo'.
El circo romano fue el germen de la recreación sin embargo la introducción del elemento astur fue clave en el éxito de la evolución de la fiesta. Usted apostó y peleó para que se reconociera la importancia de nuestro pasado indígena.
Fue la suerte de la fuerza política que tuvo aquí la UPL. Como soy curioso y muy astorgano, voy a todos los sitios intentando 'vender la burra' de lo buenos que somos aquí. Cuando en algunos sitios hablaba de la importancia de Astorga porque había sido convento jurídico y una capital, me decían que aquí no había nada. En Sevilla tienen esas grandes esculturas, en otros pueblos hay unos mosaicos espectaculares, por no hablar de Málaga o Cartagena. Si hablamos de romanidad Tarragona nos deja por debajo. Yo sacaba pecho con Plinio cuando decía que era la ciudad magnífica, pero ¿dónde está el anfiteatro?, ¿y el circo?, ¿y un teatro? Y era verdad.
En el año del Bimileario hubo un congreso de la Astorga romana y llegaron los arqueólogos a quienes Don Augusto Quintana les puso firmes diciendo que no habían encontrando los restos que demostraran la grandeza de Asturica, pero antes de que hubiera romanos aquí hubo astures y se sabe por las citas históricas. En aquellas primeras fiestas había algún indígena pero en el papel de esclavo, no como orgullo de pueblo. Después de escuchar a Don Augusto me dije que lo que no nos iban a poder quitar es la nación astur que se extendía por casi toda Asturias, algo de Cantabria, de Zamora y de Portugal y un poco de Lugo y de Orense. Los astures fueron los más aguerridos, los últimos que aguantaron el tipo. Casi un siglo después de que Octavio ya había desparecido y los Julios estaban con el último de sus emperadores, los astures seguían dando 'caña'. Esto sí que fue una resistencia numantina, estaba toda la península conquistada y por aquí todavía había algunos que les pusieron las cosas difíciles a los romanos incluso los encerraron en la corona de Corporales. Podía haber en otros lugares más romanidad pero más asturianidad que había aquí en Astorga, en ningún lugar del mundo.
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Gracias a aquella intervención de Augusto Quintana usted comenzó a verlo claro, pero imagino que en aquel momento en Astorga debía de sonar, cuanto menos, raro que el circo romano tenía que abrirse al mundo astur.
Al principio sólo nos vestimos de astures los cinco de mi familia. Al año siguiente éramos muchos más. El primer campamento fue en 2004 y no se hubiera podido hacer sin la ayuda del concejal Quini (Joaquín Carro). Fue en el Jardín de la Sinagoga y los astures éramos muy pocos, sólo 24. Los romanos como estaban acostumbrados a tener todos los privilegios no hicieron nada. Yo me puse manos a la obra, hice en casa ocho trajes y salí a la calle a buscar gente para ponérselos. El castro lo instalamos en el templete de música, compré tela, la pinté como haciendo piedra y la coloqué alrededor. Quini compró bocaditos para los romanos y los astures pero recuerdo que empezó a llover y como los romanos no tenían donde meterse quisieron subirse al castro, así que nosotros respondimos a bocadillazo limpio. Yo me había liado a hacer torques y repartí 80 o 90 entre los ganadores de los juegos que nos inventamos. Al año siguiente aparecieron los Gigurros con Álvaro Lobato y su gente. Y al siguiente año ya en la Plaza de Toros compitieron los Guerreros de Finn.
En aquellos primeros momentos nos ayudaron sobremanera los cántabros, porque hubo momentos en que había un bando astur de Astorga con 25 o 30 personas pero el grueso del bando los aportaban los 80 o 90 de Cantabría, por eso los recibíamos con los brazos abiertos porque lo eran todo. La fiesta creció mucho porque hicimos un esfuerzo colectivo tremendo y maravilloso. Organizábamos las cuatro fiestas celtas del año, cada cuatro meses teníamos una fiesta, nos dejaban el gimnasio del pabellón, lo ambientábamos, invitábamos a la gente y hacíamos la cena y juegos que lo acompañábamos de un rito. Se trataba de contar a la gente que lo astur como herencia de los céltico era una cosa cultural, importante, que lo indígena estaba antes de lo romano. Y empezó a crecer, aparecieron grupos.
La fiesta hoy en día es difícil imaginarla sin el campamento ¿Cómo surge la idea de llevarlo al parque de El Melgar?
