Palabras y silencios del Camino de Santiago
Ángel Alonso Carracedo. Palabras y silencios del Camino de Santiago; éride ediciones, 2023: Madrid
![[Img #65813]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2023/8743_1-escanear0001-copia.jpg)
Sabemos que Ángel Alonso Carracedo es un periodista de oficio. Conocíamos también su afición a la fotografía por la exposición sobre el Camino de Santiago: ‘Verano de mochilas y bicicletas’, en la capilla de San Esteban, de Astorga, en el año 2015.
Ahora algunas de esas fotografías han sido publicadas en "Palabras y silencios del Camino de Santiago" acompañadas de comentarios del autor.
De un periodista, aunque haga fotografías, suele esperarse que las fotos sean el comentario a unos textos informativos o de opinión. Aquí Ángel se ejercita en la operación inversa. Las fotos ya estaban ahí en reportaje periodístico y consigna humana sobre el Camino de Santiago por las Tierras de Astorga. Los textos son concebidos como ilustración al servicio de esas fotografías que valdrían cada cual por miles de imágenes.
Dado este escenario y que el comentario de Ángel Alonso sobre sus fotografías es mucho más que un pie de foto, los textos se permiten hacer pie en la imagen para ir mucho más lejos que lo que aparece en la escena.
Como ejemplo la foto "A cara tapada" que muestra a una muchacha en el mercado del martes de Astorga, anotando en una improvisada libreta. Todo permanece oculto, la cara de la muchacha, el papel dónde escribe, el desenfoque del lugar. Ante tanto misterio el autor se lanza en pos del desvelamiento, justo lo que Aristóteles proponía para alcanzar la verdad: "Apuesten conmigo, a que lo escrito, en lo que se adivina brevísima nota, viajará consigo misma allá donde quiera que el destino la deposite en las otras y más vulgares peripecias de la cotidianidad. Lo que así se escribe es para perdurar." Es como si lo no captado en la imagen o en la retina generase el desvelo del fotógrafo y le acuciase irremediablemente al desvelamiento. ¡Menuda mochila carga para casa!
A diferencia del periodismo puro, sucede que el texto como comentario de foto es elucubrativo, devana el sentido que el pie de foto tan solo indicaría. En la foto 'A dos velocidades' la pereza del lector de imágenes es exhortada por la imaginación del comentarista. Como en un mundo de especulación lo que hubo sido y lo que pudo ser vienen a convenirse en sus comentarios.
![[Img #65815]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2023/1702_2-escanear0002-copia.jpg)
Las fotografías incluidas en el libro constituyen un reportaje humano y periodístico del peregrinaje contemporáneo por los pagos de Astorga. Los textos que las acompañan proporcionan una interpretación del sentido de las mismas en un lenguaje en ocasiones reflexivo, barroquizante, también culto. Leen el contenido, construyen la peripecia, destacan el instante, propenden hacia un desenlace que lleva a un mismo fin, aunque la manera de acercarse a él será distinta: la belleza y aún en ocasiones en disfraz de fealdad. El acto fotográfico es lo que queda ausente, lo que no podríamos ver si ojeáramos únicamente las fotos, sus circunstancias, la imagen-acto que incluye en este caso la doble contemplación por el propio fotógrafo (Téngase en cuenta que la lectura de la foto realizada en reposo, no es la misma que la del momento del disparo. Intuitiva una y racional la otra.) Lo cual no significa que las lecturas queden garantizadas, cerradas. La apertura que se nos muestra es la que realiza la fotografía en su propio autor, y es posible que en más de una ocasión este quede sorprendido. Por otra parte está la calidad expresiva de la imagen que no siempre se aborda en estos textos, no el cómo ni el qué de las fotografías y es verdad que en cada una acaece esa peregrinación a la belleza por recovecos disímiles: Caminos de Santiago igual para cada uno, para cada una distinto.
Ángel Alonso defiende la cámara fotográfica frente a la foto del móvil. En 'Atentas al pajarito', se capta el instante en que una mujer se presta a fotografiar con una pequeña cámara a dos jóvenes peregrinas. Aprovecha Ángel la situación para criticar los selfies de móvil por ser "un autorretrato falseado, porque nace de la mirada propia, carente de objetividad. Es la crónica de una mueca sin mensaje (...)"
