El significado de la luz vivida
Luis Antonio Alonso nace en Lucillo, autodidacta, pronto descubre el impresionismo y sobre todo a Van Gogh. Trabaja y estudia con Alejandro Vargas Aedo, Enrique Estrada y Manuel Alonso de Quintanilla. Es miembro honorífico de la Academia de Bellas Artes, Letras y Ciencias de la ciudad de Florencia y está en posesión de la Medalla de las Bellas Artes de esa ciudad italiana. Su obra se puede admirar en el Museo de Artistas Contemporáneos en el Palacio de Gaudí en Astorga y en el Museo de la Sociedad General de Bellas Artes de Beziers, Francia.
Durante el mes de septiembre podemos visitar dos muestras de su pintura, una en Valdespino de Somoza, en la Taberna de Goyo y otra 'Génesis de la luz' en la Parrillada Serrano de Astorga.
![[Img #11703]](upload/img/periodico/img_11703.jpg)
De Luis Antonio Alonso Martínez se dice que se ha hecho pintor frente a una situación tan adversa que en cualquier otro caso habría sido imposible, a lo mejor es que lo era. “No cabía el arte en el cesto de trigo”, -dice hablando de Luis Antonio, Emilio Bianchi, Director de la Academia de Bellas Artes de Florencia-, pero lo invadía la luz y con la luz brotaban los amarillos, la ondulación en el aire del amanecer, las avenas traspasadas esplendiendo el día.
De su maestro Alejandro Vargas Aedo comprendió que la luz lo es todo en un cuadro y que sin ella no hay motivo ni objeto. Ahora tras ese lento aprendizaje también con Enrique Estrada, con el profesor Manuel Alonso de Quintanilla y en la madrileña ‘Escuela de la Moncloa’; Luis Antonio quiere desaprender, quiere desdibujar hasta quedarse con lo fundamental, con cuatro manchas que sean síntesis, que coloreen la luz de la emoción del instante.
Todo ello lo viene realizando Luis Antonio antes de comprenderlo y súbito se percata de que sin el motivo, sin el objeto, la luz sería una nada, y de que el desdibujo lo va siendo de las formas para ser aquello que las formas hacen; de ahí su impresionismo originario, su encuentro en la luz de la belleza que las formas hacen a la luz, a ‘esta luz’ y a esa luz otra (la del entendimiento). No a la luz en general.
¿Será esa belleza suspendida en el aire, la que Luis Antonio escucha y ve, el zarpazo del momento que adviene como ser, ese lugar donde los espíritus se manifiestan livianos, iluminados al compás del brillo de las estrellas?
![[Img #11702]](upload/img/periodico/img_11702.jpg)
Entonces “la luz en la que profundizo es la luz de los sentimientos”. De nuevo canta la declaración del impresionista; así el tiempo que fluye en sus alas blancas, el tono vital que dilata o encoje la pupila y permite que la luz se pinte en tonalidades diversas, añil, violeta, ’arc en ciel’.
Temas del tiempo que pasa, la plasticidad de los pueblos maragatos, sus padres segando o, como en el caso de ‘Parada y fonda’, donde un burro aburre las horas en el exterior de la taberna, esperando llevar, que no ser llevado, a su dueño a dormir a casa.
Las pinturas que Luis Antonio expone ahora en la ‘Taberna de Goyo’ en Valdespino de Somoza y en la ‘Parrillada Serrano’ de Astorga, -algún bodegón, paisajes maragatos como los de Valdespino de Somoza, Santa Colomba, temas impresionistas de la siega, álamos en ‘el aire de un sueño’, todavía el temblor de la mano que los hizo-, han sido seleccionadas para los lugares donde pueden disfrutarse.
Siendo un pintor fundamentalmente impresionista no descarta el hiperrealismo que en ocasiones parece que la situación escoge y exige; y al tiempo que proclama la figuración, “porque hoy más que nunca hace falta una mirada a lo real”, se obsesiona por ‘esta luz’, por esos cuatro brochazos abstractos minimalistas que sugieran el tono de lo real y lo conviertan. Esto, solo esto que significaría una luz vivida.
Durante el mes de septiembre podemos visitar dos muestras de su pintura, una en Valdespino de Somoza, en la Taberna de Goyo y otra 'Génesis de la luz' en la Parrillada Serrano de Astorga.
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De Luis Antonio Alonso Martínez se dice que se ha hecho pintor frente a una situación tan adversa que en cualquier otro caso habría sido imposible, a lo mejor es que lo era. “No cabía el arte en el cesto de trigo”, -dice hablando de Luis Antonio, Emilio Bianchi, Director de la Academia de Bellas Artes de Florencia-, pero lo invadía la luz y con la luz brotaban los amarillos, la ondulación en el aire del amanecer, las avenas traspasadas esplendiendo el día.
De su maestro Alejandro Vargas Aedo comprendió que la luz lo es todo en un cuadro y que sin ella no hay motivo ni objeto. Ahora tras ese lento aprendizaje también con Enrique Estrada, con el profesor Manuel Alonso de Quintanilla y en la madrileña ‘Escuela de la Moncloa’; Luis Antonio quiere desaprender, quiere desdibujar hasta quedarse con lo fundamental, con cuatro manchas que sean síntesis, que coloreen la luz de la emoción del instante.
Todo ello lo viene realizando Luis Antonio antes de comprenderlo y súbito se percata de que sin el motivo, sin el objeto, la luz sería una nada, y de que el desdibujo lo va siendo de las formas para ser aquello que las formas hacen; de ahí su impresionismo originario, su encuentro en la luz de la belleza que las formas hacen a la luz, a ‘esta luz’ y a esa luz otra (la del entendimiento). No a la luz en general.
¿Será esa belleza suspendida en el aire, la que Luis Antonio escucha y ve, el zarpazo del momento que adviene como ser, ese lugar donde los espíritus se manifiestan livianos, iluminados al compás del brillo de las estrellas?
![[Img #11702]](upload/img/periodico/img_11702.jpg)
Entonces “la luz en la que profundizo es la luz de los sentimientos”. De nuevo canta la declaración del impresionista; así el tiempo que fluye en sus alas blancas, el tono vital que dilata o encoje la pupila y permite que la luz se pinte en tonalidades diversas, añil, violeta, ’arc en ciel’.
Temas del tiempo que pasa, la plasticidad de los pueblos maragatos, sus padres segando o, como en el caso de ‘Parada y fonda’, donde un burro aburre las horas en el exterior de la taberna, esperando llevar, que no ser llevado, a su dueño a dormir a casa.
Las pinturas que Luis Antonio expone ahora en la ‘Taberna de Goyo’ en Valdespino de Somoza y en la ‘Parrillada Serrano’ de Astorga, -algún bodegón, paisajes maragatos como los de Valdespino de Somoza, Santa Colomba, temas impresionistas de la siega, álamos en ‘el aire de un sueño’, todavía el temblor de la mano que los hizo-, han sido seleccionadas para los lugares donde pueden disfrutarse.
Siendo un pintor fundamentalmente impresionista no descarta el hiperrealismo que en ocasiones parece que la situación escoge y exige; y al tiempo que proclama la figuración, “porque hoy más que nunca hace falta una mirada a lo real”, se obsesiona por ‘esta luz’, por esos cuatro brochazos abstractos minimalistas que sugieran el tono de lo real y lo conviertan. Esto, solo esto que significaría una luz vivida.