Llegar a El Melgar fue una decisión de Juanjo apoyado por mí. No fue fácil porque una parte del equipo de gobierno decía que se iba a estropear aquello, yo les replicaba que en el campo de fútbol y en Cosamai habíamos tenido el concurso hípico y eso sí que estropeaba el césped. Fue una batalla complicada dentro de la junta directiva que era prácticamente el equipo de gobierno (PSOE) hasta que les empezó a apoyar la UPL, el PP estuvo bastante al margen e intentó frenar la fiesta.
Una vez logrado empezamos a organizar talleres para explicar las piezas del traje astur, los colores, las telas. Redacté un dossier, dejé una copia en la oficina de información del Ayuntamiento y otro en las tiendas de telas. Yo seguía haciendo trajes para implicar a más gente, uno de ellos fue Agapito el del cíber, a su tribu la llamamos, traduciendo la grafía ibera, los ‘solitarios que miran la luz’ porque una persona que va a un cibercentro qué es… Les hice el traje y les invité a una cena que la presidió Sebi, que era ya el caudillo. Después llegó el momento de colocar el traje también a Juanjo (el alcalde) y a Leandro, el presidente de la Cámara de Comercio. Yo creo que habré hecho unos 400 trajes.
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Lo que empezó siendo algo espontáneo y festivo ha evolucionado hacia la recreación con sus personajes basados en la historia. ¿Cómo se ha ido fraguando esa evolución?
No hemos sido capaces de fijar la fiesta en un espacio histórico definido. Desde el tiempo de Octavio hasta que llegó Plinio, la mejor cita que tenemos es, precisamente, de Plinio poniéndonos por las nubes por lo que estaría muy bien que no perdiéramos esa referencia. Después de Plinio, Astorga no tuvo más prestigio y hoy lo tenemos en esa nebulosa que solo haría falta que esta junta directiva que lo está haciendo muy bien lo tuviera en cuenta.
El príncipe Nicer de los Albiones o Gausón el caudillo astur sabemos que dieron batalla por varias citas, en una de ellas se dice que los astures en vez de hacer guerra de guerrillas organizaron un contingente que bajó de las montañas a pelear con los romanos en sus campamentos, esto ya es un grado de estrategia militar y de lucha colectiva que lo hemos reflejado en el Pacto de Hospitalidad de las Tribus.
Conseguimos que viniera la directora del Museo Arqueológico Nacional a traernos la Torques de Astorga. Nosotros lo que le pedimos fue que nos dejasen llevar a José Santos para que tomase las medidas para reproducir la pieza pero cual fue nuestra sorpresa cuando logramos que nos la hiciesen y nos la regalaran. Con esto quiero destacar cómo hemos ido recuperando piezas de nuestra historia y creando esa conciencia, ese orgullo, porque teníamos que estar orgullosos del pasado romano pero aquello estaba cojo.
El crecimiento de la fiesta ha necesitado del rigor histórico y documental para colocarla entre las mejores recreaciones de España. ¿Quién asesora para que Astures y Romanos se mantenga anclada a la historia de lo que ocurrió en estas tierras?
Existe un comité técnico de historiadores, entre ellos está Pilar, Óscar González, Emilio Campomanes, Rubén Martínez, ellos son los profesionales los que tienen la preparación histórica. Yo estoy también porque he leído mucho y porque estuve desde el principio. La existencia de este comité es importante porque hay que ir controlando a los grupos, cada vez que aparece uno presentan el proyecto y les vamos puliendo. Este año ha aparecido el grupo Mineros de Lacillo recordando la mina de oro que existió en Val de San Lorenzo, estamos acostumbrados a Las Médulas, pero los romanos también sacaban oro moliendo piedras. En la descripción del texto que les preparé llevan una túnica con clavis porque no eran esclavos eran gente libre. Esclavos en las minas había poquitos, trabajaban a destajo, una parte se la llevaba Roma y otra parte se la quedaban ellos y vivían bastante bien, tenían otra serie de castros que les suministraban la alimentación porque estos estaban a los suyo que era la mina.
Los grupos que están desde el inicio es difícil corregirles porque lo que fue bueno para crear la fiesta no puedes expulsarlo porque tengan poco criterio histórico, pero los que llegan nuevos tienen que tener más rigor. Al principio era más carnavelesco.
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Han pasado prácticamente tres décadas de las que usted es testigo de excepción y ¿a partir de ahora qué, nos morimos de éxito o seguimos trabajándola?