En 'Selfí a la antigua usanza', otra foto del acto fotográfico, un selfie realizado por una pareja, con una réflex. Algo que nos parece harto improbable, como de otra época; pero "no se amilanan. Abordan el selfi a la antigua usanza de volver la máquina fotográfica hacia el rostro o el medio cuerpo, y dejan al instinto los cálculos de velocidades y diafragmas. Encuadres a regular por el pedestre sistema de lo que dé de si el brazo porteador. No existe sofisticado palo regulable al que acudir. Si la cámara fotográfica es compendio tecnológico, la toma es mero recurso de truculencia sin más historias que salir en la foto." Es aquí, cuando Ángel, en su comentario, se aventura más allá del proceso técnico de la realización de esa foto, e incluso de la otra metafoto de la que él es el autor, que desearía también serlo de la primera, virvir la experiencia desde ambos lados. Y tal vez el imposible le sea una iluminación, le cae de la cabalgadura: "Albricias, parece claro: quieren fotografiar los invisibles lazos del amor. Frente a ellos, no detrás, emerge la parábola de esta imagen."
![[Img #65814]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2023/7577_3-escanear0004-copia.jpg)
Hay en los textos y en las fotos que acompañan indagación sobre el significado del Camino de Santiago: "Peregrinar a Compostela, puede tener algo de penitencia redentora, pero es también, y en buena dosis, acto religioso o laico o agnóstico de búsqueda de uno mismo."
En un diálogo imaginado que tendría un peregrino que va de la mano con su hija pequeña le hace decir: "Alguien me dijo que hay tantos argumentos como peregrinos y fíjate, como dices, los montones con los que nos hemos cruzado. No creo que sea solo un motivo religioso o turístico. Es mucho más profundo. Reducirlo a eso, es ver solo la nata de la leche."
Y también: "Examinar a conciencia el trajín de romeros jacobeos no despeja incógnitas en ecuaciones que son insondables. Bien al contrario como las acumula, porque en cada mochila, en cada corazón, en cada sesera, transita una ansiedad, una esperanza, no reparen en casuísticas; tantas como peregrinos."
Otro aspecto curioso es el retrato del descanso de los peregrinos, de la horizontalidad, de las formas del durmiente en varias de las instantáneas. Y con él los silencios, la quietud. Los sueños.
![[Img #65816]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2023/9264_4-escanear0005-copia.jpg)
Entre esos peregrinos se nos cuela el fotógrafo que pide permiso o que tras el encuentro fortuito se lleva la prueba de un instante robado. El fotógrafo realiza su peregrinación por el peregrinaje y rebosa su mochila del pesaje de todas las mochilas de cuantos peregrinos haya fotografiado (La de aquel peregrino disfrazado de monje budista, en 'La excentricidad', que portaba un bulto que el fotógrafo apenas pudo levantar, pero también la del peregrino de ‘La sonrisa’ con un remolque impenitente). En su caso el hábito no hará al monje pero oculta sus fotografías.
En alguna ocasión hace contrición por estos hurtos. En 'La ofrenda': "El fotógrafo la sorprende (a una peregrina) en intimidades místicas. Acción de cotilla o inoportuno mirón que trata de hacerse perdonar con la penitente ausencia de colorido (foto en B/N). Hay remordimiento por el hurto de un instante personal e intransferible, por la invasión de algo recóndito."
Lo cierto es que a pesar del título son más las palabras que los silencios, pues cuando más callan, más se dicen a si mismos. Otro tanto ocurre con lo invisible, con lo que vio perderse allá a lo lejos del camino, eso que la cámara o el ojo no captaron, pero que en la soledad de los textos aventura o recupera. Albricias, parece claro, Ángel quiere fotografiar los invisibles lazos del género humano representados en este libro por la variedad de gestos, emociones y afectos que él descubre en ese perenne caminar hacia Santiago.
