Eloy Rubio Carro
Sábado, 26 de Noviembre de 2022

Periferias caminadas por Jorge Pascual

Jorge Pascual. Periferias caminadas; Donostia 2022

 

 

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En la contraportada de ‘Periferias caminadas’, Jorge Pascual declara que intenta hacer una interpretación poética de algunos lugares de la periferia de la ciudad de Donostia.

 

El libro viene precedido por un texto de Bruno Marcos: ‘Los lugares que esperan’.

 

Además de una introducción del propio Jorge Pascual Blanco donde cuenta que "a través de diversos paseos por la ciudad, se han buscado límites con respecto a la naturaleza, mar, montañas, zonas agrestes, zonas rurales, zonas industriales y carreteras" (...) "Para este vagar, inicialmente sin rumbo fijo, se han trazado líneas sobre un mapa hacia zonas que se investigan, con ayuda de asesores, con respecto a su naturaleza o ubicación, márgenes, tipología, pasado y futuro."

 

En "Trabajo de campo", una página de esta introducción, Pascual describe la metodología como unas prácticas de etnografía somática y sensorial. Ese caminar por los límites, indagando en zonas extrañas de difícil acceso, con su vegetación predominante y resiliente. Un proyecto en el que confluyen la singularidad psíquica del paseante Jorge Pascual y la dimensión urbanístico social: En ‘Los lugares que esperan’, Bruno Marcos señala que "la periferia es una zona por la que no se transita, donde uno encuentra ruinas al revés, porque su ruina no está hecha del pasado sino del futuro que no llega, son restos que esperan." ¿Qué sucederá en el porvenir con esos lugares y su pasado, qué ha sucedido para que se encuentren en el actual estado?

 

Aclara Pascual en 'Trabajo de campo' que "pretende también sentir, pensar en qué sensaciones produce estar en esos lugares…. Imaginar cómo el lugar se expresaría si fuese persona o ser vivo, registrar in situ, producir materiales en cada periferia al caminarla: notas, dibujos, fotografías, audios, vídeos, escritos."

 

Este proceder artístico corpóreo incorpora una dimensión imaginaria sobre lo posible y lo imposible de esos descampados, para codiseñar un futuro que aproveche los hallazgos, las resiliencias, las coalescencias azarosas de naturaleza y cultura. Caminar, hacerse camino, significarlo, darse y darle una especie de psique-soma, en flujo representativo/afectivo, afectivo/intencional a esos 'lugares en transformación' según denominación de Henry Lefebvre.

 

Comenta Bruno Marcos que esta intención transformadora no es la propia de Jorge Pascual, que “no es estrictamente una deriva situacionista"..." (...) ha ido con la intención de capturar imágenes y sonidos, con una libreta para escribir allí mismo y ha recogido muestras de su flora, un herbario sin hacer, plantas secas, recuerdos de hechos que no han ocurrido; ha realizado un trabajo de campo de los lugares en los que aún no ha pasado nada, una expedición a los sitios que esperan (...) Todo lo que ha recolectado en los desordenados bordes de la ciudad lo ha colocado ordenadamente en este libro."

 

Es cierto que la intención transformadora no estaba explicitada en el origen de este proyecto, pero cuando su recorrido va de lo empírico a lo maravilloso logra, por contra, incorporar el tiempo actual a los descampados, recoge las disonancias para la música que vendrá. Un tiempo actual en el instante en que la ola se lo lleva, ‘toujours recommencèe’, y lo renueva; y no percibo con Bruno Marcos que sea la promesa de un tiempo que no viene, sino la promesa en el imaginario radical de una poética del tiempo por venir.

 

En esta poesía expandida, el lenguaje toca y expresa la materialidad de los cuerpos. Engarzando con lo vivo / inerte consigue desbordar el binario naturaleza/cultura.

 

Antes de comenzar las caminatas periféricas, en un poema titulado ‘Los límites’, advierte: "Me limito a deslimitarme, a ponerme como yo soy / cuando me veo en el espejo y sueño."

 

Hay en el libro una presentación previa en forma de reloj de los nueve itinerarios. El estambre colorado es el que marca la hora, el día, el que compete caminar en cada caso.

 

Comenta Michael de Certeau en 'La invención de lo cotidiano' que "las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares."