Cuando empezamos la fiesta éramos pioneros con poquísimo presupuesto. Fuimos los primeros, después apareció Tarraco Ludus, Arde Lucus, Guerras Cántabras… y muchas más, hoy somos una más y el presupuesto sigue siendo ridículo. ¿Qué tenemos que hacer? Fuimos pioneros en algunas cosas y nos copiaron pero con más presupuesto que les permite contratar gente y recreadores profesionales. Yo creo que nosotros tenemos que seguir haciéndolo los vecinos, divirtiéndonos porque es la manera de que no va a desaparecer. El camino está trazado.
Este año le han nombrado Socio de Honor. Sin duda un homenaje bien merecido a la vista de lo que nos ha contado en esta entrevista.
El nombramiento me ha hecho recordar cómo y quiénes empezamos, lo mal que lo pasamos y la enorme satisfacción de ver cómo ha crecido divirtiéndose la gente y sin presupuesto, porque contratar es muy fácil, pero Astorga se ha convertido en la cita para sentirse a gusto. Para mí la emoción de ver lo que hemos logrado la tuve hace tres años paseando fuera del campamento, mientras caminaba escuchaba el sonido de las gaitas, veía el humo, sentía el olor de las barbacoas y recordé lo que tuvimos que pelear. Pero no nos olvidemos que hay mucha gente que merece el reconocimiento, también de fuera de Astorga.
Todos asociamos el inicio de la recreación histórica a Juan Pablo Álvarez Villalibre, aquel concejal que nos cambió la manera de divertinos en las fiestas. Sin embargo, Astures y Romanos no se podría entender sin todo el trabajo que realizó usted.
Sin mí y sin tantos otros. La fiesta comenzó a gestarse en la comisión del Bimilenario de Astorga (1986), en la que por cierto estaba casi todo el claustro del Seminario y la gente de la cultura. Yo de aquellas era profesor de Biología en el Seminario y sabía mucho de folclore. Me dijo Juanjo (Alonso Perandones) que había que hacer algo de folclore y yo tenía todos los contactos, era el vicepresidente de la federación de las agrupaciones de folclore.
Todo comenzó en las fiestas patronales cuando se hizo un guiño a la romanidad con el circo y una cena en el Jardín de Sinagoga que no murieron todos de milagro, comieron pollo asado y bebieron generosamente en el césped recién regado y al día siguiente estaban todos en Urgencias. Por la cena había apostado un loco maravilloso que se llamaba Pepín Ortiz; en su casa todavía están las dos cabezas de gigantes que hizo para entonces. Yo como casi todos los astorganos me puse una sábana y me fui a colaborar y disfrutar de aquel fin de semana. Aquello empezó a crecer, se implicaron personas como Carlos García Cidón que organizaba unas comidas y cenas en las que los comensales se tumbaban en triclinium, tocaba la banda de Astorga, aquello no se ha hecho jamás en ninguna recreación española. Cidón preparaba con mucha antelación los vinos, los emulsionaba, les iba añadiendo esencias... Cuando Carlos se fue de Astorga, la parte gastronómica se quedó coja hasta que cogió el testigo la Asociación Gastronómica 'El Borrallo'.
El circo romano fue el germen de la recreación sin embargo la introducción del elemento astur fue clave en el éxito de la evolución de la fiesta. Usted apostó y peleó para que se reconociera la importancia de nuestro pasado indígena.
Fue la suerte de la fuerza política que tuvo aquí la UPL. Como soy curioso y muy astorgano, voy a todos los sitios intentando 'vender la burra' de lo buenos que somos aquí. Cuando en algunos sitios hablaba de la importancia de Astorga porque había sido convento jurídico y una capital, me decían que aquí no había nada. En Sevilla tienen esas grandes esculturas, en otros pueblos hay unos mosaicos espectaculares, por no hablar de Málaga o Cartagena. Si hablamos de romanidad Tarragona nos deja por debajo. Yo sacaba pecho con Plinio cuando decía que era la ciudad magnífica, pero ¿dónde está el anfiteatro?, ¿y el circo?, ¿y un teatro? Y era verdad.