Decía de aquella peregrina del mercado de Astorga que la enigmatica nota que escribía, viajará consigo a dónde quiera que vaya. Yo presiento que esa nota y las demás historias fantaseadas de los peregrinos de estas fotografías conforman el imaginario afectivo e irrenunciable de Ángel Alonso Carracedo.
Ángel Alonso Carracedo. Palabras y silencios del Camino de Santiago; éride ediciones, 2023: Madrid
Sabemos que Ángel Alonso Carracedo es un periodista de oficio. Conocíamos también su afición a la fotografía por la exposición sobre el Camino de Santiago: ‘Verano de mochilas y bicicletas’, en la capilla de San Esteban, de Astorga, en el año 2015.
Ahora algunas de esas fotografías han sido publicadas en "Palabras y silencios del Camino de Santiago" acompañadas de comentarios del autor.
De un periodista, aunque haga fotografías, suele esperarse que las fotos sean el comentario a unos textos informativos o de opinión. Aquí Ángel se ejercita en la operación inversa. Las fotos ya estaban ahí en reportaje periodístico y consigna humana sobre el Camino de Santiago por las Tierras de Astorga. Los textos son concebidos como ilustración al servicio de esas fotografías que valdrían cada cual por miles de imágenes.
Dado este escenario y que el comentario de Ángel Alonso sobre sus fotografías es mucho más que un pie de foto, los textos se permiten hacer pie en la imagen para ir mucho más lejos que lo que aparece en la escena.
Como ejemplo la foto "A cara tapada" que muestra a una muchacha en el mercado del martes de Astorga, anotando en una improvisada libreta. Todo permanece oculto, la cara de la muchacha, el papel dónde escribe, el desenfoque del lugar. Ante tanto misterio el autor se lanza en pos del desvelamiento, justo lo que Aristóteles proponía para alcanzar la verdad: "Apuesten conmigo, a que lo escrito, en lo que se adivina brevísima nota, viajará consigo misma allá donde quiera que el destino la deposite en las otras y más vulgares peripecias de la cotidianidad. Lo que así se escribe es para perdurar." Es como si lo no captado en la imagen o en la retina generase el desvelo del fotógrafo y le acuciase irremediablemente al desvelamiento. ¡Menuda mochila carga para casa!
A diferencia del periodismo puro, sucede que el texto como comentario de foto es elucubrativo, devana el sentido que el pie de foto tan solo indicaría. En la foto 'A dos velocidades' la pereza del lector de imágenes es exhortada por la imaginación del comentarista. Como en un mundo de especulación lo que hubo sido y lo que pudo ser vienen a convenirse en sus comentarios.
Las fotografías incluidas en el libro constituyen un reportaje humano y periodístico del peregrinaje contemporáneo por los pagos de Astorga. Los textos que las acompañan proporcionan una interpretación del sentido de las mismas en un lenguaje en ocasiones reflexivo, barroquizante, también culto. Leen el contenido, construyen la peripecia, destacan el instante, propenden hacia un desenlace que lleva a un mismo fin, aunque la manera de acercarse a él será distinta: la belleza y aún en ocasiones en disfraz de fealdad. El acto fotográfico es lo que queda ausente, lo que no podríamos ver si ojeáramos únicamente las fotos, sus circunstancias, la imagen-acto que incluye en este caso la doble contemplación por el propio fotógrafo (Téngase en cuenta que la lectura de la foto realizada en reposo, no es la misma que la del momento del disparo. Intuitiva una y racional la otra.) Lo cual no significa que las lecturas queden garantizadas, cerradas. La apertura que se nos muestra es la que realiza la fotografía en su propio autor, y es posible que en más de una ocasión este quede sorprendido. Por otra parte está la calidad expresiva de la imagen que no siempre se aborda en estos textos, no el cómo ni el qué de las fotografías y es verdad que en cada una acaece esa peregrinación a la belleza por recovecos disímiles: Caminos de Santiago igual para cada uno, para cada una distinto.
Ángel Alonso defiende la cámara fotográfica frente a la foto del móvil. En 'Atentas al pajarito', se capta el instante en que una mujer se presta a fotografiar con una pequeña cámara a dos jóvenes peregrinas. Aprovecha Ángel la situación para criticar los selfies de móvil por ser "un autorretrato falseado, porque nace de la mirada propia, carente de objetividad. Es la crónica de una mueca sin mensaje (...)"