 

 

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13 NOVIEMBRE

LÍMITE NORTE, MAR

 

Es el título de la primera caminata periférica. Un relato anafórico de ola que siempre recomienza: Así recomienza siempre “Hasta aquí (...)"  Como un texto ensoñado cada ola envuelve a la anterior y la supera (aufhebung): "Hasta aquí, llega el límite del instante, retorcido y sereno. Hasta aquí el límite lo baña el mar (...) / Hasta aquí el límite lo arrastra el mar, que se baña constante en su ritmo claro, pero espejo, que refleja y reflecta." Parte de una limitación mar y tierra. Al principio habría una somatización que se concientiza. La limitación es entre conciencias, no en lucha, sino en la amalgama de los encuentros, incluso consigo mismo. Es curioso, el límite del instante no se acaba en él, se lo verá marchar, perderse, en el poema final como si diera cuerda al mundo para un más allá temporal.

 

Nos vamos dando cuenta de la gradación de las conciencias desde las cosas, de la ciudad a la periferia, que emerge en su hechura de espacio al pasar el paseante. Una especie de cosmopsiquismo donde los elementos fundamentales de la experiencia son somatizados: la ciudad, el oleaje, la propia conciencia oída en "el silencio de a veces otro". La escucha propia en el silencio que nos escucha. "Hasta aquí  la ciudad reconoce y lame su huella y nos lo cuenta. Nos lo cuenta en este segundo que respiramos, porque nos llevan…"

 

El poema abunda en símbolos complejos en clave de autor. Habría que sumergirse en él, como el yo poético lo hace en el tránsito del paisaje.

 

Cada uno de los itinerarios se da en versión bilingüe español y vasco, y viene acompañado de algunas fotografías. Disponemos de un código QR para acceder a los archivos sonoros de las caminatas, también podemos acceder a ellos desde www.periferiascaminadas.es.

 

 

19 NOVIEMBRE 

PASAJES

 

Esta segunda caminata comienza siendo más descriptiva. La proliferación de la vegetación en lo urbano a causa de la reciente pandemia ha provocado un resurgir de lo vital, una resiliencia de los espacios frente al aplanamiento, "algo distópico o futurista". Descripciones de urbanizaciones, rotondas de varios carriles, de los edificios, las casitas, los verdes del monte por detrás. Las tiendas de la calle Azkuene, también el sonido del viento en las hojas de los árboles, el sonido de la gente al pasar. Vida de barrio, algo bastante impersonal la vida de este barrio: "solo algunas risas de chicos y algunos aspavientos de padres al lado charlando, de fondo en el asfalto señal en blanco redondeado, 30 en rojo. Casi nadie parado, todos pasan y se olvidan…. A nadie se le recuerda, es como si nadie dejase marca."  “Los suburbios existen sin pasado, sin acontecimientos, tan solo con 'lo que pasa por ser un futuro'" dice por su parte  Bruno Marcos en ‘Los lugares que esperan.

 

 

11 NOVIEMBRE

ULIA

 

Las rutas dibujadas siguen una secuencia espacial de reloj. De izquierda a derecha. Su temporalización no coincide con este orden.

 

ULIA, por las fotos, un camino a un acantilado marino.

 

¡Cuánto recuerdo! Comienza el poema y Ulia se convierte en un espacio para la imaginación trabajada en el recuerdo. Es esa ausencia la que llena el paisaje de una belleza terrible por la muerte. Es en este poema donde confluye la singularidad psíquica del autor y la dimensión memorística social y urbana. Desde esa implicación imaginaria plantea lo que es posible y lo que no: "De este modo comenzaba la ciudad desde aquí, así se buscaba recordar." Ulia el lugar donde muchos no quieren mirar.

 

 

21 NOVIEMBRE: 

ESCALANTEGUI

 

Descriptivo al comienzo. Ya en la tercera estrofa se produce la resonancia entre el camino y el caminar. Es el espacio, el paisaje vida / ciudad quien hace al caminante. El andar hace al caminante y los caminos por los que pase o construya le imprimen su carácter. Es como cuando en una estación avanza el tren vecino y creemos movernos nosotros, un paisaje en movimiento. Ese espacio circunscrito por el mar, ese espacio que abre los caminos de la mar naufraga a las invisibilidades todavía no caminadas: "A veces me pregunto si más me entrega el mar a mí desde / afuera que mis centímetros de piel cementada, más me / abrazan sus horizontes sin línea ni planicie." (51)

 

 

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20 NOVIEMBRE

AZKUENE KALEA

 

Un atardecer en un límite urbano entre dos municipios. A un lado de la calle, Pasajes, al otro Donostia. Se trata de ese lugar común a un tiempo de nadie; pero no de un no lugar, tampoco de un descampado aunque comparta con ellos esa identidad dudosa, ese sentido de límite.

 

El atardecer que es de silencio relincha en este lugar de tránsito y va en fuga con los sonidos y los claxones compartidos por ambos municipios, pero las cosas como decía Aristóteles persiguen su mejor acomodo, por eso "la calle siempre quiere regresar a su banco de silencio y duda a veces en un silencio entrecortado. // Pena de borde de acera, de bordillo acostado de mar y despertado de afueras."

