Juan Guerrero
Domingo, 20 de Junio de 2021
ENTREVISTA / Solange Rincón

Solange Rincón: El erotismo de Dios

Poesía de la nostalgia y del encierro en las palabras, la obra de Solange Rincón (Maracaibo, 1954) centra su hacer en lo inaprehensible de la vida, eso que es luz y olvido. Sin embargo, al mismo tiempo su poesía afirma la vida y la celebra; es canto de erotismo, de sensualidad que se entrelaza en una escritura cuidadosamente trabajada y donde la metáfora cede su espacio al dolor de la vida y sus misterios.

Solange Rincón es, además de poeta, narradora y ensayista. Se inició en los talleres literarios de la Secretaría de Cultura, y, de narrativa del Centro de Bellas Artes de Maracaibo. Perteneció al grupo literario La Secta del Fénix. Entre los premios obtenidos, indicamos: Primer Premio del Concurso Literario Estudiantil Librería Cultural de Maracaibo, 1973; Primer Premio de Poesía Bienal Literaria Udón Pérez, 1990; Mención de Honor Premio Municipal de Poesía Dr. Daniel Camejo Acosta, 1991; Primer Premio de Poesía Hesnor Rivera, 1999, entre otros.

Ha publicado los siguientes libros de poesía: En ese espacio del deseo, 1991; Huella del corazón ausente, 1995; El lugar de la casa, 2000; Canto en tono bajo, 2004; Ascensional, 2006; Esfumaturas, 2008.

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A continuación, presentamos un poema de esta destacada poeta, perteneciente a su libro inédito, Agua de mayo.

 

Yo vuelo pájaro

yo crezco monte

yo me abro puerta del umbral

yo ofrezco mi pena para que sanen las penas

yo caí en un río que cantaba

yo leí las líneas de mi mano y supe

yo me ofrecí en sacrificio a la palabra

yo perdí mi sed en la llovizna

yo gemí de placer en el pecho de la voz

yo adorné de flores el mediodía

yo me elevé en la hondura

yo mecí mi piel en el columpio de la luna

yo absorbí tu salina temprana

tengo en mí el musgo y lo húmedo

la pasión del cerro que sube

sé cantar en medio de la sequía

volver a la aventura de tocar

me conmueven las heridas del barranco

si salgo desnuda no me apena

tengo camelias en mi espalda

jardines en mis quebradas

tengo olor a mujer en mis sentidos

yo no tengo nada que esconder en primavera

  soy la savia de la vida

  un tallo flexible que se deja feliz

  al abrazo del viento.

 

 

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Juan Guerrero: Diría que tu poesía es intimista, acaso también sensual y misteriosa. ¿A qué se debe esto?

 

Solange Rincón: Diría que es espiritual. Es una búsqueda de unión con el Absoluto como energía de pensamiento. Eso tal vez la haga misteriosa porque realmente es un misterio. Intimista porque es mi búsqueda de autorrealización a través del poema.

 

 

¿Podríamos afirmar que es una sola voz la que aparece en tu poética?

 

Podríamos decir solo que la realidad es diversa en el mundo material pero su esencia es única.

 

 

¿Vinculas esa esencia, ese misterio, con lo religioso, con Dios?

 

Con lo religioso, no. Con lo espiritual.

 

 

Algunos lectores han cuestionado tu poesía, no tanto por la temática como por una supuesta estructuración en la construcción de tus poemas, que tiende a dificultar la lectura. ¿Qué puedes decirnos?

 

La poesía no se explica. El ritmo es interno y fluye. Es mi poética no formal, pretende decir con la imagen. Sigo una idea metafórica que pretende el símbolo como expresión. El símbolo será descifrado según el nivel de percepción del lector. No pretendo hacerla fácil, ni difícil. Solo fluye de mi sensibilidad.

 

 

Si la poesía no se explica, según afirmas, y solo se expresa con el ‘símbolo metafórico’, ¿a qué alude? ¿qué intenta mostrarnos tu poesía?

 

La inmanencia del espíritu. Su olvido por los hombres. Lo invisible detrás de las formas. La vida real.

 

 

Detrás (o delante) de las formas, ¿no habrá un juego, un decir lúdico, de ‘eso’ inaprehensible de la imagen poética? ¿te escudas frente a la metáfora para nombrar la vida?

 

Totalmente. La vida es el símbolo con su lado material, la palabra con su lado invisible, el contenido. La vida es Eros y Thánatos en constante dialéctica. Es una lucha de opuestos. Pero es más allá todavía, lo inconmensurable. Indescifrable. El misterio absoluto.