En 'Selfí a la antigua usanza', otra foto del acto fotográfico, un selfie realizado por una pareja, con una réflex. Algo que nos parece harto improbable, como de otra época; pero "no se amilanan. Abordan el selfi a la antigua usanza de volver la máquina fotográfica hacia el rostro o el medio cuerpo, y dejan al instinto los cálculos de velocidades y diafragmas. Encuadres a regular por el pedestre sistema de lo que dé de si el brazo porteador. No existe sofisticado palo regulable al que acudir. Si la cámara fotográfica es compendio tecnológico, la toma es mero recurso de truculencia sin más historias que salir en la foto." Es aquí, cuando Ángel, en su comentario, se aventura más allá del proceso técnico de la realización de esa foto, e incluso de la otra metafoto de la que él es el autor, que desearía también serlo de la primera, virvir la experiencia desde ambos lados. Y tal vez el imposible le sea una iluminación, le cae de la cabalgadura: "Albricias, parece claro: quieren fotografiar los invisibles lazos del amor. Frente a ellos, no detrás, emerge la parábola de esta imagen."
Hay en los textos y en las fotos que acompañan indagación sobre el significado del Camino de Santiago: "Peregrinar a Compostela, puede tener algo de penitencia redentora, pero es también, y en buena dosis, acto religioso o laico o agnóstico de búsqueda de uno mismo."
En un diálogo imaginado que tendría un peregrino que va de la mano con su hija pequeña le hace decir: "Alguien me dijo que hay tantos argumentos como peregrinos y fíjate, como dices, los montones con los que nos hemos cruzado. No creo que sea solo un motivo religioso o turístico. Es mucho más profundo. Reducirlo a eso, es ver solo la nata de la leche."
Y también: "Examinar a conciencia el trajín de romeros jacobeos no despeja incógnitas en ecuaciones que son insondables. Bien al contrario como las acumula, porque en cada mochila, en cada corazón, en cada sesera, transita una ansiedad, una esperanza, no reparen en casuísticas; tantas como peregrinos."
Otro aspecto curioso es el retrato del descanso de los peregrinos, de la horizontalidad, de las formas del durmiente en varias de las instantáneas. Y con él los silencios, la quietud. Los sueños.
Entre esos peregrinos se nos cuela el fotógrafo que pide permiso o que tras el encuentro fortuito se lleva la prueba de un instante robado. El fotógrafo realiza su peregrinación por el peregrinaje y rebosa su mochila del pesaje de todas las mochilas de cuantos peregrinos haya fotografiado (La de aquel peregrino disfrazado de monje budista, en 'La excentricidad', que portaba un bulto que el fotógrafo apenas pudo levantar, pero también la del peregrino de ‘La sonrisa’ con un remolque impenitente). En su caso el hábito no hará al monje pero oculta sus fotografías.
En alguna ocasión hace contrición por estos hurtos. En 'La ofrenda': "El fotógrafo la sorprende (a una peregrina) en intimidades místicas. Acción de cotilla o inoportuno mirón que trata de hacerse perdonar con la penitente ausencia de colorido (foto en B/N). Hay remordimiento por el hurto de un instante personal e intransferible, por la invasión de algo recóndito."
Lo cierto es que a pesar del título son más las palabras que los silencios, pues cuando más callan, más se dicen a si mismos. Otro tanto ocurre con lo invisible, con lo que vio perderse allá a lo lejos del camino, eso que la cámara o el ojo no captaron, pero que en la soledad de los textos aventura o recupera. Albricias, parece claro, Ángel quiere fotografiar los invisibles lazos del género humano representados en este libro por la variedad de gestos, emociones y afectos que él descubre en ese perenne caminar hacia Santiago.
Decía de aquella peregrina del mercado de Astorga que la enigmatica nota que escribía, viajará consigo a dónde quiera que vaya. Yo presiento que esa nota y las demás historias fantaseadas de los peregrinos de estas fotografías conforman el imaginario afectivo e irrenunciable de Ángel Alonso Carracedo.