 

 

POLIGONO INDUSTRIAL / IGARA

 

Un polígono industrial para mirar la ciudad desde afuera. Mixturas varias de colores, de escombros de chatarras, de ruidos de claxon y de música, de pájaros y grillos, y de un aparato de radio. Hibridación de materiales y sonidos de origen natural y tecnológico. Un árbol padece estas distorsiones, es consciente de ellas, también de sí. Son las cosas las que prestan su mirada a este escrito. Por eso las distorsiones son de otro orden. Creación de azar intencionado, valga el oxímoron: "desde luego el árbol lo siente todo y crece porque espera y silba la vida en sus raíces de ruinas y de paraíso."  Estas extrañas mezclas en mitad del desguace en contrapunto al mundo rural ¿quién las percibe? ¿de quién cuenta la extrañeza? De ahí prontas las sinestesias cuando el punto de vista es la lectura, un punto de vista humano.

 

 

10 NOVIEMBRE

ERREKALDE / LASARTE

 

Sensaciones del trayecto en tren camino de Errecalde.

 

Ese recorrido del tren es un vaivén de sonidos, de efectos lumínicos, un descenso a los infiernos. La somatización es con el traqueteo, con los reflejos de las vías mojadas por la lluvia o en los cables aéreos, las catenarias; con el reflejo propio en la ventanilla. Desciende del tren ya con una sensación de confusión, de extrañeza: "Un ¡Ay! de sentido entre todo". Parece que la conciencia se deslocalizara afuera, orquestada por esos tres árboles a los que dirige su caminar. Hacia allí va por mirar a la ciudad y reconocerla. Entre tanto está perdido, como si el paseo fuera por dentro de una sentencia heraclitiana. Aquello que no ve decide su invisibilidad, su miedo: "Quizás no sepa permanecer en este espacio, es un lugar de ida y vuelta, de tránsito veloz y no hay lugar para parar y ponerse a pensa. Está prohibido pensar en este lugar de paso." (…) "No me ubico, me encuentro inquieto. / Llega el bus a Donostia, mejor me subo."

 

 

18 NOVIEMBRE

LOIOLA / MARTUTENE / CÁRCEL/ ASTIGARRAGA

 

Aquí el límite va más allá de lo espacial, aunque también, pues Martutene es un angostamiento de la vida, lo no caminable, lo que no aparece pues resulta invisible incluso ese trozo de cielo azul. Tal el no ser de Parmenides siempre a la espalda como pura palabra imposible a lo innombrable: "Un lugar en límite, es un lugar desaparecido, desaparecido y vuelto a aparecer de espaldas, se prefiere ver su nombre que su contorno."

 

Puesto a caminar por Astigarraga otra reaparece la enseña arbórea del anterior escrito, sea otra por que sea la misma, la misma y otra: "Árboles antes de entrar a Astigarraga. / (Sonido: el espacio en el oído despacio, como el sol.)" Ya volvemos al lugar de lo numinoso, ya el ‘misteriun tremendum’ nos asiste, ya las nubes, el aire o el camino resuenan en único son.

 

El pasar es el de todas las hojas, los pasos, las nubes que pasan, la multiplicidad de las pisadas, los rastrojos como las zarzas: "Huertas, como islas de un mundo encontrado."

 

 

LÍMITE NORTE / MAR

 

Es el último poema y no está fechado y parece adecuado que no tenga fecha cuando el tiempo se pierde y recupera ('fort-da'), se pierde en su amplificación, en su continuidad, en su regreso como ola al comienzo. No sabemos quién en ese mar aleja sus huellas, pero es una forma quizá del tiempo. Sabemos quien en ese límite mira la desaparición, el paso más allá de la huella: "Quizás bailarais antes de iros juntos, los dos juntos… ¡Ay!".  La contradicción encaja a la perfección en este maremagnum de huellas y recuerdos, de la ausencia de las huellas que por ello se recuerdan: "Aspérrima eres de grito dulce y de oxímoron, a temblar blanco y con ritmo de trino vuelves, y me murmullas al sueño, o al crecimiento de vida y muerte..." Paseando un oxímoron de ida y vuelta aunque fuera de espaldas.

 

Pero esa ausencia provoca añoranza y anhelos: "¡Qué sonido de amar, ay, al alcanzarte en la ola de tus pies, al unísono!".  Por eso escuchamos aquí la huella del mar desde primer poema, por eso estos paseos son el inicio y el fin de un círculo, por eso se recupera la armonía secreta de los contrarios, su coincidencia. El sí mismo y el otro. Por eso se cierra el círculo del reloj que se había iniciado en el mar, en Igeldo / Orio.

 

 

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