Contraluces, espejismos reflectantes y difuminos en el último libro de Sol Gómez Arteaga
Sol Gómez Arteaga. Trazos de Sombra, con fotografías de Óscar García Bárcena; Marciano Sonoro Ediciones; San Román de la Vega León 2021
![[Img #57299]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/6969_978841232686.gif)
‘Trazos de sombra’ es un libro que puede ser leído como de fotografías o visto como un libro de relatos. Cuarenta breves relatos y otras tantas fotografías lo componen.
Si empezáramos por verlo, nos daríamos cuenta de que los relatos se ajustan perfectamente a las fotografías. Contraluces con sombras muy alargadas, espejismos reflectantes, un mundo de reflejos y de transparencias, de difuminos que transliteran a los seres y los reinscriben más allá de su desaparición.
También, y así debería de hacerse, se puede leer la narración y verla reificada en las fotos de Óscar García Bárcena, ¡Un magnífico ensamblaje!
Casi todas las narraciones de este libro trazan, y de alguna manera clarifican, esas sombras del mundo oscuro de la enfermedad mental, y lo hacen en muchos casos con tal transparencia que permite compartir, llegar a ese lugar intransitado por nosotros y entender lo que les traspasa.
Las narraciones discurren por los diversos callejones y callejas y hasta antojanos de estos padecimientos. Cuento a cuento podríamos repasar el DSM.
En la actualidad se cree que lo más conveniente es la difusión de los problemas de autolisis en los jóvenes, agravados, como toda la salud mental, por el transcurrir de la pandemia. Con este tema da comienzo el libro, con un amago de ‘Diario adolescente’ que nos sitúa en primera persona en el dolor de su existencia. La muchacha que escribe el diario nos interpela desde sus sentimientos con el fin de cerrarnos el paso, la salida. No se da cuenta de que a lo más hace el dibujo de sí misma: "nadie puede sentir por otro, quien diga lo contrario es un hipócrita." Algo así como "Vivimos igual que soñamos: solos." Solo que por dicho queda el sentido invertido. Y esa es la tarea de estos cuentos que tienen la cualidad de mostrar la circunstancia en la que se encuentran los personajes, el acceso a una comprensión cualitativamente mejor que la mejor de las diagnosis.
Cuentos escritos mayormente en tercera persona sin desdeño de los diálogos. Cuando aborda el tema de la anorexia/bulimia aprovecha, en primera persona, para hacer crítica de los estereotipos sociales causantes de los desequilibrios de ciertas jóvenes.
Resulta curioso que también la violencia de género en ‘Flores de hiel' se formule en primera persona; como si este asunto y otros similares que resultan de agresiones a la mujer le implicarán más intensamente. Van también en primera persona la cuidadora de una anciana, o la paranoia celomaníaca en 'Un caso de celos'.
Las estrategias narrativas son el diario, la carta o la confesión al juez o al psiquiatra, también la descripción más distante del caso, en tercera persona.
Un cuento muy destacable es ‘Bar Corner’, una escena cotidiana, nimia de una niña con síndrome de Down descrita por un narrador muy sensible, observador e inteligente que contrasta con la mirada unívoca de la niña nos proporciona una comprensión más ajustada del su mundo. Porque el mundo de la niña no puede ser comprendido sin ella, está necesitado de una, digamos, 'inteligencia sentiente'. Una narración dulce afectuosa y rica en matices.
Amor y ausencia de amor, miedo al amor o a su posible pérdida, fantasías y delirios acerca de este sentimiento son la urdimbre de casi todas estas narraciones y tal vez de la vida, las vidas humanas tal como las conocemos. Quién no es amado querría serlo, quien ama quiere ser correspondido; con frecuencia la exclusividad reclamada genera celomanías, violencias que desvirtúan la libertad en la que el amor consiste, que desbaratan aquello que proclaman; así las flores asociadas en 'doble vínculo' invierten su sentido y se transforman en ‘Flores de hiel’, emblemas del terror.
Cinco perspectivas ante el juez es la técnica que utiliza en ‘Hermanos de leche’: El desengaño del protagonista, un mudito desvalorizado por todos, le lleva a matar aquello que más ama. Cinco perspectivas que no apuntan a la verdad y quizás la más verdadera curiosamente sea la de quien más impedimentos tiene en la acción comunicativa, la del mudito que en of, y no ante el juez, rompe el modus de la narración para contárnosla fuera de escena, como la única posibilidad de huir de su locura.
