Javier Huerta
Sábado, 10 de Julio de 2021

Ana Blandiana / 1

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Cuando escribo estas líneas, la poetisa Ana Blandiana (Timisoara, Rumania, 1942) ha sido investida doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca. No deben ser muchos los lectores españoles que conozcan a esta escritora rumana. Uno de los que más han hecho por su difusión en España es Antonio Colinas. Junto a Viorica Patea, tradujo en 2014 su libro Mi patria A4 (Pre-Textos). En fechas recientes, la editorial Visor ha publicado otro poemario, Variaciones sobre un tema dado, larga elegía dedicada a la muerte de su marido, el también escritor Romulus Rusan.

           

Mis lectores encontrarán una buena autopresentación de esta autora en la entrevista que concedió a Andrés Seoane en El Cultural el pasado 25 de junio. Se nos dan en ella algunas claves para entender su figura y su obra, marcadas ambas por la dictadura comunista que hubo de sufrir gran parte de su vida, en especial durante el mandato de Ceaucescu, en quien por aquellos años veían nuestros gauchistes de occidente la cara amable de los países del telón de acero. Lejos de ensañarse, sin embargo, en el rechazo de aquel periodo ominoso, Blandiana tiende su lúcida mirada sobre los problemas del mundo de hoy, para los que no encuentra mejor solución que vindicar el pasado humanista de la Europa clásica, sostenida por tres columnas: la filosofía griega, el derecho romano y el amor cristiano. Por sabido, no está de más recordarlo, cuando hay un general menosprecio por los valores que atesora esta tradición nuestra, cada día más amenazada por la llamada cultura de la cancelación, “un movimiento que pretende reescribir la historia del mundo, concebida perversamente como una cadena interminable de crímenes perpetrados por el hombre blanco”.

           

Sin pelos en la lengua, Blandiana clama contra las consecuencias de esa seudocultura que manipula la historia a su antojo, establece una sola verdad posible ?la suya?, y hasta se permite inventar una neolengua a su servicio, contra Cervantes, Shakespeare, Molière y toda razón gramatical. Todo ello predicado y propagado desde las tribunas antaño prestigiosas del parlamento o la universidad, rendidas ambas a este nuevo totalitarismo que se las da de democrático y que, poco a poco, va instaurando nuevos modos de censura y, lo que es peor, de autocensura. No son pocos los escritores y artistas que, con el ánimo de no perder comba en esta feria de necedades, someten su pensar a estas retorcidas directrices. O sea, el mundo siniestro que previera Orwell ante el cual los intelectuales no pueden callar, tal como hace Blandiana: “La cultura europea, que floreció a partir del culto a la libertad, está siendo culpabilizada y censurada; los derechos humanos, formulados por los europeos a partir de la necesidad de igualdad, están siendo sustituidos por la discriminación positiva, contraria a la objetividad, y la protección de las minorías se ha transformado en una aberrante condena de la mayoría”.

           

Pero, como este articulillo está derivando más hacia la política que a lo verdaderamente importante, la obra poética de Ana Blandiana, dejo su comentario para una próxima saeta.

           

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