Felipe García Prieto, anarquista astorgano 'topo' durante la guerra civil
![[Img #59274]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2022/9650_panel-expo-fgp-_08.jpg)
Con ocasión de la presentación en Astorga en la tarde del próximo día 12 de julio, en la Biblioteca Municipal, de la Primera Parte: El Golpe, de mi libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (publicado por Ediciones del Lobo Sapiens), una investigación que me ha ocupado más de ocho años, y en la que de sus 828 páginas se dedican 227 a narrar específicamente lo sucedido en julio de 1936 y después en la ciudad episcopal, mostraremos en la misma Biblioteca desde el 4 al 14 de julio la exposición que hemos titulado Los dibujos de Felipe García Prieto, “topo” en Astorga durante la Guerra Civil, contra el fascio y la guerra, basada precisamente en contenido del propio libro y en documentación hallada en archivos a lo largo de su elaboración.
Pretendiendo acercar, sobre todo a sus actuales paisanos, la figura y la historia del referido joven astorgano, traigo aquí algunos datos de su biografía, tomados del mencionado libro:
En Astorga, según acusarán los sublevados en febrero de 1939, “pocos días antes del 18 de julio de 1936 Felipe García Prieto (“el Bolón”, de 25 años, hijo de Manuel y de Marta, soltero, albañil, ‘de la Juventud Socialista, de la que desertó para convertirse en el único elemento de la FAI de esta ciudad’) y Valeriano Murias López (pintor y albañil), ambos designados por el dirigente marxista Ildefonso Cortés Rivas sus escoltas, probaban en unión de un tercero unas pistolas en las proximidades del cementerio, encañonando y amedrentando a una vecina que, descubriéndolos, amenazó con ponerlo en conocimiento de la Guardia Civil”.
Informaba de lo anterior Primitivo Ventura Bardón (de 54 años, casado), jefe de la Inspección de Investigación y Vigilancia de Astorga el 02-02-1939 (Sumario 74/39). Después, en su declaración aquel vecino (esto resultó ser, y no “vecina a la que pusieron la pistola al pecho”) afirma haber sucedido tales hechos “en abril de 1935”, sin que pasaran de “proferir frases y gestos de amenaza”. (Por informes de parecida precisión y fiabilidad fueron condenados a muerte o a prisión muchos republicanos).
Había en Astorga en las fechas del golpe militar un núcleo libertario, como denota que fuera el vecino José Alonso del Campo (de 49 años, casado, cacharrero, también represaliado) corresponsal en la ciudad de la revista mensual ácrata Tiempos Nuevos. Al anarquista Felipe García Prieto achacarán después los rebeldes las explosiones en viviendas de elementos de izquierdas el día antes del Glorioso Movimiento Nacional, “sin duda para exasperar a sus afines y obligarles a tomar represalias contra los de derechas”. Se dice en el citado informe de Primitivo Ventura. También se le responsabiliza, junto a Valeriano Murias (afiliado a la Juventud Socialista Unificada y la UGT) y otros más, de la colocación (el pasado febrero o marzo) de un petardo en la casa de Nicesio Fidalgo del Campo, dueño del trisemanario La Luz de Astorga. Participaron Felipe y Valeriano en los sucesos de la tarde del domingo 19 de julio de 1936 en Nistal de la Vega en fiestas, en los que se causaron dos muertos, uno de derechas y otro de izquierdas, este olvidado por la Historia.
![[Img #59276]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2022/8503_panel-expo-fgp-_16.jpg)
En Astorga, como en tantas otras poblaciones, una vez que los insurgentes se impusieron fueron muchos los que optaron por salvarse cada cual como pudiera, escapando de variadas maneras hacia diversos lugares que suponían seguros. Así lo hicieron entre otros Felipe García Prieto y Valeriano Murias López, el segundo, en realidad, antes de que aquello sucediera, pues ya –según declarará años más tarde- en la misma noche del domingo 19 de julio ponía rumbo a Santander, donde estuvo varios meses, hasta desplazarse por vía marítima a Cartagena y a Madrid desde allí….