'Orquidea azul' no es un cuento más de amor y desamor. La devoción por la belleza (en el cuidado y mimo de una orquídea azul) y la búsqueda de la verdad a través de la tortura, son al principio dos tareas contradictorias; doble vida que apunta a la unidad en una sola mente, aunque dividida. Esa unidad se revela en el mismo color azul, de la orquídea y el de la verdad que se le niega. ¿Cabría decir de su extraviada mirada? No le ha valido el amor a la belleza para querer al otro, sino que lo hace más cruel en su afán de posesión completa. El contraste entre el cuidado a lo más hermoso aunque congelado y la manera de violar su posesión lo vuelve siniestro. El ansia de verdad y belleza unificadas escora la unidad platónica al disparate.
Otro cuento de ausencia de amor es ‘El hombre que tocaba las esculturas’, tal vez inspirado en ‘El príncipe feliz’ de Wilde. Solo que aquí la fusión amorosa se cumple en piedra y la imaginación reconoce los sentimientos que había perseguido cuando el personaje estaba encarnado. Un cuento que denuncia como muchos otros el estigma y las categorizaciones propias de la enfermedad mental del DSM.
Por supuesto que el amor desaparece en 'Adelfa', donde la estrategia del gen por reproducirse es obviada y toda humanidad desaparece. Es la enfermedad mental más dañina.
Paranoias, obsesiones, zoofilia, delirios, dependencias cibernéticas, extravagancias, alcoholismo, esquizofrenias, suicidas.
Otro asunto importante que se reitera en diversas narraciones son los deterioros cognitivos. En ‘Puro teatro’ escenifica la toma de conciencia de una enfermedad degenerativa, también en ‘Pececitos’ donde accedemos a la maravilla y al horror del regreso a la nueva infancia de una pareja de ancianos. No deja de mostrarse y reivindicar el reconocimiento de quienes tienen que cuidar de ellos.
Son curiosas las maneras, las técnicas de muchos de los cuentos con guiños a películas o narraciones conocidas. No en vano cada narración viene precedida de una cita, aunque no necesariamente de lo que evoca. 'Diario adolescente' parece evocar la película de Nanni Moretti ‘Mi querido diario’. ‘A través del espejo’ lo hace con el título homónimo de Lewis Carroll, como artilugio para retratar la visión deformada, de callejón de gato, propia de la anorexia y la bulimia. ‘Hombre árbol’ nos trae en consonancia con la cita, a ‘El barón rampante’ de Italo Calvino. En fin las evocaciones a veces son intencionadas y otras veces hallan intenciones en el receptor. Es el caso de 'Orquidea azul' sugiriéndome ‘La balada de la cárcel de Reading', de Wilde, presente en tantos de los cuentos: "Y todos los hombres matan lo que aman, oíd, oídlo todos. / Algunos lo hacen con una mirada amarga; otros, con una palabra lisonjera. / El cobarde lo hace con un beso, el valiente con una espada!”. ‘Pececitos' me ha llevado también al retiro del coronel Aureliano Buendía, así como a la pérdida de la memoria colectiva en el Macondo de 'Cien años de soledad'. 'El hombre y su sombra' es un cuento que comunica directamente con el ‘Peter Schemild’, de Chamisso.
Las últimas narraciones del libro, siendo también sobre trastornos graves, parecen independizarse del formato de la confesión, del informe pericial, de esa relación del enfermo con alguien cualificado que le tendría que ayudar. En ‘El hombre sin sombra’ el confesor es a su vez un suicidado de la sociedad, Artaud sea sordo. Un cuento bien resuelto donde también se invierte la transferencia habitual de la terapia. Una forma de contratransferencia dolorosa, compasiva, solidaria.
'Una ventana' nos sirve como un mirador lucido para ver el atroz reciente pasado covid. Una ventana como un microscopio para mirar la verdad escondida, la obra entre bambalinas de unos personajes todavía en busca de autor. El cuento es resuelto en una comunión inaugural del año del pensamiento mágico.
'Pura realidad' es el cuento que sirve de cierre al libro, y en él la realidad es tratada como una fantasía frenopática, en un guiño antipsiquiátrico en favor a todos los desequilibrios y demencias que han transitado por el libro. Solo las fotografías persisten en seguir haciendo extraño lo que más familiar ya nos es.