 

 

Como te indiqué al principio, hay un lado ‘erótico’ que lo abordas desde la sensualidad y con todos tus sentidos. Lo apreciamos, por ejemplo, en tu libro Ascensional.

 

Sí, el Eros es la energía fundamental que se transmuta en un erotismo sagrado.

 

 

El erotismo humano, por ser tal, ¿acaso no será también sacro?

 

Es como la búsqueda de un orgasmo infinito. Por supuesto, hablamos de lo mismo. Es la base de la alquimia, del plomo al oro.

 

 

¿Eres orgásmica cuando escribes, cuando penetras la metáfora? O, ¿dejas que ‘ese misterio’ que nombras, te arrebate en el instante?

 

Las dos cosas.

 

 

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Pudieras ahondar en ello.

 

El erotismo humano busca la unión de la pareja. Ella es el cáliz. Él es la verticalidad, lo que sube a lo alto. Igual, el erotismo espiritual busca esa unión con Dios. Todo es sensual y penetra y arrebata. Son las polaridades, negativa y positiva buscando la luz. La luz es la iluminación. Es el Yug de la Yoga. Los sentidos que accionan son los del alma, la intuición, la ‘sutilidad’ de espíritu. La desaparición de las formas del mundo.

 

 

Muestras una similitud con lo afirmado por Georges Bataille en su obra, El erotismo. Para ti, ¿el acto poético es esencialmente erótico, y, en su caída-hondura, se funde en el misterio de lo tanático?

 

Sí, el acto poético para mí es una liturgia erótica en esencia, pero que trasciende en una autorrealización del ser, un sendero de autoconocimiento y expansión de la consciencia que se va expandiendo a lo universal, a través de la vivencia y la experiencia que se hace existencia. Como bien dice el sabio francés, doctor Serge Raynaud de la Ferrière, “El descubrimiento del hombre trascendental”.

 

 

En esa liturgia lanzas al mismo creador, poeta, hasta el Purgatorio, cuando afirmas: “Tengo la visión de asomarme al filo del absurdo sin ruidos que/ me delaten/ Es que los poetas tenemos un purgatorio temprano” ¿Por qué irnos allá y no al Infierno o al Paraíso? ¿Qué culpas expiamos?

 

La pulitura es el dolor. Así como la escultura sale de la piedra informe. No tiene nada que ver con la culpa. Es el aprendizaje que llevamos del inconsciente al consciente y de nuevo al inconsciente. Es ese proceso alquímico del que hablo por el cual despertamos a una suprarealidad. Eso duele. Lo aprendemos y aprehendemos con dolor mientras desarrollamos niveles más elevados de consciencia. Es Dios mismo realizándose en el hombre. Es una teofanía de Dios con Dios en el hombre.

 

 

Decir Dios es semejante a decir Poesía, ¿sin enunciados religiosos? En consecuencia, siendo así y por lo que has afirmado anteriormente, ¿Dios fluye en el puro erotismo y deviene naturaleza orgásmica infinita?

 

Totalmente. Pero convertida en luz, en iluminación. La poesía es un sendero de realización espiritual. Es una iniciación a los Misterios Mayores.

 

 

Un libro como ‘En ese espacio del deseo’, premiado y celebrado, ¿nos muestra ese sendero a los Misterios Mayores que señalas?

 

Ciertamente, pero no tan definido como mis textos más recientes donde hay un proceso más avanzado de madurez espiritual y poética. En realidad, tengo más de doscientos poemas inéditos. Escribo mucho y constantemente.

 

 

Escribes desde la ausencia, como creadora que se trasluce en las palabras. ¿Huyes de la realidad?

 

Lo contrario. Escribo desde la realidad, sin ilusiones ni ensueños. Huir es retroceder. Voy quitándome los velos de la ilusión, uno a uno como pétalos de la consciencia. No se puede tener piernas de franela en el acto poético. Debes enfrentar todos tus miedos.

 

 

Naces en Maracaibo, una ciudad con una ancestral tradición cultural y de grandes poetas. ¿Cómo te inicias en la poesía?

 

Creo que es un don conquistado en vidas anteriores. Desde los 9 años de edad sentí esa necesidad. Escribí cuentos desde niña. Gané el premio en cuento de la librería Cultural de Maracaibo a muy temprana edad. He sido autodidacta en eso. Leía desde niña con interés inusitado. Mi profesión es la psicología. La literatura ‘siempre fui yo’. Después me interesé por talleres literarios en mi ciudad organizados por instituciones culturales de mi región.

