Óscar González García
Domingo, 21 de Abril de 2019

Bares, Ké lugares… Homenaje al Señor K

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Quienes peinamos canas y seguimos saliendo por la noche de vez en cuando, nos sorprendemos teniendo conversaciones “de abuelo cebolleta” destacando aquello de “Astorga ya no es lo que era”. Y claro que no lo es, es diferente, mas la seguimos amando, por razones que a veces nos cuesta explicar, pero lo hacemos…

 

Cuantas generaciones nacimos en los últimos 70 y los 80, hemos compartido un contexto de nocturnidad que ciertamente se añora. Éramos gente de bar, lo seguimos siendo, y llevamos en la mochila cientos de experiencias relacionadas con uno u otro garito.

 

Ya no sé si puedo considerarme joven hablando en términos nocturnos, pero lo era bastante cuando comencé a salir. Todavía tuve tiempo de echar algún billar en el Mapy, entrar con vergüenza en el Cohen y pedir tímidamente un corto en La Liebre. Vi como todos aquellos locales llegaban a su fin, pero ninguno había sido lo bastante relevante aún en mi vida como para sentirlo. Mientras crecía, alternaba con frecuencia en mi ciudad, aunque pasara largas temporadas fuera de ella, también ampliando mi geografía “barística” pero, al que es de Astorga, siempre le gusta volver, le es necesario. Así se hicieron importantes para mí el Siempre, el Ya Nunca Me Llamas, o Las Vacas, donde ocasionalmente trabajé (y es que la barra hay que vivirla por fuera y por dentro), locales que vi como cerraban sus puertas, clausurando a su vez capítulos de mi vida, de todas nuestras vidas…

 

Los bares han sido los lugares donde quedábamos con los amigos, donde veías a otros que apreciabas pero no eran de tu pandilla, donde se fundaban otras nuevas y alguna se disolvía. También los sitios donde tomar los primeros chupitos poniendo cara de asco, donde nos han visto bailar o balancearnos, donde fumábamos, donde hacíamos cola y amigos en el baño, donde robamos miradas o besos –si había suerte– y donde alguna vez nos metimos en un lío que se solucionaba con cuatro empujones. Mi vida no habría sido la misma sin este contexto nocturno, las vuestras tampoco.

 

Hubo años verdaderamente gloriosos en la noche astorgana, con un ambientazo de gente y gran variedad de locales y vivencias; ahora tenemos malos tiempos. En esas conversaciones cebolleteras, a veces suelo decir, “cómo me alegro de haber vivido esos años, a pesar de que eso conlleve ser ya un carroza”, y no puedo evitar sentir que los veinteañeros de hoy se están perdiendo algo maravilloso.

 

La Semana Santa siempre ha sido una época deseada en la ciudad debido, entre otras cosas, a la afluencia de gente. Los amigos que estudian fuera, los que se casaron y se fueron, los que no encontraron trabajo cerca, todos vuelven por estas fechas y los encontramos en los bares, sin embargo, la de este año ha tenido un matiz muy triste… La noticia se mascaba hace tiempo, pero hace semanas se hizo definitiva: ¡¡¡cerraba el Señor K!!!

 

Y es que Tito nos ha dejado huérfanos y sin refugio a unos cuantos en la madrugada del Sábado Santo de 2019; nos has roto el corazón. El K, que inició su andadura en el local que luego ocupó el Siempre en la hoy desierta calle Gabriel Franco, presidía desde hace años la entrada al centro de la ciudad por la calle La Bañeza, como si de un arco de triunfo se tratase. Para mí, volver a casa en coche y entrar por el Postigo, significaba sentirme en paz al doblar la esquina y ver las maderas del K, sabiendo que no tardaría en acabar allí. Ha sido duro ver en los últimos años como se vaciaba, como empezaba a abrir solo los fines de semana… Astorga pierde población, sobre todo población joven, y no parece que haya remedio, pero ese no es el tema de este homenaje…

 

Tito ha sobrevivido contra viento y marea y se merece jubilarse, pero muchos hubiéramos querido que el local fuera eterno. En las últimas semanas muchas pandillas hablábamos de la noche del 20 como algo épico, ¡cierra el K!, y finalmente respondimos y lo llenamos, dando a Tito y a sus camareros la despedida que creíamos merecían.¡Algunos incluso hemos bromeado con la posibilidad de adquirir el local! “¿Y si hacemos una cooperativa? ¡Joder! ¡Entre todos tocamos a mil euros!” Pero no, no podemos hacerlo, y tampoco sería lo mismo.

 

Nos llevamos un montón de recuerdos y de buenos ratos. Yo hasta me hice fotos de pre-boda (ni siquiera sabía hasta entonces que eso existía) en el K. ¡Qué demonios! ¡Me ha casado Zamorano!

 

Tito: perdona todas las veces en que te di la brasa pidiendo canciones de Marea, y lo pesados que nos pusimos todos a veces. Gracias por tu tiempo, por los conciertos de Europa, por la noche de los 60, por las tardes de toros, por las guigurradas, por los partidos de fútbol, por las palomitas, por la gente que ha trabajado para ti, por dejarnos pedir pizza y cenar en el bar, por cargarme el móvil, por guardarme el abrigo y por dejar que celebrara allí el día más especial de mi vida. No te olvidaremos. Larga vida al Señor K.

 

 

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