M. A. Reinares
Lunes, 13 de Diciembre de 2021

Carlos Balacera se abrió en canal en la presentación en Astorga de su disco 'Rock’n’Roll por el artículo 33'

Nunca una presentación de un disco había resultado tan incómoda para el público como la vivida en la tarde este domingo en el Teatro Gullón de Astorga. Tener que permanecer sentados cuando Carlos Balacera y La Última Tripulación arrancaron los motores de 'La rueda' fue la prueba de fuego para el respetable, nadie se levantó de sus asientos, pero ninguna restricción sanitaria pudo inhibir el gusanillo en los estómagos ni los movimientos imparables de tronco y extremidades.

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Carlos Balacera jugó este domingo en casa en la presentación de su primer disco en solitario, 'Rock’n’Roll por el artículo 33', editado por Marciano Sonoro. Sin papeles ni guión y con el corazón colgando sin pudor en el escenario, Carlos Morán fue hilando el recorrido físico de sus 33 años en los escenarios a través de las calles y pubs de Astorga, pespunteado por la guitarras acústicas y el bajo. El atril se convirtió en un objeto descontextualizado que sirvió de apoyo para las maracas.      

 

Nada más comenzar la presentación, en el patio de butacas asomaron los nudos en las garagantas mientras la imagen del corazón comenzó a bombear con el recuerdo de Balacera a los hermanos rockeros fallecidos 'Turu' y 'Jalisko' que ya forman parte de "los mitos y leyendas" de la historia del rock astorgano. Era el preludio de la presentación del primer tema que interpretó el cuarteto, titulado 'Papel mojado', una canción de ida y vuelta, como el buen flamenco, que Carlos compuso en el año 1989 y regaló a su amigo Kuki "que me la devolvió años después para que la tocara".

 

 

 

 

La presentación-concierto se fue poblando a lo largo de una hora y pico de amigos con guitarras y baquetas, de calles cercanas al Teatro Gullón con niños corriendo en pantalón corto, de 'Locura' y barras de bar con camareras al otro lado, como María, capaces "de manejar los hilos de lo que allí ocurría", de carreteras, chigres, músicos sin un duro que no llegaban a los conciertos en rolls royce, de perdedores, de tupés y de los dioses Johnny Cash y el maldito Leopoldo María Panero. El aderezo que potenció el sabor de la salsa llevaba la marca de las ironías inteligentes y provocadoras de Carlos Morán. 

 

Todo sin trampa ni cartón, es lo que da "llevar 33 años en la carretera", recordaba Carlos, "has visto mucha gente y muchos lugares" que se van acumulando en la mochila, como las canciones, cada una con "una vida particular", las hay que "no salieron del cajón", otras "se quedaron en maquetas", algunas están recogidas en los discos.

 

Cuando el concierto-presentación estaba en tiempo de descuento, no faltó el recuerdo a los tres chavales del barrio de Santa Clara que acompañaron a Carlos Morán en la banda mítica de 'Balacera'. 

 

"No os olvidéis que todo esto es mentira", fueron las últimas palabras del músico, mientras el público, ahora sí en pie, pensó para sus adentros: "eso no se lo cree ni él".

 

 

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