 

 

El espacio, el territorio que aparece en tus poemas, ¿está identificado con tu ciudad?

 

Sí, claro. Forma parte de mi identidad. Mas el espacio es la vida, no me siento limitada a un espacio físico, me siento un poco extraña en mi entorno. Es otro territorio el de la palabra.

 

 

En parte de tu poesía hay añoranza que se expresa en un acentuado lirismo. ¿Cantas a una pérdida, a un vacío existencial?

 

Sin duda, porque anhelo llegar a mi lugar verdadero. Tengo nostalgias antiguas. Añoro el amor puro y total de la belleza.

 

 

¿Qué añora tu poesía?

 

Tengo nostalgia de infinito.

 

 

Lo infinito en su imposibilidad humana de ser aprehendido, para ti, además de añoranza, ¿es belleza?

 

¡Totalmente! Es una de las sefirots del árbol de la vida.

 

 

¿Duele la belleza?

 

Duele hasta alcanzarla.

 

 

¿Colma y es plenitud cuando la alcanzas en el acto poético?

 

Sí, es un acto mágico, no de prestidigitador sino de sacerdocio. Es ser vehículo del pensamiento de Dios, como un prisma que descompone la luz en el célebre septenario, siete.

 

 

En tu poiesis (como construcción), ¿actúas como sacerdotisa?

 

Sí. Sin egos, sin posturas, sin vanidad. Porque es mi propio regreso a la unidad de la cual salí.

 

 

Puedes describirnos ese ‘aquelarre’, ese encuentro del Fatum-Fada-Hada, que te acerca al Ars poético.

 

No hay nada sobrehumano, pero sí supra humano. Una comunión. La lucidez de sentir el habla como báculo, un momento de aprehensión de lo divino. La certeza de la presencia del pensamiento de Dios.

 

 

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Solange. ¿Cómo haces para combinar tu profesión como psicólogo clínico, atendiendo a tantos seres al borde del abismo, en un drama permanente como Venezuela, y tu alabanza a la belleza y la espiritualidad?

 

Me ubico en un sentido de misión. Todos la tenemos. Y entiendo que la misión implica un bien social. Trato de brindar ayuda profesional a nivel de mi profesión con la sensibilidad que desarrollo con el trabajo poético, en una Venezuela incierta donde pareciera que no hay salida.

 

Trato de utilizar la cosmobiología como el mejor test de conocimiento del paciente y relacionarlo con el macrocosmos para que entienda el contexto donde le tocó vivir y lo que vino a aprender. De modo que supere la sensación fatalista y lo entienda como un proceso de oportunidades.

 

 

En tu poesía buscas la trascendencia del ser, de la palabra incluso. Sin embargo, la cotidianidad, tan cruel y lacerante, impone su realidad. ¿Podemos hablar de honestidad, de lúcida palabra en medio de esta atroz vida que todos padecemos?

 

No es tarea fácil pero no es opuesto a la trascendencia tampoco. Lo veo como causalidad. Es decir, causas que han producido efectos para una depuración espiritual. Creo que hay karmas que deben convertirse en darma. Karma mundial, colectivo, individual y que todo está entretejido inteligentemente para producir cambios de toda naturaleza hacia el desarrollo espiritual de los seres humanos.

 

Venezuela está destinada a ser la Jerusalén terrestre de la Era Acuarios. La cordillera andina representa la columna vertebral de América del Sur. Venezuela es la ventana del continente y coincide con el último chakra del cuerpo humano referente a la glándula pineal. Hay un paralelismo entre los chakras del cuerpo humano y los centros energéticos de la cordillera andina. Debe darse un proceso de depuración y desarrollo de América para poder cumplir los imperativos cósmicos de la Era. Hablamos del poder del dolor en el desarrollo de la consciencia y la sutilidad del espíritu. Estas experiencias están provocando cambios importantes para un nuevo sentido de la vida.

 

 

Evidentemente tu respuesta indica que experimentas tu entorno como un todo, una pulsión viva e integral.

Me gustaría conocer tu opinión sobre la poesía venezolana de estos tiempos: autores, temas abordados, y sobre manera, el destino de nuestro idioma.

 

La poesía venezolana ha sido pionera en cambios sustanciales en cuanto a forma y contenido. Pero han sido individualidades quienes lo han logrado, no el colectivo que se siente llamado a escribir. Grandes autores, como Ramón Palomares, Ana Enriqueta Terán, han marcado pautas de alcances trascendentales. La misma María Calcaño propone una liberación del sentir femenino.