Un poco antes, ya al salir en Astorga los sediciosos a la calle (dirá en sus declaraciones) tiró Felipe García Prieto en unas huertas cercanas a la Estación del Oeste la escopeta con la que había patrullado aquel día y los anteriores, y campo a través huyó hacia Veguellina de Órbigo (uniéndose allí a sus correligionarios), de donde en camión, con otros, partiría el 21 o el 22 de julio para La Magdalena y Villablino, y de aquí a primeros de agosto, al acercarse las tropas insurrectas, se encamina –siempre campo a través- a Truchas, en La Cabrera, en unión de varios individuos. Regresa en noviembre a Astorga, “entopándose” en la casa familiar del número 5 de la calle de San Juan hasta febrero de 1937. Por la parte de Ponferrada y con algunos más vuelve a La Cabrera entonces, permaneciendo en el monte (familiares de “fugados” habitantes de los pueblos de la zona les ayudaban a subsistir) hasta noviembre del mismo año, en que, retornado, se oculta un tiempo en la deshabitada “Casa de Peñicas” y en los montes inmediatos, y desde octubre de 1938 en su hogar, con su madre, Marta Prieto, y su hermana Victorina, protegido por los vecinos de la casa colindante, María Alonso González y su esposo (a la que pasaba Felipe saltando la tapia que las separaba cuando, en su busca, registraban la suya), y dedicado a fabricar alpargatas y aviones de aluminio, además de a realizar casi una treintena de dibujos y diversos escritos –dirigidos algunos al obispo– (que firma como “Proscrito”) de un exaltado tono revolucionario, pacifista, ácrata y reivindicativo que le hallarán cuando el 30 de enero de 1939 los agentes policiales astorganos Tomás Abella Blanco, Macario López Laciana, Andrés García Blanco, y Carlos García Dotti lo capturen y con María Alonso (de 29 años, “marxista por influencia de su marido”, detenida por ser su encubridora) lo presenten ante el agente de guardia Fernando García Campillo.
La Inspección de Investigación y Vigilancia de Astorga, y la Guardia Civil, en sus informes lo acusarán, además de otros cargos ya indicados, de ser miembro de la Casa del Pueblo; de haber participado en la revuelta de octubre de 1934 y ser entonces apresado; de haber colocado carteles por las calles llamando a la revolución cuando las elecciones de febrero de 1936; de ser coautor de otros que el Jueves Santo de 1935 desde los muros del Seminario, el paseo de la Muralla y el atrio de la Catedral atacaban al clero; y de ser de muy dudosa conducta y peligrosísimo para la sociedad. Moral no le faltaba a Felipe García Prieto, que manifestaba al detenerlo que “aún ganarían los rojos gracias al auxilio que iban a recibir de Méjico” (y que –dadas las fechas de sus idas y venidas– quizá luchó con los leales en Asturias y lo ocultó a los represores).
![[Img #59275]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2022/7730_imagen-48.jpg)
Procede la información, ya se dijo, del libro que ahora presentaremos y que estará desde el 8 de julio a disposición de las y los interesados. Un libro en cuya publicación han colaborado la Diputación Provincial y su Instituto Leonés de Cultura, y los Ayuntamientos de Astorga, Santa Elena de Jamuz, San Andrés del Rabanedo, Santa María del Páramoy La Bañeza, que ha merecido del ILC la valoración de ser “una obra de singular importancia para el conocimiento de la historia reciente de nuestra provincia”, y que, en formato 17x24 cms., con sus 828 páginas, referencias de casi 3.000 personas y más de 500 lugares provinciales, un centenar largo de imágenes de época, y 1.200 notas a pie de página, es mucho más que el relato más completo y detallado del golpe militar de julio de 1936 en los pueblos, villas y ciudades de la provincia de León.
En cuanto a la exposición realizada con los escritos y dibujos elaborados en su escondrijo por el joven astorgano perseguido por la injusta justicia de los facciosos, creemos que conocer hoy su particular percepción del fascismo y de la guerra que él mismo sufría, tiene, más de ochenta años después y en estos tiempos en que la historia se repite con una nueva contienda en Europa y el auge por doquier del fascio renovado, no poco interés, y, lamentablemente, plena vigencia.