En el año del Bimileario hubo un congreso de la Astorga romana y llegaron los arqueólogos a quienes Don Augusto Quintana les puso firmes diciendo que no habían encontrando los restos que demostraran la grandeza de Asturica, pero antes de que hubiera romanos aquí hubo astures y se sabe por las citas históricas. En aquellas primeras fiestas había algún indígena pero en el papel de esclavo, no como orgullo de pueblo. Después de escuchar a Don Augusto me dije que lo que no nos iban a poder quitar es la nación astur que se extendía por casi toda Asturias, algo de Cantabria, de Zamora y de Portugal y un poco de Lugo y de Orense. Los astures fueron los más aguerridos, los últimos que aguantaron el tipo. Casi un siglo después de que Octavio ya había desparecido y los Julios estaban con el último de sus emperadores, los astures seguían dando 'caña'. Esto sí que fue una resistencia numantina, estaba toda la península conquistada y por aquí todavía había algunos que les pusieron las cosas difíciles a los romanos incluso los encerraron en la corona de Corporales. Podía haber en otros lugares más romanidad pero más asturianidad que había aquí en Astorga, en ningún lugar del mundo.
Gracias a aquella intervención de Augusto Quintana usted comenzó a verlo claro, pero imagino que en aquel momento en Astorga debía de sonar, cuanto menos, raro que el circo romano tenía que abrirse al mundo astur.
Al principio sólo nos vestimos de astures los cinco de mi familia. Al año siguiente éramos muchos más. El primer campamento fue en 2004 y no se hubiera podido hacer sin la ayuda del concejal Quini (Joaquín Carro). Fue en el Jardín de la Sinagoga y los astures éramos muy pocos, sólo 24. Los romanos como estaban acostumbrados a tener todos los privilegios no hicieron nada. Yo me puse manos a la obra, hice en casa ocho trajes y salí a la calle a buscar gente para ponérselos. El castro lo instalamos en el templete de música, compré tela, la pinté como haciendo piedra y la coloqué alrededor. Quini compró bocaditos para los romanos y los astures pero recuerdo que empezó a llover y como los romanos no tenían donde meterse quisieron subirse al castro, así que nosotros respondimos a bocadillazo limpio. Yo me había liado a hacer torques y repartí 80 o 90 entre los ganadores de los juegos que nos inventamos. Al año siguiente aparecieron los Gigurros con Álvaro Lobato y su gente. Y al siguiente año ya en la Plaza de Toros compitieron los Guerreros de Finn.
En aquellos primeros momentos nos ayudaron sobremanera los cántabros, porque hubo momentos en que había un bando astur de Astorga con 25 o 30 personas pero el grueso del bando los aportaban los 80 o 90 de Cantabría, por eso los recibíamos con los brazos abiertos porque lo eran todo. La fiesta creció mucho porque hicimos un esfuerzo colectivo tremendo y maravilloso. Organizábamos las cuatro fiestas celtas del año, cada cuatro meses teníamos una fiesta, nos dejaban el gimnasio del pabellón, lo ambientábamos, invitábamos a la gente y hacíamos la cena y juegos que lo acompañábamos de un rito. Se trataba de contar a la gente que lo astur como herencia de los céltico era una cosa cultural, importante, que lo indígena estaba antes de lo romano. Y empezó a crecer, aparecieron grupos.
La fiesta hoy en día es difícil imaginarla sin el campamento ¿Cómo surge la idea de llevarlo al parque de El Melgar?
Llegar a El Melgar fue una decisión de Juanjo apoyado por mí. No fue fácil porque una parte del equipo de gobierno decía que se iba a estropear aquello, yo les replicaba que en el campo de fútbol y en Cosamai habíamos tenido el concurso hípico y eso sí que estropeaba el césped. Fue una batalla complicada dentro de la junta directiva que era prácticamente el equipo de gobierno (PSOE) hasta que les empezó a apoyar la UPL, el PP estuvo bastante al margen e intentó frenar la fiesta.
Una vez logrado empezamos a organizar talleres para explicar las piezas del traje astur, los colores, las telas. Redacté un dossier, dejé una copia en la oficina de información del Ayuntamiento y otro en las tiendas de telas. Yo seguía haciendo trajes para implicar a más gente, uno de ellos fue Agapito el del cíber, a su tribu la llamamos, traduciendo la grafía ibera, los ‘solitarios que miran la luz’ porque una persona que va a un cibercentro qué es… Les hice el traje y les invité a una cena que la presidió Sebi, que era ya el caudillo. Después llegó el momento de colocar el traje también a Juanjo (el alcalde) y a Leandro, el presidente de la Cámara de Comercio. Yo creo que habré hecho unos 400 trajes.
Lo que empezó siendo algo espontáneo y festivo ha evolucionado hacia la recreación con sus personajes basados en la historia. ¿Cómo se ha ido fraguando esa evolución?