Sol Gómez Arteaga. Trazos de Sombra, con fotografías de Óscar García Bárcena; Marciano Sonoro Ediciones; San Román de la Vega León 2021
![[Img #57299]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2022/6969_978841232686.gif)
‘Trazos de sombra’ es un libro que puede ser leído como de fotografías o visto como un libro de relatos. Cuarenta breves relatos y otras tantas fotografías lo componen.
Si empezáramos por verlo, nos daríamos cuenta de que los relatos se ajustan perfectamente a las fotografías. Contraluces con sombras muy alargadas, espejismos reflectantes, un mundo de reflejos y de transparencias, de difuminos que transliteran a los seres y los reinscriben más allá de su desaparición.
También, y así debería de hacerse, se puede leer la narración y verla reificada en las fotos de Óscar García Bárcena, ¡Un magnífico ensamblaje!
Casi todas las narraciones de este libro trazan, y de alguna manera clarifican, esas sombras del mundo oscuro de la enfermedad mental, y lo hacen en muchos casos con tal transparencia que permite compartir, llegar a ese lugar intransitado por nosotros y entender lo que les traspasa.
Las narraciones discurren por los diversos callejones y callejas y hasta antojanos de estos padecimientos. Cuento a cuento podríamos repasar el DSM.
En la actualidad se cree que lo más conveniente es la difusión de los problemas de autolisis en los jóvenes, agravados, como toda la salud mental, por el transcurrir de la pandemia. Con este tema da comienzo el libro, con un amago de ‘Diario adolescente’ que nos sitúa en primera persona en el dolor de su existencia. La muchacha que escribe el diario nos interpela desde sus sentimientos con el fin de cerrarnos el paso, la salida. No se da cuenta de que a lo más hace el dibujo de sí misma: "nadie puede sentir por otro, quien diga lo contrario es un hipócrita." Algo así como "Vivimos igual que soñamos: solos." Solo que por dicho queda el sentido invertido. Y esa es la tarea de estos cuentos que tienen la cualidad de mostrar la circunstancia en la que se encuentran los personajes, el acceso a una comprensión cualitativamente mejor que la mejor de las diagnosis.
Cuentos escritos mayormente en tercera persona sin desdeño de los diálogos. Cuando aborda el tema de la anorexia/bulimia aprovecha, en primera persona, para hacer crítica de los estereotipos sociales causantes de los desequilibrios de ciertas jóvenes.
Resulta curioso que también la violencia de género en ‘Flores de hiel' se formule en primera persona; como si este asunto y otros similares que resultan de agresiones a la mujer le implicarán más intensamente. Van también en primera persona la cuidadora de una anciana, o la paranoia celomaníaca en 'Un caso de celos'.
Las estrategias narrativas son el diario, la carta o la confesión al juez o al psiquiatra, también la descripción más distante del caso, en tercera persona.
Un cuento muy destacable es ‘Bar Corner’, una escena cotidiana, nimia de una niña con síndrome de Down descrita por un narrador muy sensible, observador e inteligente que contrasta con la mirada unívoca de la niña nos proporciona una comprensión más ajustada del su mundo. Porque el mundo de la niña no puede ser comprendido sin ella, está necesitado de una, digamos, 'inteligencia sentiente'. Una narración dulce afectuosa y rica en matices.
Amor y ausencia de amor, miedo al amor o a su posible pérdida, fantasías y delirios acerca de este sentimiento son la urdimbre de casi todas estas narraciones y tal vez de la vida, las vidas humanas tal como las conocemos. Quién no es amado querría serlo, quien ama quiere ser correspondido; con frecuencia la exclusividad reclamada genera celomanías, violencias que desvirtúan la libertad en la que el amor consiste, que desbaratan aquello que proclaman; así las flores asociadas en 'doble vínculo' invierten su sentido y se transforman en ‘Flores de hiel’, emblemas del terror.
Cinco perspectivas ante el juez es la técnica que utiliza en ‘Hermanos de leche’: El desengaño del protagonista, un mudito desvalorizado por todos, le lleva a matar aquello que más ama. Cinco perspectivas que no apuntan a la verdad y quizás la más verdadera curiosamente sea la de quien más impedimentos tiene en la acción comunicativa, la del mudito que en of, y no ante el juez, rompe el modus de la narración para contárnosla fuera de escena, como la única posibilidad de huir de su locura.