Más información en www.jiminiegos36.com
Con ocasión de la presentación en Astorga en la tarde del próximo día 12 de julio, en la Biblioteca Municipal, de la Primera Parte: El Golpe, de mi libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (publicado por Ediciones del Lobo Sapiens), una investigación que me ha ocupado más de ocho años, y en la que de sus 828 páginas se dedican 227 a narrar específicamente lo sucedido en julio de 1936 y después en la ciudad episcopal, mostraremos en la misma Biblioteca desde el 4 al 14 de julio la exposición que hemos titulado Los dibujos de Felipe García Prieto, “topo” en Astorga durante la Guerra Civil, contra el fascio y la guerra, basada precisamente en contenido del propio libro y en documentación hallada en archivos a lo largo de su elaboración.
Pretendiendo acercar, sobre todo a sus actuales paisanos, la figura y la historia del referido joven astorgano, traigo aquí algunos datos de su biografía, tomados del mencionado libro:
En Astorga, según acusarán los sublevados en febrero de 1939, “pocos días antes del 18 de julio de 1936 Felipe García Prieto (“el Bolón”, de 25 años, hijo de Manuel y de Marta, soltero, albañil, ‘de la Juventud Socialista, de la que desertó para convertirse en el único elemento de la FAI de esta ciudad’) y Valeriano Murias López (pintor y albañil), ambos designados por el dirigente marxista Ildefonso Cortés Rivas sus escoltas, probaban en unión de un tercero unas pistolas en las proximidades del cementerio, encañonando y amedrentando a una vecina que, descubriéndolos, amenazó con ponerlo en conocimiento de la Guardia Civil”.
Informaba de lo anterior Primitivo Ventura Bardón (de 54 años, casado), jefe de la Inspección de Investigación y Vigilancia de Astorga el 02-02-1939 (Sumario 74/39). Después, en su declaración aquel vecino (esto resultó ser, y no “vecina a la que pusieron la pistola al pecho”) afirma haber sucedido tales hechos “en abril de 1935”, sin que pasaran de “proferir frases y gestos de amenaza”. (Por informes de parecida precisión y fiabilidad fueron condenados a muerte o a prisión muchos republicanos).
Había en Astorga en las fechas del golpe militar un núcleo libertario, como denota que fuera el vecino José Alonso del Campo (de 49 años, casado, cacharrero, también represaliado) corresponsal en la ciudad de la revista mensual ácrata Tiempos Nuevos. Al anarquista Felipe García Prieto achacarán después los rebeldes las explosiones en viviendas de elementos de izquierdas el día antes del Glorioso Movimiento Nacional, “sin duda para exasperar a sus afines y obligarles a tomar represalias contra los de derechas”. Se dice en el citado informe de Primitivo Ventura. También se le responsabiliza, junto a Valeriano Murias (afiliado a la Juventud Socialista Unificada y la UGT) y otros más, de la colocación (el pasado febrero o marzo) de un petardo en la casa de Nicesio Fidalgo del Campo, dueño del trisemanario La Luz de Astorga. Participaron Felipe y Valeriano en los sucesos de la tarde del domingo 19 de julio de 1936 en Nistal de la Vega en fiestas, en los que se causaron dos muertos, uno de derechas y otro de izquierdas, este olvidado por la Historia.
En Astorga, como en tantas otras poblaciones, una vez que los insurgentes se impusieron fueron muchos los que optaron por salvarse cada cual como pudiera, escapando de variadas maneras hacia diversos lugares que suponían seguros. Así lo hicieron entre otros Felipe García Prieto y Valeriano Murias López, el segundo, en realidad, antes de que aquello sucediera, pues ya –según declarará años más tarde- en la misma noche del domingo 19 de julio ponía rumbo a Santander, donde estuvo varios meses, hasta desplazarse por vía marítima a Cartagena y a Madrid desde allí….