No hemos sido capaces de fijar la fiesta en un espacio histórico definido. Desde el tiempo de Octavio hasta que llegó Plinio, la mejor cita que tenemos es, precisamente, de Plinio poniéndonos por las nubes por lo que estaría muy bien que no perdiéramos esa referencia. Después de Plinio, Astorga no tuvo más prestigio y hoy lo tenemos en esa nebulosa que solo haría falta que esta junta directiva que lo está haciendo muy bien lo tuviera en cuenta.
El príncipe Nicer de los Albiones o Gausón el caudillo astur sabemos que dieron batalla por varias citas, en una de ellas se dice que los astures en vez de hacer guerra de guerrillas organizaron un contingente que bajó de las montañas a pelear con los romanos en sus campamentos, esto ya es un grado de estrategia militar y de lucha colectiva que lo hemos reflejado en el Pacto de Hospitalidad de las Tribus.
Conseguimos que viniera la directora del Museo Arqueológico Nacional a traernos la Torques de Astorga. Nosotros lo que le pedimos fue que nos dejasen llevar a José Santos para que tomase las medidas para reproducir la pieza pero cual fue nuestra sorpresa cuando logramos que nos la hiciesen y nos la regalaran. Con esto quiero destacar cómo hemos ido recuperando piezas de nuestra historia y creando esa conciencia, ese orgullo, porque teníamos que estar orgullosos del pasado romano pero aquello estaba cojo.
El crecimiento de la fiesta ha necesitado del rigor histórico y documental para colocarla entre las mejores recreaciones de España. ¿Quién asesora para que Astures y Romanos se mantenga anclada a la historia de lo que ocurrió en estas tierras?
Existe un comité técnico de historiadores, entre ellos está Pilar, Óscar González, Emilio Campomanes, Rubén Martínez, ellos son los profesionales los que tienen la preparación histórica. Yo estoy también porque he leído mucho y porque estuve desde el principio. La existencia de este comité es importante porque hay que ir controlando a los grupos, cada vez que aparece uno presentan el proyecto y les vamos puliendo. Este año ha aparecido el grupo Mineros de Lacillo recordando la mina de oro que existió en Val de San Lorenzo, estamos acostumbrados a Las Médulas, pero los romanos también sacaban oro moliendo piedras. En la descripción del texto que les preparé llevan una túnica con clavis porque no eran esclavos eran gente libre. Esclavos en las minas había poquitos, trabajaban a destajo, una parte se la llevaba Roma y otra parte se la quedaban ellos y vivían bastante bien, tenían otra serie de castros que les suministraban la alimentación porque estos estaban a los suyo que era la mina.
Los grupos que están desde el inicio es difícil corregirles porque lo que fue bueno para crear la fiesta no puedes expulsarlo porque tengan poco criterio histórico, pero los que llegan nuevos tienen que tener más rigor. Al principio era más carnavelesco.
Han pasado prácticamente tres décadas de las que usted es testigo de excepción y ¿a partir de ahora qué, nos morimos de éxito o seguimos trabajándola?
Cuando empezamos la fiesta éramos pioneros con poquísimo presupuesto. Fuimos los primeros, después apareció Tarraco Ludus, Arde Lucus, Guerras Cántabras… y muchas más, hoy somos una más y el presupuesto sigue siendo ridículo. ¿Qué tenemos que hacer? Fuimos pioneros en algunas cosas y nos copiaron pero con más presupuesto que les permite contratar gente y recreadores profesionales. Yo creo que nosotros tenemos que seguir haciéndolo los vecinos, divirtiéndonos porque es la manera de que no va a desaparecer. El camino está trazado.
Este año le han nombrado Socio de Honor. Sin duda un homenaje bien merecido a la vista de lo que nos ha contado en esta entrevista.
El nombramiento me ha hecho recordar cómo y quiénes empezamos, lo mal que lo pasamos y la enorme satisfacción de ver cómo ha crecido divirtiéndose la gente y sin presupuesto, porque contratar es muy fácil, pero Astorga se ha convertido en la cita para sentirse a gusto. Para mí la emoción de ver lo que hemos logrado la tuve hace tres años paseando fuera del campamento, mientras caminaba escuchaba el sonido de las gaitas, veía el humo, sentía el olor de las barbacoas y recordé lo que tuvimos que pelear. Pero no nos olvidemos que hay mucha gente que merece el reconocimiento, también de fuera de Astorga.