 

 

En tu ciudad existe una activa y participativa manifestación poética, tanto de individualidades como a través de grupos, talleres, encuentros e incluso, editoriales alternativas como Sultana del Lago. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?

 

Es una paradoja para mí. Muchos desean escribir, sienten ese llamado, pero no percibo un enlace con el hombre como un ente bio-psico-social-espiritual. Ni tampoco una definición clara sobre la misión de los artistas. También mucho ego jugando un papel que desvirtúa el sentido ontológico del poema, además de las terribles mafias poéticas donde solo avanzan los que tienen contactos con editoriales ligadas al entorno político.

 

 

¿No será que hay mucho de moralismo, resentimiento y ‘buenas costumbres’ en tu afirmación?

 

No creo. Mi experiencia ha sido solitaria y avanzo sola por mi propio esfuerzo con muy poco reconocimiento de mi trabajo. Precisamente buscando ser fiel a mí misma.

 

 

¿Reconoces en tu obra poética alguna influencia importante?

 

Muchas a lo largo de mi trabajo poético. Pessoa me dijo mucho de la profundidad del poema; Ramos Sucre de la forma y la libertad poética; Vicente Huidobro de su vuelo poético; Ana Enriqueta Terán, con quien pude tener comunicación personal, me inspiró en la sacralidad del poema. Olga Orozco de los ensueños fundamentales. Sylvia Plath de la angustia existencial inacabable; Sor Juana Inés de la Cruz del éxtasis amatorio con Dios.

 

 

Esta pandemia que nos ha reducido parte de la vida a muchos, ¿es tema de tus desvelos poéticos?

 

Sí, por supuesto. Ha roto estereotipos, cuestionado valores, removido la intimidad del ser y su sentido social. Cambiado los modos de interrelación social y de trabajo. Cuestionado la verdadera importancia de la familia y la educación. Y, sobre todo, darnos cuenta que no somos dueños de nada, que todo es transitorio, pasajero.

 

 

¿La pandemia alteró tu rutina de vida o acaso ya estaba maltrecha por la infame realidad política imperante en Venezuela?

 

La cambió totalmente en el sentido de mover mis apegos, como un tsunami emocional. De acercarme más a mi esencia universal. Trascender los límites impuestos por la costumbre.

 

 

Tu trabajo poético, ¿cómo lo estás realizando? ¿En qué trabajas actualmente?

 

En condiciones muy rudimentarias. No tengo ordenador, escribo mis textos a mano. Muchas veces directo al teléfono y guardo en galería. Necesito transcribir más de 200 poemas inéditos para después digitalizar. Trabajo en darle unidad a esos textos en un título que los englobe. Son textos existenciales más bien breves, que he reunido por meses.

 

Mi trabajo es como funcionaria pública y mi salario mínimo. Las condiciones políticas nefastas.

 

 

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Obviamente, no vives de la poesía.

 

¡Obviamente!

 

 

¿Podemos hablar de la nueva poesía venezolana o acaso es un reciclaje de generaciones anteriores?

 

No veo nada nuevo que me ilumine. Alguna que otra individualidad.

 

 

¿Ni tú, ni tu poesía?

 

Es vanidoso decirlo, pero creo que yo planteo nuevos paradigmas en forma y contenido que van, además, acordé con mi realización espiritual.

 

 

¿Cuáles son esos paradigmas y en qué nuevas formas lo expresas?

 

La concepción del hombre como entidad bio-psico-social-espiritual. La utilización de la metáfora con la menos retórica posible. La percepción sutil de la realidad. La unión, a nivel del lenguaje, del micro con el macrocosmos. La disolución de mi ego en la trascendencia del ser. La misión educadora del poema para una nueva edad.

 

 

¿El poema educa? ¿De qué nueva edad hablas?

 

El poema educa la sensibilidad del lector. Lo prepara para la comprensión de valores más profundos que tienen que ver con un sentido sagrado de la vida. Lo sensibiliza hacia la percepción de lo invisible como real. Hablo de la Era de Acuarius, con el símbolo del aguador como regente quien derrama su cántaro de sabiduría sobre los hombres. Era marcada por los 25.000 años de Platón y que apenas comienza. Estamos apenas en el mediodía del primer día de la Era, que tiene su fundamentación astrológica en el fenómeno de la precesión de las eras equinocciales, y toda su sustentación matemática y con base en las efemérides. Donde Venezuela será llamada a marcar un nuevo futuro para el mundo. Como dije: la Jerusalén terrestre de la Era de Acuarius.

 

 

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