Un poco antes, ya al salir en Astorga los sediciosos a la calle (dirá en sus declaraciones) tiró Felipe García Prieto en unas huertas cercanas a la Estación del Oeste la escopeta con la que había patrullado aquel día y los anteriores, y campo a través huyó hacia Veguellina de Órbigo (uniéndose allí a sus correligionarios), de donde en camión, con otros, partiría el 21 o el 22 de julio para La Magdalena y Villablino, y de aquí a primeros de agosto, al acercarse las tropas insurrectas, se encamina –siempre campo a través- a Truchas, en La Cabrera, en unión de varios individuos. Regresa en noviembre a Astorga, “entopándose” en la casa familiar del número 5 de la calle de San Juan hasta febrero de 1937. Por la parte de Ponferrada y con algunos más vuelve a La Cabrera entonces, permaneciendo en el monte (familiares de “fugados” habitantes de los pueblos de la zona les ayudaban a subsistir) hasta noviembre del mismo año, en que, retornado, se oculta un tiempo en la deshabitada “Casa de Peñicas” y en los montes inmediatos, y desde octubre de 1938 en su hogar, con su madre, Marta Prieto, y su hermana Victorina, protegido por los vecinos de la casa colindante, María Alonso González y su esposo (a la que pasaba Felipe saltando la tapia que las separaba cuando, en su busca, registraban la suya), y dedicado a fabricar alpargatas y aviones de aluminio, además de a realizar casi una treintena de dibujos y diversos escritos –dirigidos algunos al obispo– (que firma como “Proscrito”) de un exaltado tono revolucionario, pacifista, ácrata y reivindicativo que le hallarán cuando el 30 de enero de 1939 los agentes policiales astorganos Tomás Abella Blanco, Macario López Laciana, Andrés García Blanco, y Carlos García Dotti lo capturen y con María Alonso (de 29 años, “marxista por influencia de su marido”, detenida por ser su encubridora) lo presenten ante el agente de guardia Fernando García Campillo.
La Inspección de Investigación y Vigilancia de Astorga, y la Guardia Civil, en sus informes lo acusarán, además de otros cargos ya indicados, de ser miembro de la Casa del Pueblo; de haber participado en la revuelta de octubre de 1934 y ser entonces apresado; de haber colocado carteles por las calles llamando a la revolución cuando las elecciones de febrero de 1936; de ser coautor de otros que el Jueves Santo de 1935 desde los muros del Seminario, el paseo de la Muralla y el atrio de la Catedral atacaban al clero; y de ser de muy dudosa conducta y peligrosísimo para la sociedad. Moral no le faltaba a Felipe García Prieto, que manifestaba al detenerlo que “aún ganarían los rojos gracias al auxilio que iban a recibir de Méjico” (y que –dadas las fechas de sus idas y venidas– quizá luchó con los leales en Asturias y lo ocultó a los represores).
Procede la información, ya se dijo, del libro que ahora presentaremos y que estará desde el 8 de julio a disposición de las y los interesados. Un libro en cuya publicación han colaborado la Diputación Provincial y su Instituto Leonés de Cultura, y los Ayuntamientos de Astorga, Santa Elena de Jamuz, San Andrés del Rabanedo, Santa María del Páramoy La Bañeza, que ha merecido del ILC la valoración de ser “una obra de singular importancia para el conocimiento de la historia reciente de nuestra provincia”, y que, en formato 17x24 cms., con sus 828 páginas, referencias de casi 3.000 personas y más de 500 lugares provinciales, un centenar largo de imágenes de época, y 1.200 notas a pie de página, es mucho más que el relato más completo y detallado del golpe militar de julio de 1936 en los pueblos, villas y ciudades de la provincia de León.
En cuanto a la exposición realizada con los escritos y dibujos elaborados en su escondrijo por el joven astorgano perseguido por la injusta justicia de los facciosos, creemos que conocer hoy su particular percepción del fascismo y de la guerra que él mismo sufría, tiene, más de ochenta años después y en estos tiempos en que la historia se repite con una nueva contienda en Europa y el auge por doquier del fascio renovado, no poco interés, y, lamentablemente, plena vigencia.
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