'Orquidea azul' no es un cuento más de amor y desamor. La devoción por la belleza (en el cuidado y mimo de una orquídea azul) y la búsqueda de la verdad a través de la tortura, son al principio dos tareas contradictorias; doble vida que apunta a la unidad en una sola mente, aunque dividida. Esa unidad se revela en el mismo color azul, de la orquídea y el de la verdad que se le niega. ¿Cabría decir de su extraviada mirada? No le ha valido el amor a la belleza para querer al otro, sino que lo hace más cruel en su afán de posesión completa. El contraste entre el cuidado a lo más hermoso aunque congelado y la manera de violar su posesión lo vuelve siniestro. El ansia de verdad y belleza unificadas escora la unidad platónica al disparate.
Otro cuento de ausencia de amor es ‘El hombre que tocaba las esculturas’, tal vez inspirado en ‘El príncipe feliz’ de Wilde. Solo que aquí la fusión amorosa se cumple en piedra y la imaginación reconoce los sentimientos que había perseguido cuando el personaje estaba encarnado. Un cuento que denuncia como muchos otros el estigma y las categorizaciones propias de la enfermedad mental del DSM.
Por supuesto que el amor desaparece en 'Adelfa', donde la estrategia del gen por reproducirse es obviada y toda humanidad desaparece. Es la enfermedad mental más dañina.
Paranoias, obsesiones, zoofilia, delirios, dependencias cibernéticas, extravagancias, alcoholismo, esquizofrenias, suicidas.
Otro asunto importante que se reitera en diversas narraciones son los deterioros cognitivos. En ‘Puro teatro’ escenifica la toma de conciencia de una enfermedad degenerativa, también en ‘Pececitos’ donde accedemos a la maravilla y al horror del regreso a la nueva infancia de una pareja de ancianos. No deja de mostrarse y reivindicar el reconocimiento de quienes tienen que cuidar de ellos.
Son curiosas las maneras, las técnicas de muchos de los cuentos con guiños a películas o narraciones conocidas. No en vano cada narración viene precedida de una cita, aunque no necesariamente de lo que evoca. 'Diario adolescente' parece evocar la película de Nanni Moretti ‘Mi querido diario’. ‘A través del espejo’ lo hace con el título homónimo de Lewis Carroll, como artilugio para retratar la visión deformada, de callejón de gato, propia de la anorexia y la bulimia. ‘Hombre árbol’ nos trae en consonancia con la cita, a ‘El barón rampante’ de Italo Calvino. En fin las evocaciones a veces son intencionadas y otras veces hallan intenciones en el receptor. Es el caso de 'Orquidea azul' sugiriéndome ‘La balada de la cárcel de Reading', de Wilde, presente en tantos de los cuentos: "Y todos los hombres matan lo que aman, oíd, oídlo todos. / Algunos lo hacen con una mirada amarga; otros, con una palabra lisonjera. / El cobarde lo hace con un beso, el valiente con una espada!”. ‘Pececitos' me ha llevado también al retiro del coronel Aureliano Buendía, así como a la pérdida de la memoria colectiva en el Macondo de 'Cien años de soledad'. 'El hombre y su sombra' es un cuento que comunica directamente con el ‘Peter Schemild’, de Chamisso.
Las últimas narraciones del libro, siendo también sobre trastornos graves, parecen independizarse del formato de la confesión, del informe pericial, de esa relación del enfermo con alguien cualificado que le tendría que ayudar. En ‘El hombre sin sombra’ el confesor es a su vez un suicidado de la sociedad, Artaud sea sordo. Un cuento bien resuelto donde también se invierte la transferencia habitual de la terapia. Una forma de contratransferencia dolorosa, compasiva, solidaria.
'Una ventana' nos sirve como un mirador lucido para ver el atroz reciente pasado covid. Una ventana como un microscopio para mirar la verdad escondida, la obra entre bambalinas de unos personajes todavía en busca de autor. El cuento es resuelto en una comunión inaugural del año del pensamiento mágico.
'Pura realidad' es el cuento que sirve de cierre al libro, y en él la realidad es tratada como una fantasía frenopática, en un guiño antipsiquiátrico en favor a todos los desequilibrios y demencias que han transitado por el libro. Solo las fotografías persisten en seguir haciendo extraño lo que más familiar ya nos es.






